Una Alternativa Socialista a la crisis del COVID

¡La crisis es inevitable, pero no quién pagará los costos!

Escrito por Alternativa Socialista, ASI en México.

La pandemia de coronavirus ha infectado a cientos de miles, y miles más han fallecido. Los expertos, estiman que la situación empeorará. De nueva cuenta, esta pandemia demuestra la total incapacidad del capitalismo para resolver la crisis salud como la que está padeciendo el mundo entero, al tiempo que miles de trabajadores de la salud, científicos y muchos más arriesgan su propia vida para contener y combatir el virus. Evidenciando por una parte, la avaricia de la burguesía y sus partidos políticos para proteger e incrementar las ganancias de sus negocios a costa de los trabajadores, y el enorme sacrificio de miles de trabajadores de la salud en todo el mundo que luchan día con día contra el virus y los recortes en la salud pública para defender el mayor número de vidas humanas.

Pero no son solo efectos en la salud los que está provocando el Covid 19, a ello se agregan los costos sociales, políticos y económicos que tendrá la pandemia no solo en México sino en el mundo entero. En el artículo La recesión del coronavirus ha comenzado (ver La recesión del coronavirus ha comenzado), hemos explicado ampliamente el efecto que ha tenido el virus en la economía mundial, desatando una nueva crisis económica internacional. Como ahí señalamos, no se trata de una nueva crisis sino una crisis estructural del capitalismo mundial que no ha resuelto los problemas que ocasionaron la crisis de 2008. De ese el Covid 19, solo ha detonado una crisis que estallaría por otros medios. Basta considerar que la contracción económica en el primer trimestre del año en China, periodo que claramente comprende el estallido de la pandemia, es de aproximadamente un 13% siendo el primer trimestre de crecimiento negativo de la economía china desde 1976. Pero este es solo el comienzo. 

México no será la excepción

La Organización Mundial de Salud ha señalado la atención del gobierno de Obrador desde el comienzo de la pandemia fue determinante para disminuir los efectos de la pandemia. Si bien es cierto que el gobierno de México ha tomado algunas medidas que en términos generales han contribuido a contener la explosión de contagios, al principio de la pandemia el propio presidente hizo declaraciones nada afortunadas, contrarias a las recomendaciones de evitar el contacto para reducir el contagio. Pero más allá de estas declaraciones, usadas por la derecha para atacar a Obrador, el fondo del problema es la debilidad de las medidas para avanzar realmente en la recuperación y ampliación de los derechos para los trabajadores y las mayorías, que pasa por lanzar una ofensiva abierta sobre la derecha y los capitalistas. El ejemplo claro de ello es el adeudo en más de 50 mil millones de pesos en impuestos que adeudan sólo quince grandes empresas, con los cuales se podrían adquirir cerca de 40 mil respiradores para la atención de casos graves de coronavirus. 

De hecho, las medidas anunciadas han estado en buena medida determinadas por la situación del sector salud. En la entrevista realizada por John Ackerman el propio Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, reconoció  que la pandemia se ha enfrentado con un sistema de salud pública mutilado por intereses privados heredados de los gobiernos anteriores. En otras palabras, la falta de medidas firmes para recuperar el sistema público de salud en México ha sido determinante en el diseño de la respuesta a la pandemia. Muestra de ello es el acuerdo para disponer de hospitales privados para atender posibles casos de coronavirus, ante el inevitable incremento de casos positivos, y la incapacidad del sector público para atender un problema de esta magnitud. Es la falta de camas en hospitales públicos lo que ha obligado a este acuerdo. Pero de ningún modo se trata de caridad cristiana ni mucho menos de filantropía de los nosocomios privados, por el contrario estos recibirán una compensación por los costos de las atenciones por parte del Estado.  

Pero esto no es nuevo, por el contrario ha sido una de las tropiezos constantes de la 4T en el sector salud. En enero de este año , un mes antes del primer caso confirmado de coronavirus, en el contexto de la campaña de la derecha por el supuesto desabasto de medicamos López-Gatell expuso en una conferencia matutina como el Seguro Popular relegó a las instituciones públicas del abasto y control de medicamentos, manteniéndolos atados a una empresa privada. Incluso, señaló que este tipo de esquemas significan en la vía de los hechos la privatización de distintos rubros de la salud pública. Sin embargo, en lugar de avanzar firmemente para recuperar este y otros sectores públicos en manos de privados como el sector energético, se pretende conciliar los intereses públicos y privados. 

Es precisamente ese intento de conciliar intereses irreconciliables, lo que motiva y mantiene a la derecha y a la burguesía cotidianamente en el ataque. La falta de medidas más firmes para recuperar los sectores públicos y profundizar el proceso de cambio, no solo supone una invitación al ataque sino que les da elementos materiales para justificar sus posiciones y crean un sentimiento de desaliento entre quienes votaron a Obrador en 2018 pero no logran ver materializadas sus esperanzas.  

Lo anterior no resta responsabilidad a de la derecha mexicana, como la de Trump o Bolsonaro, ansiosa por aumentar los errores y tropiezos de Obrador, muchos de los cuales ella misma alienta y es responsable. Basta recordar el lamentable y vergonzoso papel del expresidente Felipe Calderón y los restos de su anterior partido, Acción Nacional, tratando de impulsar la cuarentena cuando aún no existían casos confirmados en el país. O la muerte y resurrección de José Kuri, anunciada por López Dóriga y coreada por la derecha, en su intento por desacreditar a López Obrador. 

Las cifras en México por su puesto incrementarán conforme pasen los días, como ocurrirá en el resto del mundo hasta que la pandemia sea parcialmente controlada. Igual de inevitable serán los efectos de la crisis económica, que ya ha anunciado sus primeros síntomas en México no sólo provocada por la caída de las bolsas de valores a nivel mundial por efecto de la pandemia sino también la caída de los precios de petróleo que han significado una caída del peso mexicano con respecto al dólar. 

La tormenta que se avecina

La crisis económica será inevitable no solo por la enorme dependencia de la economía mexicana con respecto al mercado norteamericano, que se agudizará como consecuencia del aumento de los casos confirmados, sino por la lógica misma del capitalismo mexicano y mundial. Se estima que la cifra del desempleo en Estados Unidos, producto de la crisis llegue al 30%, que pondría a la economía norteamericana en cifras similares a las de la Gran Depresión. 

Esto por sí mismo es una muestra de los efectos que tendrá la crisis en el mercado norteamericano en el que México coloca cerca del 80% de sus exportaciones. Aunque en febrero, se reportó un crecimiento de 5.20% de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, consecuencia del retroceso de las exportaciones chinas por la pandemia según el Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación, se prevé una caída en sus exportaciones de dos mil millones de dólares, solo en marzo.  Esto será consecuencia tanto de la crisis en Estados Unidos como la falta de insumos provenientes de China. En sectores como el automotriz, el que reporta mayores beneficios al comercio internacional de México, reporta una caída del 11.91% como consecuencia de la pandemia. Esto después de que en diciembre del 2019 retrocediera un 16%. Para entender la magnitud de este retroceso, basta considerar que este sector representó el 36% del total del valor de las manufacturas exportadas entre enero y junio del 2019- Y en 2018, el sector automotriz fue la principal fuente de ingresos con 142 mil millones de dólares, superando a las remesas (33 mil millones de dólares), a las exportaciones petroleras (30 mil millones de dólares) y al turismo (23 mil millones de dólares). 

Sin embargo, no solo las exportaciones tendrán un retroceso. Hay que considerar que del 30% de desempleados que se estima exista el próximo mes su mayoría serán trabajadores indocumentados, producto de la falta de seguridad laboral. Lo que a su vez significa una reducción de los salarios de los trabajadores indocumentados que logren mantener sus empleos, bajo la excusa del aumento de la demanda de trabajo aprovechada por los capitalistas para extraer mayores ganancias. Las remesas representan el 2.7% del PIB nacional y aproximadamente el 10% o más del PIB de estados como Michoacán, Oaxaca y Zacatecas. Esto significará una segura caída en la remesas, y por tanto en los ingresos directos de miles de familias.  De hecho BBVA estima que las remesas se contraigan 17% este año como consecuencia de la pandemia, y más del 21% entre 2020 y 2021, recuperándose según el mismo banco hasta dentro de diez años. 

Lo anterior significa que inevitablemente la economía mexicana experimentara una caída. Al respecto JP Morgan, prevé que el PIB se contraiga 15.5% en el segundo trimestre en México. En los hechos estamos siendo ya testigos de ese retroceso. Aunque las cifras varían, lo anterior significa que el crecimiento económico será no solo menor, sino que en términos reales tendremos crecimiento negativo, es decir decrecimiento. Y por tanto nos enfrentamos a una crisis económica ya anunciada. Según el Bank of America, se prevé que la economía mexicana se contraiga 8% este año afectada principalmente por la recesión en Estados Unidos y la caída en los precios del petróleo. Por su parte la Secretaria de Hacienda, estima que la caída del PIB llegue a -3.9% o en el mejor de los casos sea del 0.1%. En cualquier caso, no existen perspectivas halagüeñas para la economía mexicana. Ante ello, la pregunta es ¿Quién pagará la crisis?

Es hora de pasar a la ofensiva, una ofensiva socialista

Los primeros anuncios de la crisis con la caída de los precios del petróleo y de las bolsas de valores el  9 de marzo, el nuevo lunes negro para la economía mundial, impulsaron a Obrador a reunir a su gabinete económico el martes de 10 de marzo y a anunciar un Plan económico para combatir la crisis. Plan que finalmente fue anunciado el domingo 5 de abril, y que entre otras cosas reitera el programa económico planteado por Obrador para su sexenio: ampliación y adelanto de los apoyos sociales, créditos para micro y pequeñas empresas, aumentar el recorte de los salarios de los altos funcionarios y eliminación de sus aguinaldos, entre otras medidas. Estas propuestas sin duda son correctas, pero ante el panorama nacional e internacional expuestos anteriormente resultan claramente insuficientes para enfrentar la crisis por la que va a atravesar el país. 

La hipocresía y el cinismo de la burguesía y la derecha, por su parte siguen de pie. Ejemplo de ello es que mientras el gobierno federal anunció una serie de medidas, ni el Consejo Coordinador Empresarial o la COPARMEX se comprometieron a mejorar los salarios o a evitar los despidos sino que exigen que sea el gobierno quien apoye a los trabajadores. Otro ejemplo similar es la actitud del PRI, el PAN o Movimiento Ciudadano ante la propuesta concreta de donar el 50% de su presupuesto para el sector salud y la atención de la pandemia. Mientras tanto todos estos se llenan la boca de solidaridad y apoyo, sin tomar ninguna medida concreta para hacerlos realidad.

Pero eso no es todo, tanto la burguesía como sus representantes se preparan para lanzar una nueva ofensiva sobre los trabajadores y el gobierno de López Obrador. La debilidad invita al ataque, y eso precisamente es lo que ocurrirá sino se toman medidas más profundas para evitar que seamos la mayoría quienes pagamos la crisis, mientras los de siempre se enriquecen en medio de la miseria de millones. Basta señalar que del 13 marzo al 6 de abril, se han sido despedidos más de 346 mil trabajadores, so pretexto del coronavirus. Siendo las empresas con más de 50 trabajadores, es decir las grandes empresas, las que mayormente han reportado el mayor número de empleos perdidos. La mayor parte de estos empleos perdidos se registraron en la Ciudad de México en las primeras semanas de marzo, antes de la declaratoria de la emergencia de coronavirus. Por lo que, como ha señalado Claudia Sheinbaum,  estas empresas han especulado con la crisis ¡antes de la emergencia! 

Pero esto es solo el comienzo. La crisis a la que nos enfrentamos, no se trata de buenos o malos empresarios, sino de una crisis que alterara profundamente las relaciones sociales, es decir las relaciones entre las clases sociales, entre los que tienen y los que trabajamos a diario para conseguir nuestro sustento. No se trata pues de un aspecto moral, sino social.  Se trata de una crisis en la que como se evidencia con los desempleos en la Ciudad de México o las declaraciones de la derecha y los empresarios, una clase social no está dispuesta a hacer ningún sacrificio por mínimo que sea siendo al mismo tiempo la clase que posee toda la riqueza, mientras los que siempre hemos padecido los recortes, las privatizaciones y el desempleo somos los que de nueva cuenta cargamos al muerto.  

Es por eso que los trabajadores, los jóvenes, las mujeres y los más humildes debemos organizarnos para luchar contra las medidas y ataques de la derecha. Al mismo tiempo que impulsamos una lucha para radicalizar la transformación que vive el país a partir del 1 de julio del 2018. Ahora, con la crisis que ha estallado a nivel mundial queda claro que en el mundo existen dos clases sociales enfrentadas y México no es la excepción. La Cuarta Transformación, si quiere servir a los más pobres debe luchar contra lo que permite que exista la miseria, la pobreza y el hambre: el capitalismo. Que ahora recrudecerá sus efectos más nefastos sobre la mayoría de la sociedad como consecuencia de la crisis económica. 

Desde Alternativa Socialista proponemos el impulso de las siguientes medidas para luchar contra la crisis y por el impulso de la lucha organizada en los centros de trabajo, las colonias populares, las escuelas y las organizaciones de base:

  1. ¡Cancelación de la deuda externa, no al endeudamiento del país! No necesitamos más préstamos leoninos, necesitamos dejar de pagar intereses de una deuda que desangra nuestras finanzas y que hemos pagado más de una vez.
  2. Ningún despido, ningún empleo perdido. Empresa que despida, empresa que es puesta bajo control y gestión democrática de los trabajadores. 
  3. ¡Contra el desempleo y el trabajo informal! Reducción de la jornada laboral y redistribución del trabajo entre los desempleados y trabajadores informales. 
  4. ¡No más trabajo precario! Aumento del salario mínimo a 15 mil pesos mensuales.
  5. ¡Debo no niego, pago no tengo! Cancelación de las deudas, rentas, impuestos y pago de servicio a los despedidos y trabajadores informales.  
  6. ¡Reforma fiscal progresiva ya! Impulsar la recaudación  de impuestos a las grandes fortunas para incrementar la recaudación fiscal para impulsar la inversión productiva pública. 
  7. Nacionalización del sistema de pensiones para el refinanciamiento de la sector salud.
  8.  Contra la inflación y la especulación ¡Control de precios y escala móvil de salarios!