¡Sí a la Reforma Eléctrica! ¡Luchemos por la nacionalización del sector energético!

La Reforma Energética será sin dudas una de las principales batallas que se libren en este sexenio. Lejos de abstraernos del proceso y permanecer como simples espectadores, la responsabilidad de quienes luchamos por un futuro socialista es participar en la lucha, así como señalar las limitaciones de la propuesta del obradorismo y plantear su ampliación en beneficio del pueblo trabajador. 

Escrito por Josafat Arrieta, Alternativa Socialista (ASI en México).

El pasado 22 de enero más de 100 organizaciones de diferentes ámbitos y tendencias nos dimos cita en el Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Nuclear para conformar el Frente Nacional en Defensa de la Reforma Eléctrica. Este esfuerzo tiene como objetivo no sólo impulsar y demostrar que el pueblo trabajador de México apoya la Reforma Energética propuesta por López Obrador. Sino que también se plantea la necesidad de avanzar en la profundización de la misma y ampliar apartados en los que la propuesta original presenta ciertos huecos.

Somos muy conscientes de las limitaciones del obradorismo y seguimos manteniendo una posición crítica respecto al gobierno de Obrador, en diferentes aspectos. Sin embargo, entendemos también que la lucha por revertir los efectos en materia energética dejados por la Reforma Energética de Peña Nieto, es una lucha bajo la que se abanderan millones de trabajadores y campesinos en México. Es pues, un paso corto, pero necesario para avanzar en la justicia energética para la clase trabajadora.

La Reforma Energética y la lucha del pueblo trabajador

Pero, para hablar de la necesidad de una Reforma Eléctrica es importante poner el contexto del cual partimos. En 2013 la coalición parlamentaria del Pacto por México permitió que se aprobara la Reforma Energética del presidente priísta Enrique Peña Nieto. La Reforma Energética se nos vendió como un paso adelante en la modernización de nuestro país, se prometió que los precios de la gasolina y la energía eléctrica bajarían y el “libre mercado” garantizaría un servicio de calidad. Para ello la Reforma Energética abrió el campo para que las empresas privadas pudieran participar en la generación de energía eléctrica, aunque sería el Estado, a través de la CFE, el que seguiría encargándose de distribuirla.

Aunque la Reforma de 2013 no sería sino el resultado de una serie de maniobras y presiones. Estas venían manifestándose claramente en los múltiples ataques que los gobiernos panistas realizaron contra “Luz y Fuerza del Centro”, derivando en su extinción e integración a la CFE en 2009. Un proceso que tuvo como resultado tanto el despido de 44 mil de trabajadores que quedaron a su suerte como el incumplimiento de la promesa de una mejora en la calidad del servicio bajo la CFE.

Las promesas de los gobiernos panistas y priístas respecto a garantizar un servicio eléctrico de calidad resultaron en efectos contrarios a los prometidos. No sólo la reforma y la apertura no significaron un descenso en los costos de la energía eléctrica. Al contrario, a partir de entonces las tarifas eléctricas han aumentado a tal nivel que millones de personas quedaron en la disyuntiva de tener que comer o poder cubrir el costo del uso de la energía eléctrica, de suma vitalidad en nuestros tiempos.

Del mismo modo, la participación de compañías extranjeras que prometían desarrollo de energías supuestamente limpias, derivó en un proceso de despojo territorial, proletarización de la población local y represión a defensores del territorio en diferentes estados del país. Esto es especialmente visible en la zona sur de la costa del Pacífico, estados con gran potencial energético que vieron como empresas como Iberdrola extendía sus tentáculos por su territorio.

Ante la ofensiva antipopular lanzada desde los gobiernos en turno, miles de personas respondieron organizándose y emprendiendo una lucha de resistencia contra los abusos en los precios de la luz. Durante los siguientes años surgieron diferentes organizaciones de usuarias y usuarios en todo el país. Esta respuesta popular permitió forjar una lucha bajo la que se abanderaron millones de personas en los siguientes años. Si bien la propuesta de la Reforma Eléctrica es una iniciativa del gobierno de Obrador, esta no puede entenderse sino como la respuesta a una demanda legítima y una lucha necesaria que el pueblo mexicano libró en la última década. 

En este proceso de resistencia trabajadoras y trabajadores, campesinos y campesinas y usuarios y usuarias en resistencia jugaron un papel muy importante. Movilizando y poniendo el cuerpo para resistir los embates que buscaban mermar y dispersar a la organización popular. Es importante destacar el papel de las mujeres en dichos procesos de resistencia. Las propias dinámicas patriarcales de la sociedad mexicana provocaron que fueran las mujeres, sobre quienes recae la mayor parte, trabajos de cuidado del hogar, quienes resintieran de manera más directa los abusos en las tarifas de la luz. Ello generó un involucramiento a fondo de las mujeres en la lucha, siendo quienes en primera línea resistieron e incluso en ocasiones lideraron la resistencia de las y los usuarios.

La lucha por la Reforma

Es necesario señalar que la propuesta de Reforma Electrica de Obrador es muy limitada. Y si bien las organizaciones socialistas, sindicales, estudiantiles, campesinas y de usuarias y usuarios que hemos decidido apoyarla somos conscientes de ello, optamos por dar la pelea para que lejos de moderarse aún más, como es intención de sectores de Morena y algunos “líderes” sindicales, la Reforma se profundice a través de la lucha en las calles.

La Reforma Eléctrica, por ejemplo, no revierte plenamente la participación de privados en la producción de energía eléctrica. En ese sentido, únicamente se limita a asegurar que el 54% de la producción de energía eléctrica en el país recaiga en la CFE, principalmente en sus plantas hidroeléctricas. Diversas organizaciones planteamos que esto no es suficiente. La nacionalización de la industria eléctrica debe de ser a lo que se aspire. La producción de energía no es un tema menor, el desarrollo industrial y económico de un país está ligado a este tema.

Del mismo modo, la Reforma no plantea la posibilidad de garantizar el acceso y un servicio de calidad a las y los usuarios. Si bien reconocemos que la intención de reducir los costos de la luz para millones de personas es genuina, somos firmes cuando establecemos que es necesario hablar del acceso a la energía eléctrica como un Derecho Humano. En nuestra sociedad gran parte de nuestra vida depende o está ligada al servicio de energía eléctrica, por lo que debe de ser una obligación del Estado el permitir que la situación de millones de personas que hoy carecen de acceso o un servicio de calidad, pueda cambiar para bien.

Otro tema a destacar es el de la transición a la producción de energías limpias. Si bien la propuesta de Reforma aborda brevemente y establece como un objetivo la transición energética, deja al aire el cómo y no profundiza en explicar los medios y tiempos en los que esto se llevará a cabo. Defendemos la lucha por la nacionalización de la industria eléctrica, pero también somos muy conscientes de la crisis climática que enfrentamos a nivel mundial y de la necesidad de combatirla inmediatamente. Por ello planteamos que el desarrollo de una perspectiva ecológica y de transición a las energías limpias debe ser incluida en la Reforma Eléctrica.

Una vez planteadas las principales limitaciones de la misma reforma, es igual de importante señalar una cosa: la Reforma, lejos de lo que creen ciertos sectores de Morena, no puede ser sino una conquista del pueblo trabajador luchando en las calles. Es una necesidad rechazar los intentos por desmovilizar y hacernos creer que la Reforma sólo se va a conseguir a través de la negociación parlamentaria con los partidos de la derecha. Morena no tiene la mayoría absoluta, por lo que para aprobar la reforma debe negociar especialmente con el PRI. Y la derecha lo sabe, y no tan fácilmente cederá en sus posiciones. Esto no es solo por temas ideológicos, de antipatía a Morena, sino porque tiene intereses concretos en el sector eléctrico y porque sabe que está en una situación de obligar a Morena a moderarse y al mismo tiempo, por esa razón, seguir minando el enorme apoyo que tiene. Debemos condenar cualquier intento de maniobra en este sentido. La batalla por la Reforma si queremos que esta pueda ampliarse en lugar de descafeinarse, como plantea el ala de derecha de Morena, e incluir las principales demandas de quienes por años han llevado la lucha energética, debe de librarse en las calles, en las escuelas, los barrios, las colonias y los centro de trabajo, a través de la movilización y organización del pueblo trabajador.

Nuestras demandas en el tema energético son:

  • ¡Basta de abusos y cuotas impagables! ¡Exigimos tarifas justas para usuarias y usuarios de la energía eléctrica!
  • La energía eléctrica debe ser reconocida como un derecho humano. El Estado debe garantizar el acceso a la energía eléctrica y un servicio adecuado.
  • ¡Sin nacionalización no hay soberanía energética! ¡Por la nacionalización de la industria eléctrica bajo control de las y los trabajadoras!
  • Sin las y los usuarios no puede haber Reforma Eléctrica. Las y los usuarios en resistencia deben ser escuchados, las y los legisladores deben atender las demandas de aquellas personas a quienes representan.
  • ¡Por la transición energética! Impulsemos la transición energética bajo un sistema de producción energética nacionalizado y bajo control obrero

La Reforma Energética será sin dudas una de las principales batallas que se libren en este sexenio. Lejos de abstraernos del proceso y permanecer como simples espectadores, la responsabilidad de quienes luchamos por un futuro socialista es participar en la lucha y presionar con todas nuestras fuerzas por la ampliación de la limitada propuesta del obradorismo. Movilicémonos y luchemos por dar marcha atrás a las reformas antipopulares impulsadas por los gobiernos neoliberales, planteando nuestras demandas.