Por un feminismo socialista en México: las mujeres trabajadoras frente a la crisis

Actualmente en México vivimos una crisis económica, política, social y de salud sumamente grave, parte de ello provocado por la pandemia de Covid-19, misma que ha exacerbado problemáticas surgidas hace ya décadas. En este panorama, las mujeres somos el sector poblacional más afectado en términos de violencia estructural tanto en el ámbito doméstico, como público y económico.

Escrito por Rosa, Feminismo Socialista México.

Acorde con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México, ocurren entre 7 a 10.5 (Xantomila, n.d.) feminicidios al día, y al menos 51.4% (Forbes, 2020) de los casos quedan en completa impunidad. Lo que significa que poco menos de un feminicidio en México es castigado.

La mayoría de las veces la violencia ejercida contra las mujeres proviene de personas cercanas, 44% de las mexicanas (ONU Mujeres MX, 2020) reportaron haber sufrido violencia por parte de su esposo o pareja. En ese sentido, en el contexto de la pandemia, la necesidad de quedarse en casa ha figurado como caldo de cultivo para el incremento de la violencia doméstica e intrafamiliar contra mujeres y niñas. De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública: “Se han contabilizado 23,460 presuntas víctimas de lesiones dolosas y se han atendido 108,778 llamadas de emergencia al número 911, relacionadas con incidentes de violencia contra las mujer” (Alcántara, 2020). Lo cual se traduce a un aumento del 60% de la violencia doméstica.

Asimismo, la violencia no sólo se queda en el abuso físico y mental del ámbito doméstico, también abarca términos laborales y económicos. En nuestro país, así como en muchos otros, las mujeres han asumido el papel histórico impuesto de llevar a cabo todo el trabajo de cuidados. Lo que combinado con el trabajo asalariado se traduce en una mayor carga que ha incrementado a raíz de la pandemia ya que al haberse imposibilitado el acceso de las y los niños a guarderías y escuelas se un lo produjo un aumento de responsabilidades que suelen recaer en su mayoría sobre las mujeres.

Por otro lado, el hecho de que las mujeres hemos sido excluidas estructuralmente del contexto laboral se recrudece en la pandemia. Las mujeres suelen ganar menos que los hombres en términos salariales, de acuerdo con la OCDE la brecha salarial de género en México es de 18.8% (INMUJERES, 2019), una de las brechas más altas respecto del 13% promedio mundial. Además suelen tener menos acceso a puestos de trabajo de alta dirección, y sufren mayor discriminación. Un ejemplo de las consecuencias de la brecha salarial y el desempleo femenino es que durante la pandemia por Covid miles de mujeres en la CDMX se han visto obligadas a ejercer el trabajo sexual debido a la falta de otras oportunidades laborales, lo cual aumenta el riesgo de contagios para las mujeres en situaciones de precariedad.

Asimismo, muchas mujeres han intentado superar su situación de precariedad laboral a partir de emprendimientos, la venta de artículos variados a través de redes sociales y redes en su comunidad; a estas mujeres se les suele calificar con nombres despectivos como “nenis” desde una visión patriarcal en donde la imagen de una mujer independiente y trabajadora es completamente negativa.

Encontramos que todo lo anterior tiene lugar gracias a un contexto de ignorancia y despotismo de los gobernantes sobre la situación de violencia y discriminación estructural que vivimos las mujeres en México. Desde el Presidente, hasta los funcionarios con cargos públicos, e incluso aspirantes a gobernaturas como Felix Salgado Macedonio -quien fue denunciado por cometer violación y maltrato físico al menos a una de sus empleadas en repetidas ocasiones-, así como los abusos de la Policía y el poder Judicial, reproducen discursos patriarcales y conductas que atentan en contra de nuestra integridad.

En México existen muchos ejemplos de cómo la violencia patriarcal envuelve todo el entramado institucional, uno de ellos es el caso del ex gobernador de Puebla Mario Marín, quien formaba parte de una red de explotación sexual infantil junto con el empresario Kamel Nacif, mismo que fue encubierto por el gobierno poblano. La periodista Lydia Cacho hizo todo un trabajo de investigación y denuncia sobre el caso. En represalia sufrió la detención y tortura por parte de las autoridades ligadas al ex gobernador. No es hasta 2021 que a Mario Marín se le ha dictado auto de formal prisión lo cual ha sido un avance y logro de la lucha feminista y de las y los periodistas. Sin embargo, cientos de casos parecidos a éste continúan en completa impunidad.

Por otro lado, en épocas electorales surge el oportunismo de sectores de derecha que se montan sobre la lucha de las mujeres para enarbolar banderas de partidos que nunca han apoyado nuestras causas. Pareciera que para ganar votos, los grupos más reaccionarios y conservadores se quieren poner la camiseta del feminismo. A todos ellos les respondemos: ¡Dejen de mentir, sabemos perfectamente que nuestra lucha les es totalmente ajena!. La derecha conservadora y religiosa se opone por completo a una de nuestras demandas más importantes: la despenalización del aborto y el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.

La reproducción de una ideología intolerante y discriminatoria desde el Estado, así como la falta de cuestionamiento sobre los privilegios masculinos y los roles de género, incita el odio hacia las mujeres. Estamos seguras de que la lucha feminista y socialista se tiene que dar en los dos frentes, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado. En el ámbito público luchamos por la igualdad de derechos, contra la brecha salarial, por instituciones públicas de cuidados gratuitas como las guarderías, las escuelas, los comedores y los centros de salud, por la libre determinación sobre nuestros cuerpos, por la justicia en favor de las víctimas de acoso, abuso sexual y feminicidio, entre muchas otras; en el ámbito privado luchamos por la re-educación de la sociedad, contra la imposición de los términos patriarcales de la división sexual del trabajo, por el respeto hacia las mujeres trabajadoras al interior de sus hogares (todas trabajamos ya sea en el hogar o en un empleo asalariado), por la igualdad de oportunidades para las niñas y los niños al interior de las familias, por la equidad en las tareas domésticas y de cuidados entre hombres y mujeres, etcétera.

Ante todo esto creemos importante recordar que nosotras feministas socialistas no luchamos en contra de los hombres, luchamos en contra del sistema capitalista patriarcal. Desde ROSA y Alternativa Socialista México, nos posicionamos contra la estructura del sistema patriarcal que nos oprime a todas y a todos.

¡Por un feminismo internacionalista con perspectiva de clase!

¡Por una alternativa socialista para el movimiento feminista contra el patriarcado y el capitalismo!