Las elecciones en Coahuila, un descalabro largamente anunciado. 

Fuera de análisis simplistas que terminan en acusaciones de traición; que la población del estado de Coahuila esté en la pasividad política (o peor aún, que son moreiristas); que la derrota es solamente responsabilidad de Mejía o acusaciones de que una derrota en estas elecciones haya sido complot del centro del país de mala fe contra el norte. Las lecciones que se pueden extraer del proceso recaen justo en sus contradicciones y reveses. 

Escrito por Freddy Fernández, Alternativa Socialista (ASI en México). 

Morena comenzó sus días bajo la premisa de construir un partido-movimiento, un objetivo que, en el papel, lo diferenciaba de los partidos del Pacto por México y lo acercaba “al pueblo”. Sin embargo, desde el 2018 esta premisa no se ha reflejado en la realidad y pronto Morena recurrió a prácticas burocráticas que llevaron a la desmovilización de las bases y entorpecieron la vida democrática en el partido. La ruptura que se ha vivido entre la dirigencia del partido y las bases en Coahuila es un nuevo episodio de confrontación entre una dirigencia que busca mantener el control del proyecto mediante imposición de decisiones y unas bases que defienden la necesidad de profundizar el proceso de la llamada Cuarta Transformación. 

Antes de la fractura al interior de Morena, la preferencia de voto por dicho partido oscilaba entre el 40 y 60% con Mejia a la cabeza de Morena, lo que refleja la falsedad de aquellas acusaciones que buscan explicar la derrota, haciéndola recaer sobre el electorado principalmente. Contradictoriamente, este margen amplio con el que gozaba Morena cerró el campo para la construcción de un programa que agrupara las demandas de los movimientos populares del estado para enfrentar al régimen priista que gobierna el estado y su candidato. 

Las prácticas burocráticas de la cúpula dirigente del partido, su desconexión con las luchas populares en el estado y las imposiciones de candidatos oportunistas han sido el campo de cultivo perfecto para que una de las capas más organizadas del partido (que ya estaba en señal de alerta desde las turbias elecciones internas de Morena a finales de julio) abriera la brecha al interior del partido el 1 de diciembre, día en que se confirmó a Armando Guadiana como candidato único de Morena. Cabe resaltar que para cuando Ricardo Mejia Berdeja lanzó su candidatura por el PT, ya existía una base de apoyo buscando construir la imagen del verdadero representante del obradorismo. Esto, evidencia la errónea, o deshonesta, interpretación difundida por la cúpula morenista acusando a la candidatura de Mejía Berdeja como la causa de la fractura y la debacle morenista. 

Aunque este proceso no termina de pintar el cuadro completo, pues en los lugares donde las bases si encontraron candidatos de izquierda o vinculados con las luchas populares, – como lo fue con el caso de la diputación de Antonio Castro al sur de Saltillo –, un buen número de militantes encontró trinchera para librar una batalla hacia la izquierda. Aunque reconocer esto no debe llevarnos a idealizar o sobredimensionar los posibles alcances que puedan tener estos espacios ante la falta de un programa de lucha más allá de las instituciones y las demandas más inmediatas.

El resultado 

La insurrección representada por una capa importante de las bases obradoristas en Coahuila no es más que la conclusión lógica de dicho proceso y pugnas en el estado, pero que reflejan la situación interna de Morena en la actualidad. Desde que la comisión de honestidad y justicia de Morena y el presidente avalaron las casi 500 irregularidades ocurridas durante el proceso de elecciones internas en más de 300 asambleas distritales en todo el país la dirección de la fractura se había cimentado. Estas elecciones en realidad sólo sirvieron para congelar en su lugar los asaltos oportunistas a las instancias de dirigencia en el partido y legitimar las estructuras de poder construidas en este. 

Las mismas denuncias de los rebeldes que aún cuestionan la legitimidad de la elección para Coordinador de los Comités de Defensa de la 4T como método de selección del candidato, las encuestas realizadas al interior del partido para elegir a Guadiana como candidato y la postulación de la convocatoria de pre registro de las candidaturas a las 2 de la mañana revelan los métodos antidemocráticos de la dirigencia morenista. El problema de fondo no es que Mejía Berdeja le haya endulzado el oído a un sector del obradorismo. Ello se refleja en el hecho de que los mismos consejeros del partido en Coahuila se dividieron 35 a 37 , hasta los 2 dirigentes legales del comité estatal de Morena en Coahuila, Laila Yamille Mtanous y Diego del Bosque se dividieron con respecto a su apoyo a uno u otro candidato. La falta de claridad del proceso y sus métodos demuestran que la obstinación de la dirigencia por posicionarse en medio de estas dos fuerzas al interior del partido no ha acercado más a los indeseables oportunistas y antiguos enemigos del obradorismo al proyecto de la 4T y el presidente, más bien que ha alejado a la dirigencia de las bases.

Y entre la conciencia de las bases del partido (casi el 33% de estas), el cálculo de aliarse con quienes percibían como sus enemigos con tal de acertar otra victoria para la 4T resultó muy caro como para ser un precio aceptable de pagar. Ahora una parte ha zarpado en un pequeño barco que se encuentra tan alejado de Morena que la enorme imagen del presidente se ha ocultado bajo el horizonte. Y después de que les señalaron que el navío ni siquiera es suyo sino del PT estos podrían terminar a la deriva. Sin una estrategia clara de como salir a flote ahora el debate entre regresar vergonzosamente al partido o formar un nuevo partido se hace cada vez más latente. 

Las viejas costumbres del PRI

Desde enero del 2022 que Manolo Jiménez abandonó la presidencia municipal de Saltillo empezó a hacer campaña con el recién fundado programa Mejora. Un programa de beneficios sociales financiado por el estado que se encarga de repartir despensas, material de construcción y una tarjeta de beneficios. En otras palabras, le construyeron una dependencia de gobierno especial para que hiciera campaña un año antes del arranque de las campañas movilizando a toda su estructura clientelar. De la mano que se ha movilizado a las dependencias administrativas y amenazado a trabajadores y trabajadoras del estado con perder sus empleos si no se afilian y votan por el PRI.

Pero lo más alarmante es el apego a las más viejas prácticas del PRI. El final de la campaña ha estado marcado por una serie de amedrentaciones y agresiones sufridas por militantes de Morena y el PT. Una serie de corporaciones policiacas de operaciones ha pasado a jugar un rol activo en la represión de brigadistas y políticos en el estado. Por ejemplo, Manuel Gerardo López, consejero estatal de Morena quien fue detenido por este grupo, pero aun sin ser presentado. Igual como se detuvo arbitrariamente a brigadistas en la ciudad de Torreón y se les acusó de portar armas. Hasta ahora se han suscitado más de treinta detenciones arbitrarias de militantes de Morena y el PT.

¿Qué hacer?

Los factores que precipitan una ruptura como la ocurrida durante las elecciones en Coahuila son tan vertiginosos como los que llevaron a la candidatura de Ricardo Mejía Berdeja como opositor de Morena, la 4T y hasta el presidente mismo, (como se ha señalado anteriormente en Guadiana y Bermeja: la fractura de Morena en Coahuila). Frente a lo que parece ser una derrota muy dura para la izquierda coahuilense no queda más que fijar la mirada en la clase trabajadora y las bases hartas del poder de la familia Moreira y apuntar a la necesidad de no limitar la lucha a los procesos electorales y a los espacios institucionales. 

La autocrítica constructiva también lleva a reconocer el trabajo que si resistió donde el trabajo de Morena como el PT ha tenido respuestas positivas. Será necesario sacudirse el golpe de la derrota y pensar en retomar la lucha por las reformas suspendidas antes del periodo electoral, como la reforma de la Ley General de Movilidad, la Ley de Paridad de Género, o las reformas en materia del derecho al aborto es una forma clara de no desarticular las fuerzas que ahora están agitadas, pero pobremente organizadas. Construir espacios de organización y lucha en conjunto y presionar a una bancada priista – que buscará formar acuerdos para reconciliar a las bases del PAN – y los diputados de la oposición que ganen curules para avanzar en cualquier proyecto. Presentando la oportunidad de librar nuestras propias batallas desde abajo contra el moreirato, las cuales no se van a dar solo por luchas electorales, tenemos que luchar contra los cacicazgos y todas las herramientas que los legitiman. 

Lo único que puede asegurar futuras victorias para las masas trabajadoras frente a la incertidumbre que rodea a Morena, es la construcción de una fuerza política vinculada a las luchas desde abajo y que reivindique los intereses de la clase trabajadora. De ahí nace la necesidad de vincular las lecciones y conclusiones surgidas en este proceso, con la defensa de los proyectos de resistencia existentes, la toma de las organizaciones sindicales locales, la lucha de la juventud en las universidades, el movimiento feminista, por los derechos LGBT+, el ambientalismo y el antirracismo. Sin sectarismos ni oportunismos. Con un programa de construcción claro que reivindique las demandas de las y los trabajadores.