Una victoria en la lucha contra el glifosato
El pasado 13 de febrero se emitió un decreto por el Diario Oficial de la Federación el cual prohíbe el uso de glifosato y maíz transgénico para fines de alimentación humana. Aunque este decreto es una victoria en la lucha para erradicar el uso de glifosato y contra los agrotóxicos, el lobby internacional que frena los esfuerzos agroecológicos en el país aún está por ser derrotado.
Escrito por Freddy Fernández, Alternativa Socialista México
El glifosato es un herbicida comercial señalado por la Organización Mundial de la Salud como cancerígeno en humanos, causante de serios daños al medio ambiente y principal sospechoso en la desaparición de polinizadores como abejas y colibríes a nivel mundial. Los herbicidas como este no son de uso general pues de la mano de estos potentes herbicidas las grandes agroempresas internacionales desarrollan semillas modificadas genéticamente para ser resistentes específicamente a estos herbicidas.
Es por eso que el lobby de agrotóxicos liderado por Bayer-Monsanto se ha articulado tan decididamente para detener su prohibición. El glifosato, que ya ha sido prohibido en la mitad de la Unión Europea y Argentina, ocupa el primer lugar en importaciones de agroquímicos en México. Tomando en cuenta que es una industria de más de 5 mil millones de dólares, el lobby de agronegocios ha encontrado a más de 41 aliados en el país, entre ellos altos funcionarios como el ex jefe de la Oficina de Presidencia Alfonso Romo; el secretario de Agricultura y Desarrollo Social Víctor Villalobos; el ex consejero jurídico del Ejecutivo federal Julio Scherer, así como asociaciones, cámaras empresariales y empresas agroquímicas, todos movilizados para aplastar al movimiento agroecológico que ahora tiene sus ojos sobre México.
Escaleras y serpientes con decretos y el T-MEC
A pesar de la importancia de este decreto, sería un error pensar que es la estocada final al gigante de Monsanto-Bayer en la guerra a favor del agroecológismo. El decreto publicado el 13 de febrero del 2023 en realidad es una enmienda a una serie de decretos hechos en el 2020. En dichos documentos se propusieron estudios que se alejaban de la prohibición del glifosato aunque originalmente esta iniciativa se propuso tras una serie de estudios y análisis realizados por el grupo intersecretarial Gisamac. Fue entonces que la organización financiada por este lobby agroquímico CropLife America lanzó una campaña en Estados Unidos con senadores y congresistas en la mira para presionar a México por su posición contra el glifosato mediante el T-MEC.
En este contexto es que se publicó el decreto del 13 de febrero del 2023. Buscando aclarar que la prohibición de maíz transgénico y el glifosato solo aplica para el sector alimenticio humano, sector en el que México es soberano. Producimos más maíz blanco usado para consumo humano. Pero los sectores industriales o de forrajes, cedieron estos al agronegocio internacional y a la presión del lobby Bayer-Monsanto.
La limitada embestida del grupo intersecretarial Gisamac y el gobierno de Lopez Obrador contra el lobby agrotóxico internacional, aunque tímida, representa un freno temporal a los intereses de las multinacionales como Bayer-Monsanto. Aunque es importante ser conscientes de que las transnacionales están más que preparadas para resistir cualquier esfuerzo que busque poner el bien del planeta por encima de sus ganancias. Por ello es que más allá de confiar en que es posible detenerles con decretos y por buena voluntad del gobierno en turno, la lección principal que necesitamos sacar es la de la necesidad de construir un movimiento ambientalista fuerte, combativo y con un programa socialista. Necesitamos construir un movimiento que sea capaz de responder a las ofensivas de las multinacionales y de presionar en las calles para que se tomen medidas que efectivamente prevengan el uso de productos como el glifosato.
Si queremos ser serios frente a la amenaza del colapso ambiental debemos tomar las experiencias de la lucha contra el glifosato y usarlas para librar las batallas contra el capitalismo en nombre del medio ambiente y de las y los trabajadores. Debemos estar preparados para contrarrestar el lobbying, los intereses promovidos desde las cúpulas políticas, los grandes medios de comunicación y las grandes multinacionales. Necesitamos entender que mientras no luchemos contra todo el sistema en su conjunto y nos limitemos a luchar contra una u otra cara del mismo, no podremos ganar la batalla contra los responsables del cambio climático.