Argentina: Guernica, desalojo a familias sin techo.

“El gobierno les demostró a los ricos que los va a seguir ayudando” Norita Cortiñas, Abuelas de Plaza de Mayo (Línea Fundadora).

Escrito por Marcos Ariel, simpatizante de ASI en Argentina.

Indignación e ira, mucha ira, generan las imágenes del brutal desalojo a las más de 1400 familias que, sin un techo donde vivir, ocuparon un terreno baldío en la localidad de Guernica, Provincia de Buenos Aires. Privados de toda propiedad ahí montaron sus precarias casillas. Las armaron como pudieron, con chapas, cartón y naylon. Los más afortunados con algunas maderas. Ahí soportaron el frío de las noches del invierno y las lluvias de la primavera. Se aferraron como a sus sueños a un pedacito de tierra, minúsculo, pero que les permitiera pensar en un futuro para sus hijos. Con la solidaridad de las agrupaciones de izquierda y de derechos humanos lograron resistir 100 días de asedio por parte de un estado que estuvo ausente cuando, en medio de la pandemia, se quedaron sin trabajo y sin vivienda. Pero que sí estaba presente todas las noches sobrevolando el predio con sus helicópteros para no dejarlos dormir. Y, durante el día con sus patrulleros apostados en los ingresos para requisar, detener e infundir el miedo a todo aquel que quisiera acercar su solidaridad. También se hizo presente con sus ministros y políticos, como el Ministro de desarrollo social Andrés Larroque (militante de La Cámpora, agrupación política del hijo de la presidenta y jefe del bloque de diputados peronistas, Máximo Kirchner) que montaron una farsa de negociación para dividir al cuerpo de delegados de la toma y tratar de ganarse la opinión pública con una campaña macartista contra la izquierda y las familias acusándolos de estar armados y de ser un pequeño grupo de ocupantes. 

En medio de toda esta terrible presión, esas familias resistieron. Se atrevieron a recuperar un espacio abandonado y se organizaron, dividiendo la tierra para que nadie se quedara sin un lugar. Montaron comedores comunitarios. Y, con la solidaridad de profesionales y estudiantes, armaron una posta sanitaria y dieron clases a los niños y niñas. También se formó una comisión de mujeres, muchas de ellas llegaron al predio escapando de la violencia machista en sus hogares. Fueron “el mal ejemplo” que la burguesía no puede permitir.

Desalojo de la policía de Guernica el pasado 29 de octubre

Guernica, un botón de muestra de lo que se viene.

Los ocupantes de Guernica son las primeras víctimas de una crisis que está en sus inicios. El 90% eran familias que en medio de la pandemia se quedaron sin trabajo primero y sin hogar después, al no poder hacer frente al pago de un alquiler. 

La respuesta del gobierno fue enviar durante la madrugada a 4000 policías al mando del Ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires (hombre de confianza del gobernador Kicilof y de la vicepresidenta Cristina Kirchner), Sergio Berni para que, con topadoras tiraran abajo las casitas, y luego les prendieran fuego. Sin siquiera tiempo de recoger sus escasas pertenecías, muchos terminaron de perder lo poco (poquísimo) que tenían. Y, como si con esto no bastara, desataron una cacería en los barrios aledaños deteniendo a 35 personas, que horas después fueron liberadas por la movilización y presión que se realizó. 

Con este despreciable acto, el gobierno de Alberto Fernández confirma, ante los ojos de millones el rumbo que tomó desde el inicio de su mandato: proteger la ganancia de los ricos y que la crisis la paguen los pobres. Así, apenas asumió recortó las jubilaciones. En plena emergencia sanitaria les pagó millones de dólares a los buitres. Cedió a todos los requerimientos de la derecha y del poder concentrado, subsidiando a las grandes empresas, dando marcha atrás con la expropiación de la exportadora de cereales Vicentin, les recortó impuestos a la megamineria y al agronegocio. Y, mientras en la madrugada desalojaban la toma de Guernica, en el congreso con la anuencia de los diputados de Macri, votaban el presupuesto 2021 hecho a medida del FMI. Ah… y el tan promocionado proyecto de ley de “impuesto a las fortunas”, duerme en algún cajón del congreso.

El desalojo también es el gesto que ofrecen a la derecha y a los grandes empresarios para hacer el gran acuerdo nacional que Crisitina Kirchner hizo público esta semana. El mensaje es: garantizaremos su propiedad privada, así sea a los golpes. Para eso sostienen en el poder a fascistoides como el ministro Berni. Para eso el día después del desalojo el presidente Fernández en una entrega de más vehículos a la policía, dio su apoyo público a la represión. 

Los voceros de la derecha más rancia festejaban a través de sus medios de comunicación, el restablecimiento de la sacrosanta propiedad privada. Hasta la iglesia católica condenó… las ocupaciones, culpando a las víctimas de este sistema de generar violencia. 

Como dijo la referente de abuelas de plaza de mayo (Linea Fundadora) Norita Cortiñas: “El gobierno les demostró a los ricos que los va a seguir ayudando”

Desalojo de la policía de Guernica el pasado 29 de octubre

La lucha por tierra para vivir recién comienza. 

Los pobres desafiaron la institucionalidad burguesa que defiende con uñas y dientes la propiedad privada de la tierra. Habrá cada vez más Guernicas porque, lamentablemente la crisis  dejará más gente sin techo, y también veremos más mano dura por parte del gobierno. Pero las necesidades sociales no se solucionan con represión. Por eso hay que seguir apoyando con la movilización a las familias desalojadas, exigiendo el derecho a la vivienda digna. 

Pero al mismo tiempo a quienes ven con indignación que el gobierno cruzó una línea de no retorno y se sienten defraudados, les decimos que este modelo político de ceder a la derecha y defender a los ricos no va más. Que hace falta construir un nuevo proyecto político que incluya a todas, todos y todes los que queremos un modelo de país al servicio de las mayorías populares. Un proyecto político unitario, sin sectarismos ni verdades reveladas. Que consideramos debe ser anticapitalistalista, feminista y de defensa del medio ambiente. Necesitamos una alternativa política de izquierda que con un programa que dé respuesta a los problemas de fondo sirva para impulsar la movilización popular y para que la crisis no la pague la clase trabajadora.