Caos, crisis y catástrofe: La decadencia capitalista en la década de 2020

Ha sido apodada la Era del Desorden. La década de 2020 y la era actual del capitalismo también podría describirse de forma acertada y aliterativa como la Era del Caos, la Crisis y la Catástrofe. Las crisis multifacéticas de y para el sistema definen la época actual. Estas crisis, que están intrínsecamente enraizadas en el capitalismo actual, están interconectadas y, además, cada una tiene cualidades dispersivas y dinámicas propias.

Escrito por Laura Fitzgerald, Socialist Party (ASI en Irlanda)

Estas crisis incluyen las de la guerra y la rivalidad imperialista; un período creciente de “estanflación” que incluye una crisis de precios del coste de la vida/alimentación/energía en espiral; la crisis climática y ecológica.

La nueva guerra fría

La era de la globalización y el neoliberalismo ha dado paso a un nuevo período de intensificación de las rivalidades entre las dos principales potencias imperialistas: Estados Unidos y China, esta última estrechamente aliada con Rusia. Esto tiene su origen en la realidad del capitalismo mundial actual, incluido el declive a largo plazo de la potencia económica del capitalismo estadounidense y, por tanto, del imperialismo estadounidense. Este declive quedó simbolizado por la ignominiosa salida del imperialismo estadounidense de Afganistán, que acumuló aún más miseria sobre el pueblo afgano, que ha sufrido décadas de ocupación imperialista para enfrentarse a otro periodo de gobierno talibán.

La aparición de nuevas potencias capitalistas mundiales, especialmente la de China, hace que esta tensión sea un peligro constante: una “Nueva Guerra Fría” entre potencias nucleares.

El conflicto interimperialista se ha intensificado masivamente a la luz de la despreciable invasión rusa de Ucrania. Seis meses después y sin un final a la vista, una estimación conservadora es que más de 50.000 personas han perdido la vida. Catorce millones han sido desplazados. Las ciudades han sido destruidas. La brutalidad despiadada de Putin ha sido respondida con un aumento del militarismo por parte de las potencias occidentales, con una presencia de tropas de la OTAN siete veces mayor en Europa y un aumento del gasto militar de 200.000 millones de euros sólo por parte de los Estados de la UE.

Las rivalidades interimperialistas de esta época demuestran que el capitalismo es incapaz de proporcionar la paz, una sombría realidad con un brutal coste humano.

“Los desempleados tenían hambre. Los empleados tienen hambre ahora” Bertolt Brecht

Al salir de los cierres de Covid, el fracaso del mercado capitalista supuso una escasez de mano de obra y problemas en la cadena de suministro que provocaron una presión inflacionista, rápidamente agravada por las repercusiones de la guerra de Ucrania. “El coste de los alimentos y la energía está fomentando el malestar mundial”, lamentaba recientemente The Economist. La gravedad del aumento de las facturas de los alimentos y la energía es tal que numerosos portavoces de la clase dirigente capitalista insinúan su temor a la lucha de clases que se producirá.

Mientras tanto, la clase trabajadora y los pobres de todo el mundo se preocupan por poner comida en la mesa, por mantener las luces encendidas, o pasan hambre y frío.

Y es una crisis global. Pew Research ha indicado que las tasas de inflación se han duplicado en 37 de los 44 países más ricos desde el año 2020. La investigación también indicó que Turquía, por ejemplo, tiene una tasa de inflación del ¡54,8%!

A diferencia del último período de “estanflación” en la década de 1970, el actual no tiene precedentes, ya que llega después de más de una década de disminución de los salarios reales. Cualquier intento de la clase capitalista de culpar de la subida de precios al aumento de los salarios debe ser recibido con burla. El problema es la ganancia en todos los sentidos. La prolongada reducción de los salarios y de las condiciones de trabajo de las clases trabajadoras del mundo ha permitido el aumento de las ganancias.

Crisis ecológica: el afán de lucro arruina la vida y la naturaleza

La catástrofe climática y ecológica del capitalismo -la adicción del sistema a la quema de combustibles fósiles y su continua destrucción del medio ambiente para obtener ganancias- se encuentra en una fase tan avanzada que está cada vez más entrelazada con las demás crisis del sistema. En Pakistán, en el momento de escribir estas líneas, las inundaciones han sumergido un tercio del país mientras el número de muertos aumenta, batiendo récords por su terrible magnitud. Los fenómenos meteorológicos extremos, la subida del nivel del mar y los ecosistemas mutilados ya suponen más de 20 millones de refugiados climáticos al año. Las últimas predicciones hablan de 1.200 millones de refugiados climáticos para 2050.

La propia crisis del Covid -el exceso de mortalidad mundial asociado al Covid fue de 14,91 millones en 24 meses de pandemia- debe entenderse en el contexto del colapso ecológico que supone la extracción incesante de beneficios de la naturaleza. Los científicos llevan años advirtiendo de la probabilidad de una pandemia, pero el cortoplacismo del sistema de ganancias hizo que los gobiernos estuvieran lamentablemente mal preparados y que patentes como las de las vacunas -la privatización de los avances científicos y médicos que deberían ser de utilidad pública- impidieran al sistema afrontar la crisis con mayor eficacia. Sin embargo, los científicos advierten de que se avecinan nuevas pandemias, y los autores de la revista Nature Medicine citan la desigualdad global y la destrucción del medio ambiente como las raíces de la amenaza y los principales impedimentos para afrontarla.

“Socialismo o barbarie”

“Mediante la ocupación, el robo, la extorsión, el exterminio… mediante la expropiación de los recursos naturales… mediante el uso y la amenaza de la fuerza militar… el capitalismo… es un tigre salvaje comprometido con la destrucción o la absorción de todas las demás formas de vida excepto la suya”. Así escribió la fenomenal socialista revolucionaria y pionera antibélica, Rosa Luxemburgo, hace más de un siglo. La multifacética crisis de y para el capitalismo en la década de 2020 está tejida a conciencia en la trama de un sistema en decadencia. La extracción de recursos de los trabajadores, de la naturaleza -la esencia del sistema- está provocando una crisis multifacética y sin precedentes.

No se trata de una serie de acontecimientos desafortunados. No se trata de un golpe de efecto a corto plazo. Los multimillonarios que aumentaron su riqueza en más de 10 billones de dólares durante la pandemia -la élite capitalista súper rica que se beneficia directamente de la explotación de los trabajadores y de la naturaleza- son los beneficiarios depravados del caos y la crueldad de la desigualdad, la inmisericordia y la guerra que imperan.

Rosa Luxemburgo también hablaba de “socialismo o barbarie”. Cada paso en la dirección de la clase obrera, los pobres y los oprimidos que luchan y se organizan contra el statu quo es una afirmación de humanidad en medio de la inhumanidad. Cada movimiento de solidaridad para arrancar la riqueza de las manos privadas y llevarla a los bolsillos de los trabajadores es una ventaja.

El futuro de la humanidad y del planeta exige que esa lucha esté intensamente impregnada de un programa socialista de ruptura con el capitalismo; que pueda construir realmente una alternativa al inaceptable status quo.