Historia de la cuestión nacional Israel-Palestina: 74 años de la ‘Nakba’

La Nakba, palabra que se traduce al español como “catástrofe”, se conmemora el 15 de mayo. Es un día que marca el gran desastre que cayó sobre la población palestina durante la guerra de 1948 y cuyas consecuencias resuenan hasta el día de hoy. 

Escrito por Socialist Alternative, ASI en Inglaterra, Gales y Escocia

En el 74.º aniversario de la Nakba, brindamos una breve descripción de los eventos que tuvieron lugar –una parte importante del contexto histórico del conflicto en curso y las tensiones en aumento en la actualidad.

¿Qué fue la Nakba?

En noviembre de 1947, solo alrededor de un tercio de la población de la Palestina histórica eran judíos, que en ese momento estaban repartidos en el 14% del país. Cuando terminó el mandato británico, como parte de la política de “divide y vencerás” del imperialismo, el Plan de Partición de la ONU estipulaba que la población judía recibiría el 55% del territorio. La población árabe-palestina del país entendió que tal “solución” significaría el desplazamiento forzado de cientos de miles de palestinos, y por lo tanto se opuso.

Entrevistas con refugiados palestinos, documentación de los observadores de la ONU y pruebas como documentos y fotografías que se han descubierto en los archivos israelíes muestran la realidad y el alcance de esta “catástrofe” para los palestinos. Se produjeron expulsiones en la mayoría de los pueblos palestinos, con más de 500 de éstos destruidos como resultado de los ataques directos de las organizaciones paramilitares Sionistas.

Los estudios del historiador Benny Morris indican que el 85% de los pueblos palestinos fueron vaciados de sus habitantes de esta forma. En muchos casos, incluso después de que el pueblo se rindiera, los residentes fueron asesinados a tiros. El número de víctimas en cada aldea osciló entre 50 y 200 personas. Los sobrevivientes a menudo se vieron obligados a huir a lugares cercanos hasta que también fueron atacados. Algunos residentes fueron cargados en camiones y expulsados a países vecinos. En total, se estima que más de 700.000 palestinos se convirtieron en refugiados a través de la Nakba, y la vida de muchos palestinos aún está marcada por estos eventos. Incluso hasta el día de hoy, las familias siguen atrapadas en campos de refugiados que viven en condiciones terribles.

El trasfondo

Al igual que otros países en el Medio Oriente, una región con una posición estratégicamente vital en el mundo y rica en recursos nacionales, la Palestina histórica estuvo sujeta al dominio imperialista.

En el período previo a la Segunda Guerra Mundial y durante ella, la intensificación de la persecución del pueblo judío, el ascenso del fascismo y la horrible masacre industrializada que vio al menos a seis millones de judíos asesinados en el holocausto tuvieron un gran impacto en la conciencia. También planteó una contradicción entre la necesidad práctica de emigrar para millones de judíos y la falta de opciones en cuanto a dónde ir. Países como los Estados Unidos, por ejemplo, había impuesto límites a la inmigración judía.

El imperialismo británico adoptó una estrategia de “divide y vencerás”, esencialmente comprometiendo el mismo pedazo de tierra relativamente pequeño a dos pueblos diferentes, enfrentando a ambos grupos nacionales entre sí para asegurar sus propios intereses en la región. Sin embargo, como argumentaron los trotskistas de la época, el derecho a la autodeterminación no puede cumplirse mediante la opresión y a expensas de otros grupos nacionales. Desafortunadamente, las tensiones nacionales se intensificaron aún más por el plan de partición propuesto en 1947.

El plan de partición era una trampa

Como advirtieron los marxistas de antemano, el plan de partición era “una trampa sangrienta” para los judíos comunes y un desastre para las masas árabes. Estaba destinado a servir los intereses geopolíticos de las potencias imperialistas, en ese momento con la connivencia del régimen estalinista en la Unión Soviética. El plan causó estragos en las masas palestinas y árabes y, como resultado, condujo inevitablemente a una escalada histórica en el sangriento conflicto nacional.

Pero también podemos ver el potencial de una alternativa que se vislumbró en el período que precedió a la guerra de 1947. En este momento, muchos trabajadores judíos y árabes identificaron sus intereses de clase comunes mientras libraban luchas compartidas para defender y mejorar sus condiciones de vida. Esto se reflejó especialmente en una serie de huelgas conjuntas, que culminaron en una poderosa huelga general en 1946 que involucró a 30.000 trabajadores judíos y árabes. Se vieron consignas como “¡La unidad de los trabajadores judíos y árabes es el camino a la victoria!” asumidas por los huelguistas.

Esta demostración de poder destacó el potencial del desarrollo de la lucha de clases para superar la tensión nacional. La dirección del movimiento sionista siempre ha visto esta tendencia como una amenaza al proyecto nacional que ha promovido. Los elementos nacionalistas del liderazgo palestino también temían que se socavara su autoridad y poder entre el pueblo al que decían representar. El plan de partición imperialista, la guerra y la nueva situación que esto creó, cortaron dramáticamente esta tendencia hacia la lucha conjunta.

Pero los movimientos revolucionarios de 2011, conocidos como la “Primavera Árabe”, que repercutieron en toda la región, incluso entre los judíos israelíes corrientes, destacaron el potencial de reactivación de la lucha sobre esta base. Expuso que una nación no es un bloque homogéneo de personas con intereses idénticos. Más bien, incluye explotadores y explotados con intereses de clase completamente opuestos.

Lucha en torno a intereses de clase comunes

El camino de la lucha conjunta árabe-judía para mejorar las condiciones de vida y contra la ocupación británica podría haber ofrecido una salida al derramamiento de sangre. Pero sobre la base de una economía capitalista que garantiza la explotación y la pobreza, y bajo el dominio imperialista, la escalada del conflicto nacional era finalmente inevitable. La tragedia de la Nakba y la continua opresión y despojo de los palestinos, intensificada significativamente por la ocupación de 1967, podrían haberse evitado.

La lucha en curso por la liberación palestina requiere un programa para luchar y ganar justicia para todas las víctimas del capitalismo e imperialismo israelíes, al mismo tiempo que apunta hacia una solución genuina al conflicto. Frente al capitalismo israelí y su dependencia de la seguridad y los temores existenciales entre millones de israelíes, también es necesario abogar por la igualdad de derechos para ambos grupos nacionales, incluida la autodeterminación.

Es por eso que ISA representa una Palestina socialista independiente e igualitaria, con su capital en Jerusalén Este, junto con un Israel socialista y democrático, con igualdad para todas las minorías, como alternativa al capitalismo israelí y al sionismo. Una lucha coordinada por un nuevo sistema social, por el cambio socialista, podría permitir, a través de la planificación democrática y los recursos compartidos, el desarraigo de la pobreza y la desigualdad, la construcción de confianza entre la gente común, el regreso de los refugiados que así lo decidan, y una vida de calidad para todos.

Como parte de una perspectiva regional y global para una “primavera socialista”, se podría establecer una verdadera liberación nacional y paz. Los desarrollos recientes, en el contexto de las tendencias de revolución y contrarrevolución a nivel regional, sientan las bases para oportunidades para construir nuevas organizaciones de lucha y las fuerzas socialistas de izquierda vitalmente necesarias para ofrecer una estrategia para superar el capitalismo israelí y su ocupación.