El fin de la Unión Europea tal como la conocemos

El futuro de la Unión Europea se expresa actualmente en la batalla por recursos, tales como máscaras, ventiladores y sobre cómo manejar la crisis económica. Pero las razones tienen su origen en el concepto de la propia UE.

Escrito por Sonja Grusch, ASI en Austria.

A casi 70 años después del principio de la UE, ésta  se encontraba en una de las mayores crisis jamás vista. El ex presidente de la comisión de la UE, Jacques Delors, habló de nuevo en Marzo acerca de un “peligro mortal para la UE”. Esto se expresa en la batalla sobre recursos tales como máscaras y ventiladores, así como el problema sobre cómo manejar la crisis económica. Pero estas razones están arraigadas en el concepto de la misma UE.

Un proyecto arraigado en la guerra fría y la competencia capitalista.

En abril de 1951, el tratado de implementación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) fue firmado por representantes de seis países europeos: Francia, Alemania Occidental, Bélgica, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. En 1957 este fue seguido por la formación de la Comunidad Económica Europea (CEE), por los mismos seis países. Esto fue en el despliegue de la “Guerra Fría”, con EE.UU. convirtiéndose en la superpotencia occidental económica y política. En 1948 EE.UU. y Canadá se apoderaron del 30% del comercio mundial, mientras que Gran Bretaña como antigua superpotencia solo representaba el 10%.  Alemania por su derrota en la Segunda Guerra Mundial solo contaba con menos del 2% del comercio internacional. Toda Europa Occidental solo tenía un crecimiento ligeramente mayor en el comercio mundial que EE.UU. y Canadá, mientras que Asia era responsable del 10% de este.

La década de 1970 y más aún la de 1980, marcaron un cambio fundamental en el periodo de la posguerra. El largo auge económico que siguió a la guerra no fue típico del capitalismo. Esto fue debido a la necesidad de reconstuir a Europa después de la destrucción masiva de la Segunda Guerra Mundial y la existencia de los estados stalinistas quienes forzaron a los países imperialistas para “probar” que el capitalismo sería “mejor”, creando conseciones a la clase obrera. Esto condujo a elevar el nivel de vida de grandes partes de la población, al menos en los países capitalistas avanzados, pero este período solo podría durar un tiempo. Este auge llegó a su final. Actuó como un importante incentivo para la llegada conjunta de los diferentes poderes imperialistas en Europa. En el primer año de conmosión del petróleo en 1973, el proyecto se amplió significativamente por incluir a Dinamarca, Irlanda y Gran Bretaña.

Siguieron otras crisis económicas, como la segunda crisis del petróleo en 1986, la recesión en EE.UU. a principios de 1980, la crisis de la deuda en América Latina y muchas más. Mientras que el comercio mundial se expandía, nuevas competencias surgieron con Japón, y más tarde China se convirtió en un jugador importante.

Los países capitalistas europeos siguieron con varios tratados y más países se unieron al proyecto europeo unido. El mantra económico, escrito en el tratado de Maastritch, seguía al entonces monetarista dominante, luego conocido como neoliberal, dogma: los déficits de los estados nacionales no deberían ser más del 3%, y la deuda nacional no mas del 60% del PIB. Lo que se convertiría en la Unión Europea (UE) tenía en general dos tareas principales. El primero era formar un bloque económico que pudiera competir y superar a los otros bloques, en particular a los EE.UU. y Canadá, por un lado, y las potencias Asiáticas por el otro. El segundo fue ayudar a los gobiernos nacionales Europeos a implementar la agenda neoliberal en sus respectivos estados. La UE tuvo éxito durante mucho tiempo en hacer ambas cosas, pero durante todo ese tiempo el proyecto parecía estar construído sobre una base débil.

¿Los Estados Unidos de Europa?

Al tratar la cuestión del estado y su papel, los marxistas han explicado que no existe un estado neutral, más bien que cada estado es un instrumento de la clase dominante respectiva.

Lo mismo ocurre con la burguesía de cada país europeo. Esto no excluye que trabajen juntos cuando les sea beneficioso, pero sí significa que no pueden superar las limitaciones nacionales del capitalismo, de los estados nacionales, entre otros. De ellos se deduce que una UE capitalista nunca puede superar por completo la existencia de los estados nacionales y la competencia entre ellos.

Al abordar la cuestión de los “Estados Unidos de Europa”, Lenin explicó en 1915: “desde el punto de vista de las condiciones económicas del imperialismo, es decir, la exportación de capital y la división del mundo por los “avanzados” y “poderes coloniales civilizados: un Estados Unidos de Europa, bajo el capitalismo, es imposible o reaccionario”. Luego continúa diciendo: “por supuesto, son posibles acuerdos temporales entre capitalistas y entre estados. En este sentido, es posible un Estados Unidos de Europa como un acuerdo entre los capitalistas europeos… pero ¿con qué fin? Solo con el propósito de suprimir conjuntamente el socialismo en Europa, de proteger conjuntamente el botín colonial contra japón y América, que han sido maltratados por la actual división de colonias, y el aumento de su poder durante los últimos 50 años ha sido inconmensurablemente más rápido que el de la Europa atrasada y monárquica, que ahora se ha vuelto senil” si uno reemplaza “colonias” por “países neocoloniales”, entonces el análisis sigue siendo válido. 

Por lo tanto, el proyecto de la UE no podría durar para siempre, su supervivencia siempre depende de la evolución económica y del simple cálculo de si en algún momento es más rentable para cada estado poner los intereses nacionales por encima de los europeos o no. Este cálculo fue y es diferente para cada país europeo dada su respectiva estructura económica, cuánto dependen del comercio exterior y las conexiones comerciales y con qué países dentro y fuera de la UE.

Nuestra internacional, hoy conocida como ISA, pero luego llamada CIT, discutió con mucho detalle sobre las posibilidades para el desarrollo de la UE, el Euro y especialmente la cuestión de cuánto duraría. Una razón importante por la que el proyecto de la UE sobrevivió más de lo que originalmente esperábamos, fue el colapso de los estados stalinistas. Esto ayudó a la economía mundial capitalista a escapar de la inminente crisis economica al obtener acceso a nuevos mercados y a mano de obra barata bien capacitada.  Dada su ubicación geográfica, el capital europeo se benefició mucho al llegar a nuevas “colonias”. El sentimiento de la gente de Europa del Este de ser “europeos” de segunda clase tiene razones materiales. Incluso 30 años después de la restauración del capitalismo, y en algnos casos, décadas de membresía en la UE, los niveles de vida son aún más bajos en Europa del Este.

Crisis de la UE: Corona no es la razón

La crisis dentro de la UE no es nueva. Por el contrario, la UE parece tropezar de una crisis a otra, tratando frenéticamente de apagar los diversos incendios a medida que surgen.

Esto también se reflejó en un estado de ánimo cada vez mas escéptico y crítico contra la UE, especialmente entre las capas más antiguas, visto en los bajos resultados en las elecciones de a UE y aún más dramáticamente, en la votación del Brexit. Fue representado por la “mano dura” utilizada contra Grecia después de la crisis de 2007 y en relación con el Brexit en un intento de no evitar que se creen ejemplos para que otros sigan.

Consciente de su propia crisis, la UE ya estaba haciendo planes antes que COVID-19, como la Conferencia sobre el Futuro de Europa, anunciada en 2019. La crisis económica que COVID-19 desencadenó e intensificó, está turboalimentando la centrífuga, fuerzas que siempre han existido en la UE. Antes de que apareciera el virus, la deuda pública en la Eurozona ya ascendía al 84% del PIB, y ya era mucho más alta que antes de la crisis de 2007/8. Al momento de escribir, vemos una serie de pronósticos económicos que tienen que ser ajustados y ajustados y ajustados…

La UE es más vulnerable

Al actuar como un bloque económico, los capitalistas europeos han podido mejorar su posición en el mercado mundial. Pero al mismo tiempo se han mantenido intereses en competencia, en la crisis que se desarrolla, la UE y sus estados miembros son especialmente vulnerables porque dependen de las exportaciones mucho más que cualquier otra región económica. En 2019, las exportaciones de bienes representaron el 35.7% del PIB de la UE, mientras que las exportaciones totales, incluidos los servicios, representaron el 49.9%. Las cifras respectivas para los Estados Unidos son 7.8% y 11.8%, y para China alrededor del 20% para las exportaciones totales. El proceso de desglobalización que ha estado sucediendo durante bastante tiempo, y ahora los problemas relacionados con el coronavirus que afectan las cadenas de suministro, la producción, el turismo y las exportaciones han afectado a Europa mucho más que el resto de la economía mundial.

Dentro de la UE, diferentes países tienen diferentes socios comerciales y relaciones económicas. Mientras que algunos países de la UE comercian principalmente con otros países de la UE, algunas economías exportan más fuera de la región. Y algunos dependen mucho de las exportaciones, como la mayoría de los estados de Europa del Este, Irlanda y Bélgica. Algunos están en el campo medio, como Alemania y Austria, y otros dependen menos de la exportación, como Italia, Francia, Grecia y España. Por supuesto, las diferencias económicas conducen a diferentes estrategias sobre cómo superar la crisis.

El diablo está en el detalle  

Los líderes de la UE crean la ilusión de que son muy atractivos en la lucha contra el COVID-19 y la crisis económica. Se encuentran, discuten, deciden. Pero una mirada más cercana a sus medidas principales revela la realidad de lo que han planeado y/o decidido. Al momento de escribir este artículo, se han creado tres paquetes principales, por un total de 2290 mil millones de euros. Esto representa mucho dinero, pero una mirada más cercana revela humo y espejos, pero poca asistencia real.

El primer paquete: 540 mil millones de euros

A principios de abril, los ministros de Finanzas de los estados de la UE acordaron un paquete con un valor de 540 mil millones de euros. Sin embargo, este no es un nuevo dinero de la UE para hacer frente a la crisis, sino una combinación de la reasignación de dinero ya acordado con garantías para préstamos del Banco Europeo de Inversiones y como parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) que se proporcionará a los países de la UE. Estos préstamos están sujetos a condiciones que obligarían a los gobiernos nacionales a renunciar parcialmente a su autonomía nacional. Teniendo en cuenta que las tasas de interés están en un mínimo histórico, esto puede conducir a una situación en la que los estados buscan préstamos en los mercados financieros sin las condiciones políticas asociadas.

Además, debe enfatizarse que 540 mil millones de euros están lejos de ser suficientes. Según algunas estimaciones, la cantidad de dinero que Italia solo necesita para evitar una reacción en cadena peligrosa en los mercados financieros es de alrededor de 500 a 700 mil millones de euros.

El segundo paquete: 1,000 billones de euros

En su cuarta reunión virtual desde el comienzo de la crisis de COVID-19, los líderes nacionales discutieron y decidieron sobre un “Fondo Europeo de Recuperación” (FER) por valor de más de 1.000 millones de euros. El nombre ciertamente no es accidental, ya que apunta al Programa Europeo de Recuperación (ERP) después de la Segunda Guerra Mundial, más conocido como el “Plan Marshall”, que se implementó para reconstruir Europa como mercado y aliado de los Estados Unidos en la guerra fría. Han pasado 75 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la máquina de propaganda de la élite gobernante, que está tratando de vincular la crisis actual con la idea de “todos reconstruimos Europa juntos después de la Segunda Guerra Mundial, esta vez también lo lograremos”. ¡Pero no se debe olvidar que la clase trabajadora tuvo que pagar el costo de la guerra y la reconstrucción posterior!

Pero por ahora los detalles de este plan no están claros. Pero se vinculará “muy estrechamente” con los presupuestos de la UE para 2021 a 2027, bien podría terminar con una reestructuración del presupuesto de la UE. Una mirada más cercana a las cifras muestra que en 2020, el presupuesto actual planificado es de 172.300 millones de euros, por lo que en siete años totalizará 1.206.100 millones de euros, cerca de los más de 1.000 millones de euros para el ERP. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció su Acuerdo Verde Europeo en el otoño de 2019 en un intento por impulsar la tartamudez de la economía y ayudarla a ponerse al día tecnológicamente. Intentos similares existirán ahora dado el hecho de que, por ejemplo, la industria automotriz, de la que depende especialmente Alemania, está en serios problemas.

El tercer paquete: 750 mil millones de euros

Ya el 18 de marzo, la nueva directora del BCE, Christine Lagarde, dejó en claro que haría “lo que sea necesario” para rescatar a la UE y al euro. Ella está siguiendo la línea de Mario Draghi, quien intentó luchar contra la crisis después de 2007 con Quantitative Easing (QE). El concepto es que con el Programa de Compra de Emergencia Pandémica PEPP, el BCE compra un nuevo lote de bonos, tantos como sea necesario, afirma Lagarde, para estabilizar las economías nacionales y los mercados de capitales en general. En la última crisis de 2007, QE tuvo un efecto algo estabilizador sobre el costo de la explosión de la deuda pública.

Más deudas, más inestabilidad

Todas estas medidas son más que vagas. Lo que está claro es que se basan principalmente en préstamos y, por lo tanto, aumentarán la carga de la deuda, que ya es mucho más alta que antes de la crisis de 2007/8. Este escenario arriesgado es aún más peligroso dado que, para facilitar el acceso al crédito, algunas de las medidas de seguridad para los mercados financieros que se implementaron después del colapso financiero en 2007 ahora se están levantando. Tras una decisión de los ministros de finanzas de la UE, el regulador bancario europeo, el CEBS, ahora puede manejar las reglas para el sector financiero con “flexibilidad”. Se ha pospuesto una prueba de esfuerzo planificada. El BCE incluso decidió comprar bonos basura de estados y empresas en un intento desesperado por estabilizar las economías nacionales.

Este movimiento lleva al BCE a una situación peligrosa, en la que está acumulando bonos basura. Varios países de la UE han decidido proporcionar garantías a los bancos, que otorgan préstamos de hasta el 100%. Han pedido a los bancos por adelantado que no paguen dividendos o inviertan en la recompra de sus propias acciones para mantener el índice de capital en un cierto nivel para reducir los riesgos futuros. Varios bancos ya han rechazado esta solicitud. Si bien las razones de la crisis económica están más arraigadas en las contradicciones del capitalismo, los mercados financieros altamente vulnerables son un síntoma, pero también pueden actuar como desencadenantes de dicha crisis.

El club de lucha europeo

La crisis en curso ahora es ampliamente aceptada por los economistas burgueses como la peor en 100 años. En tal crisis, cada estado burgués recurrirá a defender “su” capital nacional. Esto se refleja en la discusión, o más bien en las disputas, dentro de la UE sobre qué medidas y planes deberían estar sobre la mesa. Se hacen muchos puntos generales en las conferencias de prensa, pero los resultados concretos son pocos. Hay varios campos potenciales de conflictos.

Desde el comienzo de la crisis actual, la idea de los “eurobonos” ha sido apoyada principalmente por las economías más débiles del sur, quienes sostienen que si la UE como organismo tomara dinero prestado, las condiciones serían mejores. Pero las economías más fuertes, incluidas Alemania, Austria, Finlandia y los Países Bajos, han bloqueado la idea, no queriendo ser responsables de las deudas de otros. El antiguo eje franco-alemán parece haberse debilitado gravemente. Toda la propaganda sobre la solidaridad en la UE no significa nada si no se obtiene ningún beneficio económico. El apoyo francés a las economías del sur, por ejemplo, tiene sus raíces en fuertes lazos económicos, ya que los bancos franceses están muy involucrados allí.

El debate sobre si emitir eurobonos o utilizar el EMS se centra en varios temas: si el dinero de la UE se otorga como préstamos y, de ser así, si tendrá que devolverse y cuándo, y por supuesto, si el acceso al dinero de la UE estar sujeto a condiciones.

Las reglas de EMS vinculan la concesión de ayuda con las condiciones, que como vimos en Grecia se utilizaron para aplastar al estado de bienestar y reducir la soberanía nacional. Las objeciones, especialmente de Italia, al EMS y su demanda de eurobonos están directamente relacionadas con el miedo a perder la independencia. Esta amenaza es explotada por políticos de extrema derecha como Salvini, que utilizan el ejemplo de cómo la Troika de la UE exprimió y suprimió a Grecia, y especialmente a la clase trabajadora griega. 

Esta batalla sobre la naturaleza de los préstamos o transferencias y cualquier condición asociada, y que debería ser vinculante para cada país, es un campo minado y dará lugar a enfrentamientos dentro de la UE. El tribunal constitucional federal alemán ha denunciado que las medidas del BCE que se remontan a 2015, incluido el Programa de compras del sector público (PSPP), violan la constitución. Esto refleja la política neoliberal más tradicional de Alemania y pone en tela de juicio una política financiera común, ya que no está claro qué hará ahora el Bundesbank alemán. La propaganda de la UE, que vincula el dinero con la aceptación de los “valores de la UE” por parte de sus estados miembros, es solo un encubrimiento de las intenciones imperialistas de algunos de los estados de Europa occidental económicamente más fuertes en el este y parte del sur de Europa.

Pero la pregunta de sesenta y cuatro mil millones de euros será cómo financiar este dinero extra.

Von der Leyen ha aprobado la propuesta de aumentar el límite máximo de los recursos propios de la UE del 1,2% del Ingreso Nacional Bruto (INB) de la UE al 2% al menos durante varios años. Actualmente, las principales fuentes de ingresos de la UE son los aranceles, que pueden disminuir, dado el proceso de desglobalización, los conflictos comerciales y especialmente la reducción del comercio relacionada con el coronavirus, el IVA, que a menos que se aumente la tasa, disminuirá a medida que disminuya el consumo debido a la crisis económica y las “cuotas de membresía” de los estados miembros, que ya representan alrededor de 2/3 de los ingresos de la UE. Si se pide a los países que aumenten su contribución financiera a la UE, lo que la canciller alemana Merkel ha dicho que es altamente improbable dados los problemas económicos y sociales en los países de la UE, los populistas, a menudo populistas de extrema derecha, explotarán esto para su beneficio.

A diferencia del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, cuando Estados Unidos financió el “plan Marshall”, hoy no existe una fuente externa de financiación obvia. Las posibilidades incluyen a Rusia y cada vez más a China, que ya ha estado intentando echar raíces más profundas en Europa antes de COVID-19 con la Iniciativa Belt-and-Road. Aunque el BRI se congeló debido a la pandemia, esto podría cambiar ahora que China está reabriendo su economía, antes que los Estados Unidos. Como ahora tiene la pole position en esta carrera, la influencia de China en Europa podría aumentar en el próximo período. Los intentos de diferentes estados nacionales de apoyarse en socios externos, ya sea EE. UU., China o Rusia, son y serán cada vez más una fuente de conflictos dentro de la UE. No debe olvidarse que Grecia fue el primer país de la UE e Italia el primer país del G7 en unirse al BRI.

Los tratados de Schengen y Maastricht están muertos

Estos conflictos potenciales aumentan las fuerzas centrífugas que siempre han estado presentes en la UE. Algunos de los pilares aparentemente eternos de la UE simplemente han desaparecido. Los tratados de Schengen, acordados por primera vez en 1985, garantizaban la libre circulación de mercancías entre países de la UE, es decir, sin control en las fronteras y sin aranceles. Cuando el gobierno alemán bloqueó este año la exportación de productos médicos a Italia, utilizando el argumento de la pandemia de coronavirus, y luego Francia bloqueó el transporte de máscaras a España e Italia, quedó claro que los tratados de Schengen se han visto gravemente socavados.

Incluso antes de COVID-19, la cuestión de los refugiados se utilizó para limitar la libre circulación de personas dentro de la UE. A medida que se desarrollen las próximas crisis económicas y climáticas, seguidas de una escalada de las deudas estatales y una crisis social aún mayor en el mundo neocolonial, más personas se verán obligadas a huir de sus hogares. Ahora las fronteras entre los diferentes estados de la UE se han resucitado en cuestión de horas, lo que demuestra que esta siempre fue una opción para las clases dominantes.

Ahora también, el dogma neoliberal de la UE escrito en piedra por el tratado de Maastricht ha sido abandonado de la noche a la mañana. Maastricht impuso límites estrictos a los déficits presupuestarios y las deudas estatales. Ahora, como resultado de las últimas decisiones de los gobiernos nacionales y de la UE, es seguro que se superarán en gran medida los límites del 3% y del 60%. Es poco probable que se apliquen sanciones si esto sucede, no solo en algunos de los países europeos más débiles, sino también en las principales potencias europeas como Italia, España o incluso Alemania.

Como resultado de los problemas con las cadenas de suministro revelados durante la crisis de COVID-19, hay una discusión sobre la necesidad de reubicar la producción en Europa. Esto no sucederá sobre la base de la planificación europea de qué, dónde y cuánto se necesita, sino dentro de la competencia caótica del capitalismo, en el que cada país intenta ayudar a sus propios capitalistas a ser más rápidos, mejor posicionados y con las mejores condiciones, en lo que respecta a los subsidios estatales, así como a las regulaciones legales y ambientales.

Esta posibilidad se abrió en marzo, cuando la UE decidió de facto levantar todas las restricciones de ayudas estatales a las empresas. Esto provocará una carrera hacia el fondo en busca de salarios, condiciones de trabajo y estándares ambientales y, como resultado de los intentos de reabrir la economía, y será a costa de la vida humana. La forma caótica en que se organiza la producción también significará que en algunos sectores se producirá demasiado, mientras que en otros no será suficiente. Los economistas llaman a estas ineficiencias un “ciclo de la carne de cerdo”, cuando el capital se apresura a campos rentables, pero si todo lo hace, conduce a la sobreproducción, una caída de los precios y más despidos.

Incluso antes de Covid-19, hubo un cambio en la política económica, con fuertes llamados a los estados para intervenir y salvaguardar a las compañías y los bancos. Este cambio de lo que comúnmente se conoce como “neoliberalismo” fue impulsado con COVID-19.

Existe un amplio apoyo a las diversas medidas tomadas por los gobiernos para reducir los efectos económicos inmediatos, como el aumento del dinero de desempleo, los subsidios salariales para mantener a las personas en puestos de trabajo o incluso elementos del dinero del helicóptero. Una encuesta en Austria mostró que el 75% está de acuerdo con la suspensión de la UE del presupuesto y las reglas de déficit, con solo el 12% en contra. Esto muestra que décadas de propaganda neoliberal no han tenido un efecto duradero en la conciencia. Pero ninguna de estas medidas podrá detener la profunda crisis económica y sus efectos dramáticos.

Los modelos capitalistas alternativos, las variaciones de la política keynesiana o neokeynesiana, tampoco llegan a la raíz de los problemas económicos y, por lo tanto, no muestran una salida a la crisis ni actúan de una manera más amigable con la sociedad que el (neo) Modelos económicos liberales. Pero lo que la encuesta austriaca muestra de manera distorsionada es la demanda generalizada de un tipo diferente de política que no se limite a las necesidades capitalistas. Numerosas otras encuestas, y no menos importante las protestas masivas de los últimos años, apuntan en la misma dirección: el capitalismo es cada vez más cuestionado; hay una demanda de algo mejor.

Si bien algunos políticos todavía intentan sugerir que enfrentaremos solo una breve recesión que se superará rápidamente, la clase trabajadora tiene una visión mucho más realista. En una encuesta, la mayoría de las personas en 10 de los 15 países encuestados dijeron que una recuperación económica rápida era poco probable. La confianza en una recuperación rápida fue más fuerte en los países europeos más afectados: 76% en España, 72% en Francia, 68% en Italia, 67% en el Reino Unido y 64% tanto en Rusia como en Japón. En otra encuesta en los estados del G7, el 72% de los encuestados confirmó que sus ingresos personales ya habían sido o serán afectados. Estas y muchas más cifras apuntan a los desarrollos explosivos por venir.

El fin de la UE tal como la conocemos

La UE ya ha sobrevivido a muchas crisis y sobrevivirá a esta. La UE ha existido durante bastante tiempo, ha desarrollado su propio aparato y el simple hecho de su existencia es un factor estabilizador en sí mismo. Sin embargo, es muy poco probable que continúe en su formato actual; en cambio, es probable que sufra cambios severos. La idea de un núcleo europeo alrededor de Alemania, incluyendo Austria, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos no es nueva. Dado el aumento de las tensiones entre Alemania y Francia y el intento de Macron de construir un bloque contra el bloque de cuatro liderado por Alemania, esto se está convirtiendo cada vez más en una opción.

El dominio de Alemania no es nada nuevo en la UE. En el segundo semestre de 2020, Alemania ocupará la presidencia de la UE, el presidente de la Comisión de la UE, Ursula Von der Leyen, el jefe del Mecanismo de Estabilidad Europea, Klaus Regling, el jefe del Banco Europeo de Inversiones, Werner Hoyer, el presidente del Comité Único. El mecanismo de resolución (SRM), uno de los pilares del sector bancario de la UE, Elke König, el presidente del Tribunal de Cuentas Europeo ECA Klaus-Heiner Lehne, el secretario general del parlamento de la UE, Klaus Welle, el secretario general del Parlamento Europeo Externo El Servicio de Acción (SEAE) Helga Schmid y el presidente de la facción política más grande, el conservador y derechista Partido Popular Europeo (PPE), Manfred Weber.

Al rechazar las teorías de conspiración de un “plan de adquisición alemán”, existen, sin embargo, fuertes vínculos entre los políticos y las grandes empresas. A medida que aumenta la presión económica y, por lo tanto, las tensiones, los intereses nacionales saldrán a la luz y superarán la “Idea de Europa”.

Si bien durante un período fue prominente la propaganda a favor de “ayudar” a los países de Europa del Este a ponerse al día, esto se dejará de lado, los elementos del neocolonialismo que siempre existieron ganarán más terreno. Para satisfacer las necesidades de las economías de Europa occidental, los trabajadores de la salud y la atención, así como los trabajadores de la cosecha de Europa del Este, han sido sacados de sus países con vuelos charter adicionales. Los trabajadores que actualmente se necesitan en sus propios países, que también están sufriendo crisis dramáticas, están siendo trasladados a lugares como Austria, Alemania o Gran Bretaña, para servir como mano de obra barata y, a menudo, sin protección.

Tales movimientos alimentarán aún más las tensiones, además de las que ya existen, pero que, por un tiempo, han sido enterradas. Las cuestiones nacionales están siendo explotadas, particularmente por gobiernos de derecha como el régimen Orban de Hungría, con su política de “Gran Hungría”, que está tratando de apoderarse de la población y los territorios de los países vecinos.

Anteriormente también vimos propuestas para establecer monedas alternativas en lugar de, o junto con el euro en Grecia, Italia y otros países después de la crisis de 2007 y las medidas brutales de la Troika. Esto vendrá de nuevo. Es posible enumerar solo algunas de las diversas tensiones dentro de la UE, pero debe enfatizarse que todas se están exacerbando, convirtiéndose cada vez más en un obstáculo para la UE tal como existe hoy.

No a la UE, sí a una Europa socialista unida

La ISA (anteriormente conocida como CWI) tiene una orgullosa tradición de oponerse a la UE. Aunque las condiciones difieren de un país a otro, algunas son parte de la UE, otras no, otras se unen y tienen diferentes tendencias de oposición contra la UE desde la extrema derecha a la izquierda, siempre hemos dejado en claro que la UE es un proyecto capitalista que nosotros rechazamos.

Nuestra alternativa no es fortalecer la ilusión de que la UE se puede mejorar a través de cambios institucionales, ni recurrir a soluciones nacionales. Hemos debatido mucho sobre los posibles desarrollos dentro y alrededor de la UE, así como sobre nuestra posición hacia el Brexit. Entendemos los cambios de conciencia con al menos una generación de jóvenes que solo conocen la vida en la UE. Hay una enorme esperanza y apoyo para la idea de una Europa unida. Esto es algo en lo que los socialistas pueden y tienen que construir. Prueba una vez más que los sentimientos de solidaridad y unión son una emoción humana básica que lleva a las personas a ideas de izquierda, socialistas e internacionalistas. Solo si la izquierda y las organizaciones de la clase trabajadora no las toman y les dan un marco organizado.

El año 2019 fue un año de protestas masivas: millones de jóvenes salieron a la calle por la “justicia climática”. En todas partes del mundo vimos movimientos de masas, huelgas, protestas e incluso levantamientos. Estos fueron puestos en espera por COVID-19. Pero la base para ese desarrollo todavía está ahí y radica en las ineficiencias y las consecuencias peligrosas y mortales del capitalismo. COVID-19 cambió mucho. Mostró quién hace el trabajo realmente importante. Mostró los efectos negativos de la austeridad. Mostró cuánto dinero hay allí. Debates sobre la reducción de la semana laboral, de dinero extra para los “héroes”, sobre el impuesto de un millonario, sobre la planificación y organización de la producción; estas y muchas más discusiones están sucediendo en este momento. Y apuntan en la dirección de la alternativa al capitalismo y la alternativa a la UE.