Nuevas crisis, viejas demandas: ¡nos queremos vivas! ¡Por la vida de las mujeres!
Escrito por Liberade, Socialismo e Revolução, ASI en Brasil.
Un año de crisis pandémica, asociada a su vez a una de las más profundas crisis económicas recientes, amenazan de manera frontal nuestras conquistas, al mismo tiempo que no dejan duda sobre la misión de derrotar al capitalismo como la única forma de garantizar nuestras vidas, nuestros derechos y nuestro futuro.
En este 8 de marzo en que se cumple un año de la pandemia en Brasil, no saldremos a las calles de forma masiva. No encontraremos a nuestras hermanas y camaradas ni marcharemos juntas por un mundo que nos de lugar. La situación brasileña es tan drástica que el pasado día 17 batimos el récord terrible de más de 1,500 muertes diarias, con UCIs repletas en todo el país; a eso se suma la carencia total de un plan de vacunación ni de combate a la pandemia. Al mismo tiempo, lo que vemos es un presidente genocida que aparece en público solo para cuestionar el uso del cubrebocas y las medidas de aislamiento social. Podría parecer extraño, pero en realidad es trágico.
En este escenario, las mujeres trabajadoras siguen siendo las más afectadas, ya sea por cuidar de sus enfermos, por contagiarse mediante el trabajo doméstico en casa de sus patronas, en el transporte público atiborrado, por el desempleo, por la falta de apoyo económico de emergencia. De un modo alarmante, también pagamos con nuestros cuerpos heridos. El aumento de la violencia doméstica en 2020 presenta índices alarmantes: se registraron 179 muertes de mujeres en un contexto de violencia doméstica, lo que equivale a un caso cada dos días.
En el Mapa de Violencia de Género publicado en 2019, la situación ya se presentaba trágica. Los datos indicaban que en 2017 se registraron 12,112 casos de violencia contra personas trans y 257,764 contra homosexuales o bisexuales en todo Brasil; o sea, ocurrieron 11 agresiones contra personas trans y 214 contra personas homo o bisexuales al día. Durante el mismo año, 67% de las víctimas de agresión física registradas en el país fueron mujeres. Solo en el Distrito Federal, que alberga la capital, Brasilia, el índice se elevó hasta el 75%.
En el transcurso del primer semestre de 2020, luego del comienzo de la pandemia, el aumento se revela alarmante. Datos del Foro Brasileño de Seguridad Pública divulgados en mayo demostraron un aumento del feminicidio de alrededor de 22.2%, con 143 mujeres muertas en 12 estados de la Federación. Según Jamila Jorge Ferrari, coordinadora de las Comisarías de la Mujer del estado de São Paulo, hubo un aumento de 31% de los casos en el mes de abril. Aún con ese incremento observado en diferentes regiones del país, la falta de infraestructura y personal en áreas como las comisarías especializadas, puede ocultar un subregistro en los datos. Para tener una noción de las dificultades, la Comisaría de la Mujer de la ciudad de Ribeirão das Neves, ubicada en la región metropolitana de Belo Horizonte, durante la pandemia estuvo varios meses sin titular. La diputada Andreia de Jesus (PSOL) tuvo que notificar a la Policía Civil y a la Secretaría de Seguridad del gobierno de Romeu Zema, perteneciente al Partido Nuevo (NOVO), para que las autoridades nombraran a una encargada. Especialistas afirman que el año 2020 representó una caída de 3% en los feminicidios en relación con 2019, lo cual es un contrasentido. Recordemos que la creación de la comisaría electrónica no contempla a parte significativa de las mujeres violentadas, pues el registro a distancia no solo falla en garantizar la seguridad de la víctima, sino que incluso puede agravar la situación si el agresor se entera de la denuncia.
Es por esto que defendemos que 2020 fue un año en que los datos fueron distorsionados y no podemos usarlos como modelo o ejemplo de una posible disminución de los casos en Brasil. En 2020, la Prefectura de São Paulo atendió 24,113 mujeres que sufrieron algún tipo de agresión o abuso. El número de feminicidios en el estado de Goiás aumentó en 20% en 2020, así como las denuncias de violencia en la Comisaría de la Mujer; aún siendo una instancia accesible a todas las mujeres, los casos de atención casi se duplicaron. Más de 300 casos de violencia contra la mujer fueron registrados en el estado de Espírito Santo en lo que va de 2021.
“Recibí cuatro puñaladas en frente de mi hija cuando trataba de terminar la relación con mi marido. No sentí dolor: solo vi la sangre escurriendo por mi ropa. Cuando me levanté y me miré en el espejo fue que me di cuenta de las cosas: el cuchillo estaba clavado en mi cabeza. Puedo decir, sin sombra de duda, que volví a nacer”. Este es el relato conmovedor de Fernanda, de 27 años; fue publicado por el periódico Correio Braziliense a inicios de enero.
Fernanda es apenas una de las 54 víctimas de tentativa de feminicidio registradas entre enero y noviembre de 2020 por la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal. En el estado de Río Grande do Norte, el número de casos de violencia contra la mujer registrados hasta octubre de 2020 ya era 36% mayor en comparación con el mismo periodo de 2019: 3,580 notificaciones contra 2,631. El Estado registró un aumento en el número de amenazas contra mujeres y violaciones; las primeras tuvieron un aumento de 27.4% (de 1,256 aumentaron a 1,612), mientras que las violaciones crecieron en 5.9%: pasaron de 204 a 216. En este último caso, el 61.6% se trata de violaciones de mujeres en situación de vulnerabilidad.
Quien se mueve por las periferias de las ciudades brasileñas, se ve obligada a trabajar todo el día, platica con las vecinas y amigas, y al final siente que la situación se agravó. Cuando las amenazadas son mujeres electas a cargos públicos, y no se hace nada para impedirlo, es indicativo de que la situación de las mujeres comunes es mucho peor.
¡La violencia política busca cuerpos!
Tres años después del asesinato de nuestra compañera Marielle Franco, aún no sabemos quién dio la orden de matarla. La falta de nombres de los autores intelectuales no significa que no identificamos la dirección de los ataques. El gobierno de Bolsonaro alimenta la política de odio y persigue a aquellas mujeres que defienden al pueblo, sobre todo a aquellos sectores cuyas voces son negadas, silenciadas.
Aún siendo limitado el espacio de la lucha institucional, el hecho de que mujeres ocupen espacios de representación, sobre todo si son negras y socialistas, es visto como un riesgo que la burguesía no quiere correr. Esto ocurre porque conocen el simbolismo y la lucha concreta que hay detrás de la victoria de esas camaradas.
Los cuerpos negros continúan siendo un objetivo, ya sea a través de las amenazas contra diputadas socialistas negras como la camarada Talíria Petrone, o incluso alcanzando cuerpos negros de concejalas trans del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en São Paulo, como nuestras compañeras Carolina Iara y Samara Sosthenes. ¡Esto no es poca cosa! ¡Es un mensaje de la clase dominante, o de un grupo aún más peligroso, diciéndonos que no nos quieren vivas, que no tolerarán nuestros motivos y luchas!
Nuestra respuesta es más colectividad, más acción, más trabajo con nuestras bases y más lucha anticapitalista. Proteger a nuestras compañeras y movilizar toda la fuerza posible para probar que no están solas, que ocuparemos cada vez más espacios, que conquistaremos más derechos y tomaremos las calles.
¡Organización para las grandes movilizaciones del futuro!
El 8 de marzo llevamos a cabo en Brasil un potente acto virtual, con acciones descentralizadas, menores y puntuales en las calles, garantizando así las condiciones sanitarias. Sabemos que fue importante, pero no suficiente tomando en cuenta las necesidades. En pleno auge de la pandemia, con nuevas cepas de coronavirus, sumado a un gobierno genocida, sin planes de defensa o garantía de la vida, necesitamos sumar fuerzas, organizarnos para estar aún más preparadas para el contraataque. ¡Están en juego nuestras vidas y la ampliación de derechos!
Tenemos que derrotar a este gobierno y eso solo ocurrirá con la fuerza y la presión en las calles. ¡Fuera Bolsonaro, Mourão y la agenda neoliberal, antipopular, genocida, machista que intenta destruir todos los derechos conquistados, nuestros avances conseguidos a través de la lucha! ¡Estamos juntas y seremos aún más fuertes!
La tarea será ardua, pero necesaria. Para nosotras, las feministas socialistas, no hay atajos para luchar por la plenitud de nuestros derechos; tendremos que luchar y estar preparadas para posicionarnos contra este sistema que es incapaz de producir vida. ¡Vamos juntas! ¡Juntas podemos caminar mejor!
Por eso defendemos:
- ¡Fuera Bolsonaro, Mourão y la agenda neoliberal, antipopular, genocida y machista!
- ¡Vacuna para todas las personas ya! ¡Apoyo económico de emergencia y cero despidos hasta el fin de la pandemia!
- ¡Por nuestras vidas! ¡Por 1% del PIB para combatir la violencia sexista!
- ¡Por medidas que inhiban la violencia política y una fuerte campaña nacional en conjunto con organizaciones de trabajadoras y trabajadores!
- ¡Exigimos la inmediata derogación de la Enmienda Constitucional 95!
- ¡Queremos saber quiénes ordenaron el asesinato de Marielle y Anderson! ¡Justicia para Marielle!