Las pláticas de Xi-Biden: Sin descongelarse la Guerra Fría
El dictador en turno se reunió con el belicista en turno el 15 de noviembre, para largas y retrasadas pláticas. La última vez que Xi Jinping y Joe Biden se reunieron fue en Indonesia hace un año, cuando ambos prometieron fijar un “piso” a su relación en detrimento; posteriormente un globo espía chino rompió con dicho piso. Por su parte, los Estados Unidos se quejaron y rompieron con una serie de cambios diplomáticos.
Editorial de la revista Socialist (社會主義者), ASI en China, Hong Kong y Taiwan
Las pláticas de San Francisco entre los dos presidentes, en vísperas de una reunión de APEC produjo muy poca sustancia, sin embargo, develó la naturaleza de las relaciones entre las dos superpotencias. A los pocos minutos de la despedida de Xi, Biden dijo en una conferencia de prensa que aquel “seguía siendo un dictador”, pero clamó que se había alcanzado “progreso” a lo largo de las charlas. La consigna en ambas partes era la “estabilización”. El mensaje que buscan enviar es que, aunque la relación entre dos superpotencias que representan el 40% de la producción global ha alcanzado una baja histórica, estas no empeorarán, por ahora.
Por su parte, el gobierno chino no ha explotado en respuesta al uso de la palabra dictador por Biden, como lo hizo cuando había llamado a Xi dictador a inicios del año. Fue simplemente omitido por los diarios chinos. Un comentador en redes sociales hablo de que, si Bien hubiera llamado emperador a Xi este “lo hubiera amado”
Fue el lado chino el que claramente parecía más optimista por el encuentro entre ambos mandatarios. También era Beijing, fue quien hizo el mayor número de concesiones para asegurar que la reunión sucediera, una serie de reuniones previas fueron requeridas por lo oficiales chinos que viajaron a los Estados Unidos para afinar detalles; la decisión de la asistencia de Xi solo fue anunciada con tres semanas de antelación por otro lado.
Lo hará, ¿o no?
Una de las potenciales trabas en los trabajos fue el “ban” del líder hongkonés Jhon Lee (apoyado por Xi) para la asistencia a la reunión de APEC. Hong Kong es un estado separado de los 21 miembros del bloque de APEC. Bajo las sanciones de los Estados Unidos por el apoyo que mostró a la imposición de Beijing de la ley de seguridad nacional de 2020, Lee no tiene permitida la entrada a territorio estadounidense. Los Estados Unidos se rehusaron a retractarse en el asunto. Por un momento esto parecía que sería usado como pretexto para mantenerse al margen, de manera similar a lo que pasó en Septiembre, cuando Xi, en su lugar envió a su premier Li Qiang a la reunión del G20 en India, lo que fue interpretado como un acto de boicot a la reunión. Pero en los dos meses que pasaron, la realidad política evidencia un cambio en el comportamiento de Xi, donde pesa más la conducta cooperativa que la intensificación del nacionalismo.
El asunto crucial era que nada de lo que ocurriera debía causar que Xi pareciera perder su postura en América. Tal grado de micro manejo es muestra de lo inestable y presionado que se ha tornado la posición de Xi, al estar de por medio la economía china. Un reporte del Financial times del 19 de noviembre muestra el reflujo del capitalismo chino (el retorno a Japón), lo cual resulta clave para entender lo que está pasando en China hoy, donde el porcentaje de PIB ha caído de 18.4 a 17 por ciento en los pasados dos años, algo que no había pasado desde la era de Mao.
Las pláticas de San Francisco fueron “históricas”, según clama el People ́ s Daily, incluso diciendo que esto representaba un nuevo punto de arranque de las relaciones sino-americanas, lo cual dista a miles de la realidad. La reunión no conlleva a ningún reseteo de la relación y mucho menos a un deshielo de la Guerra Fría. La guerra liderada por los EUA por los chips; las sanciones anti-China en el comercio con Europa; la formulación de las alianzas militares para la desaceleración del crecimiento militar de China; y también, las contramedidas para unir más a China con Rusia, Irán y otros regímenes antiestadounidenses. Esto representa la realidad que permea aún la relación entre ambos. También, la masacre de los palestinos en Gaza hace que las posibilidades sean más volátiles.
Publicidad excesiva
El hype excesivo en la cobertura mediática de China muestra el lado que muchos querían que se tomara en la reunión de California. Días antes del viaje de Xi, se puso en práctica una ley mordaza virtual en retórica antiestadounidense en los medios del estado. La declaración de Xi de que “el planeta tierra es suficientemente grande para ambos, China y Estados Unidos” se convirtió en un hashtag en redes sociales, mientras que se intentaba proyectar una imagen más amigable de Xi para el exterior, ofreciendo una bienvenida para los capitalistas extranjeros, buscando transmitir el apoyo del PCC y de Xi en el frente.
Significativamente, a Xi se le ofrendaron nada menos que tres ovaciones de pie cuando atendió a una comida con CEO ́ s en San Francisco. Esta reunión, a la que asistieron los usuales billonarios “Sicofantes” como Elon Musk y Tim Cook, de nuevo demostró que los capitalistas estadounidenses aman a los dictadores y que el Partido Comunista chino ama a los capitalistas. No hubo paseos para conocer a “la gente” de Xi Jinping. Pero las buenas vibras que se exhibieron en esta cena no pueden restaurar la relación entre el capitalismo estadounidense y chino, el cual impulsó tres décadas de globalización capitalista sin precedentes hasta la década pasada.
El desacoplamiento económico conducido por la Guerra Fría imperialista es ahora una tendencia inequívoca y en aceleración. Este año, apenas la mitad de los bienes manufacturados importados a los Estados Unidos de bajo costo provenientes de estados asiáticos vienen de China, cuando hace cuatro años, la figura era de dos tercios, de acuerdo con el Index anual de Reshoring de Kearny. “En finanzas la separación es más pronunciada”, dice el mismo reporte. El valor del dólar estadounidense en inversiones extranjeras en China cayó a ocho billones de dólares el año pasado, a los niveles de 2004, en la dirección opuesta es similar: Qatar y Noruega ahora invierten más en Estados Unidos que en China.
Un intensificado forcejeo de poder
Con su régimen en la mira de un estancamiento conjunto con el surgimiento de una nueva lucha de poder al interior de PCC y su aparato militar, Xi necesita un éxito diplomático para mostrar sus habilidades en la arena internacional como una señal -aunque sea tenue- de que los conflictos económicos con lo EUA pueden ser manejados y contenidos. Los medios chinos hicieron enfoque en las banalidades como que Biden reiteró que los EUA “no apoyan la independencia de Taiwan” como si fuera un parteaguas en las pláticas.
El tercer pleno de la reunión del PCC que es, acorde a la tradición, uno de los más importantes para anunciar nuevas políticas económicas, y que debería de ser llevada a cabo al final del año, fue puesta en espera hasta después de la reunión entre ambos mandatarios. Evidentemente, el plan es crear un momentum para su visita a los EUA, para que Xi entrara en pleno. Aquella maniobra oficialista lleva el peso de la especulación a que el pleito al interior del PCC se ha agudizado en el 2023, a pesar del éxito en pasado veinteavo congreso del partido.
Parece ser que ninguna cantidad de purgas es suficiente, Xi ha purgado cientos de figuras senior “tigres”, y de millones de oficiales de nivel medio del PCC en años recientes, para buscar consolidar su base personal será suficiente. Pero la crisis social y económica ha creado nuevas luchas de poder, divisiones políticas e intrigas. De fondo, estas presiones al interior del régimen y de la clase capitalista refleja el alarmismo y el profundo pesimismo sobre la economía de China, y el miedo de las explosiones sociales.
Ministros faltantes
La intensidad del último conflicto al interior del PCC ha sido mostrada con el despido y la desaparición de dos de los cinco concejales chinos a lo largo de algunos meses, ambos elegidos cercanos a Xi. Ellos son Qin Gang, el ministro de relaciones exteriores, quien no se ha visto desde junio y al ex-ministro de defensa Li Shangfu, quien desapareció de la misma manera en agosto. Ambos ministros estaban sujetos a investigación, en el caso de Qin se alegaron “violaciones de seguridad nacional”, por su parte, en el caso de Li es probable que sea un caso de corrupción (aunque no ha sido oficialmente confirmado), dichos casos constituyen un común denominador en las purgas del PCC, pero usualmente se esconden violaciones políticas como conspiraciones, retos o compromisos con la autoridad del máximo líder.
En el caso de Qin, si hacemos un análisis sobre el agua en la “política de moralidad” del partido encontraremos como uno de los motivos la relación extramarital que sostuvo mientras fue embajador en los EUA, por otro lado, un asunto que parece más certero es su incapacidad de manejar los intercambios tras el incidente del globo espía. Tras algunos vaivenes, el secretario de estado estadounidense Antony Blinken fue a Beijing en junio en una misión para “estabilizar” la relación y sentar las bases para la nueva reunión entre XI y Biden. Pero los americanos se indignaron cuando durante su reunión con Xi fue sentado demasiado aparte de él, en una mesa extraña con forma de herradura, como si la escena de la mesa hubiese sido basada en una película famosa de Charles Chaplin, “El Gran Dictador”. Fue Qin -ministro de relaciones exteriores- quien organizó la reunión, y los americanos claramente no estaban impresionados.
Días después de esta reunión, Biden llamó “dictador” a Xi en una campaña de financiamiento. En el mismo discurso dijo que “la razón por la que Xi Jinping se molestó tanto en términos de, (que) cuando reviente el globo con cajas llenas de equipo espía en él, él no sabía que estaban ahí”. Esta declaración -cierta- debió molestar más al presidente chino más que haber sido nombrado como dictador. Si el discurso de Biden o no fue una medida deliberada por la falta protocolaria hacia Blinken, así fue como la recibió China. Cuatro días después de esto, Qin Gang se unió a los rankings de desaparecidos en China.
Esto es probablemente causado debido a que una capa de oficiales en el PCC temía que el acercamiento de Qin fuese demasiado agresivo, lo que ponía en un mayor riesgo una reacción por parte de los EUA; vemos que tal cosa como un ambiente de alta presión con un error relativamente pequeño puede llevar a remover a un oficial en público, que el “emperador” Xi no puede suavizarse. Esto subraya cuán volátil se ha convertido la situación en la cima del PCC.
La facción rival contra Xi, liderada por Li Kennqiang, fue básicamente desarticulada después del 20vo congreso de octubre. El antiguo patrón de luchas de poder lideradas por diferentes facciones se terminó, la oposición de Xi se ha dispersado a lo largo del estado. Pero paradójicamente esto ha hecho que las luchas de poder al interior del partido se hagan más impredecibles al no estar organizadas en facción, lo que las vuelve también más difíciles de ocultarlas al público. Otro ejemplo de lo anterior son las declaraciones de los medios sobre el estado de salud del premier Li Qiang, pues al estar en el control del estado los medios de comunicación esto también es una muestra de las luchas de poder al interior del PCC.
Presión sobre Biden
Junto con el cierre del año, los EUA también se han encontrado bajo presión para asegurar una reunión con Xi, para desmantelar el temor que circunda sobre varios aliados importantes de los EE.UU. y sobre Wall Street también, sobre si el conflicto entre EUA-China se está saliendo de control hacia una posible confrontación militar. Mientras que la economía de los EUA, a pesar de su obvia precariedad, no se encuentre en una situación como la del capitalismo japonés. De manera similar al capitalismo chino, Biden enfrenta grandes desafíos que van desde la guerra de estrangulamiento de Israel sobre Gaza y el estancamiento con Ucrania, para un reemergente Donald Trump (ganando a Biden por 2-4 puntos en las encuestas).
Así como en su reunión con Indonesia, los EUA tiene charlas externas sobre el establecimiento de “barandillas” para limitar la confrontación, “para que no se dé un viraje en un conflicto o un accidental conflicto” como Biden le dijo a Xi en San Francisco. En realidad, la lucha entre los dos gigantes imperialistas ha escalado y dichas frases representan únicamente sedantes para que los espectadores crean que los gobernantes están -contrario a la evidencia- “en control” y “con responsabilidad”.
los dos presidentes acordaron en modesto pero vagos acuerdos para apoyar la narrativa de “progreso”. Los contactos militares empiezan a reiniciarse después de que se hubieran detenido por parte de China en protesta en contra de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán en 2022. Inclusive en este asunto, Beijing insistió en mencionar al interior de los acuerdos que “las bases son la igualdad y el respeto”, siendo que incluso esto se encuentra en terreno escabroso. También se acordó establecer un grupo de trabajo para combatir el flujo de fentanilo entre los EUA y China, y otro para discutir los riesgos de la IA.
Más allá de la engañosa óptica que envuelve la reunión entre Biden y Xi, el mundo real está en un lugar más peligroso que hace años, la Guerra Fría entre el bloque estadounidense y el liderado por China muestran pocas señales de desescalada. La carrera armamentista está acelerándose en Asia y una flota de políticas proteccionistas están saliendo como sanciones en contra de China. Ambos lados representan una fachada de “hablar” mientras que tornan estrategias más agresivas en la Guerra Fría.
No ha habido suficientes medidas concretas para reducir la confrontación, fue el veredicto de una China veterana, dice el reportero Katsuji Nakawaza “Apenas fue suficiente para que Xi mantuviera las apariencias”, añade. “La pregunta ahora será, ¿Cuánto falta para la década de EUA-China durará? ¿Medio mes? ¿un mes? ¿quizás tres?”