La revolución mexicana, una revolución descarrilada. Segunda Parte

Uno de los aspectos, que ha generado una gran confusión sobre lo que fue la revolución mexicana, es la sobrevaloración del papel que Francisco Madero y el Partido Antirreeleccionista jugaron realmente en el proceso revolucionario. Obviando las contradicciones de clase a las que estuvo sometido, convirtiéndolo en un mártir, al mismo tiempo que se oculta su negativa a impulsar las reformas por las que cientos habían muerto en el frente de batalla.

Escrito por Mauro Espínola, Alternativa Socialista (ASI en México).

La revolución de 1910

Madero se había convertido en una de las figuras más relevantes de la oposición al régimen de Díaz, tanto por las tesis elaboradas por el en su libro de La sucesión presidencial como por el Partido Antirreeleccionista que organizo para la campaña electoral de 1910. En ese contexto, una vez que Díaz fue declarado de nueva cuenta presidente de la republica de forma claramente fraudulenta, Madero convoco al levantamiento armado el 20 de noviembre de 1910 a las 6 de la tarde por medio del Plan de San Luis. Aunque ciertamente fueron pocos los grupos que realmente hicieron eco de la cita puntual destacan particularmente los hermanos Carmen, Natalia, Aquiles y Maximino Serdán quienes eran conocidos antirreeleccionistas que se prepararon realmente para el levantamiento armado y comenzaron a recolectar armas y municiones en su casa en la Ciudad de Puebla. Pero al ser alertados del cateo a de su casa por las fuerzas policiacas porfiristas, los hermanos Serán comandados por Aquiles decidieron adelantar la batalla. Así el 18 de noviembre, al enfrentarse a los Federales en su propia casa moría Maximino Serdán, el más joven de los hermanos. Aquiles, lograría esconderse algunas horas, pero sería descubierto al intentar salir de su escondite la madrugada del 19 de noviembre de 1910. Carmen y Natalia, saldrían con vida del enfrentamiento reincorporándose a la lucha armada. Así, un día antes del 20 de noviembre a las 6 de la tarde, según señalaba el Plan de San Luis ya había dos maderistas asesinados.

Lo anterior es una muestra clara del carácter desorganizado del levantamiento armado, impulsado más por la voluntad de algunos sectores que por una estrategia clara de acción. Más importante aún, es el carácter político del Plan de San Luis que, si bien reconocía algunos de los agravios sufridos por la inmensa mayoría de los campesinos y trabajadores, especialmente los indígenas a quienes se les habían expropiado tierras durante el Porfiriato, este Pan se centraba exclusivamente en el tema de la sucesión presidencial. De hecho, el Plan de San Luis, planteaba el mantenimiento de las leyes y acuerdos del Porfiriato, y la restitución de tierras una vez que se revisaran los casos. Es decir, el Plan hacia un llamado a la lucha armada para mantener la legalidad de las relaciones de propiedad del Porfiriato. Al respecto de lo anterior, Ricardo Flores Magón señalo en un artículo publicado algunos días antes de la convocatoria de Madero a las armas lo siguiente

La situación del pueblo mexicano es especialísima. Contra el poder público obran en estos momentos los pobres, representados por el Partido Liberal, y los burgueses, representados por los Partidos Nacionalista Democrático y Nacional Antirreeleccionista. Esta situación tiene forzosamente que resolverse en un conflicto armado. La burguesía quiere negocios que la minoría “científica” no ha de darle. El proletariado, por su parte, quiere bienestar económico y dignificación social por medio de la toma de posesión de la tierra y la organización sindical, a lo que se oponen, por igual, el Gobierno y los partidos burgueses.

Creo haber planteado el problema con claridad suficiente. Una lucha a muerte se prepara en estos momentos para la modificación del medio en que el pueblo mexicano, el pueblo pobre, se debate en una agonía de siglos. Si el pueblo pobre triunfa, esto es, si sigue las banderas del Partido Liberal, que es el de los trabajadores y de las clases que no poseen bienes de fortuna, México será la primera nación del mundo que dé un paso franco por el sendero de los pueblos todos de la tierra, aspiración poderosa que agita a la humanidad entera, sedienta de libertad, ansiosa de justicia, hambrienta de bienestar material; aspiración que se hace más aguda a medida que se ve con más claridad el evidente fracaso de la república burguesa para asegurar la libertad y la felicidad de los pueblos.

Ricardo Flores Magón, “En pos de la Libertad”, en Regeneración, núm. 10, 5 de noviembre de 1910

Aunque con una prosa un poco confusa, y sin un planteamiento programático claro de que hacer, las palabras de Ricardo Flores Magón resultan no solo proféticas dado el desarrollo de los acontecimientos y la prolongación de la lucha armada sino clarificadoras sobre la incapacidad del maderismo de resolver los problemas fundamentales por los cuales cientos de campesinos tomarían las armas en los meses posteriores al 20 de noviembre.

Los vínculos del propio Madero y algunos de los antirreeleccionistas con los grandes terratenientes le impedían realmente plantearse el problema de solucionar las demandas de los campesinos y los trabajadores. Madero, no estaba interesado en revertir los daños causados por el régimen de Díaz, de la que él, su familia y su clase se habían y seguían beneficiado. El propio Plan de San Luis, planteo la vigencia de las leyes y acuerdos del gobierno de Díaz aun reconociendo el despojo que mediante estos se hizo de propiedades especialmente indígenas a reserva de esperar la reformas una vez revisados casa caso. Es decir, en el fondo se plante y efectuó un cambio de gobierno sin cambios sustanciales. Así, pese a la caída de la dictadura de Díaz y el establecimiento de un gobierno provisional en febrero de 1911, la situación no se modifico sustancialmente para los campesinos y trabajadores del país. Pero la revolución había estallado, la irrupción de las masas en la política y estas no esperarían hasta que las instituciones les reconocieran sus demandas, sino que estas las comenzaron a conquistar por medio de la acción misma.

Lo anterior, es decir la dilación de Madero para impulsar los cambios por las que había convocado a la lucha armada, y fundamentalmente por los que miles de campesinos y obreros se habían sumado a la causa revolucionaria, es de manera precisa lo que explica precisamente la ruptura de Zapata con Madero, en noviembre de 1911, y el posterior aislamiento del gobierno de Madero que terminará con el Golpe de Estado de Victoriano Huerta en febrero de 1913. Al respecto, basta citar el primer punto del Plan de Ayala con el que el Ejercito Libertador del Sur encabezado por Emiliano Zapata, Otilio Montaño y otros generales zapatistas desconocen a Madero para dejar clara esta situación.

1.Teniendo en consideración que el pueblo mexicano acaudillado por Dn. Francisco I. Madero fue a derramar su sangre para reconquistar sus libertades y reivindicar sus derechos conculcados, y no para que un hombre se adueñara del poder violando los sagrados principios que juró defender bajo el tema de “Sufragio Efectivo no-Reelección” ultrajando la fe, la causa, la justicia y las libertades del pueblo; teniendo en consideración: que ese hombre a que nos referimos es Dn. Francisco I. Madero, el mismo que inició la precipitada revolución el cual impuso por norma su voluntad e influencia al Gobierno Provisional de Expresidente de la República Lic. Dn. Francisco L. de la Barra por haberle aclamado el pueblo su Libertador, causando con éste hecho reiterados derramamientos de sangre, y multiplicara desgracias a la Patria de una manera solapada y ridícula, no teniendo otras miras que satisfacer sus ambiciones personales, sus desmedidos instintos de tirano y su profundo desacato al cumplimiento de las leyes preexistentes emanadas del inmortal Código de 57 escrito con la sangre de los revolucionarios de Ayutla; teniendo en consideración: que el llamado Jefe de la revolución libertadora de México Dn. Francisco I. Madero, no llevó a feliz término la revolución que gloriosamente inició con el apoyo de Dios y del pueblo; puesto que dejó en pie la mayoría de poderes gubernativos y elementos corrompidos de opresión del gobierno dictatorial de Porfirio Díaz, que no son, ni pueden ser en manera alguna la legítima representación de la soberanía nacional, y que por ser acérrimos adversarios nuestros y de los principios que hasta hoy defendemos, están provocando el malestar del país y abriendo nuevas heridas al seno de la Patria para darle a beber su propia sangre; teniendo en consideración que el supradicho Sr. Francisco I. Madero actual Presidente de la República trata de eludirse del cumplimiento de las promesas que hizo a la Nación en el Plan de San Luis Potosí, ciñendo las precipitadas promesas a los convenios de Ciudad Juárez, ya nulificando, persiguiendo o matando a los elementos revolucionarios que le ayudaron a que ocupara el alto puesto de Presidente de la República por medio de sus falsas promesas y numerosas intrigas a la Nación; teniendo en consideración que el tantas veces repetido Sr. Francisco I. Madero ha tratado de ocultar con la fuerza bruta de las bayonetas y de ahogar en sangre a los pueblos que le piden, solicitan o exigen el cumplimiento de sus promesas en la revolución llamándolos bandidos y rebeldes, condenando a una guerra de exterminio sin conceder ni otorgar ninguna de las garantías que prescriben la razón, la justicia y la ley…

Plan de Ayala, Ayala, Morelos, 28 de noviembre de 1911.

En lo anterior, es decir en el Plan de Ayala mismo, es clara la posición de Zapata y el Ejercito Libertador del Sur entorno al gobierno maderista quien no solo no había cumplido ninguna de las promesas de la revolución, sino que incluso el gobierno maderista había comenzado una batalla sin cuartel contra los sectores revolucionarios que exigían el cumplimiento de sus demandas. Por supuesto, esto no era resultado sino del carácter de clase del gobierno de Madero: un gobierno democrático burgués, que pretendió terminar la dictadura de Díaz e impulsar algunas reformas democráticas sin romper con el capitalismo. Por su propia naturaleza, estas demandas democráticas eran opuestas a los intereses de clase de la burguesía y por tanto su cumplimiento era incompatible sino a condición de luchar abiertamente contra el sistema capitalista. Precisamente estas son las características que Trotsky explico sobre el carácter permanente de la revolución en Rusia, en 1905 y que retomaría a partir de 1917. De esa forma, en 1912, el gobierno de Madero mino la base social que lo había erigido por lo que para finales de año y principios de 1913 se encontraba aislado.