¡Voto universal contra el nepotismo y la represión en la BUAP!
Desde el Paro de marzo de 2025 en la BUAP, la administración de Lilia Cedillo se ha mostrado incapaz e indispuesta de acatar los acuerdos alcanzados con las mesas de negociación, rompiendo varios de los compromisos del pliego. La más reciente es su descarada búsqueda de la reelección, aun cuando varios complejos regionales y CU han quedado abandonados por la rectoría, destinando más recursos y esfuerzos a desprestigiar, difamar y perseguir a los estudiantes que a favor de los compromisos que firmó. A esto se le suma su victoria antidemocrática a través del voto sectorial que ignora la voluntad mayoritaria del estudiantado en la universidad.
Escrito por Christian Tello y José Pelaez, Alternativa Socialista (PIMR en México).
La implementación del voto sectorial se ha convertido de un motivo de enojo e indignación entre los estudiantes, quienes han señalado como académicos, directores, profesores y trabajadores de los planteles tienen una representación injustamente mayor en las elecciones, coaccionados a dar su voto a la actual rectora, Lilia Cedillo. Esto significa que el sufragio de la comunidad universitaria no cuentan de manera directa e igualitaria, sino que primero se agrupan por sectores: estudiantes, docentes, directores y trabajadores no académicos. Cada sector recibe una cantidad de votos sectoriales que se emiten en el Consejo Universitario. Por ejemplo, en la elección más reciente se contabilizaron 223 votos sectoriales: 88 para estudiantes, 88 para académicos, 44 para directores y 3 para trabajadores administrativos. De esta manera, aunque cada persona emite un voto individual, el resultado final depende de cómo esos votos se convierten en votos sectoriales dentro de cada unidad académica.
En la elección de 2025–2029, Lilia Cedillo fue reelecta con el 78% de los votos sectoriales. Obtuvo 175 de los 223 votos, frente a 48 de su principal contrincante, César Cansino. El desglose mostró que Cedillo obtuvo la totalidad de los votos sectoriales de académicos, directores y trabajadores no académicos, mientras que en el sector estudiantil la competencia estuvo más dividida, quedando Cedillo con 40 votos sectoriales y Cansino con 48.
Este sistema, que nació en circunstancias históricas, se ha convertido en un aparato ventajoso para la burocracia universitaria que de forma antidemocrática, caciquil y corrupta, compra y coacciona los votos de la comunidad universitaria. Es injusto y arcaico que el voto del director valga lo mismo que la totalidad de la comunidad estudiantil. No todos los votos valen lo mismo: un voto individual de estudiante pesa menos que el de un director, dado que los directores tienen asegurado un voto sectorial propio en cada unidad académica. Además, puede ocurrir que la mayoría de los votos individuales de la comunidad no se reflejan en el resultado final si no se traduce en suficientes votos sectoriales. Esto crea una distorsión entre la voluntad de la comunidad y el desenlace institucional.
Otro problema es que el voto sectorial favorece la concentración de poder en ciertos grupos, particularmente académicos y directores afines a la burocracia dorada de la universidad, quienes suelen inclinarse a apoyar la continuidad de las autoridades en funciones. Esto dificulta que candidatos de oposición o propuestas de cambio logren triunfar, incluso si reciben un respaldo amplio de estudiantes, como fue el caso de la candidatura del Dr. Cesar Cansino, quien ganó por mayoría estudiantil en casi todas las unidades académicas de la universidad.
Con estos indignantes atropellos, varias facultades se han movilizado para manifestar su enojo.El 9 de septiembre del presente año, la Facultad de Filosofía se presentó en el centro de la ciudad para manifestar su inconformidad con Cedillo, y su expreso rechazo a su periodo como rectora y el voto sectorial. En respuesta, los grupos porriles de rectoría comenzaron a amenazar, golpear y agredir a estudiantes, acción que fue complementada por la mercenaria y cobarde prensa local poblana, que se dedicó a calumniar y difundir rumores sobre los estudiantes.
El 10 de septiembre se celebrarían las elecciones, donde el candidato opositor, Cesar Cansino, llevaría una clara ventaja por sobre Cedillo con más de 31,000 votos estudiantiles. Sin embargo, con claras indicaciones de coacción y fraude, Cedillo operó la maquinaria institucional a su favor en el sector de trabajadores, académicos y directivos para contrarrestar el sufragio efectivo y mayoritario de más de 121,000 estudiantes. Este hecho provocó la indignación y el malestar al interior de la comunidad universitaria.
En respuesta, se convocó a una marcha el 11 de septiembre del centro a CU, que fue liderada por estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras y apoyada por el resto de las facultades a su llegada a la torre de rectoría. A pesar del apoyo y fuerza de la movilización, el temor a las represalias, las infiltraciones y la desorganización, así como el desacuerdo respecto a la manera de proceder, dieron lugar a divisiones y la dispersión de la asamblea frente a rectoría, quienes no se molestaron en bajar representantes a negociar, solo porros a intimidar y tomar fotografías.
La crisis universitaria a nivel nacional
La crisis democrática y popular que está atravesando esta universidad no es un hecho aislado del panorama nacional. En el reciente periodo se han intensificado los ataques a la democracia universitaria y la educación pública superior, instigados por las llamadas “burocracias doradas” y los gobiernos estatales donde incluso gobierna la derecha de MORENA. Recientemente, el ataque y criminalización de las y los estudiantes de la normal rural de Teteles por el gobierno de Alejandro Armenta en Puebla; los ataques porriles de la FEU, brazo armado del PRI en Guadalajara, contra las y los estudiantes que protestaban contra la represión charril en la Universidad de Guadalajara y el reciente paro de la Universidad Autónoma del Estado de México contra las prácticas corruptas y caciquiles de la burocracia han dejado entrever una crisis que recorre nuestras casas de estudio.
Sin embargo, la crisis refleja también un incremento dinámico de la movilización, organización y lucha estudiantil. Las demandas cada vez se vuelven más comunes en los distintos planteles frente a la precarización generalizada de la educación superior, la putrefacción de las estructuras porriles y el corrupto engordamiento de las nóminas y privilegios de las vacas sagradas y burocracias doradas que se sirven a grandes bocanadas a expensas de la educación de las y los hijos de la clase trabajadora.
En la BUAP, como en la mayoría de las universidades, es un hecho que el localismo se está rompiendo entendiendo los problemas a los que se enfrenta esta universidad como parte de los parte de los problemas de la educación pública en el país. Planteando la necesidad de unir los esfuerzos del estudiantado a nivel nacional. Ya en las recientes marchas contra el voto sectorial se han blandido pancartas y mantas en apoyo a la UdG y Teteles, incluso al grado de lanzar un llamamiento a la huelga nacional, por la democracia universitaria y contra la represión y el porrismo. El camino de las siguientes semanas y meses quedará marcado por estas ideas, acciones y discusiones en el movimiento estudiantil, y por tal, nuestro deber como Juventudes Socialistas es aportar herramientas para superar las interminables asambleas, los acuerdos locales y las luchas aisladas hacía una fuerza superior que centralice esfuerzos comunes por la construcción de nuevas formas y organizaciones juveniles de lucha.
Nuestra lucha como Juventudes Socialistas es por la reforma popular y democrática de las universidades del país.
La energía del paro en la BUAP no se ha acabado. A pesar de los límites de la democracia universitaria, y frente al panorama nacional de luchas entre la juventud, la conciencia combativa de la juventud se encuentra en un punto álgido. Este punto, que conecta con las experiencias y tradiciones de la lucha juvenil del pasado ha puesto en marcha ya los deseos y aspiraciones de la juventud en México. El ejemplo es el estudiantado de la BUAP , que en asambleas, marchas, discusiones informales y clases, las consignas como el voto universal, la no reelección, el congreso universitario y la organización de un comedor universitario son metas claras para el movimiento.
Pesé a las maniobras burocráticas por imponer un rector y bloquear las mesas de diálogo, la administración de la universidad ignora que bajo sus narices el movimiento crece, con mayores movilizaciones, mayor compromiso militante y organizaciones estudiantiles que en cuestión de días, meses o años asestarán un golpe al sistema que reproduce las injusticias de la juventud trabajadora. En el presente periodo, nuestro programa de lucha es claro: democracia universitaria para elegir nuestras autoridades por voto universal, mejora de condiciones de estudio con el incremento de la inversión pública a la educación, reducción salarial de los altos administrativos, mejora de los salarios de los profesores más precarizados y promoción de una educación crítica y popular al servicio de nuestra clase. Es por eso, que las movilizaciones, las huelgas y las consignas que hoy resuenan en Puebla, Guadalajara, el Estado de México y las normales rurales son la prueba de que existe un hilo rojo que conecta a toda la juventud universitaria en su combate contra la represión, la opresión, la corrupción y la mercantilización de la educación.
¡Por una educación democrática, científica y popular!



