Consulta de revocación de mandato: ¿Una victoria para el movimiento?
Según los resultados preliminares del INE, poco más de 16.5 millones de personas participaron en la consulta del pasado domingo 10 de abril. Estas representan el 17.7% del padrón electoral, que es de 92.8 millones de ciudadanos mexicanos. De estas, el 91.8% se pronunció por la continuación del gobierno de López Obrador, que representan aproximadamente 15 millones de votos. Sin duda alguna, esta es una fuerza de apoyo al presidente de la república pero los resultados están lejos de ser los esperados por propios y ajenos.
Escrito por Josafat Arrieta y Mauro Espínola, Alternativa Socialista (ASI en México).
De ningún modo pueden considerarse los resultados de la Consulta como un fracaso, especialmente si consideramos que estos resultados son mayores a los votos obtenidos por la derecha en las elecciones pasadas o los votos obtenidos por Calderón (14.98 millones de votos). Aunque tampoco los resultados de la consulta son la gran victoria que se plantea Morena, si han exhibido la enorme debilidad de la oposición de derechas y la todavía importante capacidad de movilización de Obrador.
Lo contradictorio de los resultados ha desatado, de nueva cuenta, una guerra de narrativas. Mientras la derecha señala un rotundo fracaso del régimen, adjudicándose los 78 millones de votantes que no participaron en la Consulta, Morena en voz de Mario Delgado solo apunta a señalar la responsabilidad de Lorenzo Cordova y Ciro Murayama, consejeros del INE, en el abierto boicot que impulsaron contra la consulta. Sin duda es cierto que Cordova y Murayama impulsaron un abierto sabotaje a la consulta, en la que solo se abrieron una tercera parte de las casillas requeridas. Pero también es cierto el papel desmovilizador de Mario Delgado de las bases de Morena, frenando cualquier proceso de organización de las bases de este partido que fácilmente podría convertirse en una piedra en el zapato de la burocracia derechista que Delgado representa.
La derecha sigue en la lona
Los partidos de la coalición “Va x México” llamaron a sabotear el ejercicio de la consulta a sabiendas que no tenían la fuerza para inclinar la balanza en su favor. Si eso no fuera suficiente han tratado de generar la idea de que el porcentaje que no participó en la consulta, más de 76 millones de ciudadanos que representan el 82.3% del padrón, responden a simpatías con ellos. Una idea que no sólo está muy alejada de la realidad, sino que es burda y carente de cualquier fundamento. Basta señalar que el abstencionismo en la última década ha sido de alrededor del 40%, por lo que de antemano es absurdo el argumento del supuesto apoyo de la mayoría de los abstencionistas a la derecha.
La realidad es que los partidos de la oposición de derecha siguen sacudidos y hundidos como resultado de la explosión social que se manifestó en la elección presidencial de 2018. A casi 4 años de aquel proceso, no dan señales de vida y han sido incapaces, por ahora, de capitalizar los errores de Morena y Obrador. El ejercicio de la consulta ha evidenciado nuevamente que no sólo son incapaces de movilizar a sus bases votantes, sino que además no existe un proyecto político que los unifique más allá del mero rechazo a Obrador.
Sin embargo, la crisis de la derecha es temporal. La lucha de los trabajadoras ha sido clave en el desmoronamiento del PRI y el PAN, al mismo tiempo que ha favorecido el triunfo de Morena en el 2018. Pero esto no será eterno, por el contrario como muestran los ejemplos de los gobiernos progresistas en América Latina, y de forma dramática lo que ocurre actualmente en Perú, las y los oprimidos por el sistema no esperarán eternamente. Eso significa no sólo que habrá nuevas expresiones de lucha, sino también retrocesos y desánimo entre una capa importante de las bases del movimiento. Y en ese escenario de polarización, también la derecha y la burguesía se reorganizarán para enfrentarse a la nueva situación. La formación de “Va x México” y la pérdida de la mitad de la Ciudad de México en manos de la derecha es un ejemplo claro de ese proceso en marcha.
Morena, la inmovilización del movimiento abre la puerta a la desmoralización y a la derecha
Por otro lado, Morena ha exhibido nuevamente sus debilidades y titubeos. La dirección del partido ha exhibido en pasadas ocasiones que no le interesa realmente movilizar y fortalecer a las bases del Obradorismo. El ejercicio de este pasado 10 de abril no fue la excepción. Si bien 15 de millones de votantes no es un número menor, es verdad, y reflejan que la base votante nuclear del proyecto encabezado por AMLO continúa siendo amplia, a pesar de los tropiezos y reveses que ha recibido este sexenio. Sin embargo, es una cantidad que se queda corta comparándola con los casi 30 millones de votos de 2018 o los votos obtenidos por Morena en las elecciones intermedias de 2021. Los resultados son una victoria agridulce para el partido en el gobierno, pues si bien logra exhibir cierta fuerza, aún permanece lejos de los resultados posibles y esperados.
Es cierto que hay que leer el ejercicio de consulta en el panorama más amplio en el que está inmerso. En menos de una semana el obradorismo enfrentaba los duelos finales de dos procesos que han venido promocionando en los últimos meses, la consulta del 10 de abril y la Reforma Eléctrica. Ambos procesos son prueba de la falta de voluntad de Morena por realmente fortalecer la organización y la movilización de las y los trabajadores, campesinos y jóvenes para construir su propio destino. En el fondo son conscientes de que desarrollar una movilización más extensa, podría terminar desarrollando un proceso que permita que la movilización los rebase por la izquierda y exhiba sus limitaciones.
En este sentido, hay que ser muy claros. La apuesta a la inmovilidad que lanzan desde Morena termina generando dos cosas. Por un lado, al excluir a los miles de militantes que honestamente han construido su proyecto, para sustituirla con pactos con la derecha, dan pie a un proceso de desmoralización y retroceso en la voluntad de las masas por construir alternativas políticas. Aunado a ello, eso permite que, al no existir un proyecto alternativo de izquierda que de manera real se manifieste como una opción política ante los ojos de las masas, el obradorismo le abre paso a una recomposición de las fuerzas a la derecha en el país. Los enfoques de conciliación y desmovilización del movimiento pueden contribuir poderosamente a una reorganización de la derecha que recupere tarde o temprano posiciones.
¡Reorganizar el movimiento en las calles! ¡Por una alternativa de lucha contra la derecha y para avanzar el movimiento!
Desde Alternativa Socialista no participamos de la convocatoria a la Consulta por la Revocación del Mandato, como sí lo hicimos en la Consulta de Juicio a los Expresidentes, por considerar que esta no estaba siendo un polo de organización y movilización de jóvenes y trabajadores. Consideración que en nuestra opinión ha sido acertada. Sin embargo eso no significa desconocer el sacrificio y la voluntad de millones de trabajadores, campesinos, mujeres y jóvenes que se han movilizado para impulsar la Consulta. Hecho que se evidencia en los resultados señalados. De ellos ha sido y es el triunfo.
El ejemplo de cientos de militantes y activistas que se han organizado y movilizado para impulsar la Consulta con escasos o nulos recursos, y aún contra la política desmovilizadora de Morena es un ejemplo a seguir. Es indispensable reorganizar el movimiento en las calles para poder impulsar las nuevas batallas como la aprobación de la Reforma Eléctrica. No será mediante negociaciones parlamentarias como se logrará que la derecha cambie de opinión y deje de defender intereses privados por encima de los intereses del pueblo trabajador. Será luchando en las calles y demostrando que la derecha es una minoría como podremos presionar y lograr nuevas reformas en beneficio de las y los trabajadores y campesinos.
Sin embargo, a cada paso, queda más claro que Morena no es ni será una opción para la organización de las próximas batallas. Su creciente claudicación frente a las intentonas de la derecha, así como su negativa a reivindicar un programa más a la izquierda planteando por ejemplo una reforma fiscal, deja claro un creciente giro a la derecha que es imperceptible por la ausencia de otros referentes políticos serios. Sin embargo, la infiltración absoluta de personajes de derecha y el impulso de sus candidaturas en las elecciones pasadas deja claro esa situación. Ante esta situación solo queda construir una alternativa de izquierda que levante un programa de lucha, lo mismo presionando a Morena que combatiendo por hacerlo realidad de manera independiente. Esa es la tarea que nos planteamos en Alternativa Socialista.