Argentina: La viciosa agenda de austeridad de Javier Milei encuentra una resistencia inmediata
No cabe duda de que las fuerzas de la reacción se sintieron reforzadas cuando Javier Milei ganó las elecciones presidenciales argentinas el pasado noviembre. Autodefinido como “anarcocapitalista”, el ex presentador de televisión prometió utilizar una proverbial motosierra contra el sector público con una serie de privatizaciones de choque y medidas de austeridad. Tres meses después de su llegada a la presidencia, el ataque total de Milei contra la clase trabajadora y el pueblo ha desatado oleadas de protestas y una huelga general, que son sólo un anticipo de los grandes enfrentamientos que se avecinan.
Escrito por Darragh O’Dwyer, Alternativa Socialista Internacional.
El ascenso de Milei
¿Cómo ha llegado una figura semejante a convertirse en el presidente más votado de la historia argentina? Milei es, en última instancia, un producto de la crisis económica, social y política del capitalismo. Como muchos de los monstruos de extrema derecha que el sistema ha vomitado en los últimos tiempos, Milei se apoyó en una retórica antielitista, despotricando contra “la casta” que conforma el establishment político. Incluso se puso cínicamente el eslogan “¡que se vayan todos!”. (¡que se vayan todos!), el grito de guerra del Argentinazo, una revuelta masiva de trabajadores, jóvenes y oprimidos que sacudió el país sudamericano en 2001.
Bancarrota del peronismo
Los principales objetivos de Milei eran las fuerzas del peronismo. El gobierno reformista de centro-izquierda de Alberto Fernández, elegido en 2019, se contentó con gestionar un capitalismo argentino en decadencia y supervisó la completa inmiseración de las masas. Al final de su mandato, los índices de pobreza se habían disparado hasta el 40%; la inflación era de un asombroso 160% y la deuda externa se había disparado hasta los 400.000 millones de dólares, (110.000 millones sólo con el FMI). Como en otros lugares, el fracaso del reformismo creó un terreno propicio para el desarrollo de la extrema derecha.
El oponente peronista de Milei, Sergio Massa, fue ministro de Economía de 2022 a 2023. Correctamente, se le consideró responsable de las actuales turbulencias. De hecho, gran parte de los casi 11,5 millones de personas que votaron a Massa lo hicieron tapándose la nariz, optando por el mal menor. Aunque la base social más dura de Milei son los sectores más reaccionarios de la clase media, también cosechó un apoyo significativo entre una capa de trabajadores y jóvenes que buscan asestar un golpe contra el statu quo. Lamentablemente, la falta de una alternativa de izquierdas de masas capaz de canalizar su rabia en una lucha organizada contra el capitalismo permitió a “El Loco” llenar el vacío.
Ofensiva social
Sin embargo, la victoria de Milei no representa una derrota total para la clase obrera y los oprimidos. Más bien, la reaccionaria ofensiva social de Milei y el aumento de la represión estatal pueden verse como una respuesta a los titánicos movimientos que han sacudido los cimientos mismos del capitalismo argentino en las últimas dos décadas. Al fin y al cabo, Argentina es la cuna de la heroica lucha del ni una menos contra la violencia machista, el primer país de América Latina en conseguir la igualdad matrimonial y el hogar de la militante marea verde que luchó con uñas y dientes para conseguir finalmente el derecho al aborto en 2020. Eso sin mencionar el movimiento radical piquetero de los desempleados y las tradiciones militantes dentro del movimiento obrero.
Milei no sólo quiere desviar la ira de las causas reales de la miseria social, sino que, al apuntar contra el derecho al aborto, recortar el apoyo a las supervivientes de la violencia de género y lanzar diatribas transfóbicas contra la “ideología de género”, quiere disciplinar y desmoralizar a los sectores más radicales de la sociedad argentina. Esto, a su vez, crearía las condiciones políticas necesarias para aplicar su programa económico.
Contradicciones en la clase dirigente
Sin embargo, Milei se enfrenta a múltiples desafíos para consolidar algo parecido a un gobierno estable. Su partido, Libertad Avanza, formado en 2021, sólo tiene 38 escaños en el Congreso, lo que le obliga a buscar alianzas con la derecha tradicional. La candidata presidencial Patricia Bullrich, que apoyó a Milei tras perder contra él en la primera vuelta, fue recompensada con el cargo de ministra de Seguridad y lidera con entusiasmo la represión de los derechos democráticos. Luis “Toto” Caputo, ministro de Finanzas del odiado gobierno derechista de Marcio Macri, es ahora ministro de Economía. El hecho de que Milei llenara su gabinete con gran parte de la “casta” tradicional puso al descubierto cualquier pretensión de credenciales “antisistema”.
Algunos sectores de la burguesía se sintieron incómodos por la posible inestabilidad que podrían provocar las radicales políticas económicas de Milei. De hecho, para ganarse al más moderado Caputo, éste archivó los planes de dolarizar la economía, con lo que perdió el apoyo de sus asesores de línea dura. Asimismo, la decisión de Milei de retirarse de los BRICS y buscar un alineamiento estratégico con Washington es un quebradero de cabeza para los capitalistas agrícolas que han profundizado en el comercio con Brasil y China. Por otra parte, el FMI aplaudió las medidas de Milei por “audaces” y “mucho más ambiciosas”‘ que las de sus predecesores.
Milei ataca … las masas responden
Juramentado el 10 de diciembre, el discurso de investidura de Milei dejó claro que “no hay alternativa posible a la austeridad”. El 20 de diciembre cumplió sus promesas y siguió adelante con su “mega decreto” de cambios en más de 300 leyes, aplicando ataques al derecho de huelga, una reforma laboral y la prohibición de los controles de alquiler. También llevó al Congreso su ley “ómnibus”, un paquete compuesto por más de 600 nuevas leyes que forman parte del plan de austeridad de choque de Milei.
El mismo día que Milei anunció el decreto, las masas respondieron inmediatamente con un cacerolazo: el golpeteo de cacerolas resonó por todos los barrios obreros de Buenos Aires y ciudades de todo el país. Mientras la economía seguía en espiral, Milei perdía apoyos a un ritmo del 1% diario. La exigencia de que la central sindical CGT convocara una huelga nacional empezó a circular y a ganar fuerza. Finalmente, la presión desde abajo obligó a los dirigentes sindicales a convocar una jornada de huelga general el 24 de enero. En todo el país participaron 1,5 millones de personas, a las que se sumaron trabajadores piqueteros, grupos feministas y asambleas de barrio.
Primer revés para Milei, pero la batalla continúa
Junto con las continuas protestas, la huelga general obligó a retirar el proyecto de ley ómnibus. Se trata de una primera victoria significativa contra el gobierno, pero que debe consolidarse como parte de un plan de batalla global para derrotar a Milei. Este movimiento debe ser controlado democráticamente por las bases, y no dirigido desde arriba por los partidos peronistas y la burocracia sindical. De esta forma, muchos trabajadores que apoyan a Milei pueden librarse de su influencia y canalizar su auténtica rabia hacia una lucha que realmente se enfrente a la élite capitalista.
La izquierda trotskista organizada en el Frente de Izquierda de los Trabajadores – Unidad (FIT-U) debe proporcionar una dirección activa – no basta con tener diputados o participar en la lucha. La crisis del peronismo y la agudización de la lucha de clases abre una oportunidad para construir una herramienta política de izquierda que vaya más allá de la mera unidad electoral y que sirva para ofrecer una alternativa política a la crisis con un programa socialista. Esto debe luchar por incluir no sólo a los activistas de izquierda sino también a las miles de personas que están activas en la lucha pero fuera de las filas de la izquierda organizada.
En estas semanas se presenta una gran oportunidad para llevar a cabo esta tarea. Tras la derrota del proyecto de ley ómnibus, se ha intensificado el ataque contra el derecho al aborto. El Día Internacional de la Mujer será, por tanto, una jornada crucial de lucha para resistir la ofensiva de Milei. Las asambleas feministas que se están celebrando para preparar el 8M son muy grandes incluso contando con la participación de algunos sindicatos. Pero es necesario que las centrales sindicales convoquen a un paro general el 8M para darle continuidad a la lucha contra el ajuste del gobierno. ISA Argentina participa activamente en este movimiento, argumentando que el 8M de este año debe abrazar plenamente sus tradiciones socialistas y de clase trabajadora como parte de la lucha para derrotar a Milei y al sistema capitalista que lo engendró.