India, China y el conflicto fronterizo

Soldados indios y chinos mueren por los intereses económicos y geopolíticos de sus clases gobernantes.

El conflicto militar en la región del Himalaya de Ladakh, en la frontera entre China e India, se ha intensificado nuevamente a medida que los dos países luchan por los mercados. 

Escrito por Sonja Grusch, Sozialistische LinksPartei (ASI en Austria)

El 15 de junio, 20 soldados indios y posiblemente un número similar de soldados chinos murieron en un enfrentamiento en la disputada frontera entre China e India en la región de Ladakh, parte de Cachemira. Este es el primer enfrentamiento letal desde 1975, y el más graves desde 1967, en la frontera de 3.448 km de largo que se ha disputado desde 1962, cuando estaba en el centro de una guerra entre las dos partes. Como a las tropas se les prohíbe llevar armas debido a un tratado anterior, los soldados murieron a causa de enfrentamientos con puños, palos con alambre de púas y clavos, así como por las temperaturas heladas.

Estos hechos han tenido lugar en el contexto del aumento de las tensiones entre los países, que tienen una población cercana a los 1.400 millones. Ambas son potencias nucleares cuyos gobiernos luchan contra el coronavirus y la inminente crisis económica, mientras intentan aumentar su influencia económica y geopolítica en la región.

La tensión fue incrementando a lo largo de los últimos años, pues ambas partes han estado trabajando en proyectos de infraestructura como la construcción de carreteras y puentes modernos en la región y, en el caso de China, la modificación del curso del río Galwan. La frontera de facto, conocida como la “Línea de Control Actual” (LCA), es disputada por ambas clases dominantes, y estos nuevos proyectos han llevado a ambos regímenes a sospechar que el otro cambia los “hechos sobre el terreno” para fortalecer sus respectivas reclamaciones sobre la tierra en disputa. 

Está claro que la nueva infraestructura está destinada a fines militares, en lugar de mejorar las condiciones de vida de la población local en esta región remota y escasamente poblada, un estimado de 280,000 personas en un área casi tan grande como Sri Lanka. Las afirmaciones de cualquiera de las partes de que están actuando para defender la integridad de las naciones oprimidas o más pequeñas de la región como Bután, Cachemira o el Tíbet, no pueden tomarse en serio dado su historial de supresión de los derechos de las minorías nacionales y la negación del derecho a la autodeterminación.

Lucha por intereses económicos

La profundización de las tensiones económicas y geopolíticas están en la raíz del último conflicto militar. A medida que la economía mundial se encamina hacia su crisis más profunda durante los últimos 100 años, la lucha por los recursos y los mercados se está calentando, por ello India y China tratan de aumentar su influencia en la región. Para China, India es actualmente solo su décimo noveno socio comercial más grande, pero quiere abrir los mercados indios a las empresas chinas. 

Las compañías automotrices chinas SAIC y Great Wall buscan invertir en el enorme mercado indio, algo que no agrada al gigante indio Tata. También las compañías chinas de teléfonos inteligentes como Xiaomi y Oppo están entrando en el mercado indio, donde el gigante indio Micromax ya está jugando un papel principal, con un rápido crecimiento. Otras compañías chinas como Alibaba, Bytedance y Huawei están muy interesadas en el mercado que les daría beneficios millonarios.

El gobierno indio, por otro lado, está tratando de proteger su mercado, especialmente de la inversión extranjera directa y la tecnología de China. No es casualidad que las tensiones aumentaron cuando, a principios de este año, el banco central chino compró 17.5 millones de acciones en el mayor banco privado de la India, HDFC. 

En abril, India introdujo nuevas regulaciones que exigen un permiso especial directamente de Nueva Delhi para inversiones sustanciales en empresas indias por parte de empresas chinas. Se están imponiendo medidas proteccionistas similares en otros lugares, desde Japón a la UE, a medida que las rivalidades interimperialistas se intensifican y los gobiernos implementan políticas económicas más nacionalistas. Muchas de estas nuevas medidas proteccionistas están dirigidas contra China, lo que a su vez es la razón por la cual Beijing siente presión para mostrar firmeza en el actual conflicto fronterizo.

El otro lado de este proceso, que ha alimentado las tensiones, son los intentos de la clase dominante india de atraer a las empresas manufactureras estadounidenses fuera de China, como parte de su estrategia de desacoplamiento. Esto también se refleja en el hecho de que no es solo el Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi, sino también el partido opositor del Congreso que ha tomado una línea “dura” contra China. Esto que demuestra que la creciente escalada tiene una influencia estratégica para la clase dominante india, pero también que el Congreso no tiene otra alternativa que ofrecer al enfoque nacionalista de Modi sobre esta cuestión. Por lo tanto, todo el conflicto no solo refleja los intereses de las respectivas clases dominantes en China e India, sino que también es parte del conflicto más amplio entre China y los EE. UU.

Jugando con fuego

El gobierno indio ha estado utilizando el nacionalismo, el chovinismo hindú y el comunalismo desde que llegó al poder. A principios de este año, vimos el intento de introducir la ley de ciudadanía discriminatoria que condujo a protestas masivas pero también a ataques comunales contra musulmanes y otras minorías, eventos que dejaron más de 50 muertos. Los recientes enfrentamientos con China fueron utilizados por el gobierno de Modi para agitar las tensiones anti-chinas, incluidas las llamadas a un boicot emitido por la Confederación de Comerciantes de toda India (CAIT).

El mal manejo de Modi de la crisis sanitaria del coronavirus desde un punto de vista social y sanitario, así como los intentos del BJP de atacar la ley laboral están recibiendo cada vez más críticas. En enero la India fue sacudida por una fuerte huelga general de 250 millones, por lo que Modi sabe que necesita impulsar el nacionalismo y el comunalismo para desviar la atención de los problemas más arraigados.

Sin embargo, también es cierto que las empresas indias necesitan el mercado chino para las exportaciones, por lo que Modi no puede llevar el conflicto demasiado lejos. No solo es el conflicto serio entre dos potencias nucleares una opción impensable, sino que incluso una guerra fronteriza más limitada acarrearía enormes costos políticos para Modi si el lado indio fuera derrotado. Hay que recordar que en la guerra de 1962, cuando los ejércitos de ambos bandos estaban mucho menos armados y sofisticados, China infligió una humillante derrota a las fuerzas indias.

Del mismo modo, para China podría haber grandes riesgos incluso con una guerra “local”. Xi Jinping está molesto por la “amistad” cada vez más cercana entre Trump y Modi, quien está apoyando el llamado del mandatario estadounidense para una “investigación” sobre el papel de China en relación con el covid-19. La molestia del gobierno chino es debido a que para Trump, India es central en su estrategia del Indo-Pacífico como contrapeso a China. 

Xi Jinping, al igual que Modi y Trump, tiene interés en un “pequeño conflicto”, siempre y cuando se mantenga bajo control. Su mandato al frente del gigante asiático está lejos de ser inamovible debido a la acumulación de problemas económicos, el movimiento en Hong Kong, la desesperada situación de decenas de millones de trabajadores migrantes en China, el hambre por los derechos democráticos y sindicales y la devastadora situación ecológica en muchas regiones. Estos problemas han reabierto la feroz lucha de poder entre facciones dentro del estado chino y la élite gobernante. Entonces no, Xi Jinping no está actuando desde una posición de fuerza.

El conflicto reciente es un disparo de advertencia, especialmente desde China, para no cruzar más líneas. Ambas partes utilizan el conflicto en sus propios intereses, pero ninguna quiere un enfrentamiento total. Los choques anteriores fueron seguidos por una supuesta “desescalada”, pero luego condujeron a los eventos recientes. Ahora, nuevamente, hay conversaciones mientras más tropas y equipo militar se colocan en las áreas en disputa. Si bien ninguna de las partes quiere esto, jugar con fuego puede salirse de control, un peligro del que ambas partes están conscientes.

Cortina de Humo

La película “Wag the dog” de 1997 muestra a un político que crea una guerra para desviar la atención de un escándalo. Aunque la situación no es tan simple, tanto Modi, Trump y Xi Jinping tienen interés en tal enfoque. El panorama general es, por supuesto, la crisis capitalista y la guerra por los mercados. El precio de esto será pagado por la clase trabajadora en China, India y toda la región, la misma clase trabajadora que es la única fuerza capaz de detener el belicismo y poner fin a la crisis capitalista. Las clases dominantes están tratando de usar el viejo método de “divide y vencerás”, ya que están aterrorizadas de que la clase trabajadora en ambos países no solo sea enorme, sino que esté entrando en acción. En respuesta, es la clase trabajadora la que ahora necesita organizarse, luchar y unirse para ganar.