La crisis climática en México, ¡Cambiemos el sistema, no el clima!
El reporte del Grupo de Trabajo (WGI) publicado el día 9 de agosto por el IPCC pinta un futuro alarmante. En ninguno de los escenarios planteados, incluidos los más optimistas, podríamos evitar un incremento de 1.5°C de calentamiento en los próximos años. Y aunque los reportes de Resumen para Funcionarios Públicos y el Resumen Técnico hacen un excelente trabajo planteando qué podemos esperar y qué significan 1.5°C, se esconden las incómodas ineficiencias del capitalismo que nos trajo hasta aquí en primer lugar.
Escrito por Freddy Fernández, Alternativa Socialista (ASI en México).
La diferencia de medio grado
Aunque el reporte aclara que actualmente nos encontramos a 1.07°C por encima del promedio de la temperatura de la tierra, registrado entre 1850-1900, es necesario entender lo que significa un aumento de 0.48°C y más allá. La mayor parte de los eventos climatológicos extremos que hemos presenciado en los últimos años son principalmente causados por complicadas interacciones entre corrientes de aire calientes y frías. Como lo fue la ola de calor ocurrida en los estados del norte de Estados Unidos y Canadá a principios de julio de este año, donde se registraron temperaturas que rompieron récords de altas temperaturas para la región tradicionalmente asociada con climas polares. Causado, a su vez, por un “domo” de aire caliente que desplazó corrientes de aire frío polar hasta México, atrapando dicha corriente de aire caliente en el hemisferio norte del continente. O la mortal helada ocurrida en Texas y el norte de México en febrero de este año, la cual fue causada por un “embudo” de aire caliente que condujo vientos polares hasta el desierto de Chihuahua.
Es precisamente la temperatura promedio del planeta la que regula la intensidad y frecuencia de estos fenómenos. Estos mismos mecanismos propician la formación de huracanes masivos en el golfo de México y del mar atlántico, cuya temporada en el 2020 rompió todos los récords establecidos tanto por la formación más temprana de lo esperado de huracanes (la temporada tradicionalmente inicia en junio y termina a finales de noviembre). Así como por la mayor cantidad de ciclones formados antes y durante la temporada, la mayor cantidad de ciclones que tocaron tierra, etc. Fue tan anormal dicha temporada que se sobrepasó la capacidad del sistema de nomenclatura de huracanes en 2 ocasiones.
Pérdida y degradación de suelos
Uno de los riesgos de más alto impacto es el de la pérdida y degradación de suelos debido a fenómenos hidrológicos y eólicos. Mejor ejemplificado en la pérdida de suelo debido al huracán Karl en Veracruz en el 2010. Donde los manglares costeros de la conurbación Veracruz-Dos Bocas-Medellin sufrieron un proceso de degradación por la explotación ganadera y la expansión suburbana. Lo cual inició una reacción en cadena en la que el ecosistema se transformó lentamente en humedales en el que el crecimiento de árboles nuevos virtualmente se detuvo. Y sin las raíces de estos para reforzar la tierra y absorber la energía de las mareas, el huracán Karl pudo abrir fácilmente un zurco para inundar estas planicies hasta 1’450 hectáreas de tierra. Lo cual implicó un golpe económico de 150 millones de pesos para el estado de Veracruz.
Es exactamente este proceso de degeneración de suelo lo que implica el mayor golpe que ocurrirá por el aumento del nivel del mar. Pero sería equivocado pensar que esto sólo podría ocurrir en las costas del país cuando entendemos que, hasta el 30% del territorio nacional, ya se encuentra en periodos de transición que son altamente susceptibles a desbalances ambientales. Y que al perderse el balance, hasta un 10% de la biomasa en transición regresa a la atmósfera como CO2. De ahí que un fenómeno como el de la jungla del Amazonas ya no sea un positivo para la captación de CO2, sino que ahora es un negativo.
Pero la degradación del suelo y el cambio de los patrones de lluvia apuntan también en otra dirección de riesgo.
La lucha por el agua
El cultivo irrigado más cultivado en Estados Unidos son los pastos de invierno, la poa annua, o las diferentes variantes de pastos ornamentales y decorativos en patios, comercios y canchas de golf. Estos se producen en mayor cantidad que el maíz y el algodón juntos, y representan entre el 30% y 60% del uso diario de agua dependiendo de la región. Siendo las regiones más áridas que contribuyen a un mayor uso de agua potable para irrigación de césped. Más de 34 ‘000 millones de litros al día tan sólo en Estados Unidos.
Esto causa estragos en los sistemas de captación de agua que ya operan en una de las peores sequías registradas en norteamérica. El decremento del área, intensidad y frecuencia del patrón de monzones de norteamérica que alimentan al Río Colorado, Río Diablo y desembocan en la presa internacional La Amistad y el Río Bravo ha vuelto crítica la lucha por el agua en el norte del país. Con la presa al 19% de su capacidad, los agricultores de las regiones agricultoras del noreste del país se ven orillados a competir por el recurso con la cervecera Constellation Brands en Piedras Negras, Coahuila.
De igual manera, las pérdidas de capacidad de captación de agua por permeabilidad y la destrucción de patrones de reposición de cuencas subterráneas causarán similares sequías en las regiones donde la explotación del recurso líquido es subterránea ya se encuentra en peligro. Dónde los movimientos civiles ya están luchando en contra de grandes empresas por el derecho al agua. Eso sin contar que estamos lejos de ser los únicos afectados por el cambio climático.
Según un estudio, el 75% de toda la biomasa de insectos voladores en zonas protegidas de Alemania ha desaparecido en los últimos 27 años. De toda la biomasa mamífera terrestre en el planeta, el 36% es la biomasa comulativa de todos los humanos, 60% animales domesticados como vacas, cerdos, gallinas, etc. Y solo el 4% pertenece a animales silvestres. Las consecuencias de esto para el balance de ecosistemas y al mismo tiempo la fragilidad de los ecosistemas es el verdadero factor que amenaza a la vida en la tierra.
Y entonces, ¿ qué estamos haciendo?
El reporte AR6 del IPCC es muy claro en proporcionar cifras y escenarios que no podemos dejar, bajo ninguna circunstancia, que se pierdan entre el ruido de la política internacional y nacional. De 1850 al 2019 hemos emitido alrededor de 2390 gigatoneladas de CO2 para llegar a un aumento de 1.09°C de temperatura. El pronóstico optimista demuestra que no podemos evitar llegar a las 3000 Gt de CO2 y los 1.5°C. Pero los pronósticos más pesimistas proponen que si seguimos acelerando los procesos de producción de gases invernadero podemos duplicar las 2390 Gt de CO2 hasta 5000 Gt de CO2 y alcanzar un calentamiento global de 3.0° en 2050. Lo más peligroso sería que dejemos que la vieja narrativa de “esto es demasiado complicado como para que lo entiendan” se propague y cobije las ideas de la burguesía y sus medios de comunicación de pensar que el libre mercado y el capitalismo resolverán el problema.
En julio se inauguró el mercado de créditos de carbono chino (el más grande del mundo),y la última de la larga lista de acciones infructíferas en las que han caído los capitalistas en la búsqueda de energías renovables. Desde los años noventa la responsabilidad de aliviar el cambio climático, luchando en contra de la difusión de gases que dañan la capa de ozono, ha caído en gran medida en los hombros de la clase trabajadora. Pero surgió un problema obvio alrededor de los 2010, cuando se hizo claro que las personas más pobres tienen un menor impacto en la producción de CO2 que las personas más ricas del mundo. Al respecto, se calcula que el 10% de la población más rica del mundo produce aproximadamente el 50% de las emisiones de CO2. Mientras el 90% restante producimos el 50% restante.
Ante esto la solución que se planteó desde las cúpulas políticas fue la de la creación de créditos de carbono a ser repartidos de maneras equitativas por gobiernos según las ramas de producción de las empresas. Los famosos Acuerdos de París sobre el Cambio Climático. Se esperaba que de esta manera las empresas con prácticas menos sustentables y que más contribuyen al cambio climático tuvieran que negociar por créditos de carbono con las empresas que menos contribuyeron. Lamentablemente lo único que ha ocurrido es que empresas intercambiarán créditos de carbono de manera especulativa sin planes claros a corto o mediano plazo. Una empresa que vendiera créditos de carbono por no cortar un árbol, probablemente no lo iba a cortar para empezar. Y en el proceso se vuelve a perder de vista el problema central: el secuestro de emisiones de CO2 a la atmósfera. Podrá generar una ganancia el vender los créditos de carbono del árbol que no fue cortado, pero eso no implica que haya ocurrido una ganancia en temas de captura de CO2. Y el incentivo de volver a plantar un árbol o inclusive financiar programas masivos de reforestación sigue sin estar en el horizonte.
Es un error pensar que los problemas se pueden resolver con apoyos estatales que benefician primordialmente a los capitalistas, esperando que las soluciones a los problemas vengan de los mismos responsables del deterioro ambiental y el cambio climático. Además, la cantidad de abstracciones que se realizan para lograr encontrar incentivos económicos para las empresas deforman los objetivos de la sustentabilidad hasta volverlos fantasmas. Es esencialmente la situación que nos han puesto aquí en primer lugar.
Aunque las conclusiones que muchas personas han sacado del reporte del IPCC ha sido que ya no tenemos tiempo. En Alternativa Socialista sabemos que esta conclusión se queda lejos de llegar a la profundidad necesaria para realizar cambios verdaderos. Ya no tenemos tiempo para negociar con el sistema que causó esta catástrofe. Es necesario organizarse y denunciar estas tácticas erróneas. Llamamos a unirse a la lucha junto a las y los trabajadores, la comunidad LGBT, los movimientos indígenas y los movimientos feministas a luchar en contra del capitalismo para luchar contra el cambio climático desde una perspectiva socialista y de quienes principalmente sufrimos los efectos del cambio climático: las y los humildes de la tierra. Llamamos a construir organización y movilizarse en las calles por desarrollos sustentables, apoyar a los movimientos que ya formaron frentes contra la explotación de las grandes empresas en el campo y la ciudad. A impulsar demandas regionales que controlen, detengan y reviertan los procesos de deterioro y pérdida de suelos. Y a impulsar soluciones nacionales e internacionales permanentes que sobrepasen las limitaciones de la competencia capitalista. Denunciando y explicando quienes son los causantes de esta catástrofe y del sistema que lo permite: el capitalismo.