Argentina: Acuerdo por la deuda externa
Los buitres festejan
Escrito por Marcos Ariel, simpatizante de ASI en Argentina.
Después de meses de negociaciones y de concesiones cada vez mayores por parte del gobierno de Alberto Fernández, finalmente el martes 4 de Agosto se anunció el acuerdo con los principales fondos buitres para reestructurar el pago de US$ 64.800 millones, de un total de US$321.000 millones de deuda externa.
Esto está lejos de ser una victoria para el pueblo argentino, como el gobierno nos quiere hacer creer. Por el contrario, con una recesión que ya lleva dos años, una caída económica que se estima será de un 11% a fines del 2020 y con la pandemia que se extiende cada día más por el país, a este acuerdo los trabajadores lo pagaremos con más sacrificios. Quienes sí están festejando son los grandes empresarios, los medios de comunicación hegemónicos y la oposición de derecha con Macri a la cabeza que, rápidamente se apresuraron a felicitar al gobierno. Cuando se conoció el acuerdo las acciones argentinas en Wall Street crecieron entre un 10 y un 14% ¡en un día! Si ellos están felices, es porque nada bueno habrá para los trabajadores.
La propuesta inicial, realizada en Marzo y, supuestamente definitiva, del ministro de economía Martín Guzmán era pagar 33 dólares por cada 100 y terminó acordando pagar 54,8 de cada 100 por una deuda devaluada cuyo valor de mercado era de apenas 25 dólares. En total se les pagará US$17.000 millones más que la primera oferta. Por otra parte la quita de capital será prácticamente nula y también se adelantaron las fechas para empezar a pagar al 9 de Enero y 9 de Julio (¡oh paradoja! día de la independencia Argentina) del año próximo, cuando antes de la pandemia la fecha ofrecida era Noviembre del 2023. Y como corolario se renuncia a la soberanía por parte del estado argentino, reconociendo jurisdicción a los tribunales de Nueva York y se renuncia a las Cláusulas de Acción Colectiva, por las cuales serán los buitres quienes decidirán cuándo y cómo pagaremos. ¡Una verdadera entrega!
Lejos de su discurso de campaña electoral cuando denunciaba la deuda externa ahora el presidente dice que pagar es la mejor opción para tener “futuro de crecimiento sostenible”. Esta mentira el pueblo argentino la viene escuchando desde hace décadas. Lamentablemente la historia reciente de nuestro país es la historia de la sangría de la deuda externa que, como mecanismo de expoliación y dominación fue introducida por la última dictadura militar en 1976 y todos los gobiernos democráticos continuaron. Y, a pesar de los defaults y las moras Argentina siempre pagó. Pero cuanto más pagamos, más debemos. Es así que la deuda pasó de U$S 8 mil millones en 1976 a elevarse a U$S 321 mil millones en 2019, no obstante, en ese período se pagaron más de U$S 600 mil millones. Con este acuerdo termina de quedar claro el rumbo del gobierno de Alberto Fernández, que ya hasta el 21 de Abril, había pagado a los acreedores externos privados 1.393 millones de dólares, 320 millones al FMI y más de 100.000 millones de pesos a otros grupos de bonistas.
Cabe señalar que en esto el gobierno argentino no estuvo solo. En una especie de frente único internacional para pagar la deuda, desde la presidenta del FMI Kristalina Georgieva hasta el papa Francisco, incluyendo a Trump, Macrón, Pedro Sánchez y hasta López Obrador, todos, en mayor o menor grado, hicieron lobby para que se llegara a un acuerdo beneficioso para los bonistas y que al mismo tiempo impidiera que Argentina caiga en default. Esto último sería un mal ejemplo para todos los países deudores en momentos en los que los capitalistas necesitan cada vez mayor transferencias de recursos desde los países periféricos hacia las metrópolis. Y también el FMI necesita que le sigamos pagando, así como el Club de París a quien se le adeuda US$2.100 millones.
¿De dónde saldrá el dinero para empezar a pagar en enero? Una vez más del bolsillo de los trabajadores. Por medio del ajuste en los salarios, en las jubilaciones, la falta de insumos en los hospitales, en la escasa ayuda social a los desocupados. También se pagará con el remate de nuestro futuro por medio de profundizar aún más el modelo agro minero extractivista.
En un país donde la pobreza afecta a más del 40% de la población y, según la CEPAL, está entre los 3 primeros con mayor desigualdad social de Latinoamérica. Donde más del 60% de los niños serán pobres al terminar el año, es inmoral privilegiar el pago a los acreedores externos. Como decía la consigna central de la marcha de mujeres del 8 de Marzo a la que adhirieron numerosas agrupaciones peronistas “La deuda es con nosotras y nosotres…” Es decir que la deuda que hay que pagar es con los trabajadores que ven cómo cada día se reducen sus salarios por la inflación y la devaluación del peso argentino que, a pesar de haber retrocedido por el acuerdo con los bonistas, rápidamente volvió a aumentar. Es con las y los trabajadores de la salud que están en la primera línea de lucha contra la pandemia pero no tienen los insumos de protección personal. Es con la juventud que son los que más sufren la precarización laboral. Es con las maestras a quienes se les ofreció 0$ de aumento salarial y quieren obligarlas a volver a las aulas sin ninguna condición de seguridad sanitaria. Es con las mujeres víctimas de violencia de género y que siguen muriendo por los femicidios y los abortos clandestinos. Es con las trans a quienes todavía se les niega el derecho a un trabajo digno. Es con los migrantes (la mayoría senegaleses y venezolanos) a quienes se les niega ayuda social por no tener documento argentino. Es con los desocupados que cobran una limosna de ayuda social cuando la canasta básica está por encima de los 40.000 pesos. Esta es la deuda urgente que se debe pagar.
Esto sólo será posible con un gran movimiento de lucha de la clase trabajadora y demás sectores oprimidos. Con un gobierno de los trabajadores, respaldado por un gran movimiento de lucha de esas características, podría imponer el impago e inmediatamente empezar a destinar la riqueza a donde realmente hace falta. Sería necesario hacer frente al chantaje de los buitres y toda la clase dominante mediante la nacionalización de la banca, el comercio exterior e imposición de controles de capital para impedir una fuga de capitales y obligar a traer los dólares que ya se fugaron al exterior, y también cobrar un fuerte impuesto a las grandes fortunas. Eso sería un paso necesario, como una palanca para iniciar la transformación socialista que el país tanto necesita.
Pero esta lucha también debe ser continental, es urgente no pagar un solo dólar más, necesitamos esos recursos para hacer frente a la pandemia que castiga duramente a los trabajadores en América Latina. En el contexto de la terrible crisis global del sistema capitalista, una Argentina que se niega a pagar, y que se moviliza para priorizar el bien de la mayoría, encontrará en los trabajadores y oprimidos de todo el mundo un aliado fundamental.