#YoPorLas40Horas: la lucha de las y los trabajadores por una jornada laboral digna
Desde octubre de 2022, algunos diputados encabezados por Susana Prieto, así como diversas organizaciones sindicales y sociales hemos abierto el frente por una jornada laboral justa, para que las y los trabajadores de México mejoren su vida mediante la reducción de 48 a 40 horas de trabajo semanales.
Escrito por Ernesto Gil, Alternativa Socialista (ASI en México).
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México, junto con Colombia, es uno de los países que más tiempo dedica al trabajo cada año con 2,226 horas anuales, 500 horas más que el promedio de la OCDE y casi 900 más que Alemania.Si bien sostenemos que no es posible tener un trabajo digno y pleno bajo el capitalismo, pues siempre estaremos sometidos a la explotación capitalista, defendemos la urgente necesidad de mejorar las condiciones en que desarrollamos actualmente nuestras actividades laborales. La lucha por la reducción de 48 a 40 horas de trabajo semanal, a la cual nos hemos sumado, presenta una oportunidad histórica para la discusión, la movilización y la reorganización de nuevos frentes que fortalezcan la capacidad de acción de nuestra clase.
La reforma de la jornada laboral: un largo camino y múltiples obstáculos
Desde hace décadas, en los países industrializados se emprendieron diferentes movimientos que se concretaron en la reducción de las horas semanales de trabajo a las 40 e incluso menos. Países como Bélgica, Australia o la República Checa tienen jornadas semanales de 38 horas; desde 1998, en Francia es de 35 horas. En algunos países como Reino Unido o los Países Bajos, recientemente se habla de jornadas menores a las 35 horas.
En comparación con otros países de nuestra región, México sigue claramente a la retaguardia. Guatemala, El Salvador, Honduras, Cuba, República Dominicana, Brasil y Venezuela cuentan con jornadas de 44 horas. Colombia, en 2021 aprobó la reducción a 42 horas. Ecuador, junto con Chile, son los países con jornadas de 40 horas semanales. Chile recién lo aprobó en abril de 2022. Pese a los años que tardó el proceso, bloqueado por los patrones, queda de relieve una lección: se necesitan fuerzas organizadas y voluntad política para echar adelante medidas de esta magnitud.
En los últimos años, hemos sido testigos de un renovado interés de las y los trabajadores por organizarse en torno a demandas y la conquista de mejores condiciones, para lo cual han tenido que enfrentarse a obstáculos tanto de dirigentes políticos y sindicales como de las patronales. El Movimiento 20/32 de Matamoros en 2019, la fundación de los Sindicatos Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y Servicios (SNITIS) e Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz (SINTTIA) en 2021, el movimiento de las trabajadoras del hogar para sindicalizarse y conquistar prestaciones y seguridad social, la lucha por el aumento de las vacaciones en 2023, las recientes huelgas en las plantas de Volkswagen y Audi, entre otros ejemplos.
La actual discusión inició en octubre de 2022, cuando la abogada laboralista y diputada federal Susana Prieto (Morena), fundamental en la organización y triunfo de las y los obreros del Movimiento 20/32 de Matamoros, introdujo en San Lázaro la propuesta para la reducción de 48 a 40 horas semanales. A partir de ahí, iniciaron las maniobras de bloqueo de diputados de su propio partido como Ignacio Mier, desde el Congreso e incluso desde los medios de comunicación. TV Azteca se encargó de orquestar una campaña mediática dirigida a desvirtuar el contenido de la reforma. A acusando la “imposibilidad” del proyecto, así como supuestas consecuencias perjudiciales sobre las y los trabajadores, y en general, la inconveniencia de impulsar una medida de ese calado.
Durante meses, la iniciativa fue bloqueada bajo la excusa de organizar una y otra vez foros de discusión públicos, con el pretexto de que era necesario escuchar la mayor cantidad de voces posible. ¿Cuáles voces? Las del sector empresarial, por supuesto. Un cuerpo de empresarios históricamente acostumbrados a la evasión de impuestos y responsabilidades, a la complicidad del poder político y sindical, a que les fueran perdonados todos los abusos y a bloquear cualquier intento de cambiar el statu quo en beneficio de la clase trabajadora, repentinamente argumentaron, entre otras cosas, que la medida afectaría negativamente a las y los trabajadores en tanto reduciría sus salarios, lo cual es absolutamente falso.
La reducción de la jornada laboral es un ataque indirecto a las ganancias capitalistas, el eje fundamental del modo de producción capitalista; he ahí la causa central de la oposición de la burguesía y sus aliados políticos. Algo muy importante que no ha sido suficientemente explicado, pero que las y los marxistas no perdemos de vista: en términos reales, el hecho de invertir menos tiempo de nuestras vidas en el trabajo por el mismo salario significa que el salario y el trabajo aumentarían su valor. Es decir, en términos reales nuestros salarios incrementarán al reducirse las horas que dedicamos para obtenerlos, lo cual es otra consecuencia que beneficiará a nuestra clase.
Pese a que el discurso oficial busca poner el acento en las capas más desprotegidas de nuestra sociedad, el trabajo político de bloqueo ejercido por legisladores de Morena y las posiciones públicas del propio presidente López Obrador muestran otra cosa. La diputada Prieto, principal defensora del proyecto legislativo, ha denunciado en reiteradas ocasiones que el también diputado Ignacio Mier, coordinador de la bancada morenista en San Lázaro, es el principal operador para retrasar la aprobación, bajo pretextos como organizar más Parlamentos Abiertos y la inconveniencia de aprobarla en periodos pasados. Por su parte, AMLO ha dejado claro en la práctica que la reforma no es una prioridad en la agenda y se escuda diciendo que será mejor que se discuta y apruebe al terminar el periodo electoral.
¿Qué sigue?
No negamos que algunos perfiles políticamente honestos dentro de Morena se han sumado a esta convocatoria urgente y necesaria para mejorar la vida de millones de trabajadores. Sin embargo, queda cada vez más claro que los intereses que defiende la burocracia al mando de la Cuarta Transformación son otros. Como ya tuvimos oportunidad de comprobar en la defensa de la reforma energética en 2022, la dirección ha priorizado la negociación parlamentaria, el cretinismo parlamentario como le llamo Lenin, fomentando la desorganización y la desmovilización de las bases para evitar así que el movimiento los rebasara por la izquierda.
En recientes meses, al saberse que la reforma sería posiblemente discutida durante el mes de abril, varias organizaciones nos dimos a la tarea de discutir e impulsar el Frente por las 40 Horas. A través de reuniones, movilizaciones y campañas en redes, se ha desarrollado una labor de información y organización para que cada vez más personas trabajadoras se sumen a la conquista de más tiempo de vida para el descanso, el cuidado y desarrollo personal, la convivencia social y el esparcimiento.
Pese a los esfuerzos, el 23 de abril en voz de Jorge Romero, actual presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, se declaró que el actual dictamen de la reducción de la jornada laboral discutida extenuantemente desde 2022 ha prescribido. Leonel Godoy, vicecoordinador de las y los diputados de Morena, informó que la iniciativa de las 40 horas sería discutida después del 20 de abril junto con el paquete de veinte reformas constitucionales propuestas por AMLO el pasado 5 de febrero. Sin embargo, a pesar de los avances que vieron estas veinte reformas, durante este periodo ordinario de sesiones que termina el día 30 de abril poco se ha discutido de la reforma laboral, por lo cual ahora falta que la discusión será retomada hasta que sea instalada la nueva legislatura después de las elecciones. La falta de voluntad política del bloque de Morena y sus aliados, ha retrasado aún más la aprobación de esta reforma.
Ante este panorama adverso cada vez más y más personas están saliendo a las calles adquiriendo conciencia sobre la urgencia de organizarse y movilizarse para conquistar más derechos y más vida digna. Desde Alternativa Socialista México nos posicionamos decididamente a favor de la reducción de la jornada semanal de 48 a 40 horas. Entendemos que un avance de esa magnitud servirá como un ejemplo de lo mucho que las y los trabajadores podemos ganar por medio de la organización y la movilización.