Conferencia de Rosa: un oasis de esperanza por un futuro mejor

La primera Conferencia  de Rosa Feminismo Socialista Internacional ha demostrado cuán importante es nuestra labor. Se nos ha hecho ver, en las voces de todas nuestras camaradas, una de los muchos puntos clave para seguir organizándonos con éxito frente a las andadas de la violencia capitalista: la solidaridad internacional.  A veces parece difícil continuar con la lucha, y quizá parezca que aún nos queda mucho por hacer, pues, al final ¡Tenemos un mundo entero por ganar! Es importante, justo por esa razón, recordar que no estamos solxs, y que en este preciso instante, personas justo como nosotrxs, mujeres valientes en docenas de países, están luchando contra esa misma violencia y opresión.

Escrito por Celeste, Alternativa Socialista en Colombia.

Es imposible no sentirse inspiradx cuando se escucha a sus historias, cuando se escucha no solo sus palabras, sino su dolor, y especialmente, el deseo inalcanzable de mantener viva la lucha revolucionaria. Estas mujeres combativas, allí, al frente de todxs nosotrxs durante la conferencia, han mostrado que no podemos desistir en nuestra lucha, en tanto aún podemos hacer mucho por nuestra clase, incluso en los tiempos más oscuros. El activismo de ASI en Estados Unidos ha sido ejemplar al crear una ‘ciudad-santuario’ para que las mujeres puedan ejercer sus derechos reproductivos en un país que parece sucumbir ante su propio peso. En ese sentido, como activista de ASI en Colombia, con la intención de despertar este mismo sentimiento combativo en mi país, no solamente se me ha dado una necesitada esperanza para lograr nuestros objetivos locales, sino también la firme convicción de que esta no es solo la forma ‘correcta’ de luchar, sino la única para poder ponerle fin a un sistema global de dominación. Nuestro trabajo no es menor, en la medida en que hemos sido testigxs del empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de miles de millones de personas alrededor del mundo, y de una realidad material que ha evidenciado que no hay alternativa dentro del capitalismo, y que debemos, más bien, organizarnos y resistir.

La pugna socialista-feminista enfrenta notable adversidad en el mundo presente: y tal y como Kollontai y Zetkin, debemos adoptar una posición combativa para que las demandas de las mujeres sean cumplidas en su totalidad.

No podemos esperar que el feminismo liberal conlleve una tarea que ha de construirse desde abajo, no podemos esperar cambios tímidos mientras miles de mujeres son violentamente asesinadas cada año en México. Tener más mujeres como CEO no cambiará la situación crítica a la que cientos de miles de madres cabeza de familia han de enfrentarse cada día en el sur de Bogotá—y alrededor del mundo—para llevar comida a sus mesas. Sus hijas, por otro lado, han de sufrir la fetichización traumática del acoso sexual en el transporte público, en los colegios y en las universidades; pareciera que sin importar cuántos políticos se hagan llamar ‘feministas’—tal y como la actual alcaldesa de Bogotá—aún existe un problema fundamental en la realidad social, los derechos de las mujeres aún pueden se pueden revertir, y los ideales de la ‘familia tradicional’ parecen florecer dentro de los círculos ‘liberales’ de la nueva derecha. Sus vidas y cuerpos parecen ser la primera —si no es que la primera—trinchera en ser atacada por la reacción, y la crisis capitalista. ¡Aunque desearíamos más que nadie que las mujeres solamente fueran oprimidas en tiempos tan difíciles! La verdad es que incluso durante las épocas más ‘prósperas’ del capitalismo tardío, con su moralismo liberal, millones de mujeres nunca dejaron de ser explotadas en el sur global, y las desigualdades sistémicas de los países industriales ‘avanzados’ jamás fueron completamente solucionadas; algunas de ellas, silenciadas hoy en día.

He aquí el rol principal de campañas y organizaciones como Rosa. Nosotras no solo entendemos que todos estos problemas están enraizados en el capitalismo, y en consecuencia nos organizamos bajo un enfoque combativo para superarlo, sino que también construimos redes de solidaridad en torno a nuestras universidades, barrios, ciudades, y como la conferencia demuestra, a nivel global. Compartimos nuestras experiencias, y nos dejamos inspirar y conmover por situaciones y particularidades a las que no siempre podemos acceder a través de nuestras luchas locales. Nos sentimos apoyadas, y somos recibidas con manos amigas. Un oasis de esperanza por un futuro mejor, y por un pasado redimido para nuestras ancestras, nuestras madres y abuelas. Somos la vanguardia en la lucha en contra de un sistema que ha entrado en una crisis cada vez más evidente, y no hemos de detener la marcha. El machismo y la reacción ganan poder en medio de la oscuridad de un futuro incierto, y es nuestra tarea darle esta misma esperanza a la masa oprimida, la esperanza que, a través de la lucha y la organización global, podremos alcanzar un futuro sin horror ni cadenas; siempre recordando que sin la lucha de las mujeres, aquel futuro nunca llegará.