Brasil: después de las elecciones, ¡fortalezcamos una nueva izquierda socialista para el tercer round en la calles!
De forma general, los resultados de la segunda vuelta en las elecciones municipales en Brasil confirmaron las tendencias marcadas previamente en la primera vuelta.
Declaración de Liberdade, Socialismo e Revolução, ASI en Brasil.
En relación con el campo más conservador, se hizo evidente que la marea bolsonarista reculó. Las únicas victorias consistentes del bolsonarismo en la segunda vuelta se dieron en Vitória (Espírito Santo) y en el municipio de São Gonçalo (Río de Janeiro).
La aplastante derrota de Marcelo Crivella en Río de Janeiro, y la más estrecha derrota del capitán Wagner Sousa Gomes en la ciudad de Fortaleza (Ceará), impidieron la regresión de esa tendencia previamente observada en la primera vuelta con el colapso de Celso Russomanno en São Paulo, junto con otras derrotas de escala nacional.
El espacio que había sido ocupado por el bolsonarismo en 2018 fue, al menos en parte, reconquistado por los partidos de la derecha neoliberal tradicional, los partidos del mal llamado Centrão -que, en realidad, constituyen la derecha más clientelar y corrupta- o distribuido entre los diversos fragmentos derechistas disidentes del bolsonarismo.
Aún habiendo perdido espacio en muchas regiones del país, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de João Doria (la opción relevante de la burguesía en 2020) consiguió evitar el desastre que habría significado perder la alcaldía de São Paulo. Aún así, la aguda disputa con Guilherme Boulos del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) desgastó al PSDB y abrió el espacio para una nueva fuerza política de izquierda con alcance nacional.
Los Demócratas (DEM), que sufrió un colapso en elecciones pasadas, recuperó espacio y, en conjunto con los partidos del Centrão, hizo valer su pase en el momento de negociar intereses y privilegios con miras al proceso electoral de 2022.
Tanto Bolsonaro como el PSDB salen de estas elecciones aún más dependientes de la derecha corrupta, mezquina y acomodaticia que se agrupa en el Centrão. El DEM pasó a ser cortejado por casi todas las alternativas burguesas: desde el bolsonarismo, pasando por el PSDB, hasta personajes como Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT).
Pese a haber sido debilitado en las urnas, el bolsonarismo no puede darse por muerto aún. La crisis seguirá siendo profunda en el futuro próximo, y el giro pragmático dado por Bolsonaro en los últimos meses de ninguna forma puede considerarse como una realidad consolidada o definitiva.
Nuestros enemigos centrales en las calles y las urnas siguen siendo la extrema derecha genocida que ocupa el Gobierno federal y la derecha neoliberal tradicional nefasta que encontramos en los gobiernos estatales y municipales. Derrotarlos solo será posible mediante la fuerza de la movilización de los trabajadores y todos los oprimidos, en conjunto con la construcción de un proyecto político abanderado por esos sectores.
Izquierda y centro izquierda
Dentro de la izquierda política, la segunda vuelta confirmó que el Partido de los Trabajadores (PT) sigue en un peligroso declive. La victoria en las ciudades de Recife o Vitória podría haber mejorado ese resultado, pero no ocurrió.
El partido ya había sufrido una gran derrota en las elecciones municipales de 2016. La llegada de Haddad a la segunda vuelta contra Bolsonaro en 2018 y la elección de una importante bancada parlamentaria levantó esperanzas en la cúpula del PT sobre el comienzo de la remontada. Sin embargo, esto tampoco tuvo lugar.
El resultado de 2020 fue aún peor que el obtenido en 2016 y, por primera vez en décadas, el PT no obtuvo el gobierno en ninguna capital del país, incluyendo aquellas en las que controla el gobierno estatal.
Más allá de eso, el PT tuvo un resultado emblematicamente negativo en São Paulo. En la capital paulista, donde habían gobernado por tres periodos, el PT quedó en sexto lugar con poco más del 8% de los votos, y el espacio de la izquierda fue ocupado por el PSOL.
Entre las alternativas que disputan el espacio de la izquierda con el PT, la gran revelación, confirmada en la segunda vuelta, fue el crecimiento cuantitativo y cualitativo del PSOL en São Paulo y la victoria en Belém (Pará).
Esta dinámica en ascenso, confirmada en la segunda vuelta, se une al excesivo crecimiento de los grupos de regidores/as en varios municipios importantes, con un papel importante de la lucha de las mujeres, negros, negras, comunidad LGBTQI+ en el más amplio contexto de la lucha de los trabajadores.
Con ese resultado, el PSOL se convierte en un factor relevante en el escenario político de Brasil, en particular si tomamos en cuenta que el próximo período estará marcado por la continuación de la crisis económica y el agravamiento de la crisis social y sanitaria. El PSOL es una fuerza de izquierda que puede, si adopta las políticas correctas, canalizar las insatisfacciones y la voluntad de cambio que tienden a crecer.
Las alternativas burguesas de centro-izquierda con respecto al PT, en particular el PDT y el PSB (Partido Socialista Brasileño), no avanzaron de forma general en esas elecciones y casi podríamos decir que tuvieron derrotas graves en la segunda vuelta.
La victoria de João Campos del PSB en Recife (Pernambuco), con una campaña por la derecha contra Marília Arraes del PT (con apoyo del PSOL), evitó un desastre para ese partido. Del mismo modo, la apretada victoria de José Sarto del PDT en Fortaleza evitó el final del proyecto de Ciro Gomes (PDT) para las elecciones de 2022.
Llega a ser ridícula la fraseología pomposa de Ciro Gomes al tratar de reivindicar para sí mismo los grandes avances de esa elección, citando como ejemplo la victoria de los Demócratas en Salvador (Bahía) con el apoyo del PDT.
El hecho de que Gomes reivindique una alianza nacional con los Demócratas para el proceso de 2022 es solo una comprobación más de que él representa apenas otra tentativa de recomposición política de la burguesía para tratar de superar tanto al bolsonarismo como a la corriente de Luíz Inácio Lula da Silva y el PT.
Desde el punto de vista de los intereses de las y los trabajadores, Ciro Gomes no representa una alternativa real a los errores y traiciones cometidos por el PT. Se esfuerza al máximo para ganar la confianza de las élites y mostrarse como un plan B de la burguesía en caso de que las huestes del PSDB no consigan recuperarse.
El Partido Comunista del Brasil (PCdoB), siempre oscilando entre permanecer en la órbita del PT y el lulismo o desbandarse de una buena vez hacia la corriente de Ciro Gomes, acabó retrocediendo aún más en estas elecciones municipales.
En Porto Alegre, si bien Manuela D’Ávila fue derrotada, se afirmó como figura pública. Sin embargo, donde el PCdoB gobierna, como ocurre en el estado de Maranhão, el oportunismo político del gobernador Flávio Dino resultó en un desastre electoral en la capital, São Luís.
El Brasil que sale de las urnas
El Brasil emergido de la segunda vuelta no es un país que vuelve a la normalidad y estabilidad política, rechazando extremos y buscando salidas hacia el “centro”, prudentes y tibias, como tratan de convencernos los (interesados) comentaristas de la gran prensa burguesa.
El país que sale de las urnas es aquel en el que más del 30% de los electores se abstuvieron de votar o votaron en blanco o de forma nula. Es un país donde ocurrieron al menos 85 asesinatos y otras 119 agresiones contra candidatos. Un país que seguirá apilando muertos por la covid-19 por un buen tiempo, mientras millones son arrojados al desempleo y la pobreza día tras día.
Un país marcado por la inestabilidad y la crisis, donde no hay una hegemonía estable de alguna de las fuerzas políticas y la volatilidad política y el riesgo de explosión social son características fundamentales.
La postura criminal y genocida de Bolsonaro en relación con la vacunación contra el nuevo coronavirus costará muchas vidas. El fin de los apoyos de emergencia y la política económica antipopular de Paulo Guedes y Bolsonaro también costarán vidas.
El escenario no será muy diferente en relación con los gobiernos estatales y municipales y con las alternativas burguesas que son incapaces de hacer frente a Bolsonaro y atender las demandas populares en temas como salud, empleo, ingresos, educación y condiciones de vida.
En 2021 ocurrirán tensiones sociales y luchas: no existe otra posibilidad. La cuestión relevante es si esas luchas y esa tensión social serán organizadas, coordinadas y canalizadas para un proyecto político de izquierda de los trabajadores y los oprimidos.
El papel del PSOL y de la izquierda socialista
Después de las elecciones municipales, la izquierda socialista, en particular el PSOL, está muy bien ubicada para cumplir un papel decisivo para que aquello ocurra. Pero para lograrlo, en primer lugar, tendrá que rechazar la vía petista de sencillamente esperar a las elecciones de 2022.
El papel del PSOL y de los movimientos sociales combativos es el de ofrecer un camino de lucha a todas aquellas personas bajo el ataque de los patrones y los gobiernos, del bolsonarismo y de la derecha neoliberal tradicional.
La unidad en la lucha es fundamental, involucrando a todos los sectores dispuestos a apoyar la resistencia de trabajadores amenazados con despidos, servidores públicos atacados en sus derechos, la población sin acceso a la vivienda, negras y negros, mujeres, pueblos indígenas y la comunidad LGBTQI+, comunidades bajo ataque.
Esa unidad en las calles, en los sitios de trabajo, en los barrios, en el campo, en las escuelas y universidades debe volver a situar la tarea de derribar a Bolsonaro inmediatamente.
Sin embargo, junto con la construcción del máximo de unidad en la lucha, es necesario construir un programa y un proyecto político anticapitalista y socialista que sean capaces de ofrecer una alternativa global a la crisis histórica que vivimos.
Las elecciones de 2020 impulsaron el proceso de reorganización de la izquierda en Brasil. Pero será en las luchas de 2021 que ese proceso puede profundizarse y crear las condiciones para el fortalecimiento de una nueva izquierda socialista de masas en Brasil que supere los errores y traiciones del lulo-petismo y de la vieja izquierda.
¡Todos y todas a la tercera vuelta de las luchas!
¡Fuera Bolsonaro, Mourão y la agenda autoritaria y neoliberal!
¡Construir una alternativa de izquierda anticapitalista y socialista para Brasil!