Antes de las elecciones en Europa: sólo la izquierda puede luchar contra la extrema derecha
Este “súper año de elecciones” está caracterizado internacionalmente por un giro a la derecha. Las encuestas electorales para las elecciones europeas ven a Alternativa para Alemania (AfD) como la segunda fuerza más grande en Alemania, por detrás de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU). Las políticas antiobreras del CDU y los Verdes no detendrán el giro a la derecha.
Escrito por Linda Fischer, Sozialistische Alternative (ASI en Alemania).
En Austria, el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) podría convertirse en la principal fuerza en las elecciones parlamentarias de septiembre y duplicar su porcentaje de 2019. El FPÖ está también encabezando las encuestas para las elecciones europeas. La situación no es mejor en la mayoría de los otros estados miembros de la Unión Europea. En general, se prevé que los dos grupos populistas y nacionalistas de derecha representen más de una quinta parte (21.8%) de todos los miembros electos del Parlamento Europeo, un nuevo récord: en 2019, esta cifra fue del 18%, diez años más tarde fue un 11.8% (basta ver el pronóstico electoral de IPSOS).
El giro a la derecha es peligroso: el riesgo de ataques racistas está incrementando, los derechos democráticos se están comenzando a erosionar aún más y los debates públicos están volviéndose más racistas, antifeministas y hostiles a los queer. Los derechos de los sindicatos están bajo ataque, así como las condiciones de trabajo, salarios y prestaciones sociales.
¿Una UE “basada en valores” como alternativa a la derecha?
Los partidos burgueses, desde la CDU hasta los Verdes, propagan a la UE como una alternativa a la derecha, clamando que está basada en valores, que defiende la paz y representa un baluarte contra los regímenes autocráticos como Rusia.
En realidad, la UE es un proyecto neoliberal y militarista. Nunca estuvo ahí para crear paz en Europa. El Tratado de Lisboa de la UE de 2007 ya contiene un requerimiento de rearme que obliga a los estados miembros a fortalecer sus capacidades militares. Eso define la política de seguridad y defensa como una parte integral de la UE.
Los predecesores de la UE fueron llamados el “Comunidad Europea del Carbón y del Acero” (ECSC), la “Comunidad Europea de la Energía Atómica” (EUROATOM), y la “Comunidad Económica Europea” (EEC) por buenas razones. Estos fueron fundados con el propósito de incrementar las ganancias de la clase capitalista europea, sobre todo para asegurar y expandir la posición de la clase dominante alemana y francesa. Olaf Scholz reafirmó este objetivo en la Conferencia del Partido de las Elecciones Europeas del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de este año cuando dijo: “Los nacionalistas están actuando en contra del interés nacional. El mayor interés nacional que tenemos en Alemania es una Unión Europea fuerte”. Lo que significa, por supuesto, que es el interés del capital alemán y no de sus trabajadores.
Anton Hofreiter, miembro del Partido Verde en el Bundestag y presidente de la Comisión de Asuntos Europeos, advirtió que este cambio a la derecha en las elecciones europeas sería primordialmente un giro hacia Rusia. El escándalo de si la AfD recibió dinero de organizaciones prorrusas es hipócrita. La crítica de la clase dominante hacia Rusia no tiene que ver con el bienestar de la población ucraniana, los derechos humanos o los valores democráticos. La estrategia de rechazo al imperialismo ruso está conducida por una ideología igualmente nacionalista de competencia entre bloques, estados y naciones.
Cuando se trata de asegurar las ganancias, supremacía y mercados de venta para las compañías alemanas, entonces son perfectamente “aceptables” los envíos de armas a la ultra conservadora monarquía de Arabia Saudita, la cofinanciación de la genocida guerra de Israel en Gaza o también los llamados los acuerdos migratorios de la UE con regímenes autocráticos.
Aquellos en el poder están reaccionando a la crisis social, ecológica y económica del capitalismo globalizado con armamento, aislamiento y redistribución desde abajo a arriba. El recientemente adoptado Sistema Europeo Común de Asilo (CEAS) es la triste culminación de esta política racista y mortalmente aislacionista de la Fortaleza Europa. Las razones pueden ser diferentes, pero esta política no es fundamentalmente diferente de las «ideas de emigración» de la AfD.
Es necesaria una alternativa de izquierda
En la izquierda, el Partido Comunista Austriaco (KPÖ) está liderando el camino a pequeña escala. En las elecciones municipales de Salzburgo de este año, incrementó su porcentaje de votos seis veces de 3.7% en 2019 a 23.12%. Es la receta del éxito: enfocándose en los asuntos que directamente afectan a la clase trabajadora, sobre todo el asunto de una vivienda asequible. En lugar de una campaña electoral estandarizada, su lanzamiento electoral consistió en una protesta contra la inminente demolición de un largo complejo de pisos asequibles. El KPÖ organiza asesoramiento social regularmente y todos los políticos del KPÖ reciben únicamente el salario promedio de un trabajador cualificado.
Aún si el programa es limitado, el KPÖ deja en claro que una izquierda fuera del establishment, que aborda de manera creíble las preocupaciones de la clase trabajadora, puede ser exitosa.
En Alemania, Die Linke no consigue presentarse como una verdadera alternativa de izquierda al establishment. Su programa para las elecciones europeas pretendía que pudiera haber un nuevo comienzo para la UE. Eso oculta el hecho de que las uniones de estados sobre una base capitalista no pueden ser neutrales o asegurar paz y justicia social. Generalmente las reivindicaciones como lo son salarios más altos, protección climática, servicios sociales funcionales y redistribución de arriba a abajo permanecen relativamente abstractas, ya que Die Linke no ofrece una estrategia de implementación y no identifica claramente las causas de estos problemas: el capitalismo.
Desafortunadamente, allí donde está involucrado el gobierno, es también responsable por los recortes; en Bremen, por ejemplo, el hospital Linkes der Weser está siendo cerrado ¡bajo el mandato de un senador de izquierda! La lógica del sistema de beneficios no se rompe. Especialmente en tiempos del declive capitalista, esto sólo puede conducir a un callejón sin salida. La mayoría en el partido sufre desde hace mucho una tendencia a enfocarse en puestos parlamentarios cuando hay duda, y a adaptarse a los partidos establecidos. Lo que es necesario es el desarrollo de una alternativa consistente y anticapitalista, que esté anclada en los espacios de trabajo y en los vecindarios.
No obstante, Die Linke es la única fuerza destacada en Alemania que no sólo plantea cuestiones sociales, sino que quiere hacer que los ricos paguen y apoya las huelgas, pero también se opone a la mezcolanza racista y militarista, aún si por desgracia a menudo sea demasiado vago. Sigue siendo correcto votar al Partido de Izquierda.
La Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) no es una alternativa. La inicialmente prometida política en interés de los más pequeños no se encuentra en el BSW. En cambio, arremete contra las personas pobres, alegando un supuesto abuso de los beneficios del desempleo y de la “ideología de género” y plantea tesis cada vez más racistas en la política migratoria, así como la demanda de cancelar los beneficios sociales para los solicitantes de asilo rechazados.
Una fuerza que realmente pueda retar a la derecha debe oponerse a la militarización y el armamentismo de la UE, que inevitablemente conduce a más nacionalismo y racismo. Es necesaria una ruptura radical con este sistema de beneficios, que es la causa de la crisis social, ecológica y económica. Una alternativa a la derecha debe, por lo tanto, también enfrentar a los partidos burgueses y al sistema capitalista que ellos defienden.
Lo que se necesita es una fuerza internacional coordinada de la clase trabajadora que se organice sobre las bases de este entendimiento. Una fuerza que aborde las preocupaciones concretas de la clase trabajadora y la juventud y construya estructuras en sus barrios, fábricas, universidades y escuelas. Una fuerza que apoye, reúna y politice las campañas de huelga. Una fuerza que sea parte organizadora de los movimientos sociales, feministas, antirracistas y antibelicistas y los aglutine a todos ellos en general, en luchas anticapitalistas.