Reinstalación de la profesora Daniela Muñoz

¡Basta de transfobia!

Escrito por Rosa, Feminismo Socialista México.

El pasado 5 de marzo de este año, como parte del fervor generado por las movilizaciones del movimiento feminista en México, las estudiantes de la Universidad La Salle México colocaron un “tendedero” en donde se encargaron de exponer las situaciones de violencia y acoso del que han sido víctimas dentro de la institución y en donde fueron señalados varios alumnos, profesores de Licenciatura y Preparatoria y las propias autoridades de la universidad.

Dentro de estas denuncias se encontraba la de la profesora Daniela Jiménez, quien señalaba el hostigamiento de las autoridades de la universidad hacia su persona por el hecho de ser una mujer trans, haciendo especial énfasis en que el propio rector, el Hermano Enrique Alejandro González Álvarez, era quien promovía estas actitudes.

Daniela, quien ingresó en 2015 a la plantilla docente de la universidad, denuncia que cuando comenzó su transición en 2017 el rector de la institución se le había acercado para comentarle que esa no era la imagen de un doctor y que, a partir de ese incidente, habría comenzado a ser relegada al asignarle cada vez menos grupos en los que impartir clase. Esta situación continuó hasta que eventualmente no le fue asignado ningún grupo, intuyendo que había sido despedida aunque no había recibido notificación ni liquidación por parte de La Salle. 

Ella decidió actuar y denunciar un claro acto de transfobia por parte de las autoridades, ante esto la universidad le volvió a asignar grupos y le pidió que olvidara el tema de la discriminación y lo tomara como un simple malentendido. La profesora comenta sobre esto último que “por amor a mi casa de estudios lo hice, olvidé todo, pero ahora entiendo que hice mal”. 

Si bien fue reincorporada plenamente a la planilla docente y le fueron asignados grupos nuevamente, Daniela comenta que los actos de hostigamiento e intentos de invisibilizar su presencia en la institución continuaron, por lo que acudió a pedir explicaciones a sus dos jefas directas, a lo que le contestaron que no podían mostrar su imagen tan rápido ya que no era lo indicado, a la par le que confesaron que eran instrucciones del rector y que de no seguirlas ambas estaban en riesgo de perder sus empleos.

La complicada situación de transfobia de la que Daniela era objeto continuó hasta que el pasado martes 30 de junio la universidad le notificó que había sido despedida. Esto a pesar de que la propia institución educativa había notificado previamente que, en el contexto de la pandemia del Covid-19, no llevaría a cabo el despido de ningún miembro de la planilla docente. La Salle justificó esta decisión en el hecho de que la profesora únicamente impartía clases en un grupo -situación que ellos mismos habían provocado-, por lo que ante la disminución de la matrícula estudiantil, derivada de la crisis sanitaria y económica, habían decidido recortar a los profesores con pocos grupos.

Muñoz denunció a través de sus redes sociales este nuevo acto de discriminación, el cual estaba tratando de ser encubierto en una decisión plenamente laboral. A su denuncia, y la exigencia de justicia, se sumó un sector importante de la comunidad universitaria, teniendo un rol muy destacado el colectivo feminista de la universidad, “Las Brujas de Reims”. Ellas ayudaron a visibilizar el problema en redes sociales, posicionando el hashtag #LaSalleTransfóbica como parte de las tendencias en Twitter y realizando varias publicaciones relatando los hechos, factor que ayudó a que varios medios de comunicación importantes decidieran reportar sobre el tema.

Este caso nos hace evidentes dos cosas. Si le creemos a la universidad cuando excusa el despido de Daniela Muñoz en un asunto laboral, nos habla del incumplimiento de la promesa de la institución de ayudar a sus docentes en el contexto de la crisis económica y sanitaria generada por el Covid-19 y de una toma de decisiones donde, en lugar de redistribuir el número de grupos entre el total de profesores, se opta por afectar a los sectores más vulnerables de la planilla docente. Por otro lado, si clasificamos los hechos como lo que son, un evidente acto de discriminación, nos deja ver una realidad muy patente en la sociedad mexicana, la transfobia. 

La situación no sólo ha evidenciado que los valores humanistas que la Universidad La Salle dice inculcar en sus alumnos y el lema de la institución, Indivisa Manent (Lo que está unido permanece) muchas veces queda únicamente en el papel. También deja claro que el Comité Estudiantil para la Igualdad de Género y el Protocolo para la Prevención y Atención de casos de Discriminación, Acoso y Violencia en Razón de Género -mecanismos adoptados como respuesta a la presión ejercida por el movimiento feminista de la universidad- parecieran medidas implementadas, más que por una preocupación genuina por erradicar conductas discriminatorias, para apaciguar un movimiento que comenzaba a ganar mucha fuerza dentro de la comunidad lasallista. 

Así mismo es de resaltar la respuesta del propio Consejo Universitario Estudiantil, la cual brilló por su falta de decisión, ya que se limitó únicamente a condenar los actos de discriminación, sin realizar alguna exigencia concreta o al menos hacer énfasis en que habían sido las propias autoridades, especialmente el rector, quienes eran señaladas como los responsables. Caso contrario fueron los posicionamientos tanto de “Las Brujas de Reims” como de un conjunto de colectivos que representan y defienden a la comunidad LGBT+ en otros centros universitarios, en ambos casos las peticiones eran claras: La reincorporación de Daniela Muñoz en la planilla docente, una disculpa pública por parte de las autoridades y la destitución del rector, Enrique González Álvarez. Luego de una semana la universidad no ha dado respuesta, dejando en claro su desinterés por el tema.

El despido de Daniela Muñoz se dio no sólo en el contexto del mes de la diversidad, cuando la comunidad LGBT+ celebra lo que se ha avanzado en la lucha por el reconocimiento de sus derechos y recuerda que aún queda mucho por caminar en este largo trayecto, sino que también se da unas semanas después del transfeminicidio de la doctora María Elizabeth Montaño, mujer trans y activista por los derechos de la comunidad sexodiversa. Y si bien ambos eventos nos parecerían muy distantes uno del otro, la realidad es que la normalización y reproducción de conductas y discursos que atenten contra la integridad de las personas, como lo es transfobia, dan pie a crímenes de odio, los cuales continúan arrebatando vidas. No nos confundamos, entre ambos casos mencionados únicamente hay una diferencia en la forma y la intensidad con que se ejerce la violencia contra la comunidad trans.

Vale la pena recordar que nuestro país es el segundo país a nivel mundial con mayor número de asesinatos de personas trans, sólo por detrás de Brasil. Hay que hacer hincapié en que el promedio de vida de una mujer trans en México es de 35 años. Estos dos aterradores datos nos permiten visibilizar la magnitud del problema en nuestro país y hacen evidente la necesidad de comenzar a tomar acciones serias para erradicar estos discursos que normalizan o justifican la discriminación por razones de género, orientación e identidad sexual.

Desde Alternativa Socialista México nos sumamos a las exigencias de justicia y castigo para las autoridades señaladas por actos de transfobia en la Universidad La Salle ¡Porque las vidas trans importan! Por todas y todos quienes hoy no pueden caminar junto a nosotros. Porque la diversidad existe y resiste

¡Justicia para Daniela! ¡Reinstalación de la profesora Muñoz!