Nueva Guerra Fría: ¿Se avecina una guerra regional en Oriente Próximo?
El año 2023 marcó una dramática escalada en el conflicto palestino-israelí: primero el aumento de los ataques de los colonos en Cisjordania, después el mortal golpe del 7 de octubre y, por último, el actual asalto a Gaza con su destrucción y derramamiento de sangre a diario. Desde octubre, la escalada también ha sido internacional.
Escrito por Christian, LSP/PSL (ASI en Bélgica)
Aceleración en el nuevo año
El 2 de enero, las tensiones aumentaron aún más. Saleh al-Arouri, segundo al mando de Hamás, murió junto con otros cinco miembros de esa organización por un ataque israelí con aviones no tripulados en Beirut. Ese mismo día, un doble atentado en Kerman (Irán) causó 94 muertos entre una multitud que se había congregado para conmemorar la muerte de Ghassem Soleimani, general de la Guardia Revolucionaria iraní y jefe de operaciones en el extranjero, que había muerto exactamente cuatro años antes en Bagdad por un ataque estadounidense con un avión no tripulado. Aunque este ataque fue reivindicado posteriormente por el Estado Islámico (EI), Teherán acusa a Israel y a Estados Unidos de estar implicados en el atentado terrorista de Kerman.
El 11 de enero, Estados Unidos y Gran Bretaña lanzaron importantes ataques aéreos contra objetivos hutíes en Yemen en nombre de la protección de las rutas marítimas internacionales. Es poco probable que esto ponga fin a los ataques de los hutíes en el Mar Rojo. El 31 de diciembre, un helicóptero estadounidense hundió tres pequeñas embarcaciones hutíes que amenazaban a un navío de contenedores. Este incidente costó al menos diez vidas en el bando hutí.
¿Una guerra regional?
Aunque una guerra regional a gran escala no sea el escenario más probable, la escalada parece empeorar día a día. Por un lado, está Israel apoyado casi incondicionalmente por los países occidentales, especialmente Estados Unidos. Por otro, está el llamado “Eje de la Resistencia”, formado por Irán y fuerzas cercanas a él, como Hezbollah en Líbano, los hutíes en Yemen y diversas milicias en Irak y Siria. Por parte de los gobiernos occidentales, los escasos y tímidos llamamientos a la moderación, independientemente de si expresan una preocupación real, o sólo pretenden apaciguar a la opinión pública, carecen de cualquier mecanismo para forzar un cambio de rumbo por parte de Tel Aviv.
El peligro radica en que parte de la clase dirigente israelí sobreestima su capacidad para asestar un golpe decisivo a muchos de sus enemigos, incluidos Hezbollah e Irán. Una forma de conseguirlo sería provocar una respuesta contundente de Irán o de alguno de sus aliados, arrastrando así a Estados Unidos a un enfrentamiento directo con ellos. En el pasado, los gobiernos israelíes han animado a Washington a atacar a Irán. Netanyahu, cuyo futuro político está más amenazado que nunca por el fracaso del 7 de octubre, podría verse tentado a ir a por todas.
Por su parte, el “Eje de la Resistencia” intenta aprovechar la situación para reducir la influencia de Israel y Estados Unidos en la región. Este grupo prefiere la estrategia de los mil pinchazos a una gran confrontación, que podría ser devastadora para ellos y tener consecuencias imprevisibles. Este bando se está jugando el terrible destino de Gaza. Tanto el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, como el de los hutíes, Abdul-Malik al-Houthi, ya han declarado que sus acciones no cesarán hasta que termine el ataque y el asedio a Gaza. Sin embargo, también hay que tener en cuenta los intereses de estas organizaciones.
Hezbollah en el Líbano
Desde el 7 de octubre, el conflicto fronterizo con Israel se ha cobrado ya la vida de más de 150 combatientes de Hezbollah y decenas de civiles, entre ellos periodistas, objetivos de Israel. Otros 76.000 libaneses se han convertido en refugiados internos. En el lado israelí, las pérdidas han sido mucho más limitadas. Sin embargo, 96.000 civiles han sido evacuados de la zona fronteriza.
Hezbollah lleva años intentando establecerse como “el escudo del Líbano” para ganar legitimidad fuera de la comunidad chiíta. En el pasado, Hezbollah ha dado cierta credibilidad a esta imagen infligiendo derrotas a Israel, sobre todo durante la guerra de 2006. Sin embargo, los partidarios de Hezbollah quieren que ese grupo se dedique a disuadir, no a provocar, las invasiones israelíes. Según una encuesta publicada en octubre por el periódico oficial de Hezbollah, Al-Akhbar, más de dos tercios de la población libanesa, incluidos más de la mitad de los chiíes encuestados, se oponían a que Hezbollah provocara un conflicto real con Israel.
Incluso sin guerra, Líbano se encuentra ya en una situación muy mala. El país se enfrenta a una de las crisis económicas más profundas de los tiempos modernos. Desde 2019, la moneda nacional ha perdido el 98% de su valor frente al dólar estadounidense, con lo que la inflación de los alimentos es una de las más altas del mundo. Como resultado, más de la mitad de la población necesita ayuda humanitaria.
Los dirigentes de Hezbollah reconocen que el país no está preparado para la guerra, pero tampoco quieren mostrar debilidad. Desde que atacaron al segundo al mando de Hamás, la mesurada escalada de Hezbolá ha provocado que Israel asesinara a dos de sus mandos militares.
Si Hezbollah desplegará todo su arsenal de cohetes (mucho mayor y más capaz que el de Hamás), podría abrumar las defensas israelíes durante algún tiempo y causar graves daños. Esto posiblemente llevaría a una intervención estadounidense en forma de ataques aéreos.
Los hutíes en Yemen
Yemen está estratégicamente situado cerca de Bab el-Mandeb, el estrecho de entrada al Mar Rojo. Por el Mar Rojo y el Canal de Suez pasa el 12% del comercio mundial y el 8% del gas natural líquido del mundo. En los últimos meses, los hutíes han atacado buques de carga en el Mar Rojo con misiles y aviones no tripulados. Se han apoderado de varios buques. Aunque los hutíes afirman que sólo atacan barcos con destino a Israel, en realidad los ataques están mal dirigidos y suponen una amenaza para el transporte marítimo en su conjunto. Compañías como AP Moller-Maersk y Hapag-Lloyd, que representan casi una cuarta parte del transporte mundial de contenedores, han decidido evitar el Mar Rojo. La ruta alternativa alrededor de África añade dos semanas al viaje entre Asia y Europa. El costo adicional que esto supone, podría incentivar de nuevo la inflación. Aparte de Israel y Egipto (donde también entran en juego las tasas de tránsito perdido), los países colindantes al Mediterráneo y los europeos serían los más afectados económicamente.
A pesar de los recientes ataques contra sus fuerzas, los dirigentes hutíes han prometido no retroceder. Los ataques del Mar Rojo sólo cesarán si Israel detiene su guerra contra Gaza. Tras 25.000 ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudí, es poco probable que la intervención occidental impresione a los hutíes. Los líderes hutí están utilizando sus acciones para mejorar su posición en Yemen y en la región. Muchos de sus enemigos son actualmente incapaces de atacar a una milicia que defiende a los palestinos. Es un hecho significativo que, de la coalición de 10 naciones creada por Estados Unidos para garantizar el comercio mundial en el Mar Rojo, sólo una (Bahréin) es de la región.
Tras una guerra que se ha cobrado cientos de miles de vidas desde 2014, Yemen sigue lidiando con un desastre humanitario. La coalición liderada por Arabia Saudí no ha logrado expulsar a los hutíes, que actualmente controlan una zona en la que vive el 80% de la población de Yemen. Aunque Riyadh quiere ahora retirarse del conflicto mediante negociaciones, los líderes hutíes se enfrentan a un creciente descontento popular en el frente doméstico. En agosto, se enfrentaron a otra huelga de profesores contra el impago de sus salarios. Al mes siguiente, las concentraciones masivas con motivo del “Día de la Revolución”, el 26 de septiembre, supusieron un nuevo desafío para el régimen hutí. (Fecha del golpe militar que puso fin al reinado del rey Muhammad Al-Badr. El rey era imán de los zaidíes, la secta chií a la que pertenecen los hutíes. Se abolió la monarquía y se proclamó la República Árabe de Yemen del Norte). En este contexto, los dirigentes hutíes se dieron cuenta rápidamente de que, jugando la carta de la defensa de los palestinos, podían sacar provecho de la gran ira contra Israel (y Estados Unidos) en Yemen y en la región. Al mismo tiempo, sin embargo, Estados Unidos está utilizando la amenaza a las rutas comerciales para reforzar su propia alianza, tras verse presionado por el creciente clamor internacional en contra de la violencia del terror del estado israelí.
Otras posibilidades de escalada
Estados Unidos sigue teniendo unos 2.500 soldados en Irak y 900 en Siria. El apoyo estadounidense a la destrucción de Gaza por Israel pone en peligro a estas tropas. Desde mediados de octubre, han sido víctimas de unos 100 ataques. La mayoría de estos ataques han sido reivindicados por la “Resistencia Islámica en Irak”, una alianza de grupos armados vinculados a Irán.
El asesinato por un dron, de un alto mando de una milicia chií que forma parte del ejército iraquí, en “defensa propia” según los estadounidenses, podría marcar el fin de cierta moderación por parte de Estados Unidos. En cualquier caso, el primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, ha condenado esta “agresión flagrante” como una “escalada peligrosa” y ha pedido la retirada de las tropas estadounidenses. “Aunque es probable que, como en el pasado, este llamamiento no vaya seguido de ninguna acción, el peligro de una escalada en Irak es muy real. Esto podría ocurrir por ejemplo, si un ataque resulta en muertes del bando estadounidense.
Washington preferiría no comprometer sus fuerzas en una nueva guerra en Oriente Medio. Por un lado, esto ejercería demasiada presión sobre sus fuerzas armadas y desviaría la atención del conflicto en Ucrania y, especialmente, en el Mar de China Meridional. Por otro lado, el enorme apoyo a Israel tanto militar como financiero, con la presencia de portaaviones, entre otras cosas, crea presión para una escalada regional. Los ataques excesivos a los aliados de Irán podrían llevar a ese régimen a desempeñar un papel más directo en el conflicto. Eso podría provocar el cierre del estrecho de Ormuz, lo que supondría otra sacudida para la economía mundial.
En el contexto de una era de desorden, en la que la nueva guerra fría entre EEUU y China desempeña un papel central, la incertidumbre y el peligro de una escalada militar están siempre presentes. El imperialismo estadounidense está estrechamente vinculado al régimen israelí. Irán por su parte, se inclina más hacia los intereses del capitalismo chino. Cualquier conflicto puede dar lugar a una escalada perniciosa para millones de trabajadores y pobres de la región, y de todo el mundo.