¡Alto a la guerra contra Gaza!: luchemos contra la pobreza, el militarismo y la reacción

La oposición a la guerra genocida en Gaza dominará las manifestaciones del Primero de Mayo de este año, tras más de seis meses de protestas masivas. Ante la proximidad del ataque a Rafah, las protestas pueden convertirse en explosiones sociales en varios países, ya que millones de personas de todo el mundo responden al llamamiento de los sindicatos palestinos a hacer “huelga por Palestina”.

Declaración de Alternativa Socialista Internacional por el Día Internacional de los trabajadores

La lucha contra la histórica caída del nivel de vida será otro tema destacado. Incluido en Nigeria, donde hace tres semanas los precios de la electricidad subieron un 300%. Esto se sumó a subidas similares de los precios de los alimentos, los medicamentos, el combustible y el transporte en el último año.

En el día internacional de la clase trabajadora, como para millones de trabajadores de todo el mundo, el 1ro de mayo es un día de manifestaciones y huelgas contra el capitalismo y el imperialismo, y contra todos los efectos catastróficos de este sistema.

20 dólares al mes

En Nigeria, el salario mínimo mensual oficial es de 30,000 nairas. Tras las drásticas devaluaciones recientes, el naira es una de las monedas con peor comportamiento del mundo. A finales de abril, 30,000 nairas equivalían a poco más de 20 dólares o euros.

Las devaluaciones siempre significan ataques a los ingresos de los trabajadores. La caída del ya bajo nivel de vida en Nigeria es extrema. Al mismo tiempo, los cinco mayores bancos del país han triplicado sus beneficios.

“Los trabajadores de todo el país están preparados y no tienen más remedio que luchar contra este desarrollo intolerable. Llevará inevitablemente a la lucha”, afirma Dagga Tolar, secretario general de MSA.

Los líderes sindicales han convocado varias huelgas generales en los últimos años, pero las han suspendido tras prometer conversaciones con la administración del Presidente Tinubu. El “diálogo” no ha conducido a nada, y los trabajadores dispuestos a luchar han tenido que esperar, una y otra vez.

Luchar por un salario digno

El primero de mayo internacional, al igual que en Nigeria, subraya la actual lucha de clases entre el proletariado, la clase obrera, y la burguesía, los capitalistas. Las amplias masas trabajadoras incluyen a millones (una mayoría, de hecho) que sufren y luchan contra el racismo, el sexismo, la opresión nacional y la catástrofe climática. Por lo tanto, estas luchas son causas candentes de todo el movimiento obrero y elementos cruciales de la lucha por el socialismo.

La clase obrera y la mayoría oprimida de la población mundial se enfrentan a un pequeño grupo de explotadores capitalistas. “Los cinco hombres más ricos del mundo han más que duplicado sus fortunas pasando de 405,000 millones de dólares a 869,000 millones desde 2020 -a un ritmo de 14 millones de dólares por hora-, mientras que casi 5,000 millones de personas se han empobrecido”, informaba Oxfam a principios de este año.

La pobreza, el desempleo y la crisis de la vivienda van en aumento y son problemas comunes para la masa de la población en un país tras otro. La caída de los niveles de vida es el resultado de la ola de inflación mundial, que a su vez es una consecuencia inevitable de las políticas utilizadas por los gobiernos de los principales países imperialistas para evitar un colapso financiero en 2008-09 y de nuevo durante la pandemia que mató a más de 7 millones de personas. Esto se vio aún más acelerado por el impacto del conflicto imperialista y la guerra.

Cientos de miles de millones de dólares se vertieron en “el mercado” para salvarlo. Se salvó a los especuladores capitalistas, mientras se aplicaba una dura austeridad contra los servicios públicos y los trabajadores. A partir de 2019-2020, esto provocó grandes oleadas de luchas de masas, particularmente en América Latina y Oriente Medio.

El sistema capitalista tropieza de una “solución” a otra. Con la globalización capitalista que creó la crisis de 2008-09, ha sido reemplazada gradualmente por el capitalismo nacionalista y militarista: una era de creciente enfrentamiento imperialista global.

Lucha masiva contra el baño de sangre en Gaza

La guerra en Gaza ha causado más de 34,000 muertos y más de 75,000 heridos, tras el ataque de Hamás que mató a 1,200 personas el 7 de octubre del año pasado. El baño de sangre en Gaza es el resultado de la ocupación y el bloqueo, y la opresión militar contra los palestinos durante décadas una parte integral del sistema imperialista y capitalista global.

Las protestas contra la guerra, que ya han tenido un poderoso impacto en todo el mundo, deben ampliarse aún más para implicar la acción organizada de las masas de trabajadores, incluida la huelga y el bloqueo obrero de los envíos de armas, por un alto al fuego permanente y el fin de la ocupación y los asentamientos. En muchos lugares, las protestas se han enfrentado a una creciente represión, lo que refleja una tendencia general a la represión en este periodo de crisis. En las últimas semanas, hemos visto cientos de estudiantes detenidos por protestar contra la guerra y el apoyo de la administración de Biden a Israel en universidades de Estados Unidos. 

Los derechos nacionales de los palestinos pueden conquistarse mediante la lucha de masas, incluso contra los regímenes pro-estadounidentes de Oriente Próximo y por el derrocamiento del gobierno de Israel. 

Defendemos una lucha internacionalista en la región, por una Palestina socialista, libre, y una transformación socialista en Israel.

La nueva guerra fría imperialista

¿Qué procesos han conducido a las guerras que ahora sacuden el mundo?

En las dos últimas décadas, la anterior globalización capitalista liderada por Estados Unidos y China se ha convertido en una Nueva Guerra Fría entre las dos superpotencias. Es una lucha por los recursos, el comercio, la tecnología, el poder y, cada vez más, una carrera armamentística. Las dos superpotencias están en bandos diferentes en la guerra de Ucrania y en Oriente Próximo. En el mar de China Meridional y en torno a Taiwán se está produciendo una fuerte concentración militar con un fuerte aumento de los ejercicios y enfrentamientos militares.

El intento del régimen de Putin de conquistar o someter a Ucrania ha causado cientos de miles de muertos, principalmente soldados de ambos bandos, y 6,5 millones de ucranianos están refugiados en otros países.

La guerra de Ucrania ha reforzado el control del imperialismo estadounidense en el bloque occidental, respaldando al ejército ucraniano, así como a la OTAN.

Todos los Estados europeos, con Alemania a la cabeza, están aumentando el gasto militar, al igual que los principales países asiáticos -especialmente Japón y la India- y los regímenes de Oriente Próximo. El año pasado se gastaron 2,4 billones de dólares en fuerzas militares, el noveno aumento anual consecutivo y la cantidad más alta desde que el Instituto Internacional de Estocolmo para la investigación de la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés) empezó a hacer un seguimiento en 1949.

África ha sido testigo de la guerra de Etiopía, con 600,000 muertos, y de la actual guerra de Sudán, con consecuencias devastadoras para la población. Las numerosas guerras han obligado a millones de personas a convertirse en refugiados, han provocado hambruna y enfermedades generalizadas y la destrucción total de ciudades y hogares.

La lucha contra la guerra y la militarización ha sido un tema del movimiento obrero internacional desde las primeras manifestaciones del primero de mayo. En 2024, debemos levantar la bandera de la lucha internacional de la clase obrera por la paz y el socialismo.

Reacción de la clase dirigente

El nacionalismo de derechas y el militarismo se han unido a la difusión de otras ideas reaccionarias, apoderándose de partidos de derechas establecidos e incluso ganando elecciones, como Trump en 2016 y, más recientemente, Milei en Argentina y Meloni en Italia. En las encuestas de opinión para las próximas elecciones en junio en Europa, los partidos populistas de derecha y de extrema derecha están ganando terreno, con un fuerte apoyo en Bélgica, Alemania y otros países.

Las ideas que fomentan incluyen racismo abierto y muros contra los refugiados, misoginia que incluye ataques y prohibiciones del derecho al aborto, nuevas leyes y campañas contra las personas LGBTQ+, negación de la crisis climática y ataques a los derechos democráticos. Esta reacción en la cúspide de la sociedad, con el Estado aplicando tales políticas, anima a la extrema derecha a ir aún más lejos.

La mayoría de estos ataques han sido respondidos con resistencia y luchas, y la mayoría de las veces lideradas por jóvenes, con muchas mujeres jóvenes al frente. El fin de semana del 19 al 21 de enero, 1,5 millones de personas protestaron contra la extrema derecha y sus planes de deportación masiva de inmigrantes, en la mayor oleada de manifestaciones de la historia de Alemania.

Esta resistencia contra la reacción tiene que extenderse, y el movimiento obrero organizado debe cumplir con su responsabilidad de ponerse a la cabeza, junto con otros movimientos democráticos de base.

También debemos defender la necesidad de nuestras propias organizaciones políticas de masas basadas en estas luchas. En este “año de superelecciones”, la falta de partidos obreros de masas que se opongan firmemente a los ataques de la extrema derecha y defiendan una alternativa coherente a la crisis de este sistema es extremadamente cruda. Desgraciadamente, muchas de las nuevas alternativas de izquierda que no han resistido la prueba y han sucumbido a la presión del “mal menor”, muchas veces se han unido o han apoyado a candidatos de los partidos obreros tradicionales o anteriores en nombre de frenar a la extrema derecha. Este año tenemos la horrible posibilidad real de ver a Trump reelegido, mostrando el fracaso total del gobierno de Biden y del Partido Demócrata.

Sólo basándonos en la lucha de masas de nuestra clase y en una alternativa socialista que pueda mostrar una salida a este sistema podremos derrotar la amenaza de la extrema derecha.

Clima y medio ambiente

El año pasado fue el más caluroso jamás registrado, y esta tendencia continúa: febrero y marzo de este año también marcan récords. Las catástrofes meteorológicas extremas son cada vez más frecuentes.

El año pasado hubo olas de calor con temperaturas superiores a 40 °C en Vietnam, Bangladesh, India, Tailandia y Laos en abril y mayo, en Estados Unidos y Europa en julio y en Chile en febrero. En muchos países se produjeron grandes incendios forestales e inundaciones.

Entre los políticos y los capitalistas, el clima y el medio ambiente pasan a un segundo piano o, incluso más que antes, sólo se mencionan retóricamente, poniendo el énfasis en la militarización. Las cumbres de la ONU sobre el clima se han celebrado en dictaduras -Egipto y EAU-, dominadas por las compañías petroleras. Cuando se reunió en Polonia, ¡el principal patrocinador fue la industria del carbón!

El movimiento juvenil por el clima, con huelgas escolares y manifestaciones, debe ser reconstruido, implicando una acción de masas efectiva por parte de capas aún mayores de trabajadores, oprimidos y pobres. También debe dirigirse claramente contra el capitalismo y las multinacionales responsables de la destrucción del planeta.

La clase trabajadora

El Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels en 1848, señala a la clase obrera como a la fuerza que puede abolir el sistema capitalista: “Lo que la burguesía produce, pues, sobre todo, son sus propios sepultureros”.

Esto significa una revolución, una lucha para abolir el capitalismo y establecer una sociedad socialista democrática. Esto no tiene nada que ver con pequeños grupos de terroristas o golpes de estado, sino que exige un movimiento obrero de masas consciente y bien organizado, y un partido revolucionario. La necesaria transformación socialista no es un proceso automático que siga a las crisis del capitalismo, sino que debe ser combatida por luchadores de clase socialistas dedicados.

La clase obrera es hoy objetivamente mucho más fuerte que en períodos históricos anteriores. El 1ro de mayo del año pasado, 2023, fue testigo de manifestaciones masivas de trabajadores por todo el mundo, desde Corea del Sur e Indonesia hasta Turquía y Francia.

En tales movilizaciones, y aún más en los movimientos huelguísticos y las huelgas generales, se muestra claramente la fuerza de la clase obrera. Nada se mueve ni se produce sin los trabajadores.

2023 se caracterizó por oleadas de huelgas históricas en muchos países. Ya en 2024, hemos visto nuevas huelgas generales: en Argentina en enero, con 1,5 millones de personas manifestándose contra la masacre extrema con motosierra de Milei del bienestar, el empleo y el nivel de vida. El 23 de abril, más de un millón de personas salieron a la calle contra los ataques a las universidades. En Guinea, en febrero hubo una huelga general contra la detención por la junta militar de un conocido activista. En Palestina, los sindicatos de Cisjordania han celebrado repetidas huelgas generales contra las fuerzas armadas israelíes. En China, el número de protestas y huelgas en el lugar de trabajo se duplicó el año pasado, en su mayoría para reclamar salarios impagados. En Bangladesh, la oposición lanzó una huelga general contra el fraude electoral.

La clase obrera internacional está lejos de estar derrotada y tiene una fuerza potencial colosal. Ha demostrado su disposición a escuchar, cuando se le da una dirección adecuada y el objetivo de la lucha es claro.

En 2024, esto significa el fortalecimiento y, en algunos casos, la reconstrucción del movimiento obrero organizado. Las históricas campañas sindicales en industrias modernas clave, como Amazon en Estados Unidos, y el crecimiento de los sindicatos en muchos países de todo el mundo como resultado de importantes luchas, son pasos importantes y dignos de mención en esta dirección que deben seguir construyéndose.

La construcción del movimiento debe combinarse con una lucha por construir nuevas direcciones combativas, con una estrategia de movilización y lucha en lugar de las políticas fracasadas de colaboración de clases y “asociación social” que tan a menudo han visto a las direcciones sindicales servir de obstáculo a la necesaria lucha.

El optimismo de Trotsky

Hace 123 años, el revolucionario ruso León Trotsky escribió un breve texto titulado “Sobre el optimismo y el pesimismo”. Empezaba con citas sobre los acontecimientos mundiales: el racismo en Francia, las luchas nacionalistas en Austria, la guerra asesina en Sudáfrica, el hambre y el odio en Europa, todos ellos acontecimientos que harían pesimista a cualquiera.

Pero el “optimista sin humillaciones”, escribe Trotsky, no ve estos acontecimientos como el futuro, “son sólo el presente”.

Hoy hay muchas luchas inspiradoras. Además de las huelgas generales, el año pasado hubo grandes huelgas feministas en Suiza en junio e Islandia en octubre. En septiembre se conquistó el derecho al aborto en México. En 2022-23 también se produjo el movimiento de masas en Irán, con las mujeres jóvenes al frente, que sacudió al régimen.

Todas estas luchas deben unirse en un movimiento común contra las guerras, la opresión y la explotación, expresiones del sistema capitalista. La clase obrera necesita organizaciones de masas que luchan, que dirijan las luchas hacia la victoria. 

La clase obrera necesita organizaciones de masas que luchen, que dirijan las luchas de masas hacia la victoria. La clase obrera necesita sus propios partidos para representar sus luchas. En última instancia, necesitamos un partido revolucionario, con un claro programa socialista de transición, para revertir las múltiples crisis de este sistema y construir uno mejor para las personas y la naturaleza. Por eso lucha Alternativa Socialista.