Economía mexicana: una tormenta anunciada

La crisis económica abierta por la pandemia está lejos de ser superada. La guerra en Ucrania no ha hecho sino incrementar las tensiones, provocando un aumento en los precios de los alimentos y de los combustibles. Lo que ha desatado una de las peores inflaciones a nivel mundial con el consecuente efecto sobre los bolsillos de los trabajadores y los más humildes. El Banco Central Europeo, así como diversos analistas económicos, hablan de que existe una enorme posibilidad de que se desarrolle una recesión técnica en 2023. Y México no será la excepción. 

Escrito por Mauro Espínola, Alternativa Socialista (ASI en México).

La inestable economía mundial

La situación nacional en los próximos meses y años está siendo determinada, como en todo el mundo, por la guerra en Ucrania y la pandemia de Covid 19. Siendo la crisis económica la más clara expresión de ambos acontecimientos en la situación nacional y mundial. Al cual se suman los crecientes efectos del cambio climático, que está agudizando la crisis del agua en México, como hemos explicado en “¡Al borde de la catástrofe! La escasez de agua en México” (ver Al borde de la catástrofe: la escasez del agua en México).

La inflación experimentada en los primeros meses del año es una de las mayores en dos décadas, en septiembre ha alcanzado el 8.7%, y aunque en octubre ha disminuido en 0.3% se espera que para finales de año siga creciendo. Esto es el resultado del incremento en los precios de los combustibles y de los alimentos a escala mundial como consecuencia directa de la guerra en Ucrania, donde Putin paralizó temporalmente puertos como Odessa, desde donde se movilizan toneladas de granos que hacen de este país “el granero del mundo”. A ello se suma también el incrementó de los precios en Estados Unidos, dondé la inflación ha alcanzado el 8.2% en septiembre siendo la mayor en cuatro décadas lo que llevó a la Reserva Federal de Estados Unidos a un cambio en la tasa de interés para encarecer el dólar y de esa forma detener el incremento de los precios. Los recientes resultados electorales, en los que han avanzado Trump y el Partido Repúblicano, son en gran medida una expresión del descontento frente al encarecimiento de las condiciones de vida de miles en Estados Unidos. 

Lo anterior se suma a los aún no resueltos efectos de la pandemia de Covid 19, que ha arrojado a miles de trabajadores al desempleo o bien los ha enfrentado a nuevos recortes de salario aunado a mayores jornadas de trabajo. La crisis de las cadenas de suministros, es decir el colapso de la logística de provisiones a nivel mundial es una muestra clara de ello. Este sector, que incluye a transportistas, así como a trabajadores marítimos y portuarios, se ha visto golpeado por una alta tasa de contagios y muertes ocasionadas por la pandemia, al ser uno de los pocos sectores que por su carácter estratégico no entró en cuarentena. Lo que ha ocasionado una disminución en el personal operativo de este sector, especialmente choferes y trabajadores portuarios, que está afectando toda la cadena logística de los suministros desde hace meses. 

Un ejemplo de los efectos de la crisis en la cadena de suministro es el paro técnico de la planta de Audi en San José Chiapa, Puebla, realizado entre junio y julio ante la falta de suministro de semiconductores y material eléctrico para el ensamblaje de los automotores. Causa entre otras, de las tensiones entre el Sindicato y la patronal que entre otras cosas se niegó al incremento salarial del 15% más 3% en prestaciones (Ver Volkswagen: una crisis que no pagaremos las y los trabajadores). Esto mismo ha ocurrido en el sector maquilador, con el consecuente impacto en la producción industrial.

Un aspecto crucial para la economía mundial en 2023 es la recesión técnica que se vislumbra en Estados Unidos y en Europa. Aunque Joe Biden ha negado esta posibilidad, con la clara intención de tranquilizar a los mercados bursátiles, el incremento de la tasa de interés por parte de la FED demuestra lo contrario. El mismo camino ha tomado el Banco Central Europeo, que en octubre pasado duplicó la tasa de interés,la más alta en una década, para encarecer el euro y de ese modo contener la inflación en el contexto de la tormenta anunciada de la recesión. 

México, no se salvará de la tormenta

En este escenario mundial se desarrollará la economía mexicana en los próximos meses y años. Y al cual se sumarán las contradicciones propias de la economía nacional. El impacto de la inflación es cada vez más significativo, mermando los ingresos de los trabajadores. El ajuste en la tasa de interés hecho por Banxico después del ajuste realizado por la Fed muestra los temores sobre la continuación del incremento de los precios. Banxico estimaba en  que la inflación en México llegará al 8.1% en el tercer trimestre del año, y solo hasta el tercer cuatrimestre de 2023 se ubicará en el rango del 3.5%. Ante ello, el pasado 10 de noviembre Banxico incrementó la tasa de interés en 10% para continuar con la política de la Fed, y estima que la inflación cerrará promediando 8.5% al finalizar el año.

Lo anterior se suma a los muy pobres resultados de la economía mexicana en lo que va del año. Basta señalar que los dos últimos trimestres del año anterior, 2021, la economía nacional experimentó una contracción del 0.1% según el INEGI. Es decir, los dos últimos trimestres del año anterior fueron en cifras rojas, lo que en la jerga económica se conoce como “recesión técnica”. Esta es la razón por la que durante los primeros meses del año se especuló sobre una posible crisis económica, y ante lo cual López Obrador respondió que “no hay razón para pensar en que el país va a entrar en crisis en lo económico, nosotros estamos protegidos porque no hay una deuda exagerada, porque tenemos ingresos, porque no estamos gastando más de lo que ingresa a la hacienda pública; hay disciplina financiera”. 

Sin embargo, la crisis económica no depende únicamente de la política económica que impulse Obrador, sino fundamentalmente de las contradicciones de la economía mundial y nacional, que por supuesto es más que la política de la 4T. Al respecto JP Morgan, advirtió en mayo que 10% de las economías emergentes están en riesgo de caer en crisis de deuda debido al incremento de precios y el impacto de la guerra en Ucrania. Aunque por ahora parece lejana una nueva crisis de la deuda de la economía mexicana, como la que se experimentó en 1982 tras la caída de los precios del petróleo que entonces era el principal motor de la economía, lejos estamos de estar a salvo como señala Obrador. En 2020, la deuda de México representó el 52.4% del PIB y su costo, es decir el pago de intereses representó el 3% del PIB (como comparación, el gasto público en educación en 2018 fue de 4.3% y el de salud en 6.22% en 2022). Esto representa el 11.4% del Presupuesto de Egresos en 2020. 

En abril pasado el FMI redujo de 2.8% a 2% el estimado de crecimiento económico para México en 2022, y estima que en 2023 crezca apenas 0.2% menos que el estimado en enero, pasando del 2.7% al 2.5%. Por su parte el gobierno de Obrador considera que el crecimiento económico de México será de 3.5% en 2022 y del 3.4% en 2023. La diferencia de casi 1.5 puntos porcentuales no es un detalle menor, no se trata sólo de estimaciones basadas en diferentes variables sino especialmente en valoraciones políticas de la economía mundial y el desenvolvimiento de la economía mexicana. 

En nuestra opinión, el gobierno de Obrador subestima el impacto de la economía mundial en la economía mexicana, especialmente el enorme impacto que está teniendo la inflación en Estados Unidos y que claramente impactará en las remesas y en las exportaciones de México a ese país. Al mismo tiempo que sobreestima el impacto de su política social, consistente en una serie de programas sociales que contribuyen al consumo mediante ingresos indirectos. Así como sus alianzas con sectores de la burguesía mexicana y su posible papel para estimular el desarrollo del mercado interno vía inversiones y salarios. 

La mayoría de los analistas, incluido el FMI, consideran que la economía norteamericana se encuentra al borde de una nueva recesión como en 2008. Pero a diferencia de entonces, la economía norteamericana sufrirá también las consecuencias de la inflación. Por ello es descabellado pensar que este tipo de escenarios en EUA, país de destino de cerca del 80% de las exportaciones de México, ósea poco más de una tercera parte del PIB mexicano, no afectarán la economía mexicana o lo harán muy ligeramente. Ello considerando solamente las relaciones comerciales del TMEC, pero al cual habría que sumar por ejemplo el envío de remesas, el aumento en el precio del petróleo y la inflación. Por lo que es posible que la economía mexicana se encuentre al borde de una nueva recesión que tendrá efectos que no tardarán en sentirse en los bolsillos de los trabajadores, atizando aún más la lucha de clases y la polarización política que vivimos desde 2018. 

Ante tal escenario, la organización de la clase trabajadora se hace más que necesaria para resistir los embates que una nueva crisis económica pueda desatar sobre nuestra clase. Las condiciones económicas a las que podemos ser sometidos, deben ser respondidas con organización clasista que permita dar una lucha más consistente para defender las conquistas ganadas en periodos pasados y lograr que la crisis no sea puesta sobre nuestros hombros, sino que sea la burguesía la que pague por la crisis.