¡Al borde de la catástrofe! la escasez del agua en México
La crisis del agua asoma su fea cabeza por todo el país, treinta años de acaparamiento desmedido a concesionarias de explotación ahora están teniendo su predecible efecto. Pero frente a esta sobreexplotación de la industria privada, el gobierno de Obrador sigue sin tener una respuesta efectiva mientras cientos de organizaciones en el país gritan al unísono: ¡No es sequía, es saqueo!
Escrito por Freddy Fernández, Alternativa Socialista (ASI en México).
La Ley General de Aguas Nacionales de 1992 fue legislada en pleno cenit del neoliberalismo en México. Hay pocas leyes que ejemplifique mejor la lógica este proceso: la Ley General de Aguas Nacionales buscaba darle seguridad y certeza jurídica a la industria privada regularizando los trámites de concesiones del vital líquido y dándoles privilegio sobre el abastecimiento público. En ninguna parte de esta se creaba un límite para la cantidad de concesiones ni el volumen de estas, las cuales no contemplan un control en el volumen extraído ni el traspaso y transmisión de dichas concesiones entre privados. Aparte de que estas concesiones pueden extenderse a plazos de hasta 30 años con un simple trámite que no incluye ni estudios de impacto hidráulico o ambiental.
Esta ley no crea el marco sobre el cual el saqueo de los recursos naturales de México fue orquestado, sino que atiende a las necesidades jurídicas de éste. Ahora 30 años después solo el 1.1% de todos los usuarios del recurso hídrico en México es dueño de concesiones de explotación privada de hasta el 20% del agua de la nación. En la zona metropolitana de Monterrey, tan solo 15 empresas acaparan un total de 44 millones metros cúbicos anuales de agua, cuando para uso doméstico sólo se destinan 1.03 millones de metros cúbicos, cerca de 40 veces menos. Y es esta situación la que se replica por toda la republica de Mexico.
Desde Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y hasta Tamaulipas, toda la franja norte del país ya se encuentra bajo ‘estrés hídrico’ causado por los efectos del cambio climático. La desaparición del patrón de monzones de norteamérica, un patrón de sistemas de aire húmedo que salen del mar de Cortés y la costa de california para eventualmente ser contenidos por las montañas rocosas y la sierra madre occidental hasta formar nubes de lluvias extremas que alimentan al Río Bravo, Río Colorado, Río Diablo y el Río Conchos, ha virtualmente desaparecido como consecuencia evidente del cambio climático. Se teme que el desabasto de la cuenca Bravo-Conchos y la mayor sequía que ha experimentado la región desde 1992 y 1994, -que se replica por toda la franja norte del país y afecta a 22 millones de mexicanos-, ahora sean condiciones permanentes.
Esta situación ha sido resultado de un proceso que ha durado treinta años, la escasa disponibilidad del recurso es un reflejo del hecho que durante estas tres décadas no han existido excedentes ni se ha almacenado más agua de la que había en 1994. El nivel de la presa La Amistad es del 32%, en La Boca del 22%, Las Vírgenes 29%, y en la Vicente Guerrero del 30%, todas operan bajo déficit. Pero frente a la presión social de la crisis de escasez, las fuerzas del Estado han preferido voltear a ver a las comunidades originarias antes que a los grandes acaparadores de agua.
La lucha por el agua
Anunciado desde el 2010, el Acueducto Independencia buscaba desviar 75 millones de metros cúbicos de agua del cauce del río Yaqui para abastecer a la ciudad de Hermosillo, en Sonora. Ahora que el nivel de las presas de la entidad está al 19%, regresa la presión que busca separar al pueblo Yaqui del río que les da vida, aun cuando un acuerdo de 1937 firmado por el presidente Lazaro Cardenas reconoce que hasta el 50% del cauce de este es legítimamente propiedad de los más de treinta mil miembros de la tribu Yaqui. La lucha de la tribu Yaqui por su derecho legítimo al acceso al agua no es solo una historia de un pueblo en lucha, sino un recordatorio de que al contrario de como se pinta a veces la historia, la lucha del pueblo Yaqui no terminará hasta que se reconozcan los derechos de los pueblos originarios por sobre las ganancias del capital, que continúa acechando a nuestras comunidades más vulnerables.
La Caravana por el Agua y la Vida: Pueblos Unidos Contra el Despojo Capitalista iniciada el pasado 22 de marzo, convocada por organizaciones y colectivos en resistencia que pretenden visibilizar la lucha por el acceso al agua en nueve estados pone en contexto la escala de la situación. La crisis del acceso al agua abarca todo el país, desde el río Grande hasta el río Usumacinta.
Como se evitar una catástrofe
El director del Instituto para el Agua, Medio Ambiente y Salud de la ONU, Manzoor Qadir, declaró en una entrevista para EFE que para el 2050 el 50% de la población del mundo tendrá escasez en el suministro de agua. El reto es monumental y está tocando a la puerta, pero como lo ha demostrado el gobernador Samuel Garcia de Nuevo León la vocación por salvaguardar las ganancias de los capitalistas por sobre la población frena en seco cualquier intento de mejorar o al menos frenar el desastre. Por todo el país los ciudadanos denuncian a los grandes acaparadores de concesiones de agua. En Ensenada y Tijuana gritan: “¡Queremos agua, no pretextos!”, señalando el rol pasivo del gobierno, que no se ha propuesto solucionar el problema en el estado. En Monterrey gritan: “¡No es sequía, es saqueo!”, señalando a los culpables de la actual crisis en la entidad, probablemente la más aguda del país. En Querétaro organizaciones conformadas por pobladores de comunidades indígenas, estudiantes, académicos y activistas que exigen la derogación de la ley estatal que permite la privatización de los servicios de agua potable ya están en la calle, y han convocado a nuevas movilizaciones.
La torpe respuesta de todos los niveles de gobierno ha demostrado que las fuerzas políticas que buscan la conciliación sólo plantean derrotas. Desde antes de 1992 la embestida capitalista, que está terminando por arrasar con cualquier semblanza de calidad de vida con la que contamos los trabajadores del mundo, se vio inaugurada con alfombras rojas por los mismos moderados que buscaban conciliar los intereses rapaces del capital con el interés de los trabajadores. Donde el neoliberalismo no encontraba una puerta abierta le abrían una ventana, donde no había ventanas le tendían una escalera a la chimenea, y donde la puerta estaba abierta de par en par le tendían una alfombra.
A treinta años de la legislación de una Ley General de Aguas Nacionales, cuyas concesiones beneficiaban al sector privado y abonaban a la acaparación de concesiones de uso privado del agua; y frente a una crisis del acceso al agua cuando el 1.1% de la población en México controla el 20% del recurso, las y los trabajadores, los campesinos, los jóvenes debemos señalar el papel depredador del capitalismo como responsable del desabasto de agua en los barrios populares del país.
Las experiencias de este periodo ya vislumbran el camino que hay que seguir para salir de esta crisis, dar la vuelta antes de caer al precipicio. Las luchas colectivas, organizadas y combativas, que defienden sus intereses de los más humildes en contra de los intereses de los capitalistas han logrado poner en jaque a gobiernos en todo el país. La coyuntura actual, abre la posibilidad de exponer el problema del acceso al agua como una realidad nacional para no solo conseguir un cambio en la situación sino profundizarlo, y hacerlo permanente. Nuestra tarea es hilar las diferentes luchas de resistencia a nivel local y pelear por construir un movimiento más amplio a nivel nacional que nos permita defender los recursos del saqueo de los capitalistas. Si no actuamos rápido, la crisis se profundizará y extenderá a nuevas regiones, poniendo en peligro la vida de millones de personas y la estabilidad de los ecosistemas.
¡No es sequía, es saqueo!
¡La lucha es por el agua y la vida, contra el despojo capitalista!