¡Por un sindicalismo democrático y socialista!

 En los últimos años la lucha sindical en México ha vuelto a la palestra de la política nacional. La lucha de los trabajadores de Matamoros en 2018 y 2019, así como la reforma por las 40 horas laborales, ha planteado la desconexión de las burocracias sindicales con la base de trabajadores. Ejemplo claro de ello es la reciente formación del Sindicato Independiente Nacional de Trabajadoras y Trabajadores de la Industria Automotriz, organizado en 2021 para luchar contra el charrismo en la industria automotriz. Esto se hace más urgente en el contexto de crisis económica en que las patronales pretenden mediante diversos métodos, como paros patronales o recortes de personal, cargar sobre la espalda de los trabajadores la crisis económica. Por ello la lucha por la democracia sindical es indispensable pero insuficiente. No bastará con la democracia en los centros de trabajo y en los sindicatos, es necesario que nuestras organizaciones desarrollen un análisis de la situación económica y política a nivel nacional e internacional, y adopten un programa consecuente con esa situación. Es decir, un programa socialista. 

Escrito por Ulises Chavarría y Mauro Espínola, Alternativa Socialista,ASI en México.

Desde hace algunos meses, las movilizaciones sindicales han vuelto a surgir y las herramientas legales -aunque no son ni deben ser las únicas- también han surgido con la reforma del artículo 371 de la LFT (de manera particular a la democracia sindical), aunque no debemos de caer en el error de pensar que dicha reforma ha sido otorgada por la benevolencia de la burguesía., Esta conquista como cualquiera que ha obtenido la clase trabajadora ha sido producto de la lucha en las calles.

Históricamente los sindicatos,  se formaron como un arma de la clase trabajadora para su organización y lucha por las mejoras en sus condiciones de vida y en sus espacios de trabajo.Sin embargo, los sindicatos, con el desarrollo del capitalismo en su fase imperialista se convirtieron en una carga burocrática encargada de contener la lucha de los trabajadores.Acotando las perspectivas de los trabajadoras y sirviendo en última instancia a los intereses de los capitalistas. Como explicó Trotsky en Los sindicatos en la era  decadencia imperialista 

Hay una característica común, en el desarrollo, o para ser más exactos en la degeneración, de las modernas organizaciones sindicales de todo el mundo; su acercamiento y su vinculación cada vez más estrecha con el poder estatal. Este proceso es igualmente característico de los sindicatos neutrales, socialdemócratas, comunistas y “anarquistas”. Este solo hecho demuestra que la tendencia a “estrechar vínculos” no es propia de tal o cual doctrina sino que proviene de condiciones sociales comunes para todos los sindicatos.

Los sindicatos en la era  decadencia imperialista

Esas condiciones sociales comunes para todos los sindicatos no son otra cosa que las del capitalismo contemporáneo, al que son sometidos todos los sindicatos y todos los trabajadores en el mundo entero. Por ello, aunque en algunos países desarrollados se han mantenido algunas mejoras logradas a lo largo del siglo XX, en todo el mundo la burguesía ha impulsado e impuesto ataques brutales a la clase trabajadora. Incluyendo los países más desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra o Francia. En este último hemos visto como el año pasado el gobierno ‘liberal’ de Macrón impulsó una reforma para incrementar la edad para las jubilaciones, entre otros ataques. Este es un ejemplo de los límites de la lucha sindical por demandas puramente económicas, sin una perspectiva más amplia del contexto en el cual estos ataques se presentan y de las tareas que los sindicatos y los trabajadores debemos adoptar para derrotar dichos ataques.

La democracia en los sindicatos es de primera importancia para que se conviertan en órganos de y para los trabajadores,  y tengan independencia respecto del estado capitalista. La democracia debe ser, además, una democracia obrera, donde los trabajadores sean los principales protagonistas  en la vida y orientación del sindicato. Así mismo, la democracia obrera es un medio para que las conclusiones más avanzadas se abran paso al interior del sindicato, haciendo que este adopte no solo una actitud combativa respecto de sus patrones, sino también de solidaridad de clase  con todas las luchas de las y los oprimidos y en la lucha contra el sistema capitalista que tanto le ha robado a nuestra clase. Se puede pensar, en primera instancia, que esta clase de sindicato combativo, revolucionario, socialista debería de tener toda clase de desventajas en el capitalismo (más crudo aún en nuestro país periférico) y se estaría en lo correcto. Sin embargo, la cuestión yace en saber en donde recae su poder y utilizarlo para desarrollarse, para resistir. El poder de los sindicatos recae en los trabajadores pues ellos crean la riqueza, y al saberse poseedor de la mayor arma en contra del capital tendrán mayores herramientas y coraje para pelear por lo que a los trabajadores les pertenece. Por eso es no solo importante la democracia en los sindicatos, sino un paso histórico necesario de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo.

En esta era del caos donde hay un creciente militarismo, el avisoramiento de una crisis económica y una aceleración en la crisis climática, el papel de los sindicatos ante una época de inflación y aumento de ganancias -para los empresarios- se encuentra ante una encrucijada: los sindicatos burocráticos o la lucha por la democratización de los sindicatos con un programa que impulse la lucha más allá del terreno puramente económico o gremial. Esa es tarea no solo de los trabajadores, sino también -y quizás principalmente- de los revolucionarios. Es nuestra tarea intervenir en este proceso de movilización y organización con nuestra clase, discutiendo y ayudando  a clarificar la situación en el movimiento obrero y sus tareas para dar la batalla por un sindicato democrático y combativo. Es decir, un sindicalismo consciente y revolucionario, socialista, que sea un agente que lucha contra el sistema capitalista..

Los tiempos recientes nos han dado infinidad de lecciones de inspiración y de esperanza, las huelgas recientes de Estados Unidos, Canadá, Francia e Inglaterra son referentes internacionales. Y en México la situación no es diferente, las huelgas  nos han enseñado que el movimiento sindical está desarrollándose, luchando desde su trinchera contra la codicia de los dirigentes sindicales y de los capitalistas. Para ello debemos de luchar por la democracia de los sindicatos, por un programa claro, sólido y revolucionario, por la jornada de las 40 horas, por los aumentos salariales -en AUDI o en donde sea que se exijan (pues en todos lados se merecen)-, por la lucha contra toda opresión y en todas partes!. Para ello la independencia de los sindicatos del Estado es crucial, es decir de independencia política frente a los intentos de integrarlos en las dinámicas del poder al servicio de la clase dominante. Como señalaba  Trotsky en 1940: La primera consigna es por la democracia sindical, pero la segunda y más importante es por la independencia completa e incondicional de los sindicatos frente al Estado capitalista. Es decir, luchar por la democracia sindical y por un sindicalismo combativo y socialista para la defensa de los intereses de las y los trabajadores.