¿Cómplice oculto o testigo indiferente?:  El papel de México en el Genocidio en Palestina

Desde octubre pasado, en Palestina se ha intensificado la política de genocidio que el Estado israelí lleva a cabo contra el pueblo palestino desde 1948. El exterminio que tiene lugar en Gaza en manos de las fuerzas israelíes ha sido sin lugar a duda  facilitado por el grueso de la industria armamentista y el peso diplomático de los Estados Unidos. Si bien este es el país a la batuta en complicidad por el genocidio palestino, dista de ser el único responsable.

Escrito por José Peláez, Alternativa Socialista (ASI en México).

El papel de México en el conflicto comenzó en 1947 al abstenerse en la votación durante la Resolución que daría lugar a la Partición de Palestina. Esta distaría de ser la última vez que el Estado mexicano se involucraría en el conflicto. En 1949 y 1952, México reconocería y establecería relaciones diplomáticos con Israel respectivamente. En contraste, no sería hasta 1973 que los primeros contactos diplomáticos entre el Estado mexicano y la entonces Organización para la Liberación Palestina se establecerían y sería hasta 2013 que un embajador palestino podría presentar sus credenciales diplomáticas ante el gobierno mexicano.

Si bien el gobierno mexicano durante décadas ha mantenido una aparente neutralidad en el conflicto, es delatadora la cantidad de acuerdos y tratados que existen entre México e Israel. Figurando al menos doce acuerdos de cooperación en materia económica, turística, fiscal, educativa (específicamente con el actual CONACHYT), de seguridad, hídrica y aduanera. Esto sin contar el Tratado de Libre Comercio que existe entre ambas entidades estatales desde el año 2000, elevando la exportación de productos mexicanos a dicho estado en un 403.5%.

No es de extrañarse que los intereses de la burguesía mexicana e Israelí se alinien en la perpetuación de esta relación. Israel es el mercado principal en Medio Oriente para un número significativo de corporaciones mexicanas o con capital mexicano. Entre los casos más notorios figuran corporaciones multinacionales de origen mexicano como Altos Hornos de México, Grupo Bimbo, Cemex, Orbia y Rassini. Varias de ellas, involucradas en casos de corrupción y fraude como el Caso Odebrecht, e involucrando a familias de muy alto perfil como los Zambrano, Del Valle y Servitje en colaboración con el Estado genocida. Estás compañías continúan la distribución de sus productos en Israel y en zonas ocupadas pese a la presión social que se ha ejercido por detener dicha relación económica.

Quizás la cooperación más notoria y dañina se da en el marco de seguridad. La industria armamentística israelí, representada primordialmente por IMI e Israel Shipyards, en sí parte del conglomerado Israelí más grande en fabricación de armamento y equipamiento militar, Elbeit Systems, ha sido notoria por su alcance y la cantidad de clientes que tiene a lo largo del planeta. Especialmente en América Latina, donde México dista de ser la excepción.

Las Fuerzas Armadas han sido clientes destacados de IMI, IS y Elbeit Systems por décadas. Desde el desarrollo de vehículos blindados como el Oshkosh Sandcat que el ejército y varias agencias policiales usan en el país. O el Galil, un rifle que no sólo es distribuido entre la Armada de México y varias corporaciones policiales, si no que también se ha abierto camino en su uso por varios grupos criminales. E incluso adquiriendo botes patrulleros y de misiles de Israel Shipyards para la flota de la Armada. La cooperación militar alcanzó su cúspide en 2008, cuando se estima que México compró 210 millones de dólares de equipo militar israelí.

Uno de los casos más controvertidos fue la adquisición del ‘Pegasus Spyware’ por parte de varias corporaciones policiales y de inteligencia en México, mismo que se utilizó para espiar ilegalmente a periodistas y políticos por igual con el fin de saber sus movimientos. El sistema Pegasus es un programa que permite la infiltración de dispositivos móviles de manera desapercibida y constituye un riesgo para la seguridad y privacidad personal de aquellos cuya profesión puedan entrar en conflicto con los intereses del Estado y la burguesía.

La cooperación militar no solo se extiende a la venta de armas y equipamiento, sino también al adiestramiento y “asesoramiento” por parte de instructores militares provenientes de Israel. IMI en particular destaca por incluir equipos de adiestradores en la compra de sus armas para entrenar a sus usuarios. Pero el caso más famoso y sangriento es el adiestramiento del Grupo Aeromóvil de Fuerzas  Especiales. Los GAFES habían recibido entrenamiento en supervivencia y los llamados “Métodos de Interrogación Avanzada”, o en otras palabras, tortura. Mismos métodos que utilizarían de manera impune durante el levantamiento zapatista de 1994 y en los conflictos del sur del país. Resultando en decenas de masacres y torturas de cientos de personas. Este caso alcanzó su sangrienta notoriedad debido a que con la extinción de este cuerpo de Fuerzas Especiales, una significativa porción de sus elementos desertarían y harían uso de sus habilidades al servicio de numerosas organizaciones criminales. Entre las más notorias, el grupo conocido como Los Zetas, quienes llevaron acabo asesinatos, torturas y terrorismo ayudados en gran medida con instrucción otorgada por las Fuerzas de Defensa israelíes.

Sin lugar a dudas, la “colaboración” israelí con el estado mexicano ha sido una cuyos resultados solo pueden ser cuantificados en tragedias, en crímenes y abusos del Estado sobre la población civil. Sin embargo, el gobierno de Obrador se ha negado a tomar una postura más firme y condenatoria del genocidio que hoy viven los palestinos en manos de la maquinaria de guerra israelí. Mientras que se han emitido varias condenas, ninguna será lo suficientemente enérgica, ni ha confirmado la evidente naturaleza genocida de la campaña que hoy Israel lleva a cabo en Gaza y otros territorios palestinos.

Desde Alternativa Socialista en México, llamamos al gobierno de este país a denunciar la barbarie y el genocidio que Israel lleva a cabo contra los habitantes de Gaza y los territorios palestinos. Y a romper relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Mantener la pasividad o la emisión de condenas enérgicas que se lleva el viento ante este crimen contra la población palestina, no es neutralidad, sino la más cruel de las indiferencias.