2022: ¡Por una izquierda programática y de ideas, no de puestos!
Escrito por Sebastián Lorea Flores y Mauro Espínola, Alternativa Socialista (ASI en México).
El Movimiento de Regeneración Nacional surgió en 2011 como una alternativa partidista a la degeneración burocrática en la que se sumergió el Partido de la Revolución Democrática producto de la política oportunista y claudicadora de la dirigencia ocupada por Los Chuchos. Proceso que culminó con la firma del Pacto Por México, impulsado por Peña Nieto para impulsar las contrarreformas de su gobierno. Ese fue el epitafio de aquel partido que pudo reunir a las diferentes vertientes históricas de la izquierda mexicana del siglo XX.
En 2014, Morena obtuvo su registro como partido político, nutriéndose de una desbandada perredistas, entre ellos a Mario Delgado, quien ingresó al partido en 2015. Su ascenso en el partido fue evidente, con la clara intención de operar junto con Marcelo Ebrard para moderar la transformación y detener el desarrollo de Morena, con miras al 2024. Esto ha puesto en evidencia la existencia de corrientes claramente definidas, aún siendo informales pues los Estatutos no las permiten, que responden a dos proyectos nítidamente opuestos: uno de derecha, que busca frenar los cambios, y otro de izquierda que de manera muy limitada pretende impulsar la transformación llegando a acuerdos con la derecha y la burguesía.
Es evidente que el Morena ya se estaba saliendo de sus cauces originales desde que durante la presidencia de Yeidckol Polevnsky se alió con el Partido Encuentro Social en 2017. Lo que fue criticado por un amplio sector, pues este partido representa los intereses políticos de los evangélicos conservadores. Esto no solo ha resultado en una evidente contradicción ideológica, sino en un claro intento por frenar los elementos más progresistas del programa de Morena como la interrupción del embarazo, la despenalización de las drogas y el matrimonio igualitario. Objetivos que chocan abruptamente con lo que representaba el PES.
Un ejemplo de la consecuencia directa de esta clase de alianzas ocurrió en Zacatecas en 2019, cuando se propuso reformar el código familiar para permitir los matrimonios entre personas del mismo sexo en el estado. Entonces, la mayoría de votos fue contra la iniciativa entre los que había varios candidatos cobijados por la Coalición Juntos Haremos Historia en 2018. En 2020 Mario Delgado se convirtió en el presidente de Morena, lo que desencadenó más alianzas que terminarían por menguar las iniciativas de Morena, con partidos como Nueva Alianza y el Partido Verde Ecologista de México, con quien ya se había entablado una alianza electoral en Chiapas en 2018.
La política consiste en hacer acuerdos, pero estos acuerdos se convierten en una farsa si no se basan en ideas y principios. Aliarse con partidos con programas claramente diferentes, es una completa contradicción a los principios que fundaron una alternativa precisamente a esta manera tosca y desvergonzada de hacer camarilla con partidos sanguijuelas. Más aún cuando personalidades que pertenecían a estos partidos se encargaron, en sus determinados periodos, de criticar no solamente al liderazgo del partido, sino a la gente que llevó al poder a Morena. Incluso de impulsar las contrarreformas de Peña Nieto, como el caso de Mario Delgado.
El 2021 fue el colmo de esta clase de alianzas, en las que se cobijaron a candidatos como Félix Salgado Macedonio en Guerrero y a David Monreal en Zacatecas. Lejos de ser luchadores con trayectoria dentro de la izquierda mexicana, se han convertido en oportunistas que han abandonado los principios para luchar por las causas del pueblo trabajador. Se han convertido, de esta manera, en caciques locales que tienen la capacidad de beneficiar a sus candidaturas para llevarlas a los puestos públicos, siempre y cuando sean pertenecientes a sus intereses. La forma en que se está degenerando el partido, su acelerada perredización, está obligando a miles de activistas y militantes de base a abandonar paulatinamente el partido, desencantados por la política de la dirección encabezada por la derecha y por el constante ninguneo a la base y sus deseos de participación.
Morena no debe ser considerado como el mecanismo indispensable para impulsar las demandas de la izquierda y de los oprimidos. Si bien es un polo de reunión en el que caben muchas tendencias y muchas formas de hacer política, no se deben dejar a un lado los principios y los ideales de la izquierda mexicana en su enorme trayectoria y variantes. Sin embargo, es claro que el proceso de degeneración en Morena es muy avanzado, por lo que los elementos más avanzados no podemos enfocarnos a intentar evitar esa catástrofe. No significa abandonar la batalla inmediatamente, pues por ahora no existe otra organización, ni despreciar los esfuerzos de cientos de compañeros contra la burocracia y la derecha que tiene coptada al partido. Nuestra tarea es agruparnos para impulsar nuestras demandas, dentro y fuera de Morena, y construir una organización que las defienda.