Nueva Guerra Fría: Los belicistas crean una situación peligrosa en Ucrania

La unidad de los trabajadores es esencial para luchar contra la guerra

Escrito por Sotsialisticheskaya Alternativa, ASI en Rusia y Ucrania

Terremotos políticos y económicos están siendo gestados globalmente a medida que las fuerzas de los imperialismos estadounidense y chino pasan de un estado de cooperación a uno de competencia abierta. A medida que estas fuerzas se encuentran, las ondas de choque se multiplican por el mundo desorganizado, perturbando y reorganizando las relaciones entre las diferentes potencias imperialistas. El epicentro de esa ruptura actualmente es Ucrania.

Aunque ambos lados afirmen que no quieren un conflicto, el imperialismo estadounidense y el ruso están enfrentándose uno al otro, haciendo que la histeria de guerra alcance un nivel tal que la ley de las consecuencias no intencionales pueda intervenir para desencadenar una guerra caliente, cuya escala potencial no habrá sido vista en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. En medio de todo esto, el pueblo ucraniano está siendo tratado como peones en un tablero cuyo destino es decidido por fuerzas fuera de su control. Mientras tanto, los trabajadores y los pobres de Ucrania y de los países imperialistas son los que perderán sus vidas, sus casas y sus medios de subsistencia como consecuencia de esta guerra innecesaria.

Alternativa Socialista Internacional se opone por completo a los planes de los buitres imperialistas, y convoca a un movimiento antiguerra de masas basado en la solidaridad entre los trabajadores de Ucrania, de los Estados Unidos y de Rusia.

En la propia Ucrania, los belicistas están enfatizando que la invasión es inminente. El ex jefe de las Fuerzas Especiales de Ucrania, Sergei Krivonos, afirma a la televisión que se están elaborando planes para transportar miles de paracaidistas rusos a los aeropuertos alrededor de Kiev con el fin de conquistar la ciudad. El expresidente Poroshenko calcula que el ataque consistirá en misiles balísticos “Iskander” disparados desde el mar y por encima de la frontera, con el objetivo de destruir las principales instalaciones del país. El presidente Zelenski ve a los invasores entrando con tanques a través de Jarkov.. Testigos oculares relatan que los aeropuertos de carga en Ucrania están experimentando un aumento sólido de vuelos, mientras que en los parques de las ciudades, fuerzas de voluntarios reciben entrenamiento para entrar en combate.

Durante el último día, quizás para calmar a la población, voces más moderadas se levantaron en Kiev. Después de la evacuación mediática de las familias de diplomáticos estadounidenses, británicos y australianos de Kiev, fue convocada una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania. En la rueda de prensa, su secretario, Aleksei Danilov, declaró:

“No vemos hoy ninguna base para confirmar una invasión en larga escala. Es imposible que eso ocurra, incluso físicamente… Hoy podemos ver (en las fronteras ucranianas) cerca de 109,000 soldados. Vemos entre 10,000 y 11,000 de los llamados “convoyes”, fuerzas de escolta. Si nuestros aliados piensan que esto significa un gran aumento en el número de tropas, para nosotros no es ninguna novedad. Un aumento de entre 2,000 y 3,000 efectivos no es crítico”.

Aleksei Danilov

También en ICTV, el Ministro de Defensa ucraniano, Aleksei Reznikov, declaró lo siguiente:

“Hoy, en el momento actual, no se ha formado ninguna fuerza de ataque por parte de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, lo que confirma que no están planeando un ataque inminente”.

Aleksei Reznikov

Comparó la situación con la de abril del año pasado, añadiendo que no le da mucha importancia a la idea de que un ataque ocurrirá el día 20 de febrero.

No a la intervención imperialista

Las potencias extranjeras, mientras tanto, continúan elevando la temperatura. Desde Occidente, los países bálticos, Reino Unido, Canadá y Turquía están obteniendo armamento y movilizando pequeños contingentes de tropas con motivos de “entrenamiento”. El Pentágono, de acuerdo con el New York Times, tiene preparados planes para mandar basta 50,000 efectivos a Europa Oriental, lo cual se suma a los 8,500 soldados que fueron colocados en “alerta elevada”.

En Rusia, sin embargo, la información es más difícil de obtener. Es evidente que hay un aumento significativo de las actividades militares. El arsenal está siendo movilizado, ejercicios conjuntos entre Rusia y su vecina Bielorrusia con el uso de artillería están siendo realizados a 40 kilómetros de la frontera ucraniana. Se anunció la realización de ejercicios navales que involucran 140 navíos en todos los mares que rodean a Rusia, desde el océano Pacífico hasta el mar Negro. Naves tanto de las potencias occidentales como de Rusia se están desplazando hacia el Mediterráneo y el mar Negro.

Las negociaciones en todos los tipos de formatos continúan; sin embargo, hasta el momento no se ha realizado ningún avance.

Escenarios posibles

Una invasión total de Ucrania por parte de las tropas rusas es la opción menos probable en esta situación. Eso no impide que los belicistas occidentales hablen como si dicha invasión fuese inminente. El Instituto para el Estudio de la Guerra, que se presenta como una “organización no partidista, sin fines de lucro, de investigación de políticas públicas”, un think tank empeñado en ayudar a los Estados Unidos a alcanzar sus objetivos estratégicos, distribuyó ampliamente su mapa de “Planes potenciales para una invasión total de Ucrania”.

De acuerdo con esta visión, Rusia atacará desde Crimea y desde las no reconocidas repúblicas de Donetsk y Lugansk (DNR / LNR9 para dividir a las fuerzas ucranianas. Las fuerzas mecanizadas avanzarán entonces desde el noreste para cercar Kiev, Dnipropetrovsk y Jarkov – tres ciudades con una población combinada de más de cinco millones de habitantes. Posteriormente, fuerzas navales o tropas enviadas por vía aérea hacia Transnistria (que reivindica su independencia de Moldavia), invadirán desde el oeste para capturar Odessa y la costa del mar Negro. Más tropas entrarán por Bielorrusia en el norte, atravesando en el proceso los territorios con residuos radioactivos alrededor de Chernóbil.

Si Rusia llegara a invadir de esta forma, los costos humanitarios serían inimaginables. Con una población dos veces más grande que la de la antigua Yugoslavia, que se destruyó por medio de guerras interétnicas a inicios de los años 90, dejando tras de sí 140,000 muertos y cuatro millones de refugiados, una ocupación de Ucrania podría dejar cientos de miles de muertos y varios millones de refugiados. Con toda probabilidad, tal conflicto arrastraría a los vecinos países bálticos y a Polonia.

¿Es este un escenario probable?

Dada la volatilidad de la región, con revueltas populares recientes en Bielorrusia o en Kazajistán, la guerra en Nagorno-Karabaj y las protestas masivas en Rusia, Georgia y Armenia, la agresiva política exterior de Biden y las políticas autoritarias y expansionistas del Kremlin, nada puede ser descartado. Sin embargo, como Clausewitz señalaba, “la guerra es la política por otros medios”. Lo que determinará los acontecimientos será el resultado de la lucha política – entre las potencias imperialistas, así como al interior de los países involucrados.

El conflicto puede incluso estar relacionado con el destino de Ucrania, pero demuestra el gran cinismo de las potencias imperialistas que, en la primera semana de negociaciones, las cuales comenzaron con diplomáticos estadounidenses y rusos cenando juntos en Ginebra, ni siquiera invitaron a Ucrania. Después de tres semanas, ninguna solución se ha dado como resultado de las negociaciones.

La Federación Rusa se apega a aquello que llama sus “líneas rojas”: la OTAN no debe expandirse aún más en Europa Oriental, las adhesiones de Ucrania y Georgia nunca deberán ser autorizadas, y las armas de la OTAN no deben ubicarse en las fronteras rusas.

Los Estados Unidos, por su parte, insisten de forma arrogante en que cualquier país que lo desee podrá unirse a la alianza. Desde ese momento, varios países de la OTAN han enviado armas a los ucranianos, mientras que la propia OTAN está mandando más navíos y aviones a Europa Orienta. Ucrania está siendo sacrificada como el escenario de una guerra buscada por las potencias imperialistas.

Todo el proceso está acompañado por peligrosos discursos de tipo bélico. El imperialismo occidental, relatado de forma leal por las grandes corporaciones mediáticas, no conoce fronteras. Anthony Blinken, secretario de Estado estadounidense, antes de su reunión con su homólogo ruso Sergei Lavrov, comentó que Rusia tiene un

largo historial de comportamiento agresivo. Esto incluyó invadir Georgia en 2008 y anexarse Crimea en 2014, además de “entrenar, armar y liderar” una rebelión separatista en el este de Ucrania.

Como es claro, Blinken omitió omitir que, en las dos últimas décadas, los Estados Unidos bombardearon Belgrado, invadieron Afganistán e Iraq, realizaron numerosas intervenciones en Siria, Libia, Yemen y en numerosas partes de África.

Aunque relativamente moderada si es comparada con la propaganda extrema durante la anexión de Crimea hace ocho años, los medios rusos normalmente retoman relatos de provocaciones siendo planeadas por las fuerzas ucranianas contra las “repúblicas” de Donetsk y Lugansk. Como siempre, es el “Partido Comunista” el que está cantando más alto en el coro de los belicistas. Están reivindicando que la Duma reconozca oficialmente a dichos gobiernos de facto. Aún el propio portavoz del Kremlin advierte que eso sería visto como la agresión de la que Occidente está alertando. Finalmente, Biden afirmó que cualquier tentativa de las fuerzas rusas por cruzar la frontera sería vista como “una invasión”. Al atrasar la aprobación de la propuesta, las figuras pro rusas sugieren que afecta el “Plan B” del país – no dicen de forma clara en qué consiste el “Plan A”, pero se piensa que significa la conclusión exitosa de las negociaciones.

Expansión de OTAN

Putin frecuentemente se refiere a la promesa hecha por el imperialismo estadounidense al ex líder soviético Mijaíl Gorbachov en febrero de 1990, con la cual, si el ejército soviético se retiraba de Alemania del Este y esta se integrara a la OTAN dentro de la nueva Alemania unificada, entonces la OTAN no se extendería más hacia el este. Desde entonces, la OTAN se expandió más de 800 km hasta la frontera entre Rusia y los países bálticos. Parte de Rusia, el enclave de Kaliningrado está cercado en todas las fronteras terrestres por países miembro de la alianza atlántica. En 2008, en su cumbre en Bucarest, la OTAN firmó un acuerdo de alianza con Georgia y Ucrania, con el objetivo final de su adhesión. Si ambos países se integraran, eso significaría que las fuerzas de la OTAN se extenderían por más de 4,000 km de las fronteras de Rusia.

Actualmente, los ejercicios anuales “Defender Europa” involucraron 28,000 soldados en 2021. Dichas tropas fueron movilizadas, según el Jefe del Ejército estadounidense en Europa y África, el general Chris Cavoli,

hacia áreas operacionales en toda Europa, incluyendo Alemania, Polonia, los países bálticos, otras naciones del este europeo, los países nórdicos y Georgia.

Estos ejercicios son apenas una parte de las actividades de las potencias occidentales en la región. 5,000 tropas, 32 navíos y 40 aeronaves participaron en los ejercicios “Brisa del Mar” durante el verano pasado en el mar Negro.

Esto es parte de la continua polarización del mundo entre los diferentes intereses imperialistas. La administración Biden ciertamente ve a China como el principal contrincante de los Estados Unidos, y viene construyendo alianzas con determinación, preparándose para desafiarla globalmente. Al mismo tiempo, llama a Rusia la “mayor amenaza”, debido a la forma en que usa su poderío militar para interferir en la expansión de los intereses estadounidenses en otros lugares, y por ayudar a fomentar la división entre los aliados de los Estados Unidos. Rusia detuvo los planes norteamericanos de destruir a al-Assad en Siria, y también intervino en Libia. Los intereses occidentales fueron limitados en la República Centroafricana y en Malí, donde fueron sustituidos por mercenarios rusos.

Unión Europea, al margen

Estos eventos marcaron solo un paso más en la degradación de las relaciones entre los Estados Unidos y Europa. La creación de la alianza AUKUS y la súbita partida de Afganistán, como observó un comentarista, confirmaron eso:

“los chinos en la Casa Blanca están al mando. Y no tienen una apreciación particular sobre la utilidad de la alianza con la Unión Europea en asuntos que importan a los Estados Unidos”.

 La Unión Europea (UE) tampoco fue invitada a las negociaciones del tema ucraniano, a excepción de los miembros individuales de la OTAN.

Lo anterior refleja parcialmente la división dentro de la propia UE. El Kremlin viene sembrando, desde hace varios años, el apoyo a fuerzas populistas de derecha, especialmente en Italia, Francia y Austria, mientras que después de la crisis de 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea y se establecieron las “repúblicas” de Donetsk y Lugansk, Francia y Alemania siguieron su propio camino, buscando resolver la cuestión en lo que se conoció como el formato Normandía, responsable de las negociaciones de Minsk. También Polonia, previamente en conflicto con Bruselas sobre la primacía de las leyes europeas por encima de la Constitución polaca, está descontenta por la falta de firmeza de la UE en este conflicto.

Los Estados Unidos quieren sostener un enfoque unificado con la UE para implementar sanciones. Parece que hay un acuerdo sobre sanciones contra figuras destacadas del régimen ruso, incluyendo posiblemente al propio Putin. Sin embargo, Francia acaba de asumir la presidencia de la UE por seis meses. Macron declaró explícitamente que las sanciones contra Rusia no funcionan, mientras que otros miembros de la Unión difieren sobre el verdadero alcance de las sanciones. La que más aceptación parece tener es suspender la participación de la economía rusa en el sistema de información bancaria conocido como SWIFT.

Más controvertido es el destino del gasoducto Nord Stream 2. Se espera que la producción de gas natural de Reino Unido, Holanda y Noruega caiga en los próximos años, en el momento justo en que se espera que la demanda aumente, pues es vista como una fuente de energía más limpia. Para abordar ese tema, Rusia construyó un nuevo gasoducto, el Nord Stream 2, bajo las aguas del mar Báltico, permitiendo que el gas sea canalizado directamente hacia Alemania. Además, tiene el beneficio adicional de privar a Ucrania de la renta que hasta ahora obtiene con el flujo de gas hacia Europa.

El gasoducto fue llenado con el primer gas a fines de diciembre y ahora está esperando que las autoridades alemanas emitan la certificación final para que pueda comenzar sus operaciones. Un cuarto del petróleo de la UE y más del 40% de su gas vienen actualmente de Rusia, y se piensa que solo el Nord Stream 2 tiene la capacidad de proveer un tercio de las futuras necesidades de gas de la UE. Sanciones contra el gasoducto significarían un serio debilitamiento de la economía, particularmente en un momento en que los precios de la energía están subiendo.

Esta es la razón por la cual los Estados Unidos encontraron resistencia para bloquear el Nord Stream 2. La recién formada coalición alemana de “semáforo” (conformada por la socialdemocracia, los liberales y el partido verde) entro en su primer gran crisis por esta cuestión. El canciller Olaf Scholz, perteneciente al Partido Socialdemócrata, se opone públicamente a las sanciones contra el Nord Stream 2, un reflejo de los intereses de la élite empresarial alemana. Merkel apoyó el proyecto, y el ex canciller Gerhard Schröder es el presidente del Comité de Accionistas del Nord Stream 2. Mientras tanto, la ministra de Relaciones Exteriores alemana, Annalena Baerbock, miembro de Los Verdes, defiende las sanciones. Ella lo explica como una “política exterior feminista”, aún cuando las sanciones y la guerra que resultasen de esa política serían un gran revés para las mujeres de Ucrania y Rusia.

Otro jugador en este peligroso juego de guerra es Turquía, también miembro de la OTAN. Erdogan sugirió que su país puede actuar como anfitrión de las negociaciones entre Rusia y Ucrania, obviamente perdiendo la ironía cuando criticó a Rusia diciendo:

“No pueden lidiar con estos asuntos diciendo ‘Voy a invadir alguna cosa, voy a tomarlo’”.

Turquía y Rusia tienen una relación mejor descrita como de rivalidad cooperativa, a veces concordando en sus críticas a los Estados Unidos, en otros momentos de abierto conflicto, como en el asunto de Siria. Después de la reciente guerra en Nagorno-Karabaj, cuando Azerbaiyán obtuvo un gran apoyo turco, Erdogan se manifestó públicamente a favor de la reivindicación de Kiev sobre Crimea. Una fábrica cercana a la capital ucraniana comenzó a producir drones diseñados en Turquía, que ya fueron usados al este del país.

Las relaciones entre los Estados Unidos y Turquía están en uno de los niveles más bajos de la historia reciente. La compra de misiles rusos por el gobierno de Erdogan en 2019 llevó a sanciones por parte de los estadounidenses. Ahora el país quiere comprar cazas estadounidenses para modernizar su fuerza aérea. Una parte de la élite norteamericana aún ve a Ankara como un aliado potencial contra Rusia, por lo que cierra los ojos ante el peligro de un colapso en la economía turca, el crecimiento del autoritarismo y los desacuerdos anteriores por miedo de cortar completamente las relaciones y dejar a Turquía mucho más cercana del eje China-Rusia.

Los planes del Kremlin

Consciente de que la guerra fría en curso, con toda probabilidad, aproximará al Kremlin con el régimen chino, Biden tiene interés en debilitar una fuerza militar tan significativa, dándole un golpe duro antes de que tal unión gane demasiada potencia. Las declaraciones de la Casa Branca sobre que esto último es auxiliar de su política de “promover una acción colectiva global para impulsar la democracia” han sido desenmascaradas por la prensa al apoyar las brutales acciones del gobierno de Kazajistán.

En un artículo publicado por el Kremlin a mediados de 2019, Putin justifica su creencia de que Ucrania forma parte de Rusia, refiriéndose, entre otras cosas, a lo siguiente:

“La elección espiritual hecha por San Vladimir (…) el trono de Kiev que ocupaba una posición dominante en la antigua Rus (…) la costumbre desde finales del siglo IX (…) el Relato de los Años Pasados (…) las palabras de Oleg, el Profeta, sobre Kiev: ‘que sea la madre de todas las ciudades rusas’”.

Vladimir Putin “Sobre la histórica unidad de rusos y ucranianos”

Al aproximarse a los tiempos modernos, Putin ataca a los bolcheviques de Lenin por permitir que el pueblo ucraniano decidiera por sí mismo su propio destino, diciendo esto:

“El derecho de las repúblicas para separarse libremente de la Unión fue incluido en el texto de la Declaración sobre la Creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y, posteriormente, en la Constitución soviética de 1924. Al hacer esto, los autores plantaron en los cimientos de nuestro Estado la más peligrosa de las bombas de relojería, que explotó en el momento en que el mecanismo de seguridad proporcionado por el papel de liderazgo del Partido Comunista se fue”.

Vladimir Putin “Sobre la histórica unidad de rusos y ucranianos”

Estas citas, por sí solas, desmienten cualquier sugerencia de que Putin quiera restaurar la Unión Soviética, o como hacen algunos sectores de la izquierda, para justificar el apoyo a Rusia como un régimen más progresista. Él se inspira en el antiguo imperio ruso, hablando constantemente de una unión, usando la antigua terminología zarista, de Bielorrusia, Rusia Menor (norte y occidente de Ucrania), Nueva Rusia (Moldavia y el sur de Ucrania) y Crimea.

Ni en dicho artículo, ni en la recientemente publicada Estrategia de Seguridad Nacional, el Kremlin propone una intervención directa para tomar cualquiera de estas áreas. Sin embargo, los comentaristas hablan de los “cisnes negros”: eventos inesperados que ofrecen oportunidades de acción. En 2014, el Kremlin usó los eventos en torno al Euromaidán para invadir Crimea y establecer una posición en el oriente de Ucrania. Desde ese entonces, el conflicto militar ha continuado y se ha llevado más de 14,000 vidas.

En los últimos dos años aparecieron otros “cisnes negros”. La revuelta en Bielorrusia, llevada al fracaso por la oposición liberal, llevó al régimen bielorruso de vuelta a la órbita del Kremlin. La guerra en Nagorno-Karabaj permitió a Turquía intensificar su presencia en Azerbaiyán a expensas de los rusos, pero permitió que el Kremlin tomara un control más firme sobre Armenia. La revuelta en Kazajistán vio cómo el régimen de Nazarbayev se alejaba de la estrategia “multipolar” de equilibrio entre Rusia, China y los Estados Unidos, ya que Tokayev se volvió dependiente de las fuerzas rusas como apoyo de su régimen.

Sin embargo, la nueva Estrategia de Seguridad Nacional rusa, publicada el año pasado, es mucho más asertiva. De acuerdo con el director del Centro Carnegie de Moscú, la estrategia anterior, escrita en 2015, trataba de una época diferente:

“En aquella época, las relaciones con Occidente ya se habían deteriorado drásticamente como resultado de la crisis ucraniana, pero aún se consideraba su estado como salvable; gran parte de la fraseología liberal heredada de los años 90 aún estaba en uso; y el mundo aún parecía más o menos unificado. La versión actual (…) es un manifiesto para una época diferente: una definida por la confrontación cada vez más intensa con los Estados Unidos y sus aliados; un retorno a los valores tradicionales rusos”.

Sin duda, es verdad que el tono y los ultimátums del Kremlin se volvieron mucho más agresivos.

¿Cómo puede eso ser llevado a la práctica? El Plan A parece ser la continuación de las negociaciones para limitar la expansión de la OTAN hacia el este. No obstante, la Casa Blanca no parece estar lista para un acuerdo sobre esa cuestión. Mientras más apuesta el Kremlin por aumentar sus movilizaciones de tropas y juegos de guerra para presionar a Occidente, mientras más Occidente responde llevando armas a Ucrania y aumentando la amenaza de guerra, mayor es el riesgo de una escalada accidental. El Plan B parece estar aproximándose a medida que las negociaciones se acercan a un impasse. Entonces, una decisión oficial del parlamento y del gobierno rusos de reconocer a las dos repúblicas confirmaría el proceso por el cual Rusia comenzó con la emisión masiva de pasaportes rusos y la apertura de relaciones comerciales. Las tropas rusas se moverían entonces hacia ambas repúblicas.

Una nueva escalada, si los misiles de la OTAN fueran colocados en Ucrania, podría ser la transferencia de misiles rusos a otros países; se han mencionado Cuba y Venezuela. Otra opción es que haya una intervención rápida en la parte principal del país para dar un golpe al ejército ucraniano antes de retirarse, tal como sucedió en la guerra de 2008 contra Georgia, cuando el ejército ruso atacó la ciudad de Gori.

Una escalada más profunda en Ucrania parecería problemática -en 2014, los amargos combates impidieron al lado pro ruso abrir el corredor sur alrededor de la ciudad de Mariupol. Putin tuvo que abandonar su objetivo inicial de apropiarse de toda la Nueva Rusia. Actualmente los militares ucranianos están mejor entrenados y equipados, pero lo más importante, la población ucraniana, verá tal ataque como una invasión y la resistirá amargamente.

A diferencia de ese entonces, cuando hubo un frenesí patriótico después de la toma de Crimea, la población rusa actualmente desconfía mucho más del Kremlin. La variante ómicron alcanzó a la población, con grandes grupos de personas no vacunadas, mientras que la situación económica y el fortalecimiento dramático del autoritarismo minaron el apoyo al régimen. Una investigación de opinión publicada hace un par de semanas sugiere que la mayoría de los rusos aún no cree que habrá una guerra, aunque la mayoría tenga miedo sobre este tema; encaran la situación no como un conflicto con Ucrania, sino con los Estados Unidos, en el cual:

(…) Ucrania es un simple peón en el juego mayor de los Estados Unidos (…) es simplemente el juego de los estadounidenses, con los países occidentales y la OTAN, que están usando a Ucrania para presionar a Rusia.

De forma muy significativa, las grandes empresas también tienen poco entusiasmo por una guerra. El reciente crash del mercado accionario eliminó 150,000 millones de dólares en valor de las principales empresas, además de que el valor del rublo está cayendo. Al momento, los negocios no se han pronunciado al respecto. Como comenta un banquero de inversiones anónimo:

Mientras nadie quiera guerra, no espere que las grandes empresas se levanten y expresen su oposición. Nosotros nos volvemos pasajeros. La comunidad empresarial solo va a discutir la guerra en sus cocinas. En público, todos van a quedarse callados.

Este comentario, sin embargo, expone un peligro real. Desde 2014, la base social de la autocracia del Kremlin se ha vuelto cada vez más estrecha. Putin se ha aislado cada vez más, agravado por su miedo con respecto al coronavirus. Los visitantes de su residencia tienen que estar en cuarentena por dos semanas, antes de pasar por un “túnel de desinfección” especialmente fabricado. Esto vuelve la situación muy peligrosa, pues hay pocos controles: ninguna palabra de cautela para impedir que el Kremlin tome decisiones desastrosas.

Ucrania en crisis

Superficialmente, y particularmente si uno escucha los discursos del presidente Volodímir Zelenski, 2021 ha sido un buen año para Ucrania. El producto interno bruto (PIB) cayó 4% en 2020 durante la pandemia, pero consiguió crecer 3.1% en 2021. El ministerio de Economía y el propio Zelenski se muestran orgullosos de que el PIB del país alcanzó ahora su nivel más alto en todo el periodo post soviético, al llegar a los 200,000 millones de dólares. Sin embargo, esta afirmación no tiene fundamento: de acuerdo con el mismo ministerio, el PIB en 2020 fue de apenas 156,000 millones de dólares. En 2008 fue de 180,000 millones, y en 2013 fue de 183,000 millones.

Otras estadísticas demuestran la situación real. La renta de las familias es 20% menor de lo que era en 2013, la inflación está oficialmente cerca del 10% y el desempleo alcanzó el 9.7%. Cuando Zelenski fue electo, prometió que el PIB aumentaría 40% en cinco años, que presionaría al país para adherirse a la Unión Europea y resolvería el conflicto en el este del país mediante negociaciones con Rusia. Sin embargo, ha fallado en todas esas cuestiones.

Debido a esos fracasos, la aprobación de Zelenski en las encuestas de opinión pública viene cayendo desde hace tiempo. De forma populista, durante el año pasado el presidente introdujo una ley que supuestamente restringía los derechos de los oligarcas para poseer empresas y medios de comunicación, además de una campaña contra la “corrupción”. La primera medida fue vista como un ataque a los oligarcas que eran pro rusos, ganando así el enojo del Kremlin. Sobre el movimiento contra la corrupción, como expresó un comentarista:

Hasta ahora ninguno de los mayores corruptos ha sufrido, y hay una razón concreta para eso: la colaboración con el gabinete del Presidente.

Conforme las críticas crecían dentro de su propio círculo cercano, Zelenski ahora se ha movilizado contra sus antiguos socios, despidiendo, por ejemplo, al presidente de la Rada, el parlamento ucraniano, Dmytro Razumkov.

Estas medidas no han ayudado a recuperar su aprobación. Hay amenazas también de grandes aumentos en los precios de servicios públicos. Una encuesta de opinión realizada en diciembre sugirió que el 67% de la población cree que el país se está moviendo en la dirección equivocada, superando al 36% registrado dos años atrás. Cerca del 5% de las personas entrevistadas dijeron que su posición material había mejorado en los últimos dos años, mientras que el conflicto militar, el aumento en los precios de los servicios públicos y los bajos salarios fueron señalados por más del 60% de los entrevistados como “los problemas más graves”.

Es con este telón de fondo que el clima de guerra está siendo azuzado en Ucrania. En diciembre, Zelenski anunció que estaba por ocurrir un golpe a favor de los rusos. Esta trama aparentemente fue iniciada por el ministerio de Relaciones Exteriores de Boris Johnson, que afirmó haber descubierto en semanas pasadas una trama para instalar un gobierno pro ruso en Kiev. Esta afirmación está siendo ridiculizada en el país. Un ex portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania reaccionó diciendo:

Este escenario funcionaría solamente con una verdadera invasión que conlleve asumir el control en Kiev. La ciudad sería diezmada, sus tierras quemadas, y un millón de personas huirían. Tenemos 100,000 personas en la capital con armas, las cuales lucharán… Puede existir un plan, pero es una tontería.

Esta última declaración del gobierno de Johnson representa un elemento adicional para profundizar las divisiones en Europa. Sin duda, tratando de desviar la atención de la crisis existencial que enfrenta su gobierno, Johnson declaró que el ministerio de Relaciones Exteriores británico está intensificando las actividades para reforzar la unidad de la OTAN bajo el liderazgo de los Estados Unidos, mientras que critica la sugerencia de Macron sobre que ahora es el momento de establecer una estructura de defensa a nivel europeo, y las dudas del gobierno alemán en relación a las sanciones del proyecto Nord Stream 2.

En Ucrania, el número de personas que ahora piensan que la guerra puede ser evitada mediante las negociaciones va en descenso. Una minoría cree que Rusia está preparando una invasión a gran escala. En la opinión de muchos, es considerablemente más probable una incursión y un aumento de la actividad militar en la zona de conflicto entre las repúblicas no reconocidas y el resto de Ucrania. Una encuesta de opinión realizada a mediados de diciembre mostró que la mayoría de quienes viven en Ucrania resistirían activamente una invasión rusa: 33% declaró que tomarían las armas para hacerlo.

La situación se vuelve más compleja por la sensación de haber sido abandonados por Occidente. Hay un creciente clima anti-OTAN con comentarios como el siguiente:

Es como si ellos nos hubieran abandonado. Solamente el Reino Unido, los países bálticos y Polonia están haciendo presencia. Y en los Estados Unidos, el presidente es ruin, un inútil, pero también hay buenas personas allá, las cuales deberían levantarse para presentar oposición al presidente.

La polarización global en curso está cambiando la relación entre Rusia y China; hace no mucho tiempo, ambas potencias estaban compitiendo por influencia. Ahora se están aproximando -ambos tienen regímenes autoritarios de derecha, temerosos de sus propios pueblos y usando la agresión de los Estados Unidos en la actual guerra fría en curso para presentar la imagen de que sus países están enfrentando ataques extranjeros. Ambos apoyaron el golpe militar en Myanmar, a Lukashenko en Bielorrusia, y al régimen de Kazajistán.

China ve en la situación de Ucrania un ejemplo más de las agresiones estadounidenses. Sin embargo, hay aquí un matiz importante. China pidió a Putin que no iniciase una guerra en Ucrania hasta que hubieran terminado los Juegos Olímpicos de Invierno, celebrados en Beijing. Putin asistió a la apertura de dichas celebraciones, y sin duda puso a prueba el apoyo que puede esperar del régimen chino. Al mismo tiempo, si la situación se agrava en Ucrania, sentará un precedente para las operaciones chinas en el Mar de la China Meridional y en Taiwán.

¿Puede evitarse la guerra?

Los diferentes lados puede que no estén planeando la escalada del conflicto. Sin embargo, con su belicismo y sus ultimátums, sus interese nacionales e imperialistas, la situación puede fácilmente salirse de control. Aún cuando una guerra no se desarrolle ahora, dada la creciente polarización del mundo entre diferentes intereses imperialistas, es solo cuestión de tiempo hasta que nuevos conflictos del tipo proxy war se desarrollen aquí o en otro lugar. Eso hace patente la necesidad de la construcción de un movimiento de masas opuesto a la guerra. ¿En qué necesita basarse?

No puede confiarse en ninguna negociación de paz conducida por las potencias imperialistas. Es el conflicto entre los intereses de las diferentes potencias imperialistas lo que está causando las condiciones necesarias para que tales guerras se desarrollen. Las fuerzas y equipos de todas las fuerzas imperialistas, tanto Rusia como la OTAN, deben ser retiradas de Ucrania y del este de Europa.

Ucrania tiene el derecho de defenderse ante una agresión; la cuestión se refiere a a qué intereses responderá y de qué manera lo hará. La élite dominante exigirá la unidad nacional, lo que en realidad significa defender el gobierno de los oligarcas, que desde la independencia en los años noventa ha dejado a Ucrania pasando de una crisis a otra mientras que los ricos simplemente se vuelven más y más ricos. La extrema derecha y los belicistas van a crear un clima nacionalista reaccionario, que dejará a los ucranianos luchando por cuenta propia y, en vez de acabar con el conflicto, lo ampliará y hará crecer el odio.

Sin embargo, la guerra no es del interés de la clase trabajadora. Una clase trabajadora organizada defendería sus casas y lugares de trabajo, y unificada en torno a un fuerte movimiento anti guerra en Ucrania podría hacer un fuerte llamado de clase a los trabajadores en Rusia y en otros lugares para que ellos mismos tomaran medidas para acabar con la guerra.

Para realmente impedir la guerra, sin embargo, es necesario un movimiento internacional, manifestaciones de masas e incluso huelgas en Estados Unidos, Rusia y los países de la OTAN. Pero como los movimientos anti guerra anteriores demostraron, aún las enormes protestas globales contra la invasión de Irak, involucrando a millones de personas, no fueron suficientes para detener la guerra.

Alternativa Socialista Internacional apoya el llamado hecho por las y los camaradas de Sotsialisticheskaya Alternativa en Rusia y Ucrania para oponerse a la guerra:

Los socialistas apelan para que todos los trabajadores y estudiantes conscientes comiencen a construir un fuerte movimiento internacional en contra de la guerra, dirigiéndolo contra cualquiera que trate de causar una guerra entre los pueblos. No estamos luchando por el pacifismo abstracto, sino por una lucha unida contra el sistema que causa guerra, pobreza, catástrofe climática y ecológica, pandemias y autoritarismo.

Eso requiere la construcción de movimientos políticos poderosos para oponerse a las élites capitalistas que lucran con la guerra, para tomar en propiedad pública democrática las empresas de petróleo y gas y otros recursos poseídos por los oligarcas, y para acabar con el dominio de los belicistas imperialistas, garantizando los derechos reales a la autodeterminación y a la construcción de una federación verdaderamente democrática y socialista de Europa y del mundo.