Ecuador: derrota en las elecciones presidenciales
La derrota de Arauz en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Ecuador, es una derrota parcial de la izquierda. Pero detrás de esa derrota se oculta un escenario de mayor conflicto, por lo que será necesaria una tercera vuelta en las calles para definir que política se impulsará en ese país en el próximo periodo.
Escrito por Alternativa Socialista Internacional.
La derrota parcial de la izquierda en elecciones en Ecuador, de las que ha salido ganador el banquero conservador Guillermo Lasso, es solo una muestra parcial de la situación política del país. Detrás del triunfo de la derecha en la elección presidencial se esconde un proceso de recomposición de la izquierda ecuatoriana después de la insurrección de octubre de 2019. Pues pese al triunfo de la derecha en la presidencia de aquel país, el correísmo ha alcanzado al mismo tiempo la primera minoría en la Asamblea Nacional de Ecuador, con 48 escaños de los 137, esto es el 35%, siendo el grupo parlamentario más grande en la Asamblea.
Lo anterior muestra no solo la debilidad que tendrá Lasso para gobernar e incluso impulsar los ataques neoliberales contra el pueblo ecuatoriano, no teniendo la mayoría de la Asamblea, sino la debilidad política de la izquierda ecuatoriana a pesar de la insurrección de octubre de 2019. La contradicción entre la representación política y la lucha de clases no augura otra cosa que una tercera vuelta para definir que política se impulsa en este país en el próximo periodo. Una tercera vuelta que será disputada en las calles de Ecuador en los próximos años.
La crisis política precedente
Un aspecto central para comprender la contradictoria situación política que vive Ecuador, que se extenderá y agudizará durante el gobierno de Lasso, es la crisis política que vive este país desde 2018 cuando el expresidente Lenin Moreno emprendió una campaña contra Correa y sus ex correligionarios. Esta crisis se recrudeció tras las medidas económicas impulsadas por Moreno, como el fin del subsidio en hidrocarburos, que significaron revueltas masivas en octubre de 2019 lidereada por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE. Aunado a ello al comienzo de la pandemia de Covid-19, la gestión de Lenin Moreno fue una de las peores en el mundo, lo que significó el colapso del sistema de salud en Guayaquil, capital económica de Ecuador, con decenas de cuerpos abandonados en las calles ante la saturación de las morgues.
En ese contexto de crisis, con una aprobación de Lenin Moreno de menos del 10%, se presentaron 16 candidaturas a la presidencia en la primera vuelta de las elecciones del pasado 7 de febrero. Este dato por sí mismo muestra la profunda crisis política que vive Ecuador y en las cuales se llevaron a cabo las elecciones pasadas, en las que la crisis de representatividad ha sido palpable. En estas el candidato correísta, Andrés Arauz alcanzo un 32.7% de los votos, mientras el banquero y candidato de la derecha Guillermo Lasso obtuvo un 19.74%. Con una diferencia muy próxima, Yaku Pérez de Pachakutik logró un 19.38%, y Xavier Hervas, de Izquierda Democrática logro el 15.97% de los votos. Estos datos muestran el enorme descredito del régimen ecuatoriano.
Como señalamos en el artículo de la primera vuelta
Pero contrario al discurso del correísmo, que pretende responsabilizar a Lenin Moreno de la situación convirtiéndolo en un traidor, lo cierto es que esta situación se ha gestado desde el gobierno mismo de Rafael Correa. No solo hay que recordar que Lenin Moreno fue el candidato elegido por el propio Correa para sucederlo. Sino también que durante el gobierno de Correa se impusieron una serie de proyectos extractivistas, en especial de hidrocarburos, en territorios indígenas del Amazonas ecuatoriano. Lo que creó un malestar creciente en los pueblos indígena del Ecuador, que veían cómo sus territorios eran ocupados y saqueados sin que mejoraran sus condiciones de vida sino por el contrario empeoraba producto de la contaminación y el deterioro ambiental. Esta es una de las razones principales del crecimiento del descontento contra el correísmo, especialmente en el movimiento indígena, que apoyó a Correa en su primer mandato con la esperanza de resguardar sus territorios del extractivismo. (Ver Elecciones en Ecuador: una nueva derrota de la derecha, una oportunidad para la izquierda radical. – Alternativa Socialista)
¿Quién es responsable del triunfo de Lasso?
Una vez que se dieron a conocer los resultados electorales, una de las primeras tesis para explicar la derrota de Arauz fue señalar a Yaku Pérez y a Pachakutik como responsables del triunfo de Lasso. Sin reconocer ningún error del correísmo, y por extensión del progresismo latinoamericano, quienes han enarbolado esta tesis han simplificado el resultado electoral no solo a los candidatos sino también a los principales contrincantes de la primera vuelta sin explicar un ápice de la situación política. Han señalado correctamente las inconsistencias de Yaku Pérez y sus lamentables posiciones sobre el golpe de Estado en Bolivia en 2019 e incluso el financiamiento de Estados Unidos de distintas ONG’s ambientalistas estrechamente relacionadas con sectores indígenas, pero sin explicar porque el correísmo ha perdido su autoridad política en este sector.
Por supuesto el llamado al voto nulo de Pachakutik y su candidato Yaku Pérez han sido un error estratégico, que ha facilitado el triunfó de Lasso. Un llamado al voto crítico a Arauz podría haber significado la derrota de la derecha y del banquero Lasso, como un paso estratégico para garantizar mejores condiciones políticas para el pueblo ecuatoriano y presionar para el cumplimiento de sus demandas sin subordinarse a la política del correísmo. Sin embargo, este llamado no explica el incremento del apoyo al banquero, que paso del 19% al 52% entre la primera y segunda vuelta. Mientras Yaku obtuvo un 19% de votos en la primera vuelta, el voto nulo en la segunda vuelta fue del 16%, lo que significa en términos reales que el llamado de Yaku a la anulación fue menor que su preferencia en la primera vuelta. Esto considerando que ese 16% de votos nulos votaron efectivamente en la primera vuelta por Yaku y que en la segunda vuelta anularon gracias al llamado de este candidato, lo que sencillamente es estadísticamente improbable.
Mientras el incremento de Lasso entre primera y segunda vuelta fue de aproximadamente 33% de los votantes, el de Arauz fue del 14.94% al pasar de 32.7% en la primera vuelta al 47.60%, obtenido en la segunda vuelta. Este crecimiento, poco menos de la mitad en relación con el incremento de Lasso, oculta en realidad un enorme descontento con la gestión del correísmo. El propio Correa señalo en una entrevista realizada por Ana María Roura de BBC, que cometieron algunos errores, entre estos la nominación de Lenin Moreno como candidato en 2017 que les ha pasado factura.
Pese a que nos persiguió, pese a que nos traicionó, nosotros lo nominamos y ha sido el peor presidente de la historia. Eso no nos lo han perdonado y ahora dicen “ah, nos presentan un nuevo candidato, pero esta vez no, no vamos a votar por él, votamos por el banquero”. Entonces, yo creo que es una de las explicaciones, hay que buscar información más profundamente.
Rafael Correa.
Este es un aspecto crucial, pues si bien el llamado al voto nulo de Pachakutik y de Yaku Pérez ha influido en el resultado electoral esta no es la causa fundamental de la derrota de Arauz sino los errores del correísmo. En estos, además del error reconocido por el propio Correa en la nominación de Lenin Moreno, hay también que señalar su silencio frente a la denuncia hecha por Yaku Pérez de fraude en por lo menos siete provincias que podrían haber significado la derrota de Lasso desde la primera vuelta. Este silencio no fue casual por el contrario para los correístas, que ahora vociferan contra Pérez y su llamado al voto nulo, resultaba estratégico que fuera Lasso quien resultara ganador de la primera vuelta pues creían que resultaría más sencillo ganarle a él que a Pachakutik. De ese modo su silencio fue también cómplice del triunfo de Lasso, pues de haber llamado al conteo del 100% de los votos donde se denunció fraude por parte de Pachakutik podrían no solo haber garantizado la derrota de Lasso desde la primera vuelta sino incluso granjearse el apoyo de estos sectores el pasado 11 de abril.
Una derrota parcial, una oportunidad ¡Por la reorganización de la izquierda ecuatoriana!
El triunfó de la derecha neoliberal encabezada por el banquero Guillermo Lasso, no es un triunfó absoluto como en un principio plantearon los progresistas. Por el contrario, esta es apenas una derrota parcial de las y los oprimidos ecuatorianos, más producto de la confusión y de la falta de una alternativa radical y consecuente que sea capaz de convencer a la mayoría sobre la base de un proyecto y un programa de izquierda que se plantee romper con la dependencia, el extractivismo y el capitalismo, que por un giro a la derecha del pueblo trabajador ecuatoriano. Contrario al fatalismo de quienes ven en el triunfo de Lasso el fin de la historia y el ascenso de la derecha, la mayoría lograda por el correísmo plantea precisamente el escenario opuesto. Esta aparente contradicción expresa por una parte el descontento con el correísmo y al mismo tiempo un intento por superarlo.
Aunque el propio Rafael Correa no ha tardado mucho en garantizarle la gobernabilidad a Lasso, lo que desmiente buena parte de la propaganda progresista sobre el supuesto juego a la derecha de Pachakutik y el movimiento indígena, la crisis económica internacional causada por la pandemia y la política de derecha que impulsara banquero Lasso, inspiraran nuevamente a los trabajadores e indígenas ecuatorianos para salir a las calles. Por lo que esa garantía de gobernabilidad no será sino una expresión más de las concesiones a la derecha y a la burguesía ecuatoriana por parte de Correa.
En este escenario, marcado por la crisis económica y sanitaria de Covid-19, la reorganización de la izquierda ecuatoriana es fundamental para impedir los ataques que Lasso impulsará como presidente de Ecuador. Para ello es fundamental construir una organización democrática y de combate, en el que las decisiones políticas recaigan sobre el conjunto de la organización y no sobre tal o cual dirigente. Una organización armada con un programa socialista que lo mismo se plantee la lucha contra el imperialismo y la derecha, que la lucha por los derechos de la comunidad LGBTQ, de los pueblos indígenas y contra el extractivismo y la defensa del medio ambiente.
En Ecuador, y en todo el continente, la unidad en lucha del pueblo indígena con el movimiento obrero es una condición estratégica para el desarrollo de un movimiento capaz de derrotar al sistema. Esa unidad tiene que colocarse al centro de una nueva izquierda. Es indispensable además enarbolar las demandas de las y los trabajadores del campo y la ciudad, y construir con estas un programa que vincule la lucha concreta por esas demandas con la transformación radical de la sociedad, por una transformación socialista. Esto permitiría a su vez una mayor solidez política de la organización y un mayor control de las bases de sus candidatos, evitando así los lamentables desatinos como los de Yaku Pérez.
La lucha contra el extractivismo y la defensa del medio ambiente no puede quedarse en la mera denuncia, requiere enarbolar un plan y un proyecto de transición económica para romper con las cadenas de dependencia a las que el capitalismo mundial ha sometido a América Latina, convirtiéndola en una proveedora de materias primas y mano de obra barata. Lo que implica no solo que sean las y los trabajadores quienes tomen en control las riendas de la economía en Ecuador, sino además un programa regional y mundial. La lucha contra el extractivismo no es posible en una sola comunidad, ni en un solo país, requiere la alianza y la solidaridad de las y los trabajadores a nivel regional y mundial, pues el extractivismo no es un problema local sino constitutivo de la división del trabajo del capitalismo mundial. Por lo que la única alternativa sería contra el extractivismo, que amenaza no solo a los territorios indígenas sino al medio ambiente deteriorando aún más el cambio climático amenazado a la humanidad entera es construyendo una alternativa internacionalista que se plantee este tema como parte de su programa, vinculando y articulando esta demanda con las demandas de las y los trabajadores del campo y la ciudad, los indígenas, las mujeres, la comunidad sexo diversa, y los oprimidos en general en líneas socialistas. Eso es precisamente lo que estamos impulsando desde Alternativa Socialista Internacional.