4 de 6…Pero en 2024 podría no ser tan fácil

Las elecciones del 6 de julio, la 4T y las futuras tareas

Publicamos el siguiente artículo de un simpatizante y compañero veterano del movimiento socialista. Aunque no expresa del todo las ideas de Alternativa Socialista, consideramos que es un aporte relevante a la discusión sobre la situación en México a partir de las elecciones pasadas del 5 de junio.

Escrito por Luis Enrique Barrios, simpatizante de Alternativa Socialista (ASI en México).

En 2020 y 2021 la economía nacional registró un comportamiento que claramente puede ser caracterizado como recesivo: durante esos años el Producto Interno Bruto (PIB) decreció en un -0.87% y -3.85%. Un balance unilateral sobre esa clase de resultados tendría que sacar la conclusión de que Morena pagaría ello con un descalabro electoral, tal como le sucedió al PRI en 1997 tras los llamados “errores de diciembre” de 1994. En dichas elecciones el PRI perdería por primera vez en la historia la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados federales y la Ciudad de México, por primera vez sometida a elección popular su jefatura, sería ganada aplastantemente por el PRD con Cuauhtémoc Cárdenas al frente. 

Contraria a la experticia del PRI, en 2021, en lo tocante a las elecciones parlamentarias, Morena obtuvo la mayoría de votos en 23 de las 32 entidades federativas, logrando de paso un importante posicionamiento en aquellas entidades donde también hubo elecciones locales, siendo este el caso del congreso local de Tamaulipas, por ejemplo, donde ganó la mayoría de los curules. 

Y ahora dicha tendencia, es decir el voto a favor de Morena a pesar de las dificultades económicas, se repite, logrando el triunfo en 4 de las 6 gubernaturas que se disputaron el domingo 5 de junio. Esas 4 gubernaturas le han sido arrebatadas a la alianza del PRIAN y a su monito cilindrero, el PRD.

¿Qué demuestra todo ello?

El camino que ha tenido que recorrer la joven 4T en realidad ha sido tortuoso dada la herencia de un país arruinado por el pasado PRIANISTA, un Estado corroído hasta los huesos por la corrupción, junto a niveles de pobreza y descomposición social que han creado un caldo de cultivo bastante favorable para el desarrollo del narcotráfico y para saldos de violencia y sangre propios de tiempos de guerra. En medio de esa herencia maldita, AMLO ha tenido que trazar un camino que le posibilite la habilitación de sus políticas. 

Además de ese ambiente ya de por sí viciando, un factor más que se unión a la ecuación ha sido la pandemia provocada por el Covid-19, la cual dejó enfermedad y muerte masiva en México y todo el mundo. Además de provocar la ralentización de la economía debido al confinamiento, catalizando con ello un proceso de acumulación de contradicciones económicas previas a la emergencia sanitaria: por ejemplo, en 2019, antes de la pandemia, el volumen del comercio mundial apenas creció en un marginal al 0.2%, para después, en 2020, primer año del confinamiento, decrecer en -5.3%. 

Todo ese ambiente ha estado ahí, a lo largo de prácticamente todo lo que lleva hasta ahora de recorrido la 4T. Sin embargo, el apoyo hacia AMLO sigue siendo envidiable para la mayoría de mandatarios en el mundo. En diciembre del 2021 se ubicó en primer lugar de aprobación a escala global, junto al mandatario indio, Modi, ambos con el 69% de aprobación, contrastando con los casos de Biden y  Boris Johnson con el 44% y 30% respectivamente, reflejándose ello de forma positiva para Morena en los procesos electorales posteriores a la contienda que le dio el triunfo electoral de 2018.

Toda esa clase de hechos demuestra que la conciencia de las masas no es un reflejo mecánico de la base material de la sociedad, y que el punto de vista de estas está determinado también por una amalgama de factores que forman parte del pasado y el presente en su experiencia de la lucha de clases.  

Siendo ello así, considerando los resultados de las elecciones de 2021 y 2022, está más que claro que el recuerdo en la conciencia de la clase trabajadora sobre los severos castigos impuestos a los niveles de vida por parte de los gobiernos del PRI y del PAN, sigue bastante vivo y desempeñando un papel de peso al momento de tomar una decisión frente a las urnas electorales. 

También, otro factor que ha sido relevante en los resultados ha sido la moderada política social (moderada en comparación a la aplicada en Venezuela en tiempos del Chávez), misma que ponen al gobierno de AMLO en una posición bastante favorable a los ojos de los trabajadores y el campesinado pobre al momento en que contrastan a la 4T con las administraciones predecesoras: Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas…Para dichos sectores oprimidos por el capitalismo, la política social de AMLO se presenta como un refrescante vaso de agua en un desierto de cuatro décadas de contrarreformas impuestas por la derecha.

Y en verdad es cierto que, precisamente esas políticas sociales, a pesar de moderadas, fueron las que ayudaron a millones de familias a sobrellevar con menos angustia la penosa cuesta abajo de la economía en 2020 y 2021.

Ante esa realidad, y de acuerdo a lo vivido en el pasado reciente por el pueblo trabajador, obreros y campesinos saben que en un escenario económico como el de los dos años anteriores, pero bajo algún gobierno del PRI o del PAN, las medidas impulsadas desde el Estado habrían estado orientadas a obligar a las masas a pagar los estragos de la crisis por medio de más y nuevos impuestos, a través del recorte al gasto social, por medio de políticas de contención salarial, etcétera. 

Además, en lo referente a parte de la política exterior y que ha desempeñado un papel favorable para la 4T, es el hecho de que los profundos sentimientos antiimperialistas del pueblo mexicano encuentran un cierto reflejo, aunque sea modesto, en la actitud de AMLO ante el imperialismo yanqui.

Pero la derecha en contra de su voluntad también ha desempeñado un papel favorable a la 4T, ello por medio del abierto, histérico y público odio, desprecio y racismo de la derecha hacia el pueblo trabajador, naturalmente empuja la simpatía de millones de familias obreras y campesinas hacia la figura de AMLO. En realidad, más que la agitación impulsada por Morena (que prácticamente ha sido nula) es el odio profesado abiertamente por la derecha contra el pueblo trabajador, lo que ha mantenido entre las masas un ambiente de politización dada su necesidad de estas defenderse ante dichos ataques de odio.

Así pues, el temor a la vuelta de la derecha al poder, ha hecho que incluso las masas, más por lealtad de clase entre sí misma que por apoyo incondicional a AMLO, hayan tolerado abiertos errores de la 4T (la política contra los migrantes centroamericanos y caribeños, la integración a la administración pública de elementos venidos del PAN y del PRI, la agudización de la violencia contra las mujeres, el voto en la Cámara de Diputados a favor de la ley del pago delegado, el cual permitiría a los bancos expropiar los salarios de los trabajadores, la precarización laboral entre miles de empleados del gobierno federal y locales, etc.) y continúen con su apoyo para esta.

¿Qué sigue?

Nada es para siempre y si la 4T y Morena piensan que todo lo anterior puede seguir arrojando frutos por sí mismo (por ejemplo, que la autoridad política de AMLO por sí misma baste) y sin tomar medidas de fondo, se equivocan. De hecho, ese fue el error que cometió Claudia Sheinbaum y que le costó en las elecciones de 2021, la mitad de las alcaldías de la CDMX. 

Por otro lado, si bien 2022 ya muestra un mejor comportamiento en lo relacionado al PIB (2.2% de acuerdo a la proyección Banco de México para finales de este año), ello no deja de reflejar un crecimiento lento, el cual se une al factor de la inflación, la cual amenaza con prolongarse por un periodo más largo. 

Es verdad que algunas medidas implantadas por la 4T (el control parcial de los precios de los energéticos, por ejemplo) ha impedido que la inflación escale aún más, pero ello tiene su límite. Sobre todo en el plano de los alimentos, dado que el TLC, en decenas de cultivos vitales, trasformó a México de productor en importador (por ejemplo, de los 17.8 mil millones de dólares de maíz importados en 2011 desde los EEUU, en 2021 esa cifra escaló a los 39.5 mil millones). En consecuencia se trata de productos que, al ser importados, el gobierno de AMLO tiene escaso o, en realidad, nulo margen de maniobra para impedir que sus precios continúen encareciendo. 

Además, en el terreno de la política otro problema es el de la justicia omisa de Gertz Manero, Fiscal General de la República, el cual en realidad ha permitido que Peña Nieto, Calderón y secuaces, continúan impunemente disfrutando de los placeres de la vida de la forma más ostentosamente y descarada. A lo anterior se le unen saldos de violencia en general y niveles de feminicidios que no marcan diferencia entre la 4T y sus antecesores del PRIAN. Todos esos elementos que están ahí y, al igual que una gota de agua que cae de forma constante y prolongada sobre una roca hasta socavarla. Sin una política que verdaderamente persiga a los peces gordos de la corrupción Prianista y sin acciones que reviertan la escandalosa impunidad que aún galopa con energía al interior del sistema judicial, facilitando las cosas a la delincuencia organizada y feminicidios, de permanecer las cosas así, la confianza entre las masas hacia la 4T podría verse seriamente afectada. 

Elementos como los anteriores (y otros más, tales como seguir arropando a elementos de derecha en Morena y en los gobiernos de la 4T, como las de la ex panista Tatiana Clouthier al frente de la Secretaría de Economía tratando de imponer una segunda verificación vehicular en beneficio de los concesionarios automotrices, el rezago agrícola, la nula recuperación de tierras expropiadas por la vía de los hechos a campesino e indígenas para las concesiones mineras otorgadas por Fox, Calderón y Peña; la STPS con Luisa María Alcalde facilitando las cosas para que las pasadas elecciones sindicales en Pemex estuvieran controladas por los charros; el que la penetración de ex priistas y ex panistas a los gobiernos locales de Morena no permita distinguir claramente las administraciones municipales y estatales de la 4T del pasado PRIANISTA, etcétera, etcétera…) inevitablemente tendrán un peso en el ánimo de las masas a mediano plazo, máxime si las dificultades económicas del país se prolongan y profundizan.

Sin atender adecuadamente todas esas contradicciones, y en un ambiente económico hostil que golpee las políticas sociales de AMLO e incluso motive a los sectores conservadores al interior de la 4T a impulsar las viejas fórmulas recetadas por el FMI (ya un ejemplo de ello es la frustrada verificación vehicular promovida por Tatiana Clouthier, la cual habría significado nuevos impuestos para los dueños de automóviles por la vía de los hechos) la autoridad política de Morena podría caer a un punto en el que la derecha, ahora aplastada por la fuerza de las masas a través de las urnas, pudiera levantar cabeza, reagrupa a su base social de apoyo que por el momento está fuertemente desmoralizada, y lanzarse con un éxito mayor al actual a la casa del apoyo de los sectores más atrasados y descontentos con los resultados de los gobiernos de la 4T, tanto el federal y como los locales. 

Es necesario un verdadero giro a la izquierda 

Es cierto que son del todo motivantes los resultados del pasado 5 de junio en las elecciones pues Morena gobierna el 65% del territorio nacional, porcentaje que tras los sufragios de 2021 se colocaba en 46%. Además de ser un duro revés para la derecha (de las 30 entidades gobernadas en 2017 en conjunto por el PRI, el PAN y el PRD, ahora, tras los comicios del fin de semana pasado, solo les restan ocho en total), los resultados demuestran que las energías de las masas siguen siendo óptimas en sus anhelos de transformación social, pero se trata de un fenómeno que no puede durar con esa misma vitalidad sin los incentivos necesarios. 

Sin las acciones adecuadas se corre el peligro de que, la parálisis del movimiento de masas impulsado por el propio AMLO desde que ganó las elecciones en 2018, afecte negativamente los ánimos de lucha. Máxime cuando ese ambiente está acompañado de un panorama plagado de contradicciones dadas las expectativas incumplidas y la reiterada e incorrecta búsqueda de la máxima dirigencia de la 4T por ganar la gracia para sí de los empresarios y parte de la derecha política, creará con ello una amalgama de factores que provocarán el desaliento entre amplios sectores de las masas y la caída del nivel político, derivando en un contexto general que haría de la elección de 2024 algo totalmente contrario a un día de campo para Morena y la 4T.

Además, no hay que olvidar que, dada la experiencia de lo que ha significado el gobierno de la 4T para todos esos empresarios que se enriquecieron por años y a manos llenas al amparo del Estado y también para el imperialismo, es evidente que de cara al 2024 pondrán toda la carne al asador para evitar que Morena repita en el poder si no presenta un candidato domesticado promoviendo una política que empujara hacia la derecha a dicho partido. 

Es por todo ello que Morena no puede confiarse y pensar que “nadando de muertito” los escenarios electorales de 2021 y el del 5 de junio pasado, se repetirán en 2024 sin mucho esfuerzo. De actuar así y dejar buena parte de la ecuación al llamado “factor AMLO” se estaría poniendo seriamente en peligro el avance alcanzado en el frente electoral gracias a la determinación de los trabajadores para impedir el regreso de la derecha al poder. Permitiendo a la vez la recuperación de fuerzas del PRIAN-PRD por medio de la capitalización de las contradicciones de la 4T y la consiguiente desmoralización de un sector de las masas, creándose un ambiente que haría a la alianza de “Va por México” un adversario que si podría meter en serios aprietos a Morena en sus intenciones de repetir en Palacio Nacional tras las presidenciales a desarrollarse en dos años.

En síntesis, una eventual recuperación de la derecha al grado de posicionarse como un adversario que le podría disputar seriamente la presidencia a Morena, dependerá más de la falta de determinación de la 4T para eliminar sus contradicciones que de lo que directamente haga la alianza “Va por México”.

Siendo así, el único incentivo para no sólo mantener vivo el apoyo de las masas para la 4T, sino además para desarrollarlo y fortalecerlo, es girando a la izquierda profundizando la política social, cancelando el IPAB-Fobaproa y la deuda pública para liberar fondos para destinarlos a la salud, la educación, etcétera, dictaminando un aumento salarial de emergencia para contrarrestar en algo los efectos de la inflación, por ejemplo. 

En resumen, para garantizar un nuevo triunfo en las presidenciales de 2024, el camino es romper con la derecha, purgando a la 4T de arribista, eliminado toda clase de concesiones para la patronal, a la vez de reagrupar y organizar a las masas para lanzarlas a las calles, formar comités de lucha, preparándose de ese modo para las luchas que se avecinan.

Al día de hoy, no hay duda sobre la fortaleza de la 4T y Morena seguida de una cada vez más marcada debilidad de la derecha, pero esa relación de fuerzas no se puede mantener intacta por sí misma sin acciones de fondo que tengan como ejes de acción una política de izquierda superior a la actual junto a la acción de las masas en las calles y organizadas en comités de lucha. Sin un serio giro a la izquierda, se vuelve real la posibilidad de que decrece la distancia entre la 4T y la derecha, y que ello derive un revés para Morena en 2024.