1 de mayo: Una fecha combativa de las y los trabajadores
En 1889 la Segunda Internacional estableció el 1 de Mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en conmemoración a los eventos de la Revuelta de Haymarket de 1886 en Chicago, EEUU. Desde ese momento, este día se transformó en una fecha en la que el movimiento obrero reivindicaba tanto las luchas pasadas, como también mostraba la fuerza de la lucha por una transformación radical de la sociedad. Un día de lucha y organización. Y, aunque a lo largo de las últimas décadas, gobiernos y organismos internacionales han intentado despojar al 1 de Mayo de su carácter combativo, las y los socialistas seguimos levantando la bandera de lucha en esta fecha.
Escrito por Alternativa Socialista, Alternativa Socialista Internacional en México
Así como ha sido tradición en el movimiento de las y los trabajadores, este día tiene que invitarnos a reflexionar sobre dos cosas. La primera es recordar a quienes nos antecedieron en la lucha, recuperar sus esfuerzos y tomar lecciones de sus experiencias para enfocarlas en nuestros propios esfuerzos de lucha. La segunda reflexión obligada debe ser el estado actual del movimiento y la situación de las y los trabajadores hoy en día.
Hay que señalar que el recordar a quienes han trazado el camino que hoy nosotros recorremos no se hace con miras nostálgicas o de añoranza por el pasado. Las y los revolucionarios debemos ser conscientes de que nuestra mejor escuela debe ser la experiencia histórica y que estos aprendizajes deben ser traducidos en práctica militante y revolucionaria. Se trata de hacer un estudio minucioso del pasado para comprender y actuar de manera efectiva en el presente. El análisis concreto de la situación concreta y las lecciones históricas del movimiento nos alejan del dogmatismo o del oportunismo y nos permiten plantear una política y un programa revolucionario consecuente. Este método es nuestra principal arma para vincularnos con la clase trabajadora de cara a los retos futuros.
En la oscuridad, la estrella roja debe volver a brillar
Hoy el capitalismo y el orden internacional construido tras el fin de la Guerra Fría en 1991 atraviesan momentos de crisis. Durante los últimos dos años hemos visto el surgimiento de explosiones sociales a lo largo del mundo. Desde la resistencia al Golpe de Estado en Myanmar o la lucha de las y los trabajadores en Tailandia ante los abusos de una dictadura disfrazada de monarquía, hasta la lucha que enterró la Constitución heredada por Pinochet en Chile o la toma de las calles por millones de jóvenes en Colombia protestando contra las medidas antipopulares de Iván Duque. Sin embargo, ante la falta de alternativas revolucionarias reales, el descontento y la indignación han sido encausados hacia las causas reformistas o, peor aún, hacia enfoques reaccionarios como el de Jair Bolsonaro en Brasil o Marine Le Pen en Francia.
La crisis, que ya venía desarrollándose desde antes, se ha profundizado como resultado de la crisis económico-sanitaria propiciada por el Covid-19. Durante los últimos dos años los millonarios han visto cómo sus ganancias se disparaban, mientras que trabajadores y campesinos han sufrido los efectos más duros de la crisis en México y el mundo. Según datos del Reporte Mundial de Desigualdad de 2022, en nuestro país el 10% más rico acapara el 79% de la riqueza total del país. Algo similar ocurre a nivel mundial, en donde el 10% más rico acumula el 76% de la riqueza mundial.
La situación global ha empujado a millones al desempleo o a enfrentar los estragos de la precarización en el mercado laboral. Y en México no hemos sido la excepción. Si bien durante el sexenio de López Obrador se han realizado algunos esfuerzos por reducir esta brecha de desigualdad, estos han sido insuficientes o en la práctica la patronal sigue sin respetar estas medidas. El alza del salario mínimo, los programas de apoyo o la Reforma Laboral son pasos a medias hacia adelante, innegablemente. Sin embargo, hemos visto cómo incluso han sido los propios trabajadores quienes han tenido que obligar a los patrones a cumplir lo establecido en la ley. Como es el caso de las huelgas de trabajadores de la maquila en Tamaulipas en 2020. Del mismo modo, estas medidas y reformas han sido limitadas por la mano de entes como el Consejo Coordinador Empresarial, quienes se aseguraron de que las reformas propuestas por Obrador no les resultaran tan incómodas.
Los propios límites de la política conciliadora de AMLO manifiestan la necesidad de una política independiente de la clase trabajadora, que no tema el confrontarse con los patrones en defensa de los derechos de nuestra clase. Ante nuestra realidad se hace más necesaria que nunca una fuerza política que pueda presionar y correr por la izquierda a Obrador y Morena. Sin embargo debemos tener claro que esa fuerza no caerá del cielo, ni surgirá de manera espontánea. Hay que construirla. Hoy el movimiento socialista no goza de la fuerza de antaño, las derrotas del pasado nos pusieron en un proceso de repliegue. Pero el panorama actual ha permitido comenzar a superar esa etapa y pasar a la reorganización.
Las y los socialistas debemos ser claros. Si bien seguiremos impulsando y apoyando las medidas que se tomen en este sexenio en favor de nuestra clase, por limitadas que sean, no podemos subordinarnos al obradorismo, ni mucho menos pensar que el camino a la revolución socialista pasa por construir a Morena y el obradorismo. Pero asumir una política sectaria con el obradorismo también sería un claro error. Hoy existe un proceso en el que las masas han expresado su deseo de incidir en el desarrollo de nuestro país y constantemente intentan empujar la profundización del mismo. La tarea de los socialistas no es bloquear los puentes que nos pueden conectar con los millones de trabajadores y campesinos que hoy se consideran obradoristas, sino vincularnos a este proceso discutiendo con la gente y planteando nuestras ideas para ganarlos a nuestra lucha.
Si queremos dar pasos adelante que nos permitan regresar al movimiento revolucionario de la clase trabajadora su fuerza del pasado, debemos vincularnos a las luchas de los sectores populares. No basta con tener buenas ideas, hay que llevar esas ideas a las masas proletarias y alimentarnos también de las lecciones de nuestra clase. Pretender que el movimiento se organizará alrededor de nosotros, sin necesidad de que exista un trabajo de vinculación con el proletariado, es muestra de los remanentes del infantilismo político aún presentes en un sector del movimiento socialista. La teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria no sirve de nada.
Igualmente, es vital comprender que si bien lucharemos por cuestiones como mejores salarios, sindicatos independientes o una reforma fiscal progresiva, no vemos en estas demandas el fin de nuestra lucha. Estas demandas inmediatas deben servirnos tanto como para fortalecer la organización de un movimiento de masas en torno a un programa revolucionario, como para explicar que estas posibles victorias no estarán a salvo mientras no superemos el capitalismo, conectando las demandas inmediatas con la lucha por la revolución socialista.
Es importante también señalar que debemos reconocer a los diferentes sectores que componen a la clase trabajadora para reivindicar también sus demandas y vincularlas con nuestra lucha. Debemos salir de la lógica obrerista que entiende al trabajador únicamente como el obrero industrial. La clase trabajadora también se compone por sectores expuestos a otro tipo de violencias como mujeres, personas racializadas, comunidad LGBT+, etc… y por ello mismo no podemos dejar de luchar por la reivindicación de sus derechos. Lo anterior no es “una capitulación a las políticas identitarias”, como señalan algunos sectores retrógradas en el movimiento socialista. Es un esfuerzo genuino para combatir la violencia inherente al sistema capitalista y vincular a estos sectores con una perspectiva socialista y revolucionaria.
El primero de mayo debe retomar ese carácter combativo en las conciencias de las y los trabajadores. Debe volver a ser un día para honrar a quienes nos antecedieron y para volver a mostrar la fuerza de nuestra clase organizada y movilizada. ¡Que las banderas rojas desfilen y vuelvan a causar temor en los corazones de la burguesía! ¡Reorganicemos el movimiento socialista!