Morena: el enemigo está en casa
El resultado de las próximas elecciones no es ajeno ni extraño para la lucha de los oprimidos, aunque no en todos los casos encontrarán en las urnas alternativas reales para empujar sus demandas y mejorar sus condiciones de vida.
Escrito por Alternativa Socialista, ASI en México.
Las próximas elecciones marcarán un punto clave en el próximo periodo del gobierno de Obrador y la 4T que estará marcado por las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y la crisis económica que ha desatado. El resultado de las próximas elecciones no es ajeno ni extraño para la lucha de los oprimidos, aunque no en todos los casos encontrarán en las urnas alternativas reales para empujar sus demandas y mejorar sus condiciones de vida.
Contrario a la narrativa de algunos sectores de Morena, que sobre la idea del golpe blando han tratado de justificar todo tipo de alianzas para avanzar en la transformación del país, ahora queda claro a ojos de la mayoría lo criminal de dicha política. Ahora es claro que Morena arrasará en buena parte del país, salvo contadas excepciones como Querétaro o Coahuila, incluso en aquellos estados donde los candidatos son priístas y panistas recién llegados al partido.
¡Ni un voto a la derecha! La crisis de la derecha se agudiza
Lo anterior se explica, no tanto por el avance en el programa de gobierno de Morena a nivel nacional y en los estados, sino por la profunda crisis que atraviesa la derecha desde 2018 y que se sigue profundizando; ante ello es descartable que el PRI, PAN, e incluso las nuevas formaciones como Fuerza Social Por México o el ex Partido Encuentro Social, ahora Encuentro Solidario, sean votados masivamente en las próximas elecciones de junio. Incluso es probable que algunos de estos pierdan el registro en distintos estados por no lograr el 1% mínimo de votos para mantenerlo, como ocurriera con el PES en la elección del 2018 y como puede ocurrirle concretamente al PRD en la Ciudad de México.
Pero la crisis de la derecha mexicana no es resultado de la gestión de las vacunas por parte de la 4T, como tramposamente la derecha quiere hacerlo ver y así explicar la actual intención de voto que impulsa a Morena en la contienda para diputados federales del 39 al 44%, mientras el PAN y el PRI lograrán un 10% y el PRD apenas un 3%. Estos resultados son, en primer lugar, producto de décadas de ataques a los derechos de las y los trabajadores, a las mujeres, a las y los jóvenes, y a las y los campesinos por parte de los partidos del Pacto Por México. En segundo lugar, también son producto de su cada vez más descarada subordinación a los intereses patronales, como lo demuestra la alianza Sí por México, ahora con el nombre de Va Por México, organizada por Claudio X. González. Sin mencionar su evidente oportunismo con el objetivo de golpear a López Obrador, como es claro en el movimiento feminista y en sus denuncias contra Salgado Macedonio.
De todos estos sin duda el caso más escandaloso es el de la cúpula del PRD. El antiguo partido de izquierda del que ya no queda absolutamente nada, que desde diciembre de 2012 se alió con la derecha en el Pacto Por México y ahora claramente se ha subordinado a la derecha y a Claudio X. González, impulsor en 2006 de la campaña del Consejo Coordinador Empresarial de “El Peligro para México”. Una muestra significativa es el rechazo de la candidatura como diputado federal por el PRD de Fernando Belaunzarán, exdirigente del Consejo Estudiantil Universitario y de la huelga de los CCH en 1995. Belaunzarán, que desde que comenzara el sexenio había destacado como uno de los más activos críticos de López Obrador desde sus redes sociales, era una de las últimas caras públicas del PRD con proyección nacional. El rechazo de su candidatura por la dirección de este partido no solo refleja profundas diferencias con él sino también augura una nueva derrota para el PRD. Ahora Belaunzarán ha anunciado que aceptará la candidatura a una diputación local por el PAN, evidenciando no solo su oportunismo sino la crisis política por la que atraviesa tanto el PRD como el PAN, cayendo este último en plena contradicción al hacer alianzas con uno de sus enemigos históricos.
Solo Movimiento Ciudadano ha tomado distancia formal de la alianza Va Por México pretendiendo distinguirse y presentarse como alternativa, pero no le dará ningún resultado. Su silencio respecto a la terrible gestión de la pandemia de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, o bien respecto a Samuel García, exsenador y ahora candidato a gobernador de Nuevo León por Movimiento Ciudadano, son ejemplos claros de la política de dicho partido. Pese a su maniobra para presentar nuevos rostros, mediante la cooptación e impulso de candidaturas de influencers, es claro que MC no logrará un avance significativo y solo engañará a los más incautos.
Por lo anterior es claro que la elección estará determinada en buena medida de ante mano a partir de los candidatos que presente Morena para los distintos puestos de elección popular que se votarán el próximo 6 de junio. De esto dependerá en buena medida los resultados, aunque es claro que en la mayoría de los distritos Morena arrasará ante la falta de contrincantes.
Morena, el enemigo real está en casa
El enemigo real en las próximas elecciones no estará en Va Por México ni en quienes se oponen a la transformación del país. El enemigo real en las próximas elecciones, y en el próximo periodo, estará dentro de Morena, que no solo ha vivido una parálisis producto de la política de Yeidkol Polevnsky sino también una acelerada descomposición a partir de la imposición de Mario Delgado como presidente del partido. Delgado ha impulsado una política de puertas giratorias, aceptando un sinfín de candidaturas de priístas y panistas que hace no mucho se oponían a Morena al mismo tiempo que ha relegado a la base en los procesos internos.
Con la idea de alcanzar una mayoría absoluta que pueda aprobar las reformas necesarias para la transformación del país, pero en el fondo negociando con diferentes grupos a nivel local para ganar sin mucha dificultad, Delgado ha empujado a un lado a la militancia de Morena, misma que ha construido el partido desde hace varios años haciendo el trabajo de base, recorriendo las colonias y barrios, y no le ha permitido ser tomada en cuenta a la hora de decidir las candidaturas. Al mismo tiempo ha priorizado las alianzas con los grupos y caciques dentro y fuera de Morena, como David Monreal en Zacatecas o Xavier Nava de San Luis Potosí. Al respecto hay que señalar que Citlalli Hernández, Secretaria General de Morena, ha sido una pieza clave para frenar y transparentar esta situación al señalar que muchas de las candidaturas anunciadas por Delgado no eran resultado de acuerdos en el Comité Ejecutivo Nacional de Morena; como también hizo al desconocer y señalar la falsa alianza con el Partido Verde anunciada por Mario Delgado, que como ella señaló no había sido acuerdo de la dirección del partido.
Sin duda el caso más escandaloso con respecto a estas políticas del presidente de Morena es la ratificación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio como candidato al estado de Guerrero, acusado de por lo menos cinco agresiones sexuales, entre las cuales se encuentra una violación. La ratificación de Salgado Macedonio es una afrenta a las mujeres que diariamente sufren la violencia y la impunidad del sistema judicial en el país, y por tanto a la tan cacareada transformación de México. Sin embargo, este mismo caso también demuestra que miles de mujeres, y también hombres, que realmente aspiran y empujan el proceso de transformación, no se quedarán con los brazos cruzados mientras Delgado y el ala de derecha que él representa se imponen. Por el contrario, como en el caso de Salgado Macedonio, cientos de militantes están dando la batalla en distintos terrenos para impedir que la derecha de Morena junto con los oportunistas siga destruyendo lo que con tanto esfuerzo se ha construido.
En todo el país hay una creciente rebelión de las bases de Morena contra las imposiciones burocráticas y oportunistas del ala derecha de Morena. Decenas o incluso cientos de militantes que han construido a Morena en sus comunidades están disputando las candidaturas, en su mayoría no por un afán protagónico sino con la intención de arrebatarle ese espacio a los oportunistas y a la derecha. Estas disputas son resultado del trabajo de base, es decir del trabajo colectivo, sin los reflectores de los medios de comunicación ni el espaldarazo de Delgado pero que evidencian que los militantes de base de Morena no son una masa acrítica ni mucho menos están dispuestos a seguir siendo la carne de cañón de los oportunistas y la derecha de Morena.
Un ejemplo significativo de lo anterior fueron las precandidaturas de los trabajadores maquiladores en Matamoros, quienes en 2018 votaron por Obrador y en 2019 protagonizaron la huelga más importante en las últimas décadas en el país. Exigiendo se hiciera efectivo el incremento salarial de 20% para la zona fronteriza impulsado por Obrador desde finales del 2018, y contra la negativa de la patronal para incrementar los salarios usando a sus pistoleros los charros de la CTM, los trabajadores también impulsaron candidaturas independientes en 2019 para hacer avanzar su movimiento ante las trabas impuestas por la presidencia municipal.
Lamentablemente, estas como otras candidaturas de base han sido simplemente relegadas por el ala de derecha de Morena para imponer mediante falsas consultas a sus alfiles. La intensión es clara, frenar cualquier intento democrático de las bases de dirigir y orientar la política que debe defender Morena en el próximo periodo. Por ello, se hace indispensable denunciar estas imposiciones desde ahora y hacer un llamado a no votar por ellas para evitar nuevos casos como los de Lilly Téllez, quien fue candidata por Morena y no solo no defendió la política del partido sino que termino uniéndose a la bancada del PAN en el senado.
La batalla contra los arribistas y el oportunismo no solo es una batalla por los espacios y las candidaturas, es sobre todo una batalla política contra la derecha dentro de Morena. Esta batalla sólo puede impulsarse mediante la organización y la movilización de las bases del partido, exigiendo que sean respetadas las estructuras y la democracia interna contra la imposición y los dedazos. Pero también diferenciándose de ella, y no caer en la trampa de la unidad que no es más que la aceptación de las imposiciones del ala de derecha. Es necesario agruparse dentro y fuera de Morena para dar una batalla sin cuartel contra los oportunistas, pero para ello es necesario armarse con un programa que no solo exija se respeten los estatutos de Morena, sino que se plantee la radicalización del programa de Morena y de la Cuarta Transformación.
Por una Alternativa Socialista para las y los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y campesinos de México.
La creciente cooptación de Morena por parte de la derecha y el oportunismo es una señal que marca el proceso de descomposición del partido. Ello no significa renunciar a él sin antes dar una batalla para recuperarlo, construyendo un movimiento amplio con un programa claro. No obstante, sí debe ser una señal de alerta para los militantes de base que han impulsado la formación de Morena, no para hacerse de una candidatura o puesto de trabajo sino para impulsar la transformación del país. Ésta es una señal de alerta que a su vez da cuenta de un proceso que solo podrá ser revertido con el agrupamiento y reorganización de la izquierda dentro y fuera de Morena, para empujar las demandas del pueblo trabajador.
La destrucción de una estructura democrática, así como la sustitución de la base militante y sus comités de base, son serias dificultades para los militantes de base quienes no cuentan con espacios reales de discusión y decisión para impulsar la recomposición de Morena desde la base. Esta es una cuestión clave, pues implica una táctica específica para impulsar una política de izquierda dentro de Morena. Es por eso que no basta solamente con plantearse la construcción de este partido, que como señalamos ha sido minado para impedir que sean sus militantes quienes toman las decisiones más importantes del partido, sino con el agrupamiento fuera de él para poder organizarse sin las dificultades impuestas por la burocracia de Morena y discutir abiertamente los aciertos y errores de dicho partido y la Cuarta Transformación.
Morena fue construido como un partido para llevar a López Obrador a la presidencia en 2018, y en ese sentido ha cumplido ya su objetivo. Ahora éste ha sido parcialmente cooptado por la derecha, que de forma creciente se ha hecho del control del partido y de sus candidaturas, no sin claras excepciones a lo largo y ancho de todo el país. Y aunque la batalla no está concluida, y no es momento de abandonarla aún, es cierto que estamos en mejores condiciones para construir una agrupación abiertamente de izquierda y de trabajadores de cara no a las elecciones inmediatas del 2021 pero sí para las próximas batallas a librar, una de las cuales será claramente contra quienes han traicionado los principios de Morena y no han impulsado el programa que decían defender en 2018 como la despenalización del aborto y el matrimonio igualitario en todo el país.
Es necesario construir una alternativa democrática y de combate para las mujeres, las y los trabajadores, las y los jóvenes y campesinos, la comunidad sexo diversa y los indígenas, que defienda un programa de transformación radical del país. Eso es lo que planeamos construir en Alternativa Socialista, un espacio de organización política que busque la agrupación de todos los sectores oprimidos de nuestra sociedad para dar cabida a sus demandas en un frente amplio y unido que luche contra la derecha y por la radicalización hacia la izquierda de la política actual mexicana.