Golpe de Estado en Níger ¿Qué sigue para las masas trabajadoras?

Alternativa Socialista Internacional (ASI) se opone firmemente a cualquier intervención militar en Níger. Hacemos un llamado a las masas de Costa de Marfil, Nigeria y toda la región para que tomen medidas decisivas en caso de que esta amenaza, respaldada por el imperialismo francés, se lleve a cabo.

Escrito por Ory, Militant Cote d´Ivore (ASI en Costa de Marfil)

Lo que parecía un rumor finalmente se convirtió en una certeza. El presidente de Níger, Mohamed Bazoum, fue derrocado del poder por un golpe militar. Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí y qué lecciones podemos sacar de este enésimo golpe de estado en la región del Sahel enfrentada a los yihadistas y la pobreza?

Oficialmente todo parece partir de un deseo del presidente Bazoum de destituir al jefe de su guardia personal. Los nuevos hombres fuertes del país justifican su acción por otro lado por un deterioro en la situación de seguridad, acompañado de fuertes derrotas del ejército de Níger en la lucha contra los grupos yihadistas desde que Bazoum llegó al poder. Pues hay que tomar en cuenta que el ejército también considera inútil la presencia de las fuerzas de la ONU y francesas en el país.

La experiencia demuestra, sin embargo, que el yihadismo en la región no puede ser derrotado sobre una única base militar, porque también tiene una raíz social. Dicha raíz social se encuentra, entre otras cosas, en la cuestión agraria que permanece sin solución, y en una situación en la que el cambio climático y la desertificación ponen incluso mayor presión sobre la tierra y los recursos.

¿Qué papel juega el pueblo en todo esto?

Hay que recordar las numerosas manifestaciones que se habían producido en el país nada más anunciarse la llegada de los soldados franceses, expulsados ​​de Malí. Y el mismo día en que columnas que habían participado en la Operación Barkane y tomado parte en la Fuerza Especial Takuba se unieron a Níger, se produjeron protestas. Pero las autoridades de Níger habían minimizado este enfado, llegando incluso a calificar esta presencia militar francesa de saludable y beneficiosa para el país, al tiempo que reprimían y prohibían las movilizaciones en su contra.

Todos sabemos que las ideas asumidas por las masas tienen una fuerza material. El hecho de que el ejército francés hubiera sido expulsado de Malí y Burkina no había desafiado en modo alguno al presidente, que quería aprovechar una oportunidad para fortalecer su cooperación con las autoridades francesas y construir así una sólida amistad con Occidente, particularmente con el imperialismo francés en la región del Sahel, que se ha vuelto cada vez más hostil. La idea de Bazoum de hacer de Níger un punto de apoyo y una base de operaciones estable para la antigua potencia colonial en medio de una región en crisis se ha hecho añicos. A su vez, también expone la bancarrota de la democracia burguesa, en un país que había sido llamado una “historia de éxito democrático” reciente en el continente, supuestamente superando un largo legado de golpes militares.

El fracaso de la democracia burguesa

En efecto, el apoyo manifiesto de una parte de la población a los militares y su hostilidad a las instituciones legales revelan la bancarrota de la democracia burguesa. Esto es válido en Níger, pero está más generalizado en toda la región. Hace menos de una década, la región fue barrida por movimientos anti-tercer mandato y pro-democracia como “Y’en a Marre” en Senegal y “Le Balai Citoyen” en Burkina. Sin embargo, los políticos burgueses que secuestraron estos movimientos pronto olvidaron las promesas sociales y redujeron todo al sufragio universal por voto secreto. Después de lo cual las clases dominantes, bajo el disfraz de la legalidad, retienen el poder económico y estatal, y en connivencia con el imperialismo,

Sin embargo, ahora se trata de que los pueblos del Sahel se asocien a las opciones políticas, económicas y sociales que los líderes toman en su nombre; para ver un poco más claro en el manejo de los asuntos públicos después de las elecciones. Crece el descontento con la situación de pobreza, desigualdad y violencia, pero la ausencia de una organización independiente que permita llevar a cabo esta lucha clasista ofrece por el momento la oportunidad para que los militares llenen ese vacío.

Hemos visto claramente con lo que acaba de pasar en Níger que las masas populares ya no dan crédito a los llamados a la vuelta al orden institucional, a la legalidad constitucional. Eventualmente, la gente se volvió sorda a los llamados de las instituciones capitalistas internacionales (CEDEAO, Unión Africana (UA), Unión Europea (UE) o Naciones Unidas (ONU)). La CEDEAO se juega su credibilidad política después de tantos golpes en la región. Primero condenó el golpe y ahora amenaza con intervenir militarmente, bailando al ritmo que impone Francia, que dijo estar lista para reaccionar si los “intereses franceses” se veían afectados. Si bien ASI no se posiciona con, ni brinda apoyo a los nuevos líderes militares en Niamey, sí nos oponemos enérgicamente a cualquier intervención militar en Níger, que plantea la amenaza de una mayor desestabilización de violencia y miseria para las poblaciones de la región. Hacemos un llamado a las masas de Costa de Marfil, Nigeria y toda la región para que tomen medidas decisivas en caso de que esta amenaza, respaldada por el imperialismo francés, se lleve a cabo.

La falta de alternativas

A pesar de todo, vemos que las personas están atrapadas entre la espada y la pared. Se oponen a las autoridades civiles “legales”, pero la ausencia de partidos políticos de lucha capaces de llevar adelante con solidez sus legítimas demandas, los empuja a apoyar a los golpistas que deben su importancia sólo a la ausencia de una alternativa creíble para las masas proletarias.

Sin embargo, la experiencia reciente de golpes de estado en Malí y Burkina Faso ya demuestra que los nuevos regímenes militares no tienen programa ni intención de solucionar los problemas más profundos generados por el régimen de la propiedad privada y el saqueo de los recursos de estos países por parte de grandes empresas, que son las causas fundamentales de la pobreza masiva y los males sociales que padecen estas sociedades. Basta ver que en Malí, el régimen militar reprimió a los trabajadores en huelga. Las capas superiores de estos regímenes, como el nuevo líder de la junta de Níger, Abdourahamane Tiani, se han beneficiado de este sistema capitalista durante años. 

Las condiciones actuales están marcadas tanto por un inmenso descontento por el deterioro del statu quo como por la ausencia de una organización política que pueda unir a las masas de trabajadores, pobres y jóvenes en torno a una lucha para satisfacer sus propias necesidades e intereses. Esta situación lleva a muchos a creer que Rusia – que está tratando de explotar los golpes asestados al imperialismo francés y estadounidense en África Occidental y el estallido de ira contra el antiguo amo colonial – podría ser un socio más confiable y desinteresado en el que apoyarse.

Pero no debemos hacernos ni fomentar ilusiones que pretendan vender que otras potencias imperialistas, como Rusia o China, representan una alternativa favorable a los trabajadores y los pueblos de África Ociidental. El deseo de las masas de transformar sus vidas y librarse del control imperialista sobre su país no encontrará un resultado positivo simplemente reemplazando una dependencia imperialista por otra. Estos poderes igualmente son guiados únicamente por su propia agenda, buscando expandir su propia influencia geopolítica en el continente como parte de una nueva ‘lucha por África’. Todos los imperialismos apoyan dictaduras y se apoderan de los recursos naturales. El pueblo de Níger debe poder determinar su propio futuro libre de cualquier forma de interferencia extranjera. Junto con sus hermanos y hermanas de clase en toda la región, tendrá que librar una lucha en sus propios términos para recuperar el control soberano sobre cómo se utiliza la vasta riqueza del país.

En este período de turbulencia en el Sahel, ASI alienta la construcción de embriones de lucha en esta región con un análisis claro sobre los límites del capitalismo, el papel del imperialismo, el fracaso de las instituciones de la burguesía y el fracaso de las inversiones de guerra realizadas por los regímenes militares de Mali y Burkina en relación con su impacto en las inversiones en servicios sociales básicos: salud, educación, agua potable, electricidad, etc.

ASI aboga por la nacionalización de sectores clave (como la minería de uranio) y que estos sean puestos bajo el control democrático de los trabajadores y la población, con el fin de utilizar su potencial para satisfacer las necesidades; mayor inversión para desarrollar infraestructura y los servicios públicos; creación de empleos decentes para las y los jóvenes; ayudas sustanciales para la adaptación a la crisis climática de los pequeños agricultores, etc. El pueblo de Níger debe librar esta batalla dentro de los sindicatos y en las calles, y construir organizaciones revolucionarias capaces de formular tales demandas para las poblaciones de la región, y dispuestas a luchar hasta el final para materializarlas.