Chile: después de la derrota del Apruebo

La urgencia de construir una alternativa socialista y de izquierda para combatir los avances de la derecha

Escrito por Vilma Álvares y Fernando Lacerda, ASI en Chile.

En el 4 de septiembre, más de 15 millones de chilenos votaron en un plebiscito sobre la propuesta de Nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional (CC). El resultado, en que más del 61% de los chilenos votó por el “Rechazo”, significa mantener el texto actual, creado durante la dictadura de Pinochet y que representa el inicio del neoliberalismo en Chile. 

La victoria del “Rechazo” se dio después de una campaña atravesada por fake news difundidas por la derecha y sus organizaciones amarillas. La campaña por el Rechazo no encontró una verdadera oposición, ya que no hubo un esfuerzo de las burocracias sindicales y de los partidos del Apruebo Dignidad (alianza que incluye al Frente Amplio de Boric y al Partido Comunista) y del Socialismo Democrático (alianza que incluye a buena parte de los partidos que fueron la base de apoyo de los gobiernos de la ex-Concertación de Michele Bachelet, incluso el Partido Socialista y el Partido Liberal) para organizar desde las calles una efectiva campaña para garantizar la victoria del “Apruebo”, con múltiples errores tanto de forma como de fondo en el diseño e implementación de la campaña del Apruebo, lejos de los intereses de las y los trabajadores y respondiendo en alguna medida a intereses identitarios. 

El resultado sorprendió amplias capas de la izquierda, pues muchos apostaban por la victoria del “Apruebo”, ya que hoy ocupan el Palacio de La Moneda y porque la Constitución de Pinochet había sido duramente repudiada durante las rebeliones masivas iniciadas en el 18 de octubre de 2019 (18O). En este sentido, la victoria del Rechazo representa una derrota de la política del gobierno de Boric y su coalición política, la cual priorizó acuerdos con la derecha durante la Convención Constituyente y no una campaña desde las calles para imponer una victoria del Apruebo. 

La victoria del Rechazo representa un avance para la derecha chilena, la cual ahora quiere presentar una nueva propuesta desde arriba y creada solamente por los representantes de las elites en Chile. La derrota del Apruebo abre un nuevo momento en los conflictos políticos que iniciaron en 2019 en Chile. Para la derecha, la victoria del Rechazo significa una oportunidad para profundizar ataques contra la clase trabajadora. Esto se agrava con las conclusiones sacadas por el gobierno de Boric, para lo cual la derrota del Apruebo representa una señal de que es necesario realizar más negociaciones con los sectores de derecha y la ex-Concertación, dicho de otro modo, se ha iniciado la capitulación del gobierno frente a la Derecha. 

De hecho, para la izquierda socialista y revolucionaria, comprender el resultado del plebiscito del 4 de septiembre es crucial para avanzar más allá de los límites políticos de lo que sucedió después del Estallido Social de 2019.  Aquí, presentaremos la posición y las perspectivas de ASI para la clase trabajadora y la juventud en Chile.

¿Por qué ganó el Rechazo?

La victoria del Rechazo no significa que el pueblo chileno defienda la continuidad de la Constitución creada durante la dictadura de Pinochet. Como marxistas, sabemos que plebiscitos y elecciones expresan, de manera contradictoria, la conciencia de las masas. Contrariamente a lo que algunos afirman, el resultado no indica un giro a la derecha en la conciencia de las masas, sino un repudio de las masas a los límites de la política de conciliación de clases implementada por el gobierno de Boric y la alianza entre Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático. También es un repudio a los excesos de la política identitaria y el abandono de las demandas históricas de las movilizaciones de 2019 por parte de la Convención Constitucional y también por parte del Gobierno. 

En el mismo sentido, muchos responsabilizan solamente el rol de las fake news producidas en especial por las organizaciones de extrema-derecha. Es cierto que las mentiras y distorsiones groseras sobre los cambios que serían producidos después de la victoria del Apruebo, es importante señalar que la fuerza de las fake news crece solamente en un contexto de crisis de las organizaciones de masas de la clase trabajadora. La única forma de combatir el efecto nocivo de las fake news es creando medios de comunicación (prensa y redes sociales) de la propria clase trabajadora y sus organizaciones. Sin partidos o sindicatos organizados, de masas y sus proprios medios de lucha por hegemonía, queda un espacio que es ocupado por los medios de organización de masa de la burguesía y las fake news.

Para nosotros, las causas de la victoria del Rechazo tienen relación con la ausencia de estas organizaciones de masas de izquierda en Chile y los límites de lo proprio texto de la Nueva Constitución. Como indicábamos en un texto anterior, la propuesta de Constitución aprobada por la mayoría de la CC era profundamente limitada y no indicaba cambios reales y profundos en el sistema político y económico vigente en Chile. Su contenido no representaba las demandas de las masas rebeldes de 2019 y, por eso, ellas quedaran lejanas de la campaña oficial por el Apruebo.

Si inicialmente las masas chilenas salieron a las calles en el 18O para combatir las medidas neoliberales del gobierno de Sebastián Piñera, las luchas, en pocas semanas, se profundizaban políticamente, lo que se demostró con una exitosa huelga general realizada el 12 de noviembre, en la que la clase trabajadora defendió el fin del neoliberalismo, cambios reales en la economía y una Asamblea Constituyente soberana. 

Lamentablemente, los llamados “Acuerdos de Paz” del 15 de noviembre de 2019 (15N), firmados e impuestos de arriba hacia abajo por todos los partidos del orden (y esto incluye al Frente Amplio, el partido de Gabriel Boric), intentaron institucionalizar y controlar las luchas populares. La clase dominante temía una nueva huelga general y el desarrollo de una verdadera situación revolucionaria. Tras los acuerdos de paz del 15N, vimos la victoria de agrupaciones de izquierda independientes en el proceso de elección de delegados a la Convención Constituyente en mayo de 2021 y la victoria de Gabriel Boric frente a un representante de la extrema-derecha en las elecciones generales celebradas a finales de 2021. Sin embargo, tanto los delegados constituyentes como el nuevo gobierno chileno adoptaron una política de conciliación de clases, encaminada a mantener la “estabilidad política”, sob pretexto del desarrollo de una agenda identitaria, por sobre una agenda económico-social-política en favor de los intereses de las mayorías y sobre todo de trabajadoras y trabajadores. 

Sin un partido independiente de clase trabajadora armado con un programa socialista, las posiciones de aquellas y aquellos que ocuparon las calles en el 18O se expresaron en listas independientes, en especial La Lista del Pueblo, que a pesar de, correctamente, haber organizado una coalición tras el rechazo de la política conciliatoria del Apruebo Dignidad y del Socialismo Democrático, no tenía un programa clasista. Esto ha resultado en una actuación fragmentada e incapaz de acumular fuerzas durante el proceso de la CC.

Desde entonces, las condiciones de vida de la clase trabajadora han empeorado mucho: además de una pandemia que castigó los sectores más pobres, todo ha empeorado a lo largo de 2022, con una enorme inflación, el aumento de los precios de alimentos y un progresivo deterioro de los salarios reales. El empeoramiento paulatino de las condiciones de vida significa que la clase trabajadora sólo apoyará políticas que produzcan cambios reales y esto no lo ofrecía el nuevo texto constitucional producido por la CC.

La CC aprobó un texto limitado que ofrecía bellas palabras sobre Bienestar Social, derechos de las mujeres, derechos de los pueblos indígenas y otros, sin definir medidas concretas para hacer realidad los derechos. El texto no presentaba ninguna propuesta de realizar los cambios económicos necesarios para reducir la alarmante desigualdad social vigente en Chile. Aunque el texto de la CC avanzó en proponer la legalización del aborto, no presentó una única propuesta concreta para la construcción de un Sistema de Salud Público y Gratuito. Del mismo modo, el texto no sólo no proponía la nacionalización del cobre y otros recursos naturales en Chile, sino garantizaba el mantenimiento de la participación del sector privado en la explotación de los recursos naturales de Chile.

En otras palabras, el texto aprobado por la CC no atendía las demandas que surgieron en las luchas que empezaran en el 18O. Así, no es correcto decir que la clase trabajadora optó por la Constitución de Pinochet, porque lo que sucedió fue un rechazo a una Nueva Constitución sin respuestas favorables para la clase trabajadora delante de una profunda crisis del capitalismo en Chile. Es cierto, la victoria de Rechazo fue una victoria de la derecha, pero esto solo fue posible porque, desde la Rebelión Social de 2019, los sectores de centroizquierda solo actuaron para salvar el sistema capitalista y no para ofrecer una alternativa real. Sumése a esto la inexistencia de una alternativa de izquierda e independiente que pudiera canalizar el descontento de la clase trabajadora hacia una salida menos desastrosa que la victoria de Rechazo. 

Después del Rechazo: Avances de la derecha, dentro y fuera del gobierno

La victoria de Rechazo fue ante todo una derrota de la coalición que hoy gobierna el país. Para la derecha que apoyó al gobierno de Sebastián Piñera o incluso para la extrema-derecha, la victoria de Rechazo significa una oportunidad para rescatar viejos proyectos que representan los intereses políticos y económicos del imperialismo y de los empresarios. Boric tiene muy clara esta situación, pues desde su derrota en el plebiscito ha avanzado en moderar aún más su política, lo que en la práctica significa hacer mayores concesiones al capital.

En ese contexto, se aprobó en el Parlamento un tratado de libre comercio entre 11 países de Asia y el Pacífico (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), conocido como TPP-11. El tratado propone no solo la apertura de mercados y la implementación de acuerdos comerciales, ambientales o tecnológicos entre los países involucrados. El tratado implica numerosos ataques, entre ellos la realización de contrarreformas laborales y la profundización del proceso de explotación de los recursos naturales chilenos por parte del capital financiero internacional.

Si Chile aprueba el TPP-11, prácticamente desaparecerá la tributación de productos extranjeros o el control de empresas transnacionales. Esto significa abrir mayores oportunidades para que las empresas internacionales dedicadas a la agroindustria se apropien libremente de los recursos naturales chilenos. Temas como el uso de semillas o la propiedad intelectual ya no serán definidos por el Estado chileno, sino por tribunales internacionales dominados por grandes corporaciones y principales potencias firmantes del tratado.

Esta no es la primera vez que el capital intenta aprobar el TPP-11. El primer intento, realizado en 2019 durante el mandato de Piñera, fue derrotado por la resistencia popular y los partidos de oposición. Hoy, tras la derrota del Apruebo, la derecha rescató la propuesta de aprobar el tratado de libre comercio y ha sido defendida por amplios sectores de la coalición que sostiene a Boric en el poder. En una reciente declaración realizada en Estados Unidos durante la última Asamblea General de la ONU, el actual presidente afirmó que el TPP-11 no formaba parte de su programa y que existen diferencias específicas, pero no presentó un rechazo total al proyecto y afirmó que respetaría las decisiones de la Cámara Federal o del Senado. Esta es una posición problemática, ya que el artículo 32 de la Constitución chilena garantiza el derecho del presidente a firmar o vetar tratados internacionales. Así, Boric podría vetar el avance del proyecto y, así, hacer valer los intereses de la clase trabajadora.

El proceso de capitulación de Boric y del Frente Amplio al mantenimiento del orden capitalista se expresa en el mantenimiento de la acción represiva del Estado. Desde el primer día de gobierno, carabineros y las fuerzas armadas han actuado libremente en la represión violenta contra los manifestantes. Boric no solo detuvo a los presos políticos de Piñera, sino que mantuvo la política represiva de gobiernos anteriores. El resultado fue el asesinato del periodista por milicianos que actuaban con la anuencia de carabineros y la creciente militarización de los conflictos en la región del Wallmapu. Recientemente, el gobierno de Boric contribuyó a la detención de Héctor Llaitul, representante del pueblo mapuche. Frente a esto, defendemos la liberación de todos los presos políticos de Piñera y Boric, además de la sanción de todos los involucrados en casos de violación al derecho de libre expresión de la clase trabajadora y la juventud.

El mandato del presente: ¡Construir una Alternativa Socialista!

El ciclo de la revuelta popular ha terminado, dando paso al desarrollo de una estrategia contrarrevolucionaria con una agenda restauradora del neoliberalismo y de una agenda política burocrática y burguesa. La situación en Chile sigue siendo explosiva. Contrariamente a lo que afirman los representantes del gobierno y los patrones, aún existe una profunda conciencia y indignación de la clase trabajadora delante la desigualdad social que prevalece en Chile. La clase trabajadora viene enfrentando un acelerado proceso de empeoramiento de sus condiciones de vida. 

Toda responsabilidad por las derrotas sufridas recientemente no recae sobre la conciencia de la clase trabajadora, sino sobre la política de conciliación de clases de Gabriel Boric y la coalición formada por Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático. Tal política está creando un alejamiento entre el gobierno y los trabajadores y con el agravamiento de la crisis y el vació separando ambos puede crecer mucho más con la crisis actual.

El empeoramiento de las condiciones sociales y las sucesivas capitulaciones de Boric a los intereses del capital financiero pueden ser respondidos en el futuro con una nueva ola de manifestaciones y huelgas. Tras pocos días de la victoria de Rechazo, las calles de Santiago fueron ocupadas por estudiantes que se manifestaban por sus derechos, además de levantar consignas fundamentales como: la liberación de los presos políticos, contra el TPP-11 y por una asamblea constituyente soberana.

En el último 22 de septiembre, como parte de un día de homenaje a los dirigentes sindicales asesinados por la dictadura de Pinochet, se realizó un día nacional de paro de los puertos en Chile. Además, en este 18 de octubre el Acceso a División Andina fue bloqueado por trabajadores contratistas de la Federación de Trabajadores de la Minería. Estas luchas son signos de lo que queda por venir y organizar el Paro y Protesta Nacional contra el TPP-11 es la principal tarea de la clase trabajadora en este momento.

Sólo la rearticulacion de las luchas podrá revertir el creciente proceso de capitulación de Boric ante el capital y evitar el crecimiento de la extrema-derecha en el próximo período. Sin embargo, esto requiere que los sectores más avanzados de la clase trabajadora y la juventud chilena estén armados con un programa capaz de enterrar de una vez por todas el neoliberalismo y lo que queda de la dictadura de Pinochet en Chile.

Las luchas contra el TPP-11, la privatización de la educación, el alza de los precios de alimentos y los bajos sueldos deben estar asociadas con la construcción, desde las asambleas gremiales o en los barrios, de organizaciones políticas independientes que profundizan la movilización del pueblo chileno y avancen en la construcción de una ruptura con el neoliberalismo y el orden capitalista. Las acciones directas de 2019 que aún ocupan nuestra memoria solo podrán avanzar si logramos crear una nueva organización política y socialista de las y los trabajadores y la juventud. Es urgente construir una Alternativa Socialista en Chile. ¡Esa es la tarea del presente!