Morena: Partido y proyecto en disputa
La disputa entre grupos al interior de Morena ha continuado desarrollándose en los últimos meses, cada vez de forma más clara. La presión ejercida por las bases y algunos de los sectores más a la izquierda en el partido ha conseguido que la dirección encabezada por Mario Delgado se haya visto obligada a convocar a un próximo Congreso Nacional, que se desarrollará en noviembre de 2022. A pesar de ello, lo que podría ser entendido como una pequeña victoria de las bases y del ala izquierda también tiene el potencial de convertirse en un arma de doble filo.
Escrito por Josafat Arrieta Díaz, Alternativa Socialista (ASI en México).
Los resultados de lo que hemos denominado las “victorias amargas” de Morena en el verano de este año dejaron a la dirección morenista en una posición muy debilitada frente a la gran mayoría de militantes y simpatizantes obradoristas. Para ellos es claro que Delgado ha jugado un papel en la desarticulación de las bases del partido y no dudaron en denunciar su oportunismo y la infiltración e imposición de ex panistas o ex priístas como candidatos de Morena.
La molestia de las bases no tardó en hacerse sentir y la dirección reaccionó de manera audaz, evitando que el fuego les terminara consumiendo. Como respuesta a las inconformidades, a finales de septiembre Morena emitió un comunicado anunciando que, entre otros puntos, se había acordado llevar a cabo el próximo Congreso Nacional del partido en noviembre de 2022, reactivar el Instituto Nacional de Formación Política e impulsar los llamados Comités de Defensa de la 4T. Y si bien esta declaración podría entenderse como una pequeña victoria para los sectores que buscan profundizar la llamada Cuarta Transformación, la aparente reactivación de las estructuras y vida democrática del partido podría terminar siendo simplemente el medio por el cual la derecha en Morena se legitime y consolide en la dirección del partido.
La lucha al interior del partido
Es importante hacer hincapié en que Morena atraviesa una disputa dentro de sus filas por el futuro tanto del partido como del propio proyecto obradorista. Esta disputa ha dejado claro que, lejos de lo que algunos comentaristas obradoristas pretenden vender, al interior del partido existen grupos con intereses opuestos. El resultado de esta batalla interna definirá en gran medida qué tan rápido se descarrile el tren de la 4T y sus posibles implicaciones en el futuro inmediato para el obradorismo.
Hoy los sectores más a la izquierda, aunque con gran respaldo entre las bases, se encuentran aislados en las cúpulas de poder al interior del partido y aún resienten la dura derrota recibida en el proceso de renovación de dirigencia del partido. Por el contrario, los grupos que respaldan a la dirección del partido, encabezada por Mario Delgado, han sido hábiles a la hora de maniobrar y si bien no gozan de la legitimidad que desearían, han conseguido doblar a sus contrincantes obligándolos a evitar un discurso mucho más confrontativo y logrando que cedan posiciones o se nieguen a atacarlos cuando han tenido posibilidad de hacerlo.
En este contexto, es necesario denunciar que la renuncia a la confrontación, que se esconde debajo de la bandera de la supuesta “unidad” del partido, lejos de abonar a las causas populares y a llevar hasta sus límites la lucha del obradorismo, es en términos prácticos una entrega del partido a los sectores de la derecha morenista. La izquierda al interior de Morena debe tener claro que sólo hay una forma de recuperar el partido, y esta es confrontando abiertamente a los sectores oportunistas y reaccionarios al interior del mismo. La unidad es importante, pero sólo se puede dar sobre la base de las ideas, de lo contrario más que unidad es subordinación.
Los sectores de izquierda deben ser conscientes que el proceso que se ha puesto en marcha no es algo menor y debe ser afrontado con seriedad y espíritu combativo. Si estaban esperando una oportunidad para recomponerse de sus derrotas pasadas y detener el giro a la derecha que ha dado el partido desde 2018, la hora ha llegado. Deben tener claro que pueden aprovechar esta ventana de oportunidad para intentar recuperar el proyecto. Lamentablemente la agenda de la izquierda morenista se ha caracterizado en el periodo reciente por la renuncia a la confrontación directa. Paradójicamente, en aras de preservar la unidad de partido y la continuidad del proyecto que defienden, únicamente han contribuido al avance de la derecha al interior de su propio partido y, con ello, poco a poco han entregado la posibilidad de llevar su proyecto hasta sus últimas consecuencias. Lo que mina aún más la unidad del partido, pues incrementa el descontento entre los militantes de base y los simpatizantes que buscan una alternativa para luchar por sus demandas y necesidades.
En esta disputa otro actor importante que puede generar un impacto importante son los movimientos sociales. Estos grupos y colectivos que se han mantenido en lucha representan para la izquierda morenista una oportunidad para volver a vincularse con las demandas más inmediatas de la gente y, sobre todo, movilizar a las bases que los respaldan, explicando que del otro lado de la trinchera dentro del partido se encuentran quienes buscan frenar esas mismas luchas y limitar el alcance de las demandas. El obradorismo de izquierdas debe dejar de lado esta actitud de desprecio y confrontación con los movimientos fuera de su partido y comenzar a trabajar en establecer vínculos con estos colectivos y organizaciones aun cuando estos no estén en Morena o incluso tengan críticas a la 4T.
Y si bien es cierto que la oportunidad para el refortalecimiento de la izquierda morenista es pequeña, la realidad es que podría ser la última oportunidad de las bases para recomponer el camino tomado por el partido. Se debe aprovechar la posibilidad abierta por la convocatoria al Congreso Nacional para dar la batalla y evitar el triunfo de la derecha al interior del partido. Hay que tener claro que no todos quienes se dicen simpatizantes de la Cuarta Transformación está realmente interesados en luchar por el pueblo de México, hay que aprender a diferenciar entre las personas que de manera honesta se encuentran en el obradorismo y los grupos oportunistas.
Los socialistas y Morena
Los socialistas debemos ser claros en marcar una posición que rechace el sectarismo dominante en un sector de la izquierda y a la vez dejar claro que, aún con la victoria de los sectores más progresistas de Morena, nuestra apuesta no puede ser el buscar rescatar a Morena o al obradorismo. Somos directos al plantear las limitaciones propias de un proyecto que no busca la ruptura con la burguesía y el orden capitalista. Nuestra tarea entonces debe ser apelar a las bases del obradorismo y explicar el porqué para materializar la idea de acabar con la desigualdad, la explotación y conquistar las demandas del pueblo trabajador, es necesaria la lucha por el socialismo.
Nuestra tarea en los tiempos que corren no puede ser sólo el encerrarnos en nuestras organizaciones y aislarnos en una actitud de constante resistencia sin ofensiva de nuestra parte. En este sentido, es de vital importancia evitar a toda costa la desmoralización de las masas y esto significa evitar que el obradorismo caiga a manos de la derecha. No importa si nuestras organizaciones están a favor o no del gobierno actual, su derrota sólo puede significar un nuevo golpe para la izquierda mexicana en general.
Aunque esto no significa que, en búsqueda de evitar esa derrota, los socialistas nos subordinemos a Morena y Obrador. Al contrario, es igual de importante el fortalecimiento de la izquierda socialista y su reagrupación a fin de construir una alternativa política real que sea capaz de disputarle al obradorismo la falsa idea de que ellos son la única izquierda. Pero este proceso de reagrupación y reconexión con los sectores más politizados y avanzados de la clase trabajadora, que hoy en su mayoría se encuentran ligados al obradorismo, sólo podrá llegar si no cerramos la posibilidad de discutir, e incluso en ciertos momentos accionar en conjunto, con este movimiento.