Repudiable atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández
El atentado fallido que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández conmovió al país. No es casualidad que el autor sea un individuo con un perfil político de extrema derecha. Así lo confirman sus tatuajes con simbología nazi y las entrevistas callejeras en la televisión donde expresaba su discriminación hacia los desocupados e inmigrantes, que sobreviven de la asistencia social estatal. Según testimonios de sus amistades es, “un marginal sin nada que perder”, un lumpen.
Escrito por Alternativa Socialista Internacional.
Este atentado no es un simple hecho de violencia como afirman dirigentes de ultra derecha. Es un grave atentado político fascista totalmente repudiable. Por eso es necesaria una investigación y rápido esclarecimiento para determinar si este sujeto actuó por motivación propia o como miembro de algún colectivo de ultraderecha, y en este último caso también deben ser condenados los autores intelectuales y quienes le hayan brindado ayuda.
Tampoco es casualidad que este ataque se produzca cuando el país vive en medio de una situación de profunda división y polarización política entre los partidos de la burguesía, que no se ponen de acuerdo en cómo hacer que la crisis capitalista la paguen los trabajadores, sin que se produzca una rebelión popular que amenace con tirar al sistema. De esta manera, la oposición de derecha exige al peronismo que haga la “tarea sucia” y aplique un ajuste más fuerte. Por otro lado el Frente de Todos cada día más gira a la derecha y empoderaron como ministro de economía a un referente de la derecha peronista, Sergio Massa, que apenas asumió anunció el recorte de $ 210 mil millones al presupuesto destinado para salud, educación y viviendas, además de un enorme aumento de las tarifas de electricidad y gas. De esta manera la inflación se consume el salario de los trabajadores generando más pobreza y marginalidad. Todo para cumplir el objetivo acordado con el FMI de reducción del déficit fiscal para pagar la deuda externa.
Esta división en los ritmos y maneras de hacer el ajuste se expresa hacia la población de manera brutal en lo discursivo, donde la derecha a través de los medios de comunicación masivos y redes sociales logró instalar, no sin la ayuda del peronismo, la existencia de una supuesta “grieta” insalvable, entre el peronismo que vendría a representar a los vagos que no trabajan y viven a costa del estado por un lado, y por el otro, los ciudadanos de bien que viven agobiados de impuestos de los cuales ellos son sus representantes. Este discurso de odio trasciende al peronismo y se extiende hacia todo lo que sea popular. Así, sistemáticamente desde las redes sociales y los medios de comunicación masivos se demoniza las protestas populares, fundamentalmente la de los desocupados. El Frente de Todos también tiene su parte de responsabilidad. No hace mucho que Cristina Fernández atacaba a las organizaciones sociales de desocupados y alentaba a disminuir la cantidad de planes sociales y apartarlas de la administración de la asistencia social.
Estos discursos de odio encuentran terreno fértil en el malestar social creciente ante las dificultades para vivir. En un país donde millones viven en la pobreza y una gran parte de la clase media asalariada ve como su nivel de vida baja abruptamente, crece el repudio a la clase política tradicional pero también crece la simpatía hacia los referentes de la derecha más reaccionaria como Patricia Bullrich, presidenta del PRO, el partido del expresidente Macri y el ultraderechista Javier Milei, que son los dos únicos dirigentes que no repudiaron el atentado.
Una multitudinaria movilización popular recorrió el país.
Luego del atentado, el Presidente Alberto Fernández en conferencia de prensa decretó un feriado nacional para el día siguiente y una movilización por “la paz social, la armonía y la unidad nacional”. El peronismo que venía golpeado y dividido vio en este hecho la oportunidad para respirar un poco y recuperar la iniciativa política en medio del ajuste y las luchas que empiezan a asomar como la de los desocupados, docentes o la de los trabajadores de las fábricas de neumáticos. Por eso buscaron que la movilización sea en apoyo al gobierno y de crítica a la oposición, como quedó plasmado en el documento leído en el acto central en Plaza de Mayo.
Miles se movilizaron en todo el país y no sólo con las organizaciones que apoyan al gobierno sino también gran parte de los asistentes participaron por iniciativa propia, en defensa de la democracia. Mención aparte merece la burocracia sindical peronista que dirige la central obrera CGT, que primero amenazaron con un paro nacional para lunes siguiente pero rápidamente dieron marcha atrás. Más aún, ni siquiera convocaron como central sindical a la movilización.
Lamentablemente desde el Frente de Izquierda tampoco convocaron a realizar ninguna acción de repudio al ataque, solo se limitaron a declaraciones de repudio en redes sociales y en la prensa. Pusieron el centro en criticar al kirchnerismo por usar la marcha para fortalecer al gobierno. Si bien estas críticas son correctas y no se puede apoyar al gobierno que aplica un brutal ajuste a la clase trabajadora, ante la gravedad de los acontecimientos el eje de la situación era otro. El FIT-U tiene la autoridad política y la capacidad de movilización para realizar una gran marcha independiente del peronismo, repudiar el atentado y, sin brindar ningún apoyo al gobierno, hacer un acto aparte del kirchnerismo. Una convocatoria unitaria de la izquierda hubiera servido para que los miles de trabajadores que están descontentos con el peronismo pero que repudian el ataque encontraran un canal de expresión. Lamentablemente el FIT-U falló y, hasta el momento, no hay ningún indicio que realice alguna acción para repudiar el atentado, “la vida continúa”, como si nada hubiera ocurrido. Ante los ataques fascistas, quedarse en casa jamás debe ser una opción para los revolucionarios, puesto que hoy es contra la principal dirigente del peronismo, pero mañana será contra la clase trabajadora, sus organizaciones y dirigentes.
En un mundo en crisis, la polarización política y social no solo continuará, sino que se profundizará. Ante esto, las y los revolucionarios debemos prepararnos para enfrentar cada vez más acciones de tinte fascista. Si bien en nuestro país, la ultraderecha no es mayoritaria y no tiene poder de movilización, seguirá creciendo apoyándose en el malestar social. Por eso desde la izquierda debemos tener la capacidad para que ese malestar sea canalizado hacia un proyecto revolucionario. Tenemos a favor que el movimiento obrero no está derrotado, al contrario en las últimas semanas vimos masivas movilizaciones de los docentes que, si no lograron triunfos contundentes, no es por falta de disposición para la lucha de la base, sino porque la dirigencia sindical peronista es cobarde y traiciona. También el movimiento obrero industrial empezó a moverse con la gran lucha de los trabajadores del neumático enfrentando a las patronales multinacionales. Por su parte el movimiento feminista viene de una conquista histórica como es el derecho al aborto y se prepara para, en el mes de Octubre, realizar el 35° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries que sin dudas será masivo. Estos son algunos ejemplos de que tenemos fuerzas para luchar y derrotar a la ultraderecha derecha en nuestro terreno, que es el de la movilización obrera y popular. Pero también necesitamos un construir una alternativa política revolucionaria para que toda esa energía de lucha no se disperse y se canalice hacia un objetivo más grande que es acabar con este podrido sistema capitalista.