Elecciones Estado de México: ¡Solo luchando haremos realidad la esperanza de millones de mexiquenses!
El pasado 4 de junio, como ha ocurrido en varios estados del país, millones de mexicanos han expresado sus aspiraciones de cambio dando su voto a Morena en el Estado de México. Derrotando de esa forma al aparato priista en uno de sus bastiones fundamentales. La elección de Delfina Gómez marca sin duda un cambio significativo de la lucha de millones de oprimidos en México y en el estado más poblado del país. Pero no todo es miel sobre hojuelas, la abstención de aproximadamente el 50% del electorado mexiquense, así como el apoyo de Delfina en elementos señalados como responsables de agresiones al pueblo mexiquense, dejan claro que este es solo el comienzo de la batalla para hacer realidad las aspiraciones de millones de mexiquenses.
Escrito por Mauro Espínola y Eduardo Gutiérrez, Alternativa Socialista (ASI en México)
La victoria de Morena en el Estado de México sin duda es una victoria muy esperada por millones de mexiquenses, que durante décadas han visto cómo su situación de vida ha empeorado. El aumento del precio del transporte público y la inseguridad en las rutas de autobuses, microbuses y combis en el que se les arrebata a los trabajadores lo poco que poseen, son solo algunas de las situaciones que más aquejan a los mexiquense, quienes son conscientes de que tanto el aumento en la tarifa como los asaltos en las rutas del transporte son directamente responsabilidad de los gobiernos en turno, y particularmente del priismo mexiquense. Todo esto sin mencionar otros problemas como la corrupción institucional, los feminicidios, y la presencia del narco en varias zonas del estado. Por ello el triunfo de Delfina ha sido un vaso de agua en medio del desierto para millones de mexiquenses que ven en esta una oportunidad para revertir décadas de saqueo e indiferencia para con las y los trabajadores del estado.
Es importante recordar que Delfina Gómez había competido en 2017 por Morena a la gubernatura del estado, elección en la que fue derrotada en una elección fraudulenta en donde el Grupo Atlacomulco y el PRI nacional creyeron poder imponer su voluntad nuevamente sobre los deseos de la mayoría de mexiquenses. Pensaban de esta forma reafirmar su fuerza de cara a las elecciones del 2018, imponiendo su voluntad como lo habían hecho desde hacía 90 años en el Estado de México, y ralentizar así el avance de Morena. Sin embargo, y a pesar de haberse impuesto fraudulentamente en esa elección, esto tuvo un precio muy alto: esta vez el descarado fraude electoral no se le pudo ocultar a nadie, menos en el contexto de decadencia del gobierno de Peña Nieto y del priismo con el ascenso meteórico de Morena a nivel local y nacional. Los beneficios que obtuvo el PRI fueron mediocres, lograron mantenerse en el poder con Alfredo Del Mazo como gobernador en uno de sus bastiones tradicionales, a costa de su aislamiento político con la victoria de López Obrador. Victoria que fue reforzada paradójicamente por el descarado fraude en el Estado de México. Así durante su gobierno, Del Mazo ha tenido que mantener un perfil muy bajo y colaborar a su pesar con Morena, el presidente de la República, y Claudia Sheinbaum, pero sin una mejora general en las condiciones de vida de los trabajadores mexiquenses.
Después de una reñida campaña y una elección relativamente cerrada, Delfina Gómez, candidata de Morena a la gubernatura del Estado de México ha ganado con el 52% de los votos, dejando a Alejandra del Moral en el 44% de los votos. Esto ha sellado el destino del PRI como fuerza política en el Estado de México, desplazado rotundamente, y pone en riesgo su posición a nivel nacional incluso con su triunfo en Coahuila contra Morena. De modo que la derrota del PRI en el Estado de México no es un aspecto secundario. Este es el estado con mayor población del país, con casi 17 millones de habitantes. Lo que significa que el Estado de México es el estado con mayor número de votantes, unos 12.7 millones que representan el 14% del padrón electoral a nivel nacional. En ese sentido la derrota del PRI, que ahora cuenta solo con dos gobernadores, ha sido una herida de muerte del que otrora fuera el partido hegemónico.
Sin embargo, el triunfo de Delfina Gómez no es miel sobre hojuelas para los mexiquenses. A las denuncias del cobro de cuotas del 10% de salarios a los trabajadores de la administración de Texcoco, cuando fue alcaldesa de dicho municipio que ella misma ha confirmado en 2017, se agrega su cercanía con personajes como Higinio Martínez. El también exalcalde de Texcoco por el PRD ha sido señalado por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra como uno de los responsables de la represión a los campesinos y pobladores de Atenco en 2005 y 2006 en el contexto de la lucha contra el nuevo aeropuerto (Ver A 17 años de la represión de Atenco recuerdan a víctima).
Lo anterior se ha reflejado de algún modo en la elección, en la que apenas han votado 6.08 millones de votantes mexiquenses. Lo que representa una participación de aproximadamente el 50% del electorado. Esto es aún más claro en los distritos donde Delfina ha aventajado, especialmente en los distritos del oriente de la zona conurbada del Estado de México (Ver Alta abstención en distritos donde va ganando Morena). Distritos que destacan por haber sido los bastiones históricos del PRD, y los primeros bastiones de Morena en 2015. Destacando casos como Chimalhuacán con 65% de abstención, Teoloyucan y Valle de Chalco ambos con el 57% de abstención, Chalco con el 60% de abstención o Tultitlán con el 54% de abstención. Distritos todos que son compuestos fundamentalmente por trabajadores y trabajadoras que otrora protagonizaron verdaderas batallas para construir organizaciones populares de fuerte arraigo en sus colonias, y que fueran alguna vez la base social del PRD y de Morena.
El enorme abstencionismo y el cerrado márgen con el que ganó Morena refleja en gran medida un enorme descontento y la desconfianza de millones de trabajadores con la política de Delfina, de Morena y del propio López Obrador. Pues de lo contrario, los resultados serían otros con una arrasadora participación de millones de mexiquenses para derrotar al PRI y un márgen porcentual mucho más amplio entre Morena y la oposición. Esto sin tomar en cuenta que las zonas más importantes económicamente y con centros industriales y administrativos como Atizapan, Tlalnepantla, Naucalpan, Huixquilucan y el Valle de Toluca aún tienen una fuerte inclinación por el PAN y el PRI, y una desconfianza hacia Morena y cualquier cosa que tenga que ver con organizaciones populares autónomas.
Por otra parte, el triunfo de Delfina no es una garantía para las y los mexiquenses. Muy por el contrario los mexiquenses tendrán que enfrentarse no solo al viejo aparato priísta enquistado en la burocracia del estado y a las vacilaciones de quienes no confían en la fuerza del movimiento, optando por maniobras y otros métodos que no depositan la confianza en las y los trabajadores para impulsar las transformaciones que requiere el Estado de México y el país. Por ello, aunque desde Alternativa Socialista reconocemos un paso adelante la derrota del PRI en el Estado de México de la mano de Delfina Gómez, resultado fundamentalmente de cientos de activistas y militantes honestos que han visto en esta una oportunidad para por fin desterrar al PRI del estado, también señalamos que este es solo el primer paso. Las y los militantes y activistas de Morena requieren construir herramientas que permitan que sean ellos quienes tomen las decisiones del partido y del gobierno mediante asambleas democráticas donde se plantean los siguientes pasos a dar. Solo así podremos hablar de empezar a desmantelar la centenaria maquinaría priísta en la entidad en beneficio de los trabajadores.
Morena se ha convertido más en un obstáculo para la organización del pueblo trabajador, que en un verdadero partido organizado para impulsar las transformaciones que se requieren impulsar en el país y que solo serán posibles de la mano de un movimiento vivo, democrático y combativo. Lo que Morena no puede ofrecer dada su política de conciliación de clases, con la que quiere realizar la imposible tarea de combinar agua y aceite. Por ello señalamos que sólo construyendo una organización de y para los trabajadores, las y los oprimidos podremos hacer realidad la esperanza de millones de mexicanos de impulsar las transformaciones necesarias que requiere este país. Para lo que se requiere un programa que reivindique las demandas del pueblo trabajador y deposite en él su confianza y fuerza, y no lo utilice sólo como masa electoral que no tiene más papel que jugar en la política y en la dirección a tomar.