Las víctimas necesitamos justicia, no estigma

A mediados de junio, la activista Elena Ríos publicó un comunicado en el que denunciaba comportamientos violentos de parte del actor Tenoch Huerta. En dicha denuncia, Ríos explicó que Tenoch se acerca de forma deliberada a mujeres que se encuentran vulnerables emocionalmente y finalmente las agrede psicológica y sexualmente.

Escrito por Natalia Chávez, Alternativa Socialista México y Rosa México

Alega que Tenoch y miembros de Poder Prieto, organización de la cual él es integrante e ícono, utilizaron distintos tipos de manipulación emocional: gaslighting y pity play para defender al actor. Junto con el señalamiento de estos comportamientos, Elena Ríos denunció que el actor se había quitado el preservativo sin avisarle mientras mantenían relaciones sexuales, lo que es una forma de agresión sexual. A la denuncia de la activista se le sumaron otra serie de denuncias de personas que señalaban al actor y respaldaron las acusaciones realizadas por Ríos.

Tenoch Huerta es un actor de fama mundial y miembro de la plataforma antirracista Poder Prieto. Su posición dentro de la renombrada plataforma y su fama mediática, lo convierten en una persona poderosa y con las herramientas necesarias para defender su imagen. Su forma de dirigirse a su público para negar los hechos y mencionar que su equipo legal responderá contra Elena es un claro ejemplo de lo que sus medios económicos le pueden permitir, pues, en México, aunque un victimario sea culpable, puede quedar impune y subsanará mínimamente los daños a la víctima. No es la primera ocasión en que una persona famosa recurre a negar y buscar demandar a la víctima tras ser señalados como abusadores, un claro intento de revictimizar a la víctima, exponiendola aún más a los medios de comunicación y a los comentarios de sus seguidores en redes sociales.

El poder social y económico de Tenoch y de muchxs otrxs victimarixs, detiene a muchas víctimas a hablar sobre abusos que han sufrido y de proceder legalmente ante sus agresores. Así mismo, la necesidad de exponerse públicamente al realizar estas denuncias juegan un papel en evitar que estas salgan a la luz. En México, el 98.6% de los delitos sexuales no son denunciados ante instancias legales, y en la generalidad de los delitos tipificados en nuestra constitución, entre 100 delitos que son denunciados en instancias públicas, solo 14 son resueltos y condenados. Es una cifra inaceptable y desalentadora, pero que tiene sentido ante  las condiciones y el poco trabajo de capacitación a lxs servidores públicos para atender casos de este tipo. A ello se le suma el estigma social que recibimos las víctimas cuando compartimos nuestras experiencias. 

Desde Rosa, nos indigna profundamente el ataque mediático que está recibiendo Elena Ríos, así como las amenazas a su persona. Esperamos que Tenoch Huerta no quede impune y condenamos la forma en la que lxs miembrxs de Poder Prieto han hecho uso de su poder mediático para descalificar el testimonio de Elena, además de encubrir las conductas de Tenoch Huerta. Especialmente resulta nefasto el que se haya recurrido a acusar de racismo a quienes señalaban los comportamientos denunciados por Elena Ríos. Dejemos en claro que ninguna organización que busque un cambio en las estructuras de la sociedad debe aceptar que sus miembrxs reproduzcan violencias que estamos luchando por erradicar. Ello evidencia la nula congruencia y los límites de sus propios planteamientos y los desenmascara como falsos aliados en la lucha contra la erradicación de cualquier tipo de violencia hacia los sectores oprimidos de la sociedad.

Nos parece desmoralizante la forma en la que el Estado y nuestra sociedad recrimina a las víctimas en vez de los victimarios. Necesitamos concientizarnos como clase trabajadora sobre la violencia, que nace, crece y se reproduce como resultado de un sistema que se sustenta sobre la doble explotación de las mujeres trabajadoras. No podemos permitir que estos comportamientos violentos se sigan reproduciendo en las organizaciones de izquierda. Debemos denunciar tanto estos comportamientos como a aquellas organizaciones que conscientemente encubren casos de agresiones en sus filas o de sus miembros. Nuestra completa solidaridad con Elena Ríos y con las víctimas de agresiones machistas..