Nuestra Alternativa

Nuestra Alternativa, una Alternativa Socialista

¿Qué Somos?

Alternativa Socialista somos jóvenes y trabajadores que nos organizamos para de construir una alternativa política democrática y de combate. Convencidos de que la única alternativa ante la miseria, hambre y explotación es la construcción de una herramienta política que luche por una sociedad distinta, donde la riqueza se distribuya de forma democrática, es decir una sociedad socialista. Somos una organización convencida de las ideas del marxismo que lucha por transformar la sociedad. Somos parte de Alternativa Socialista Internacional, organización mundial con presencia en más de treinta países que lucha por la construcción del socialismo a nivel internacional. 

¿Qué Defendemos?

Defendemos y luchamos por la ampliación de los derechos para los trabajadores, para los jóvenes, las mujeres, la comunidad sexodiversa (LGBT+), los indígenas, los campesinos y los oprimidos en general vinculando la lucha por estos derechos con la lucha por el socialismo. Somos conscientes de que los derechos de los que gozamos son una conquista de la lucha de quienes nos han antecedido, por eso los defendemos señalando que su plena conquista y realización pasa por construir una nueva sociedad.

Nuestro Programa, un Programa de Combate Socialista

La 4T: un nuevo periodo histórico en México y la lucha por el socialismo

El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones del 1 de julio de 2018, representa un punto de inflexión en la historia de México. Junto a la euforia por este gran avance y las enormes ilusiones puestas por un sector amplio de la sociedad en AMLO, existe un debate abierto por parte de un sector que no es minoritario, que comprende la necesidad de ser parte activa del proceso para impulsar y llevar a cabo las demandas por las que millones votaron. 

Esa es la causa de la enorme debilidad de la derecha organizada, el PRI y el PAN fundamentalmente, que se enfrentó a un movimiento que salió en varias ocasiones a las calles en la última década, expresada en sus crecientes divisiones y por lo que en esta ocasión la burguesía no se atrevió a consumar un nuevo fraude. Todo esto ha sido producto de la lucha de los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los oprimidos en general que, pese a la ausencia de una dirección unificada con un programa revolucionario, ha logrado mantenerse y golpear la legitimidad de la derecha y la burguesía.

Por su parte, la dirección de MORENA promete la IV Transformación de la República y la reconstrucción del Estado de bienestar. En esencia AMLO pretende poner en marcha un ‘capitalismo de rostro humano’, mediante medidas de redistribución del ingreso por medios indirectos para intentar empatar la propiedad privada de los medios de producción, la banca y las grandes propiedades de tierra con los derechos sociales para la mayoría de la población. Esa ilusión, la posibilidad de impulsar una política que beneficie a las mayorías sin romper con el capitalismo ha significado sin lugar a duda buena parte del apoyo masivo y sin duda alguna mayoritario a Obrador y la 4T, pero es en el fondo una ilusión pues los grandes propietarios no estarán dispuestos a perder sus privilegios sin dar la batalla para evitarlo. 

Lo anterior representa una enorme oportunidad para las fuerzas socialistas, para explicar las ideas que defienden y construir a partir de ello una organización democrática y de combate, que al mismo tiempo que apoya e impulsa las medidas positivas como el aumento salarial o la despenalización del aborto; critique y combata las que afecten a los trabajadores, a los campesinos, a las mujeres, a los indígenas y a los jóvenes. 

Juventud, la llama de la revolución

Mientras que la mayor parte de los jóvenes que residen en la periferia de las ciudades y el campo ven como las oportunidades de independencia, educación, trabajo y oportunidades para el desarrollo y expresión cultural son cada vez más limitados, aún con los programas que ha implementado el actual gobierno federal, podemos observar cómo generaciones que no tuvieron estos derechos, fueron presa del negocio capitalista del tráfico de drogas o se sumieron en el consumo de estas o la delincuencia. 

Por otro lado, el abandono familiar debido a la ausencia de los padres por el trabajo ha hecho que generaciones de niños y adolescentes encuentren su principal formación en familiares, amigos o de plano en la convivencia callejera y que a través de ella hayan encontrado que la mejor forma de contestar ante décadas de desprecio y pobreza es copiar a la clase capitalista: llenarse los bolsillos a costa de la sangre y el dolor ajenos, sólo para morir joven. Ellos carecían de las condiciones que les permitiera darse cuenta de que eso solo significaba desperdiciar su vida para nada.

Por otro lado, cada vez más mujeres jóvenes que padecen día con día el acoso machista se dan cuenta de su condición oprimida y se organizan para protegerse, educarse y tomar consciencia de la necesidad de luchar contra el patriarcado y su versión más extrema: el feminicidio. Sin embargo, encuentran oídos sordos, condena, señalamiento por abandonar el papel pasivo que se les ha asignado y toman acciones directas. Es necesario que una organización política esté abierta a su nuevo protagonismo y que las reconozca como sujetas políticas en el que coincida con hombres comprometidos en derribar su machismo propio y la estructura social que lo sustenta. 

Las actuales formas de expresar los deseos y necesidades sexuales rompen con los viejos prejuicios de generaciones anteriores, que cometieron el error de condenar cualquier forma de elección que se alejara de la heterosexualidad. La lucha de la comunidad LGBTIQ+ ha cobrado relevancia en las últimas décadas, sin embargo, siguen siendo discriminados y son utilizados como bandera de partidos socialdemócratas reformistas que no están realmente comprometidos en la lucha por la libertad de elección sexual.

Campesinos, indígenas y pequeños artesanos desplazados por la violencia en los pueblos y las ciudades que se ven obligados a emigrar a EEUU padecen de la expulsión de sus comunidades por la pobreza y la falta de empleo, además de ser objeto de los ataques de racistas, xenófobos y policías. 

En el país y en el mundo masas de jóvenes no sienten que tengan un lugar u objetivo que les permita conducir su acción y formación, desalentados y orientados a la autodestrucción, muchos de ellos desperdician su fuerza vital sin antes haberla puesto en juego en la verdadera lucha: contra la dominación del capital que los condena a ser explotados, desecha o ignora. Por ello ahora deben saber que tienen una Alternativa y esta es Socialista.

Feminismo socialista contra la violencia machista y el patriarcado

En México y en todo el mundo, las mujeres son explotadas por el sistema capitalista. En la esfera económica, una división desigual del trabajo doméstico contribuye a que las mujeres generalmente tienen salarios más bajos, menos tiempo libre y peor salud que los hombres. Cada vez más, las mujeres asumen la carga de las tareas domésticas y del trabajo fuera del hogar, ya que el mantenimiento de una familia con un solo salario es cada vez más imposible. La sociedad capitalista depende de la gran cantidad de trabajo no remunerado que realizan las mujeres en el hogar, aunque gran parte de este trabajo podría realizarse de manera más eficiente si se organizara como un servicio público. Este tipo de opresión económica para las mujeres tiene un impacto fundamental en su libertad y seguridad. Debido a los bajos salarios y la falta de viviendas asequibles, por ejemplo, las mujeres a menudo no pueden dejar a sus parejas violentas.

Más allá de esta opresión económica, los derechos de las mujeres a controlar sus propios cuerpos están bajo amenaza constante. Esto abarca desde exhibiciones de machismo como acoso callejero, prohibición del aborto, violación y feminicidio. Una de cada tres mujeres en todo el mundo ha experimentado algún tipo de violencia física o sexual en su vida. En México, en promedio, 10 mujeres son asesinadas por día, tenemos una de las tasas más altas de feminicidio en el mundo. Normalmente no hay justicia para las familias de estas víctimas, las instituciones que pretenden protegernos, como la policía, a menudo atacan a las mujeres mismas. Esta violencia machista es una manifestación de los valores y las dinámicas de poder inherentes al capitalismo. El capitalismo depende del patriarcado y el machismo por las mismas razones por las que necesita el racismo y la xenofobia. Estas ideologías sirven para dividir a los trabajadores entre sí y crear una excusa para la discriminación y la opresión. El capitalismo crea ideas discriminatorias, que crean jerarquías entre los trabajadores que se utilizan como una forma de no notar la verdadera jerarquía en la sociedad entre la clase dominante y la clase trabajadora.

Ante esta opresión, las mujeres de todo el mundo están luchando. Se han obtenido victorias importantes en los últimos años por movimientos como #MeToo, Ni Una Menos y otros que han buscado justicia por acoso y agresión sexual. Los trabajadores de McDonalds y Google también han participado en huelgas en el lugar de trabajo contra el acoso sexual. En marzo de 2020, las mujeres de todo México participaron en una huelga general de un día contra la violencia machista. El impacto de esta huelga significó un golpe a la economía en un estimado de 34 mil millones de pesos, mostrando el papel que las mujeres tienen en la sociedad y su poder para cerrar la economía. Las protestas también han llevado al reconocimiento del derecho al aborto, recientemente en Oaxaca, así como en otros lugares del mundo. En 2019 hubo levantamientos contra la austeridad, la desigualdad sistemática y la corrupción en varios países y las mujeres a menudo desempeñan un papel de liderazgo en estos.

Sin embargo, cualquier avance que se obtenga mediante la lucha colectiva siempre estará bajo ataque en un mundo capitalista. Para llegar al verdadero fin de la desigualdad económica, el acoso y la violencia contra las mujeres, necesitamos poner fin al sistema con fines de lucro que se beneficia de la subyugación de las mujeres y todos los trabajadores. La liberación de las mujeres no solo es fundamental para la lucha por una sociedad socialista, sino que la erradicación del capitalismo es imprescindible para la liberación de las mujeres. 

Las luchas de las mujeres contra su propia opresión encajan con las de la clase trabajadora en general por una reestructuración fundamental de la sociedad para poner fin a toda desigualdad y opresión. Dicho esto, incluso dentro de las organizaciones de lucha de la izquierda, incluidas las organizaciones socialistas, con demasiada frecuencia vemos el mismo sexismo de la sociedad en general replicado. Como resultado de esto y de la mayor violencia que enfrentan las mujeres, es comprensible que surjan movimientos feministas separatistas a medida que las mujeres buscan espacios de organización que limiten la violencia machista dentro de sus propias filas. Pero nuestra capacidad para eliminar verdaderamente la opresión de las mujeres depende de la unión de todos los trabajadores para derrocar al sistema capitalista opresivo. Debemos trabajar para oponernos a todas las formas de sexismo dentro de las organizaciones de izquierda y socialistas como parte de nuestra batalla contra todas las formas de violencia y discriminación de género. Es necesaria una transformación a una sociedad socialista para poner fin a la explotación que todos los trabajadores experimentan bajo el capitalismo. Esto solo se puede lograr a través de luchas unidas de hombres, mujeres y todos los géneros que asuman el sistema capitalista y luchen por una sociedad socialista. Sin embargo, una transformación exitosa de la sociedad solo será posible con una comprensión consciente de cómo y por qué las mujeres están oprimidas y a través de acciones para asegurar que las mujeres puedan desempeñar un papel completo en su propia liberación y la de la clase trabajadora en su conjunto.

 Planteamos:

  • No más feminicidios ni violencia machista
  • Acceso a abortos legales, seguros y gratuitos en todos los estados de México
  • Eliminar el sexismo dentro de las organizaciones de izquierda
  • Financiamiento total para programas sociales como cuidado infantil y atención médica de forma gratuita, financiamiento completo para educación, incluida la educación sexual integral en las escuelas
  • ¡Luchemos por un feminismo socialista que ponga fin a la opresión de las mujeres de una vez por todas!

De manera similar pero distinta a la opresión de las mujeres, los miembros de la comunidad LGBTIQ+ también enfrentan opresiones especiales a manos del capitalismo. La clase dominante promueve conscientemente la opresión contra esta comunidad para crear una brecha entre los trabajadores. El resultado es desastroso, entre 2013 y 2016, al menos 473 personas LGBTIQ+ fueron asesinadas en México, 261 de ellas eran mujeres trans. México es actualmente el segundo país más mortal del mundo para las personas transgénero, después de Brasil. Las personas LGBTIQ+ tienen más probabilidades de experimentar pobreza que sus pares heterosexuales, y con frecuencia son expulsados de sus hogares en su juventud. Todas estas condiciones afectan significativamente su salud mental, llevando a consecuencias como el hecho de que más del 80% de los jóvenes transgénero piensan en el suicidio y más del 40% lo han intentado.

A pesar de la continua opresión que enfrenta la comunidad LGBTIQ+ hoy, la sociedad ha hecho avances importantes hacia la aceptación de las distintas expresiones e identidades de género y la orientación sexual. Este cambio no fue un resultado inevitable del paso del tiempo, sino la consecuencia directa de décadas de organización y lucha. El movimiento moderno de liberación LGBTIQ+ se inició en 1969 con la Revuelta de Stonewall, donde los clientes en un prominente bar gay en la ciudad de Nueva York se enfrentaron con la policía y exigieron el derecho a vivir de manera abierta y segura. Una redada policial de rutina se convirtió en una rebelión de cinco días en las calles que envió reverberaciones del “Poder Gay” en todo el mundo. Las protestas siguieron más tarde en México, cuando en 1979 la comunidad LGBTIQ+ comenzó a exigir igualdad organizando marchas, principalmente denunciando la violencia policial contra los homosexuales en la Ciudad de México. Desde aquí, en 1999, vimos la primera marcha del Orgullo de la Ciudad de México. Las protestas más recientes por los derechos LGBTIQ+ en México han llevado a la aprobación de leyes contra la discriminación que incluyen la orientación sexual como categoría protegida, y la capacidad de las parejas del mismo sexo para casarse en la Ciudad de México y Coahuila.

Sin embargo, las actitudes cambiantes y las leyes contra la discriminación por sí solas no son garantía de igualdad. En un sistema que está en contra de los trabajadores, necesitaremos un movimiento fuerte y organizado abierto a una participación democrática plena para obtener verdaderas victorias. El tipo de movimiento necesario para obtener ganancias para las personas LGBTIQ+ tendrá que construirse desde cero y basarse en la solidaridad entre todas las personas de la clase trabajadora. La efectividad de nuestro movimiento depende de nuestra fuerza colectiva, no del “apoyo” de multimillonarios o sus políticos comprados que abogan por una mayor representación LGBTIQ+ o intentos superficiales para frenar la discriminación.

La manera más efectiva de defender a este sector de la población contra la violencia que enfrenta es a través de un movimiento de clase trabajadora de base amplia que defienda la liberación LGBTIQ+ y construya la máxima unidad en la acción en torno a la lucha colectiva. Aunque de tamaño considerable, esta comunidad es relativamente pequeña en comparación con la sociedad en su conjunto. La liberación de las personas LGBTIQ+ está ligada a la lucha por mejores condiciones para la clase trabajadora en su conjunto, y al unirse con esta lucha será mucho más fuerte. Necesitamos tácticas como manifestaciones masivas, marchas y huelgas, unidas a otros movimientos como las luchas feministas y laborales.

Un verdadero fin a la opresión LGBTIQ+ exige un nuevo sistema. El capitalismo tiene incorporada la homofobia y transfobia. Se basa en estrategias de divide y vencerás y en estructuras jerárquicas de la iglesia y la familia, para que una élite gobernante súper rica defienda su sistema disfuncional y enormemente desigual. Existen enormes limitaciones a las ganancias que se pueden obtener con el capitalismo, y siempre están bajo amenaza. Por ejemplo, en muchos sentidos las leyes contra la discriminación no se han implementado efectivamente en México. Si bien estas protecciones existen en el papel, no han evitado las tasas desproporcionadas de pobreza entre las personas LGBTIQ+, ni el asesinato de cientos de personas de la comunidad en México cada año. Cualquier conquista que nuestros movimientos obtengan bajo el capitalismo siempre estará bajo amenaza. Podemos ver los ejemplos de políticos de extrema derecha como Donald Trump y Jair Bolsonaro, que intentan revertir las protecciones para la comunidad LGBTIQ+, para mostrar que siempre existe el riesgo de retroceder.

Por otro lado, la historia nos proporciona un ejemplo de los avances que tiene una transformación socialista de la sociedad para las personas LGBTIQ+. La Revolución Rusa de 1917 dio paso a una economía controlada democráticamente por la clase trabajadora, y con ella las condiciones para las personas LGBTIQ+ mejoraron rápidamente. La revolución provocó la despenalización de la homosexualidad, la naciente Unión Soviética fue el primer estado industrializado en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo y lideró brevemente al mundo en cuanto a cirugías de reasignación de género se refiere. Los expertos médicos soviéticos que trabajaban junto a personas transgénero comenzaron a explorar la idea del género no como algo binario de hombres y mujeres, sino del género como espectro. Si bien los logros históricos en los derechos LGBTIQ+ realizados después de la Revolución Rusa se perdieron trágicamente debido a la contrarrevolución estalinista y la degeneración burocrática de la economía, la verdadera sociedad socialista que existió después de la Revolución Rusa muestra que la liberación para las personas LGBTIQ+ es una consecuencia inmediata de la Transformación socialista de la sociedad. El fin de la homofobia, la transfobia y todo fanatismo requerirá el fin del capitalismo y, en su lugar, una sociedad socialista basada en la igualdad, la democracia y la solidaridad.

Hermano campesino, hermano proletario: Por la unidad de los trabajadores del campo y la ciudad

De nueva cuenta el mundo está marchando rumbo a una crisis económica acelerada por la epidemia de coronavirus, lo cual significa despidos, disminución de salario, aumento de la carga de trabajo, explotación, empobrecimiento y violencia, al mismo tiempo unos pocos empresarios y capitalistas se aprovechan de la situación y resultan beneficiados de la situación al pasar el costo de la caída económica a sus trabajadores. 

La crisis económica aún no se presenta con toda su fuerza y algunas empresas exigen a sus trabajadores irse a su casa sin salario o trabajar sin cobrar, en otras se exige laborar con recorte de salario o sin ofrecer condiciones insalubres o sin seguridad social. La epidemia de Covi-19 desnuda la verdadera esencia del capitalismo: ante cualquier crisis prefiere salvar sus ganancias antes que solidarizarse con sus trabajadores para que puedan llevar alimento y seguridad a sus hogares. 

No puede ser de otro modo: el capitalismo es enemigo de los trabajadores y de la humanidad entera. El capitalista tiene una necesidad enfermiza por acumular riquezas sin importar que la sociedad en la que vivimos sea cada vez más desigual e injusta. Para muestra, un botón: en el año 2017, cuarenta y tres personas en todo el mundo concentraban la misma riqueza de ¡3 800 millones de personas!, mientras que para el año 2018 el número de capitalistas que concentran esa riqueza se redujo a veintiséis personas. Los más ricos del planeta ganan 2,500 millones DIARIOS, mientras que los más pobres perdieron 11% de sus ingresos. (El economista, 23 de enero de 2019). 

El caso de México es particularmente grave: sólo 10% de la población concentra dos terceras partes de la riqueza del país mientras que el 50% de la población se encuentra en situación de pobreza (Expansión, 14 de agosto de 2017). Este es el saldo de los regímenes priístas y panistas que representaron al capitalismo neoliberal. Además, es uno de los países donde más se trabaja y peor se paga: entre 10 y 11 horas diarias, en semanas laborales que ya comienzan a ser de lunes a sábado, mientras que el salario promedio de los trabajadores está entre los tres mil y siete mil pesos al mes, cuando el salario debería de ser, al menos de 25 mil pesos al mes para pagar los gastos propios y de mantenimiento de la familia en un nivel mínimo de dignidad. 

¿Qué condiciones de vida nos deparan a los empleados cuando el salario es miserable? La necesidad de vivir lejos de los centros de trabajo en donde las rentas son más baratas,  jornadas que se extienden a 17 horas diarias si se cuenta el tiempo de transporte de la periferia a la ciudad, la fatiga y el estrés que van desgastando nuestra mente y el espíritu, la falta de tiempo para convivir con nuestra familia, la falta de atención a nuestros hijos porque para completar el gasto tenemos que trabajar madre y padre; las humillaciones constantes del patrón déspota que pareciera disfrutar de asfixiarnos a nosotros y a nuestros compañeros, el deterioro de los barrios y pueblos en los que vivimos donde falta el agua, el transporte digno, el camino pavimentado, el alumbrado público adecuado, la amabilidad de las áreas verdes y parques en los que jueguen nuestros hijos, las escuelas con profesores dedicados que eduquen de verdad a los muchachos y muchachas y sobre todo, la constante violencia que como una plaga cae sobre nuestros hogares con asaltos, agresiones de vecinos y una constante irá alimentando las agresiones entre nuestra propia clase social.

La llegada de Andrés Manuel López Obrador en 2018 fue la respuesta de los trabajadores cansados de las condiciones de miseria en las que tenía sumido el PRI y el PAN; fue una respuesta en función de la única alternativa que se nos presentó a la clase obrera: la alternativa electoral con un programa socialdemócrata que ofreció terminar con la corrupción, una distribución del presupuesto a favor de los pobres y políticas económicas que reforman el capitalismo neoliberal. Ello ha beneficiado, sobre todo a personas de la tercera edad, jóvenes desempleados, estudiantes, y pequeños comerciantes con apoyos diversos. En términos de la caída de los salarios, el gobierno ha dado señales de revertir su caída permitiendo su elevación. En general, esto ha representado un respiro para nosotros, la clase trabajadora y en ese sentido, valoramos el esfuerzo de un político sensible a las mayorías.

Sin embargo, las medidas, comprensibles y urgentes en la situación actual, siguen el objetivo de reactivar el capitalismo a nivel nacional y, por lo tanto, a largo plazo siguen sosteniendo el mismo sistema económico, social y político que lleva a la crisis, desempleo, pobreza, injusticia y desigualdad. Para los socialistas, en México como en el mundo, el principal problema es el capitalismo que conduce a la corrupción generalizada, entendida como el aumento de la pobreza, la explotación y la violencia al mismo tiempo que concentra la riqueza en pocas manos y, de esta manera, nos arrebata una vida digna como clase trabajadora. 

Es por ello que los trabajadores deben contar con un instrumento que les permita organizarse, tomar consciencia y actuar para conformar comunidades de trabajadoras y trabajadores asalariados, jóvenes que padecen cualquier tipo de discriminación, trabajadores independientes, artesanos, pequeños comerciantes, migrantes, personas de la tercera edad, indígenas y todos aquellos que, mediante la ayuda mutua, cooperación y acción, le permite encontrar la solidaridad necesaria para mejorar sus condiciones de vida y luche por construir la revolución hacia una sociedad que tenga como prioridad la vida del ser humano y el goce de la riqueza y el progreso para todos, sin capitalismo que explota a las personas y a la naturaleza, sin la violencia del patriarcado que oprime a las mujeres y a las niñas y niños. 

Sostenemos que sólo un socialismo coherente, ético, ambientalista, antirracista, antifascista, autogestivo y comunitario, que se guíe bajo el principio del “mandar obedeciendo” y ponga al conjunto de la humanidad en el centro, puede abrirle la oportunidad a la clase trabajadora de México y el mundo para liberarse de sus cadenas y así garantizar que el capitalismo no acabe con lo mejor que la civilización ha creado ni con el planeta.

Trabajadora, trabajador, jóvenes mexicanos: únanse a Alternativa Socialista, el partido que defiende sus intereses y ábrele una oportunidad a la esperanza por construir un mundo radicalmente opuesto a la realidad de miseria y violencia en la que vivimos hoy. 

Defendamos nuestro planeta, cambiemos el sistema no el clima

Nuestro planeta enfrenta una crisis medioambiental cada vez más grave, la cual es producto de un sistema económico para el que, la sustentabilidad ambiental y la calidad de vida de las personas no es un tema esencial. Esta problemática no es un tema menor, pues pone en riesgo la supervivencia de múltiples especies, entre ellas la humanidad. Por ello, el enfrentarla requiere del compromiso real de todos, hay que terminar de entender que nuestra lucha debe de ser una lucha por la supervivencia y por una vida digna para todos los seres humanos.

A diferencia de lo que las posturas neomalthusianas -absolutamente clasistas- intentan hacer creer, la solución a esta crisis no es la reducción del número de habitantes en el planeta. Tampoco podemos pensar que la respuesta pasa por seguir las tendencias ideológicas que responsabilizan al consumidor por los daños ambientales generados por las grandes corporaciones. Si realmente se quiere frenar la destrucción del ecosistema y el cambio climático, debemos buscar transitar hacia un sistema económico con perspectiva ecologista y que asegure una justa distribución de los recursos.

Es importante trabajar en generar una verdadera conciencia ambiental entre la clase trabajadora, pues ellos serán quienes sientan los primeros efectos de la crisis y los más afectados por la misma. Para esta tarea es importante rescatar las ideas y experiencias de aquellos que han incorporado un enfoque ecologista a la lucha socialista y adecuarlas al contexto socioeconómico de nuestro país.

Al colocar la defensa del medio ambiente como un pilar de nuestra lucha, es necesario destacar que si bien hoy en día México tiene un gobierno cuya máxima prioridad es el apoyo a las clases populares, el tema medioambiental no es parte fundamental en su agenda. Por lo que debemos tener cuidado al momento de analizar y posicionarnos frente a algunos de los proyectos de infraestructura impulsados por el mismo, pues en algunos de estos se continúan reproduciendo los viejos vicios de la política nacional.

El desarrollo económico es un factor importante para asegurar una vida digna a las clases más marginadas de nuestra sociedad. No obstante, no podemos permitir que esto se logre mediante la sobreexplotación de los recursos naturales. Nuestra prioridad es la lucha por el socialismo, pero esta debe tener un enfoque ecologista y un compromiso real con el medio ambiente.

La lucha socialista por América Latina y el mundo. La solidaridad antimperialista y el internacionalismo socialista. 

Históricamente nuestra región ha sido protagonista de luchas antiimperialistas y de esfuerzos por contener al neoliberalismo. Estos esfuerzos tuvieron sus mayores logros durante la primera década del Siglo XXI con la llegada de distintos gobiernos de corte progresista en países como Bolivia, Argentina, Brasil, Ecuador, Chile, Uruguay, Paraguay y Venezuela. Estos tuvieron un éxito inicial enfocando sus esfuerzos en formular políticas cuyo objetivo era el de mejorar las condiciones de vida de las clases populares de sus países. Aun cuando se tuvo un éxito inicial, la crisis económica del 2008, el desgaste político de los dirigentes de estos movimientos y los esfuerzos de las élites político-empresariales por proteger sus privilegios, terminaron permitiendo el regreso de gobiernos neoliberales y conservadores -e incluso de extrema derecha, como el caso de Bolsonaro en Brasil- en casi todos estos países.

Pese a esta derrota y a las diferencias ideológicas que podamos tener con estos gobiernos, hay que destacar tanto el beneficio causado por sus políticas sociales como el que hayan evidenciado que las masas están deseosas de un cambio y están dispuestas a luchar por él. Este último punto ha sido más notorio en los casos de Chile, Colombia y Ecuador, países que han vivido fuertes movimientos sociales en los últimos meses, a raíz de medidas económicas antipopulares tomadas por sus gobiernos a recomendación de organismos financieros internacionales.  

Estos eventos abren la puerta a la acción de la izquierda revolucionaria y de los camaradas en estos países, quienes deben tratar de ocupar estos espacios con un enfoque político correcto en los diferentes sectores de las movilizaciones. Al mismo tiempo hay que permanecer alerta, pues estos momentos de inestabilidad social pueden ser aprovechados por las fuerzas de la extrema derecha para abrirse camino. Ejemplo claro de ello es el golpe de Estado en Bolivia, en donde las élites económicas y militares, respaldadas por el gobierno de los Estados Unidos establecieron un gobierno de facto, el cual ha implementado una política de persecución a los líderes sindicales y simpatizantes del Movimiento Al Socialismo (MAS), partido al que quitaron por la fuerza del poder.

Sin embargo, esta lucha no es solamente responsabilidad de los compañeros en estos países, pues desde Alternativa Socialista creemos que la lucha debe de ser internacional, la lucha no triunfará a largo plazo si sólo se concentran los esfuerzos revolucionarios en unos cuantos pueblos del mundo. Por ello extendemos nuestro compromiso y solidaridad a los miembros de nuestra organización en Sudamérica, les extendemos un caluroso y fraternal abrazo y les decimos que no están solos.

Esta misma convicción internacionalista y la afirmación de que todo aquel que comparta nuestra lucha se convierte en heredero de las revoluciones del mundo, nos obliga a extender nuestra mano en señal de amistad y solidaridad a todos los pueblos del mundo y a aquellos que luchan por la libertad, la dignidad y comparte nuestras convicciones. Además, nos hace considerar indispensable rescatar las experiencias históricas de todos los pueblos que se han incorporado a la lucha por el socialismo, con el fin de entender sus aciertos y errores para poder fortalecer nuestra lucha y formación teórica.

Por una organización democrática y de combate, una Alternativa Socialista

La caída del muro de Berlín y del Bloque del Este, el mal llamado socialismo real, significó un retroceso histórico de las fuerzas del marxismo a nivel internacional. Al mismo tiempo que la burguesía lanzó la ofensiva ideológica del llamado “fin de la historia” y la idea de que no existía más alternativa que el capitalismo, la izquierda abandonó el programa de la transformación socialista de la sociedad adaptándose únicamente a la lucha contra el neoliberalismo. En América Latina esto se expresó claramente en el desarrollo del llamado progresismo, que, si bien denunciaron los crímenes del neoliberalismo, situándose a la izquierda de los viejos partidos que se adaptan a él, no señalan ni combatieron el neoliberalismo como parte del capitalismo en su conjunto. 

Sin embargo, la crisis económica del 2008 ha supuesto un cambio en la situación pues ha evidenciado que el capitalismo es incapaz de ofrecer una alternativa real para los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, los indígenas y el medio ambiente. La última década hemos sido testigos de un recrudecimiento de la lucha de clases en el mundo, desde la Primavera Árabe y la revolución en el Magreb hasta la Marea Verde y el desarrollo de un gigantesco y poderoso movimiento de mujeres en el mundo entero. Incluso hemos sido testigos de movimientos masivos en el corazón del imperialismo mundial, con miles de jóvenes movilizándose contra el racismo y la violencia policial alrededor de Black Lives Matter y un no menos importante movimiento alrededor de un precandidato demócrata que abiertamente decía ser socialista. Las ideas de cambio no son ajenas a la situación mundial, por el contrario, cada vez es más claro para millones de personas que es necesario poner fin a un sistema que es incapaz de asegurar la vida para las amplias mayorías, sin considerar la amenaza creciente del cambio climático y otras calamidades del capitalismo. 

La más reciente crisis humanitaria causada por la pandemia de Covid-19, y la crisis económica que se ha desarrollado a partir de la cuarentena, no son menores. Por el contrario, están marcando y marcarán un punto clave en la historia de la humanidad con miles de contagios provocados por la avaricia de los capitalistas obligando a los trabajadores a acudir al trabajo sin garantizar las mínimas condiciones de seguridad para evitar los contagios, así como los miles de muertos que han fallecido por la falta de camas disponibles y sistemas de salud deteriorados por años de recortes en la salud pública. Como la competencia por la vacuna y el acaparamiento del que somos testigos por los países imperialistas, se evidencia a ojos de millones que el sistema solo beneficia a un puñado de banqueros y empresarios capitalistas mientras las amplias mayorías de oprimidos somos sencillamente ignorados. Pero al mismo tiempo, miles de trabajadores, mujeres, jóvenes e indígenas se niegan a aceptar sin rechistar el destino al que nos quiere someter la burguesía en nuestros países. En todo el mundo estamos siendo testigos de la lucha de los trabajadores y oprimidos contra la crisis capitalista y el coronavirus, lo que augura un periodo convulso de lucha de clases en todos los rincones del planeta. 

Nosotros, quienes formamos Alternativa Socialista, no queremos ser sólo testigos de ese periodo convulso de la lucha de clases. Por el contrario, como nuestros compañeros alrededor del mundo agrupados en Alternativa Socialista Internacional, aspiramos a jugar un papel cada vez más importante en la lucha de los trabajadores y oprimidos con un programa socialista como única alternativa a la crisis capitalista, al patriarcado, al racismo y a la catástrofe ambiental. Intégrate a Alternativa Socialista y lucha con nosotros por un mundo socialista.