Socialismo 101: ¿Es el capitalismo realmente más democrático que el socialismo?
Los socialistas no aceptamos que este mundo sea realmente democrático para todos. Para que la democracia sea real y para todos debe extenderse a la riqueza de la sociedad, que es producida por la naturaleza y el trabajo colectivo de la clase trabajadora. Debe extenderse a la industria y las finanzas que dominan nuestras economías. Sólo entonces podríamos garantizar los derechos económicos y sociales, como el derecho a la educación, al empleo, a la sanidad, a la vivienda y a un sistema energético sostenible. Sólo así se podría liberar a todo el mundo y empoderarlo para que participe en la gestión de la sociedad.
Escrito por Manus Lenihan, Socialist Party (ASI en Irlanda)
La democracia significa que todo el mundo puede opinar sobre el funcionamiento de la sociedad. Supuestamente vivimos en una democracia. En Irlanda tenemos, al menos en el papel, el derecho a hablar y escribir libremente, el derecho de reunión y el derecho de voto, aunque tenemos límites en los derechos sindicales, el derecho de asilo y en otros ámbitos.
Pero cuando se entra a trabajar, la democracia se detiene bruscamente. Lo más probable es que tu lugar de trabajo no esté gobernado por personas elegidas por ti, sino por jefes o accionistas que viven en otro continente. Nuestro mundo está determinado por decisiones de la inversión privada y maquinaciones imperialistas, sobre las que no tenemos poder de incidir. Las empresas pueden quebrar o despedir personal; los ecosistemas locales pueden contaminarse; se pueden librar guerras contra otros países… y tú no tienes ni voz ni voto en nada de esto, aunque pueda significar la ruina para ti.
Los derechos que tenemos están distorsionados por esta desigualdad. Se puede votar a un partido político, pero los partidos que tienen más posibilidades de captar tu atención son los que tienen más dinero, con las máquinas electorales más hábiles, es decir, los que están apoyados por los intereses de las grandes empresas. Puedes escribir libremente, pero que alguien lea lo que escribes depende en gran medida de si tienes los contactos o los medios para pagar la publicación, promoción, impresión, etc. Tienes derecho a un juicio, pero si eres rico puedes contratar a un abogado caro.
Los socialistas no aceptamos que esto sea realmente democracia. Para que la democracia sea realmente democrática debe extenderse a la riqueza de la sociedad, que es producida por la naturaleza y el trabajo colectivo de la clase trabajadora. Debe extenderse a la industria y las finanzas que dominan nuestras economías. Sólo entonces podríamos garantizar los derechos económicos y sociales, como el derecho a la educación, al empleo, a la sanidad, a la vivienda y a un sistema energético sostenible. Sólo así se podría liberar a todo el mundo y empoderarlo para que participe en la gestión de la sociedad.
Pero la gente de la burguesía y la gente de clase trabajadora tienen ideas muy diferentes sobre qué es la democracia, como sobre la mayoría de las cosas. Para una persona adinerada, la democracia significa su “derecho” a controlar sus negocios y sus beneficios de la forma que quiera, aunque perjudique al medio ambiente, a los trabajadores y a los consumidores. Cualquier tipo de propiedad y control públicos es para esta gente un ataque a sus “derechos”, a la “democracia”, a la civilización misma.
Las ideas de los ricos se extienden por toda la sociedad. En las escuelas y universidades, en el discurso dominante y en la cultura popular se nos da una lección de historia unilateral en la que el socialismo supuestamente conduce al autoritarismo.
Sin embargo, omiten mencionar, por ejemplo, que al principio de la Revolución Rusa de 1917, el país estaba gobernado por consejos populares o “soviets”, que eran mucho más democráticos que cualquier parlamento del mundo actual. Desgraciadamente, esta democracia revolucionaria no pudo sobrevivir en las terribles condiciones de la guerra civil y la invasión de las potencias capitalistas, lo que creó las condiciones que permitieron que al final fuera traicionada por las fuerzas corruptas y burocráticas agrupadas en torno a Stalin.
Durante el siglo XX, hubo movimientos populares que lucharon por la construcción del socialismo en todo el mundo, y si se hubiera dejado que estas luchas por la verdadera democracia de las y ,os trabajadores siguieran su curso, viviríamos en un mundo más pacífico, igualitario y sostenible. Pero cuando los ricos y poderosos se ven amenazados, la democracia sale por la ventana y arremeten con dictaduras, extremismo religioso y fascismo. El mundo en el que vivimos hoy, en el que reina el capitalismo, no es el resultado de un debate democrático. Es el resultado de mil golpes de Estado y represiones sangrientas, de las confrontaciones entre los intereses de dos clases antagónicas.
Nuestros derechos, incluidos los democráticos, conquistados mediante la lucha, nunca están a salvo en el capitalismo: basta con ver los ataques a los derechos de las mujeres y las personas trans, y el auge de la extrema derecha en muchos países. Pero la defensa de los derechos democráticos también puede ser una llamada a la lucha para millones de personas, contra este sistema y por un futuro igualitario y verdaderamente democrático, que debe ser socialista.