A 4 años de gobierno de Obrador: un balance rumbo al 2024

El 1 de septiembre de 2022, Andrés Manuel, presentó su cuarto informe de gobierno, en el cual se deben de presentar los avances de acuerdo con lo estipulado en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024. Todo, en una coyuntura caracterizada por una crisis inflacionaria, cambios en la situación política internacional en Europa y en América Latina, conflictos internacionales, una crisis climática y económica consecuencia de la pandemia que afecta directa e indirectamente a la clase trabajadora. 

Escrito por Elías Martínez Bello, Alternativa Socialista (ASI en México).

En la coyuntura nacional se vive un momento interesante, debido a que la carrera por la sucesión presidencial de 2024 se ha adelantado de manera estrepitosa. Tanto actores políticos del partido oficial, como de la oposición, han comenzado a mover sus fichas para posicionarse de la mejor manera posible en la contienda; además, una serie de reformas legales y acciones del gobierno en turno, en lo que va del 2022, han acalorado el debate público en una evidente polarización política que se gesta desde 2018 y que no es más que la lucha de clase brotando ante el sistema desigual en el que se vivimos. 

El documento del informe destaca el plan de austeridad republicana, mejorar las condiciones de las contrataciones públicas, las visitas de supervisión a los programas y proyectos prioritarios, el privilegio del “diálogo” para atender las demandas de grupos y organizaciones sociales, la construcción de la Guardia Nacional como columna vertebral de la estrategia de seguridad. Por otro lado, resalta la disminución del 29.8% de los principales delitos del fuero federal con respecto al primer periodo de labores de esta administración; algunos delitos del fuero común también muestran reducciones considerables, como el secuestro con una reducción del 81%, y del homicidio en un 2.82%.

Sin embargo, a pesar de que se muestran datos del INEGI para evidenciar los resultados en materia de seguridad pública, los datos que se muestran en el Sistema Nacional de Seguridad Pública señalan que en realidad no existe una verdadera recuperación del Estado de Derecho ni una eficiente lucha contra los altos niveles de violencia. Al final, el sector más afectado es el de la clase trabajadora con la inaccesibilidad a la justicia, la seguridad y la impunidad. Con la militarización de la Guardia Nacional siguen existiendo violaciones a los Derechos Humanos, con una acumulación de aproximadamente 500 quejas en lo que va del 2022, perpetuando la estrategia militarista en temas de seguridad pública y pacificación que viene desde 2008. La ola de feminicidios, o las personas en prisión esperando una sentencia o juicio, es cerca del 40% de la población detenida en prisión. 

Existen regiones del país que están sumidas en una constante y creciente violencia, donde impera la ley del revolver, la ingobernabilidad es evidente y las fuerzas de seguridad del Estado están involucradas en redes de corrupción. México sigue siendo uno de los países con los índices y tasas de corrupción más altas en el mundo. La política anticorrupción de este gobierno no ha sido clara ni ha asegurado que los recursos públicos realmente sean destinados para consolidar una política en beneficio de los más desfavorecidos. Los escándalos de corrupción aún son constantes, incluso en el mismo gobierno federal.  

Aunque se dice que ya no domina la “oligarquía” y que se ha logrado una “eficiente separación del poder político del económico”, mediante la cero condonación de impuestos al gran empresariado. Logrando obtener 2.4 billones de pesos debido al aumento de la recaudación y los ahorros del plan de austeridad, lo cierto es que la 4T sí ha mostrado cercanía con ciertos grupos empresariales. Además, dichos ahorros no son del tercer al cuarto periodo de gobierno, y el plan de austeridad no solo afectó los privilegios de la burocracia y la clase política sino que impactó también de manera negativa a la clase trabajadora, disminuyendo el  presupuesto destinado a la educación y la salud pública. 

El informe de gobierno enfatiza una “más justa distribución de la riqueza a pesar del nulo crecimiento económico, mediante una mejor distribución del ingreso, lo que ha permitido disminuir la desigualdad y la pobreza”; en realidad el CONEVAL reportó un aumento de la pobreza en México. La nueva “forma de medir el crecimiento económico y el bienestar” sólo ha provocado el nulo crecimiento del PIB. Al final, las crisis y problemáticas en diversos ámbitos persisten y continúan impactando mayoritariamente en forma negativa a la clase trabajadora. Las crisis ambientales y de desabasto del agua, la inaccesibilidad a la salud pública, el desabasto de medicamentos, la corrupción, la crisis en educación, la pauperización laboral y los grandes pendientes: la ola de inseguridad y violencia; y el desarrollo económico y disminución de la desigualdad y la pobreza. El mejoramiento de las condiciones materiales de la clase trabajadora aún no se reflejan concretamente en la realidad, solo permanece en el discurso. 

Si bien podemos mencionar las pequeñas conquistas que se pueden obtener para nuestra clase bajo un gobierno como el de Obrador y Morena, hay que señalar las demandas históricas pendientes de nuestra clase y, sobre todo, las limitaciones de la política de conciliación de clases de la Cuarta Transformación. Estos 4 años han dejado de manifiesto que Obrador, a pesar de su aparente discurso “antioligárquico”, no busca confrontar ni enemistarse con las capas más amplias de la burguesía nacional. Las múltiples concesiones con la clase dominante ha limitado aún más las posibles conquistas que podrían haberse logrado. 

Así mismo, la perspectiva netamente electoral e institucional de Morena ha abierto paso a que, bajo el objetivo de ganar elecciones a toda costa, la 4T y Morena se hayan llenado de oportunistas y arribistas de derecha, cuyos intereses y política siempre han sido contra los más pobres y los trabajadores. A pesar de contar con una base simpatizante honesta y popular, esta se ha visto desplazada frente a las decenas arribistas que ahora visten de guinda.

Las y los socialistas no debemos sembrar falsas ilusiones entre las y los trabajadores, ni podemos orientar nuestra política a rescatar a Morena cuando su descomposición es producto de la dirección de dicho partido con el beneplácito de Palacio Nacional. Nuestra posición debe de ser clara, la de, a la vez que se reconocen los avances bajo este gobierno, impulsamos la construcción de una fuerza política que pueda ser una verdadera alternativa para las demandas de millones de trabajadores y trabajadoras, campesinos, jóvenes, mujeres, indigenas, estudiantes, y en general las capas oprimidas de nuestra sociedad.

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