Guanajuato: una ciudad corroída por el turismo gentrificador.
Guanajuato capital es famoso por su intromisión en el mercado turístico, pero los habitantes de sus pintorescos callejones han sufrido en carne propia las consecuencias de una economía turística voraz que provoca alzas en los alquileres, en los precios de productos y en el costo de vida, mientras los salarios se mantienen bajos y se ven expulsados de su ciudad.
Escrito por Rolando Ramos, Alternativa Socialista (ASI en México).
El 63.5% de la actividad económica en Guanajuato está repartida entre el comercio al por menor, el alojamiento temporal y preparación de alimentos y bebidas. Según datos del INEGI, los trabajadores del alojamiento temporal y preparación de alimentos y bebidas reciben un salario promedio mensual de 2,661 pesos, en el comercio al por menor formal perciben un sueldo promedio mensual de 4,561 pesos. Pero en el sector informal que acumula más del doble de trabajadores, la cifra se reduce hasta 1,841 pesos. Aunque el salario mínimo ha incrementado el 22% a nivel nacional en 2022, la inflación alcanzó el 8.7% en septiembre de este año, la cifra más alta en la última década (Ver Economía mexicana: una tormenta anunciada – Alternativa Socialista).
La economía turística que el gobierno se empeña en impulsar en Guanajuato está erigida sobre la espalda de miles de trabajadores mal pagados en diversos sectores, y depende del arribo de turistas nacionales y extranjeros que solamente en 2022 aportaron 4 mil millones de pesos según las autoridades locales, que por supuesto han sido acaparados por las grandes empresas hoteleras y turísticas. Por el contrario, datos del SAT revelan que en 2017 el costo promedio de una vivienda en el estado de Guanajuato era de $708,394 y hoy la cifra ronda en $1,217,839, un aumento de más de quinientos mil pesos, ¡un 71.91% en tan solo 5 años! Esto no solo afecta a quienes pretenden comprar una vivienda, sino también a quienes rentan, porque los alquileres han subido muy por encima de la capacidad adquisitiva como consecuencia del desarrollo turístico que propicia la integración de las viviendas a las plataformas de hospedaje. Es el caso de Airbnb que tomó fuerza durante la pandemia, que en Guanajuato capital ya acumula 1603 inmuebles en renta, superando por 10 a los hoteles tradicionales.
Guanajuato es una ciudad universitaria antes que turística, en ella residen estudiantes foráneos de todo el país que asisten a la UG, que antes podían encontrar apartamentos en unidades habitacionales accesibles para su bolsillo. Pero ya no están al alcance de las mayorías, lo cual tiene como consecuencia que cada vez menos estudiantes de escasos recursos puedan acceder a la educación pública superior.
El presidente municipal, Alejandro Navarro, se jacta de la ‘derrama económica’ que deja el turismo en la ciudad y por ese motivo ha impulsado una política criminal para su desarrollo. Algunos ejemplos son su intento por construir un nuevo “museo” para las momias -cuyos planos eran más bien de un centro comercial- que de no haber sido detenido por la presión de la ciudadanía y el INAH, hubiera representado una deuda de 70 millones de pesos para el municipio. O sus cobros de predial, que benefician descaradamente a los grandes hoteles y bares en zonas de alta plusvalía según reveló una investigación del Laboratorio de Periodismo y Opinión Pública.
La ‘derrama económica’ en 2021 fue $1,087,714,248 según datos de la Secretaría de Turismo, en 2022 esa cifra se había casi triplicado apenas en septiembre. Pero como ya expusimos, la clase trabajadora, los estudiantes y la gente común no ha sido beneficiada por el aumento del volumen del turismo. Al contrario, ha empeorado su nivel de vida por donde se vea: hay menor capacidad adquisitiva, menos posibilidades para estudiar y un aumento voraz del costo de la vivienda. Los pocos empresarios que se benefician de este modelo de ‘desarrollo’ obtienen sacos de oro cada vez más gordos y al resto, a los que realmente trabajan para engordar esos sacos les tocan las mismas migajas de siempre.
Exigimos que:
- Un plan de desarrollo turístico que beneficie a las y los trabajadores, estudiantes y vecinos inquilinos. ¡Alto a la especulación inmobiliaria de las aplicaciones de renta!
- Construcción de viviendas estudiantiles públicas, ¡basta del enriquecimiento con las necesidades de vivienda de los estudiantes!
- Regulación de las aplicaciones de renta como Airbnb, mediante la regulación fiscal y aumento de los impuestos que se les cobra a estas grandes compañías multimillonarias que se enriquecen sobre la expulsión de los arrendatarios
Guanajuato no es un museo para la explotación económica, es una ciudad de gente viva y con necesidades reales, el modelo de ‘desarrollo’ turístico es corrosivo para sus habitantes.