Balance a dos años del 1 de Julio
La Cuarta Transformación sólo puede ser socialista
Escrito por Alternativa Socialista
El próximo 1 de diciembre se cumplen dos años de la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La abrumadora victoria del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) el 1 de julio del 2018 fue el resultado de años de miseria creciente para la mayoría de la población, de frustraciones, de represión ejercida por los gobiernos priístas y panistas contra las luchas populares, de crímenes de Estado como Acteal o Ayotzinapa, de la ola de violencia desatada a raíz de una falsa guerra contra el narcotráfico y de las políticas neoliberales que empobrecieron al pueblo de México en beneficio de unos pocos.
Nadie pone en duda que hoy, a pesar de sus deslices, Andrés Manuel y Morena cuentan con un respaldo popular importante. Ante los ojos de la mayoría ambos continúan representando la esperanza de una transformación nacional que ponga especial énfasis en ayudar a los sectores más desfavorecidos de la población, aquellos quienes por décadas han sido olvidados.
Sin embargo, es muy importante preguntarnos ¿qué tanto se ha avanzado en la construcción de una realidad diferente para la clase trabajadora y los oprimidos en México? ¿Qué tanto puede el obradorismo realizar un cambio tan profundo como el que se propone? Estas preguntas surgen naturalmente al hacer un análisis de los logros y, especialmente, de aquellos aspectos donde el gobierno encabezado por AMLO se ha quedado corto en su acción, especialmente al momento de entender que, en el fondo, el proyecto que Andrés Manuel y el obradorismo propone una ruptura con el neoliberalismo, no con el capitalismo. Es decir disminuir la desigualdad social, pero no eliminar las condiciones que la generan.
La Cuarta Transformación y la burguesía
La victoria de AMLO en 2018 debe entenderse como resultado de un descontento social que encontró en el proyecto obradorista una alternativa para el hervidero que era nuestro país después de más de treinta años de gobiernos neoliberales. Pero al mismo tiempo hay que tener claro que un factor importante para que esto fuera posible, fue el acercamiento de un sector considerable de la burguesía mexicana al proyecto presentado por Morena. Basta señalar el ejemplo de Alfonso Romo, multimillonario hoy jefe de la oficina de Presidencia, o bien el de Esteban Moctezuma Barragán quien fuera Presidente de Fundación Azteca y hoy Secretario de Educación Pública.
Es cierto que el respaldo de algunos empresarios como Carlos Slim Helú, el hombre más rico de México, no fue novedad. Sin embargo, la elección de 2018 dejó ver que, a diferencia de los procesos de 2006 y 2012, apellidos como Azcárraga o Salinas Pliego no figuraron en la lista de aquellos que abiertamente se posicionaron en contra de la posibilidad de ver un presidente de izquierda en México. Incluso estos empresarios han sido incluidos en el Consejo Asesor Empresarial del presidente y sus empresas se han visto beneficiadas con contratos con la actual administración, como el referente a la transmisión de las clases en televisión “Aprende en Casa II”.
Lo anterior es prueba de un distanciamiento entre parte de la burguesía y la derecha neoliberal, el cual se puede explicar por la falta de un proyecto sólido, creíble y que contará con el respaldo de la gente por parte de los candidatos del PAN y el PRI. Esto fue aprovechado por AMLO, quien decidió adoptar una actitud menos confrontativa con los grandes capitales nacionales. Los nombramientos de gente como Alfonso Romo como Jefe de la Oficina de Presidencia, Manuel Barlett como Director General de la Comisión Federal de Electricidad, Esteban Moctezuma como Secretario de Educación Pública o el de Víctor Manuel Villalobos como Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural evidencian la intención de AMLO de tener en su gabinete nombres que generan cierta confianza entre los empresarios del país, a pesar de los antecedentes y agenda de estos personajes, y que por supuesto seguirán impulsando presionando a Obrador y a la 4T en dirección de sus intereses de clase y no los de la mayoría de la población que voto en dirección contraria de dichos intereses.
Así mismo, es evidente que, a pesar de algunos desencuentros, el mandatario mexicano ha mantenido cierta cercanía con el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y su presidente, Carlos Salazar Lomelín. El mismo CCE, que en 2006, impulso la campaña contra Obrador “Un peligro para México”. Este sector de la patronal ha tenido un rol muy activo en la planeación de algunos proyectos, como la reforma al sistema de pensiones, la cual fue presentada en julio de este año, y que fue presentado como una conquista para los trabajadores pero que esta muy lejos de beneficiar a la los trabajadores.
A pesar de este acercamiento y reconciliación, la relación entre la burguesía no ha sido un camino de rosas. Desde la campaña presidencial, los sectores agrupados en la Confederación Patronal de la República Mexicana, más cercanos a la derecha neoliberal, han mantenido una confrontación continua y constante con el Gobierno Federal. Temas como la cancelación del NAICM y de la planta cervecera de Constellations Brand en Mexicali, y el polémico proyecto del Tren Maya han sido las caras más visibles de este conflicto.
Igualmente, la presencia en el gabinete de los nombres mencionados ha causado choques entre los sectores más progresistas y a la izquierda del obradorismo y aquellos que se han posicionado a favor del proyecto más por conveniencia que por convicción. Los constantes roces entre el ahora ex titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Victor Manuel Toledo, con Alfonso Romo y Víctor Manuel Villalobos, mismos que derivaron en la salida de Toledo del gabinete presidencial a finales de agosto, son el producto más evidente de las propias contradicciones de la 4T. Un movimiento que ha terminado por agrupar a sectores e intereses antagónicos que chocan entre sí.
La cercanía de AMLO y Morena a estos sectores empresariales puede ser una estrategia pragmática que, de momento, se puede traducir en buenos resultados electorales y una relación llevadera entre burguesía y gobierno federal. Sin embargo, la 4T debe tener claro que estos lazos pueden ser la principal cadena que la limite al momento de querer dar un paso más al frente del programa que dice defender, más a la izquierda en el proceso de transformación que se han propuesto. Ejemplo de ello es la oposición de los empresarios a la defensa de la soberanía energética propuesta por este gobierno (ver Justicia para el pueblo trabajador) y a algunos proyectos orientados desde una perspectiva ecológica emprendidos por la Semarnat. Como explica Rosa Luxemburgo en “Reforma o Revolución”, el reformismo siempre topará con los límites que la propia burguesía le imponga y eso hace imposible profundizar un cambio real y duradero para la clase trabajadora por esta vía.
No nos confundamos, los sectores de la burguesía que hoy respaldan a la 4T no lo hacen porque sean partidarios de una transformación real en beneficio de la clase trabajadora, ni porque sean unos verdaderos patriotas. Estos sectores han respaldado el proyecto obradorista por una sencilla razón, hoy Morena está en el poder y si quieren mantener sus privilegios o aumentar sus ganancias, deben de estar con quien se siente en la silla presidencial. Los capitalistas siempre estarán en el bando que le represente mayores beneficios e intentará limitar los avances en beneficio de los oprimidos.
Por el reagrupamiento de la izquierda anticapitalista, construyamos un Programa revolucionario
La avalancha que sacudió el país el 1 de julio del 2018 evidenció un fenómeno que llevaba ya un tiempo gestándose. Y es que la derecha neoliberal agrupada en el PAN y el PRI se ha visto paralizada desde entonces. Hoy la oposición de derechas está desarticulada y es incapaz de renovarse y presentar un proyecto alternativo que pueda competir con el obradorismo.
Como resultado de lo anterior, la oposición más activa a algunas decisiones y proyectos de la administración obradorista ha venido desde la izquierda anticapitalista y las pueblos originarios. Sin embargo, a pesar de ser la fuerza opositora más congruente, no ha buscado articular un bloque que sea capaz de empujar el proceso de transformación más a la izquierda por lo que se encuentra en sus localidades sin convertirse en una fuerza a nivel nacional. Aunado a ello, su negativa a entablar un puente con las bases y los elementos más a la izquierda del obrerismo han propiciado su aislamiento convirtiéndola en presa fácil de la derecha y los agentes provocadores que buscan utilizarlos para confrontar al gobierno de Obrador.
Claro que nosotros apoyamos los pequeños avances que puede significar la Cuarta Transformación, pero consideramos que la cercanía del obradorismo con sectores amplios de la burguesía y la presencia en el proyecto de elementos de la derecha son las principales limitaciones que le pueden impedir el conquistar un objetivo tan ambicioso como el que se ha propuesto. Por ello reconocemos que la tarea de la construcción de un bloque de la izquierda anticapitalista. Una izquierda anticapitalista que al mismo tiempo que es crítica de los pasos a la derecha de la 4T, reconozca, sin dejar de impulsar su profundización, los pasos adelante de la misma por más pequeños que estos sean. La construcción de esta izquierda debe ser prioridad para todas las organizaciones que creemos en un futuro donde sea la clase trabajadora, y no los grandes capitales, la que imponga su voluntad.
Por ello estamos convencidos que es necesario dejar a un lado disputas sectarias o personalistas, y trabajar en la construcción de un programa que englobe las demandas de la clase trabajadora, el campesinado y los pueblos originarios. Sólo con este programa unificado podremos consolidar una fuerza que represente una alternativa que sea capaz de empujar el proceso de transformación cuando el obradorismo choque con las paredes del capitalismo mexicano. No es el neoliberalismo, como piensa el obradorismo la causa de la miseria y la violencia que vive el país. El neoliberalismo no es más que otra cara de la verdadera raíz del problema, el modo de producción capitalista al cual solo podremos construyendo el poder de la clase trabajadora y los campesinos, agrupando a todas las fuerzas de izquierda anticapitalista en un frente de acción unificada.
De cara a la grave crisis económica que golpeará al mundo y cuyos efectos se sentirán con mayor fuerza en países como el nuestro, estas tareas cobran una relevancia aún mayor. Sólo con una organización que concentre la fuerza del proletariado y con la elaboración de un Programa que permita vincular los logros que se obtengan durante este sexenio y las demandas más profundas de la clase trabajadora, seremos capaces de lograr nuevas conquistas y avanzar hacia nuestro objetivo final, la conquista del poder por parte del proletariado.
Sin embargo, esto no será un resultado espontaneo. Reagrupar a la clase trabajadora y a las fuerzas revolucionarias, implica construir y avanzar en demandas concretas que permitan fortalecer y dar viabilidad política a dichas fuerzas. Demostrando que su programa es resultado del análisis concreto de las posibilidades para construir una sociedad distinta, y no solo una utopía. La elaboración y abanderamiento colectivo de demandas o consignas concretas, así como la lucha por su puesta en practica es central para convertir impulsar y desarrollar estas fuerzas en fuerzas con amplio respaldo de masas.
Una de esas consignas, es en nuestra opinión el impulso de una reforma fiscal progresiva que grave las fortunas millonarias para financiar programas y medidas contra la crisis económica que en poco asolara al país. Proclamar ¡Impuestos a los ricos! no es una simple consigna, pues esta forma parte de un programa mucho más amplio que busca mejorar la vida de las y los trabajadores. Hay que ser conscientes de la importancia de un impuesto al 1% de la población que concentra ocho veces más que las 62 millones de personas (47%) más pobres del país.
Un ejemplo en este campo es la victoria del movimiento #TaxAmazon en Seattle, EEUU. La movilización de los trabajadores de esta ciudad en respaldo de la iniciativa, logró una importante victoria en contra de Jeff Bezos, el hombre más rico de la historia de la humanidad, y otros importantes capitalistas al imponer un impuesto que logrará recaudar $48 millones de dólares anuales, los cuales serán destinados a programas de vivienda y educación focalizados en los sectores más vulnerables de la población.
Junto a esta demanda, es necesario luchar por:
- La nacionalización del sistema de pensiones, que contribuya a las arcas nacionales y ponga fin a los beneficios de los privados (AFORES)
- La renacionalización del sector energético y otros sectores estratégicos de la economía, ¡por la soberanía energética y nacional!
- Un aumento del salario mínimo que recupere la capacidad de consumo pérdida en los treinta años de contracción salarial del neoliberalismo.
- Un viraje a un enfoque que priorice el cuidado al medio ambiente antes que los beneficios de los capitalistas
- El combate al grave problema de violencia machista que vive nuestro país, por medio de una campaña informativa contra la misma y una depuración del sistema judicial que favorece y propicia dicha violencia con su impunidad
Es posible la conquista de algunas de estas demandas en este periodo, pero tenemos que ser claros al señalar que estas no pueden ser aseguradas bajo el capitalismo. La burguesía quita con la mano derecha lo que da con la mano izquierda. Estas no representa más que una una parte del programa que debemos construir los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los campesinos, los indígenas y en general todos los oprimidos para avanzar en la construcción de una organización que realmente defienda nuestros intereses de clase. Las conquistas planteadas, y las que surjan en la lucha lucha de clases en el próximo periodo, sólo pueden asegurarse mediante la lucha por la transformación socialista de la sociedad.
Pero para que esto último sea posible, la unidad y organización de la clase trabajadora y el campesinado es fundamental. También lo es la articulación de las distintas luchas que hoy ocupan las calles, las cuales necesitan vincular sus demandas concretas con las de otras luchas trazando un horizonte programático más amplio que no se reduzca a sus demandas sino que las vincule con la transformación radical de la sociedad . Tenemos un mundo que ganar y ese mundo es posible, pero sólo podremos vencer si estamos organizados como clase y luchamos por la victoria. Respaldamos la necesidad de una Cuarta Transformación, pero somos conscientes de que, en el contexto actual, esta sólo podrá ser socialista, ecologista y feminista. Construyamos esa alternativa.