La inteligencia artificial y la amenaza para los empleos tecnológicos en el capitalismo
La IA (Inteligencia Artificial) ha acaparado una gran atención y muchos observadores se han planteado serios interrogantes sobre el futuro del trabajo en esta era digital. No cabe duda de que la tecnología puede tener un gran impacto en los trabajadores, la economía y la sociedad en su conjunto.
Escrito por Dan O’Rourke, Socialist Party (ASI en Irlanda).
En los últimos meses, programas de IA (Inteligencia Artificial) como MidJourney y ChatGPT han acaparado una gran atención y muchos observadores se han planteado serios interrogantes sobre el futuro del trabajo en esta era digital. No cabe duda de que la tecnología puede tener un gran impacto en los trabajadores, la economía y la sociedad en su conjunto.
Algunos trabajadores de la tecnología, el arte y el diseño han hablado de cómo la IA podría aligerar su carga de trabajo, mientras que otros han expresado su preocupación por la posible pérdida de puestos de trabajo.
No se puede negar que la tecnología se está sobrevalorando hasta cierto punto. En un tweet reciente, el fundador de la empresa de IA Open AI lo reconoce, afirmando que ChatGPT no debería utilizarse para aplicaciones serias.
Sin embargo, tampoco se puede negar que la IA se utiliza con fines muy serios en otros lugares. BlackRock, una empresa de inversiones multimillonaria, utiliza su sistema de IA para tomar decisiones sobre cantidades astronómicas de dinero. Los sistemas de reconocimiento facial se utilizan en todo el mundo, especialmente en China, para reprimir a los disidentes. En la guerra, la IA se considera la “tercera revolución del armamento”, y la utiliza sobre todo el ejército israelí.
¿Una nueva revolución industrial?
Para bien o para mal, muchos ven en el auge de la inteligencia artificial una nueva revolución industrial.
La automatización digital tiene el potencial de mejorar las condiciones laborales, pero en un sistema capitalista se utilizará para aumentar los beneficios a costa de los trabajadores: salarios más bajos, peores condiciones y menos puestos de trabajo.
Durante la revolución industrial -la era de la automatización mecánica-, los artesanos y trabajadores manuales se vieron obligados a trasladarse a fábricas donde perdieron sus habilidades y herramientas y se convirtieron en apéndices de la máquina. ¿Seguirán los trabajadores tecnológicos de hoy un camino similar, perdiendo sus empleos, a menudo bien pagados, a manos de las máquinas?
La IA parece pensar que sí. A la pregunta “¿Cómo afectará la IA a los trabajadores tecnológicos y a la economía en general?”, el chatbot de IA ChatGPT respondió:
“La IA tiene el potencial de afectar enormemente tanto a los trabajadores del sector tecnológico como a la economía en general. A corto plazo, es probable que el desarrollo y la implantación de la IA creen nuevos puestos de trabajo y oportunidades en el sector tecnológico. Sin embargo, a medida que los sistemas de IA avancen y sean capaces de realizar una gama más amplia de tareas, es posible que algunos puestos de trabajo sean automatizados y sustituidos por la IA. Esto podría provocar la pérdida de puestos de trabajo y trastornos en la economía, al menos a corto plazo”.
Esta breve respuesta no es del todo satisfactoria, así que, al menos de momento, toca a los humanos responder.
Enseñanzas de las primeras luchas obreras
La revolución industrial trastornó la vida de los artesanos altamente cualificados que al principio se beneficiaron de las nuevas tecnologías. Las pequeñas máquinas de vapor, las sierras de cinta y los telares mecánicos les permitieron aumentar su producción. Pero estas nuevas herramientas pronto se convirtieron en sus amos.
La automatización fue reduciendo gradualmente el papel de los artesanos, hasta que los trabajadores se limitaron a una única tarea repetitiva dictada por la velocidad de la máquina.
Las terribles condiciones de trabajo y la pérdida de estatus radicalizaron a los artesanos, lo que dio lugar al surgimiento de militantes socialistas y comunistas, como el Movimiento Cartista. La clase obrera comenzó a organizarse y a luchar. Las reformas por las que lucharon, muchas de las cuales disfrutamos hoy en día, inspiraron la obra de Marx y Engels, y de muchos otros revolucionarios que les siguieron.
Al igual que la producción preindustrial, el desarrollo de software es altamente cualificado y generalizado. Existe una mínima división del trabajo, sobre todo entre el diseño y el desarrollo, pero el trabajador tecnológico moderno se parece mucho al artesano que tomaba un diseño y construía el producto de principio a fin.
Incluso sin IA, impulsados por la exigencia de los capitalistas de reducir los costes laborales, es probable que los empleos tecnológicos sean cada vez menos técnicos, requieran menos años de formación y se dividan cada vez más en tareas separadas. Los diseñadores se convertirán en “generadores de avisos”, tecleando sugerencias para que la IA cree nuevos diseños. Los desarrolladores quedarán relegados a la comprobación de errores del código escrito por la IA.
Las nuevas tecnologías y el ciclo de auge y caída del capitalismo
Como ocurre con todos los nuevos avances tecnológicos y métodos de producción, a la revolución industrial original siguió pronto un auge económico sin precedentes. Los industriales fueron capaces de reducir la competencia artesanal y producir bienes en masa. Productos que antes requerían horas de costosa mano de obra cualificada se producían a la velocidad de una ametralladora.
Sin embargo, a medida que los nuevos competidores entraban en el mercado con máquinas y procesos de producción más eficientes, reducían los precios de los tradicionales. Las fábricas cerraron al dejar de ser rentables y la nueva clase trabajadora se vio abocada a la miseria. Las guerras estallaron cuando las economías se hundieron y la nueva tecnología se utilizó para masacrar a millones de personas.
Este ciclo de recesión y guerra se ha repetido hasta la saciedad desde los albores del capitalismo, y no hay razón para creer que este nuevo método de automatización digital vaya a seguir un camino más benévolo que su primo mecánico. En todo caso, es probable que el aumento de la eficiencia provocado por la IA tenga un efecto amplificador.
El camino a seguir
Si nos atenemos a la trayectoria de las redes sociales, las últimas herramientas de IA se convertirán en una pesadilla cuando sus inversores decidan que ha llegado el momento de extraer beneficios. Uno de los inversores originales de Open AI, los propietarios de Dall-E y ChatGPT, es Elon Musk. A medida que su costosa incursión en los medios sociales empiece a hacer mella, él y otros querrán su pedazo de pastel de su inversión.
Corresponderá a los trabajadores de la tecnología, a los sindicatos y a los movimientos socialistas y obreros en general colaborar y seguir el ejemplo de los trabajadores que construyeron los poderosos movimientos obreros que surgieron de la revolución industrial.
Esta vez debemos derrocar este sistema de una vez por todas y utilizar tanto la tecnología mecánica como la digital en beneficio de todas las personas y del planeta. En el capitalismo, la tecnología y la maquinaria no sirven, ni han servido nunca, para mejorar nuestras vidas. Hacerlo iría en contra de la brutal lógica de especulación en que está construido este sistema.
Hay que arrebatar estos recursos de las manos de los superricos y las grandes empresas y ponerlos en manos de la propiedad pública democrática. Sobre esta base, podremos utilizarlos para construir una sociedad democrática, socialista y humana.