El feminismo socialista, un feminismo para las trabajadoras y las oprimidas
En las últimas décadas, frente a la derecha reaccionaria que pretende retroceder en las conquistas alcanzadas de la lucha de las mujeres y el feminismo liberal que pretende lavarle la cara al capitalismo, la interseccionalidad se ha convertido en una idea en boga para enfrentarlos. Sin embargo, frente a la agudización de las múltiples crisis y la profundización de la lucha de las mujeres a nivel mundial, se vuelve indispensable revisar las implicaciones de la interseccionalidad de cara a las próximas batallas.
Escrito por Ambar Aguilar y Mauro Espínola, Rosa Feminismo Socialista y Alternativa Socialista México.
En las últimas décadas diversas campañas y luchas han denunciado la violencia y la opresión a la que se enfrentan las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Sin embargo, el feminismo liberal que había dominado el movimiento de mujeres durante los años noventa tras el colapso de la URSS y el retroceso que supuso su desaparición logró instalar la idea de que todas las mujeres se enfrentan del mismo modo a la opresión del patriarcado.
Frente a eso un sector del feminismo desarrolló el concepto de interseccionalidad para responder la absurda idea de que las mujeres viven todas de igual manera la opresión patriarcal. De este modo, evidenciaron que existen diversas opresiones que se intersectan o cruzan en la vida de las mujeres. Por supuesto esto ha supuesto un avance al evidenciar que una mujer racializada y trabajadora no se enfrenta de igual modo al patriarcado que una mujer burguesa racializada o no. Planteando de ese modo la cuestión racial y de clase como componentes cruciales en el género.
Precisamente eso es lo que el feminismo liberal no quiere entender: no se trata simplemente de la opresión de género a la que se ven enfrentadas las mujeres, ni se trata solamente de romper el techo de cristal y convertirnos en dueñas o Directoras Ejecutivas para terminar con el patriarcado. Por supuesto es fundamental que las mujeres juguemos un papel en las organizaciones de izquierda y de trabajadores, especialmente en sus liderazgos y direcciones, así como en la lucha de los oprimidos en general.
Como el Manifiesto de Rosa señala, vivimos en un mundo de caos sistémico en el que el capitalismo muestra su brutalidad, causante de las múltiples crisis que hoy existen como las crisis económica, política, ecológica, que han acentuado los problemas a los que nos enfrentamos las y los oprimidos. Pero la luz al final del túnel no va a aparecer si no hacemos algo al respecto.
La centralidad de la clase: el feminismo socialista y la interseccionalidad
Las feministas socialistas reconocemos la relevancia positiva que ha tenido la interseccionalidad para visibilizar las múltiples opresiones a las que nos enfrentamos las mujeres y la comunidad LGBTQ+. Sin embargo, sin desconocer esas opresiones, señalamos que de todas estas la que resulta determinante en todas estas es el de la clase.
Durante décadas la lucha de las mujeres ha sido el pilar fundamental para la conquista de derechos no sólo de las mujeres, sino también de trabajadores, indígenas, personas racializadas y de la comunidad LGBTQ+. La solidaridad y la unidad en la acción han sido y son fundamentales para el triunfo de estas luchas. Es por esto que en parte resulta peligroso el discurso interseccional cuando se lleva al extremo, como cuando se dice “esa no es nuestra lucha” o “esta no es su lucha”. Como si la alianza de los trabajadores y los oprimidos no fuera fundamental para el triunfó. Lo que, evidentemente abre la puerta al aislamiento como preludio de la derrota.
Por ello, desde Rosa Feminismo Socialista Internacionalista, plataforma feminista de Alternativa Socialista Internacional señalamos la necesidad de un feminismo para las trabajadoras, las oprimidas, las campesinas y la comunidad LGBTQ+. Un feminismo que unifique a las mujeres en un solo frente de lucha, junto a nuestros compañeros trabajadores y campesinos, en la lucha contra la violencia machista, el patriarcado y el capitalismo.
Entendemos cuando por ejemplo nuestras compañeras y compañeros trans utilizan la interseccionalidad para enfrentarse a los discursos transodiantes, y lo positivo que esto representa para visibilizar que entre las mujeres vivimos también diferentes opresiones de clase y de raza. Y señalamos que precisamente por eso es que el carácter de clase el que tiene un mayor peso entre estas opresiones. Kamala Harris o Michel Obama pueden ser también objeto de opresión racial y de género, sin embargo su carácter de clase es lo que las distingue de las millones de mujeres racializadas de la clase trabajadora que no gozan de los privilegios de clase para sortear o aliviar estas opresiones.
Como señalamos en nuestro Manifiesto Internacional “Luchar sin concesiones por nuestros derechos y libertades va de la mano de la defensa de un programa socialista para el cambio. Esto tiene el potencial de unir a la clase trabajadora y a los oprimidos de todos los géneros en un movimiento que tiene el poder de derribar el sistema si se organiza en torno a la política de la lucha socialista revolucionaria, incluso en nuestros lugares de trabajo y sindicatos, dada la especial potencia de la huelga laboral para desbaratar los beneficios de los capitalistas. Nuestro feminismo socialista, al reconocer este poder de la lucha de clases unida, está impregnado de optimismo en medio del infierno capitalista que nos rodea”.
¡Por un feminismo para las trabajadoras y oprimidas!
¡Por un feminismo para acabar con todas las opresiones, el patriarcado y el capitalismo!