Sudáfrica: Disturbios por comida ¡Construir la lucha de la clase trabajadora organizada contra la criminal clase capitalista!

Actualmente, Sudáfrica se encuentra inmersa en disturbios por comida. Escenas desde KwaZulu-Natal, Gauteng, Cabo Oriental y el Noroeste muestran masas de gente desesperada por asegurar lo que puedan de supermercados, cadenas de abarrotes y otras tiendas.

Declaración del Comité Nacional de Workers and Socialist Party (ASI en Sudáfrica).

Actualmente, Sudáfrica se encuentra inmersa en disturbios por comida. Escenas desde KwaZulu-Natal, Gauteng, Cabo Oriental y el Noroeste muestran masas de gente desesperada por asegurar lo que puedan de supermercados, cadenas de abarrotes y otras tiendas. Además, varios edificios han sido incendiados. Al momento de escribir este artículo, más de 70 personas han sido asesinadas en medio del caos y han tenido lugar más de 1200 arrestos. Es casi seguro que, con el envío de la Fuerza Nacional de Defensa Sudafricana (SANDF, por sus siglas en inglés) y una fuerza policial cada vez más desesperada por “restaurar la ley y el orden”, estos números incrementarán significativamente en los próximos días.

Las acciones de protesta comenzaron después de que la Corte Constitucional ordenara al expresidente Jacob Zuma presentarse en las instalaciones correcionales para comenzar una sentencia de 15 meses tras ser declarado culpable del delito de desacato al tribunal. Las movilizaciones para liberar a Zuma tomaron un nuevo cariz las primeras horas del domingo 11 de julio, cuando más de 20 camiones fueron incendiados alrededor del área del Río Mooi en KZN. Los manifestantes cambiaron a quemar y saquear varias regiones de KZN y después de Johannesburgo a la vez que la agitación se esparcía a nivel nacional. El lunes, regiones de Pretoria, así como centros comerciales en Mamelodi, también fueron incendiados. En un mensaje al público el lunes por la noche, el presidente Ramaphosa llamó a la calma y anunció el envío de los militares sudafricanos para reforzar a los rebasados cuerpos policiales.

Disturbios por comida, no por Zuma

El domingo, ya era claro que estas protestas habían evolucionado a disturbios por comida independientemente de que los medios siguieran etiquetándoloas como “pro-Zuma” o “Liberen a Zuma”. Sin embargo, esto no ha evitado que la facción pro-Zuma use oportunistamente la situación para echar combustible al fuego, con los hijos de Zuma liderando la carga en redes sociales. Tan solo en KZN, el daño causado por los saqueos, incendio de camiones e infraestructura ha excedido 100 millones de rands sudafricanos hasta ahora. Durban, Umbilo, Umhlanga y Springfield Park están entre las zonas más afectadas de KZN. Regiones de Gauteng han sido también afectadas, incluyendo Soweto, Berea, Katlehong, Jeppestown, Daveyton, Benoni, Tembisa y Mamelodi. Corresponsales de prensa intentando obtener comentarios sobre Zuma fueron completamente ignorados por la gente luchando para obtener comida para sus familias u objetos que puedan ser vendidos o intercambiados después.

Las razones detrás de los disturbios por comida poco tienen que ver con las demandas para liberar a Zuma. Muchos manifestantes culparon al gobierno por la crisis económica. Desempleo masivo, falta de oportunidades para la juventud y corrupción en el gobierno están entre los agravios que los manifestantes han expresado. Sin embargo, muchas personas también se han unido a los disturbios por pura desesperación. El hecho de que los supermercados hayan sido los objetivos primarios indica que los disturbios son para garantizar las necesidades básicas de supervivencia.

Con el envío del ejército para asistir a la policía, el gobierno mostró que ha perdido el control. Debe enfatizarse que esto se ha hecho para proteger la propiedad privada y las ganancias, no para proteger a la gente ordinaria y las comunidades. En lugar de usar la infraestructura y los recursos de la SANDF para resolver la desigualdad y el hambre a través de la distribución de necesidades básicas de aquellos en necesidad, Ramaphosa —consecuente con su respuesta a la pandemia — resolvió enviar las fuerzas del estado con sus armas dirigidas a las masas. Han advertido a las comunidades que “no [los] provoquen” y que no tolerarán “falta de disciplina”.

La violencia de un sistema capitalista

Puede ser tentador descartar la agitación reciente como actos de “violencia sin sentido”, pero es importante entender la violencia sistémica en curso que la clase capitalista y sus administradores del gobierno sudafricano han ejercido contra la clase trabajadora y los pobres por años. Casi 500 días de condiciones de aislamiento han acelerado la caída económica que era ya evidente en 2019.

En los últimos 10 meses, los costos de vida se han disparado con una inflación rampante ya que el costo de la canasta básica de alimentos aumentó un 7.1%. Incrementos en el precio de la electricidad tan altos como el 17.8% fueron aplicados al inicio del mes a pesar de las continuas promesas de reducción de cargas a nivel nacional. Esto ha tomado lugar después de una contracción de 7% de la economía sudafricana een 2020 y un incremento de la expandida tasa de desempleo a un histórico 43.2% con más de 1.5 millones de pérdidas de empleos durante la pandemia. Las consecuencias de esta devastación económica han atravesado todas las capas de la clase trabajadora a medida que los sudafricanos asumen niveles crecientes de deuda de consumo para mantener sus medios de vida.

Hace más de un año, se elogió a Ramaphosa por el manejo de la crisis de COVID con la implementación de un bloqueo estricto y un paquete de estímulo de 500 mil millones de rands para contrarrestar los efectos de la pandemia. Un año después, se ha utilizado menos de un tercio del estímulo a pesar de la situación precaria que sigue provocando la pandemia. A finales de abril, las subvenciones mensuales de 350 rands “Social Relief of Distress” (SRD) para los desempleados se detuvieron cuando el ANC impulsó la narrativa de que la economía sudafricana estaba en camino de la recuperación. Esto se suma al hecho de que el Tesoro dice que aplanará el presupuesto durante los próximos tres años. Si se tiene en cuenta el aumento de la población y la inflación, esto equivale a una disminución del 10% en el gasto por persona.

También vemos olas de infección cada vez más severas a pesar de que el gobierno constantemente hace anuncios prematuros sobre cómo la economía está en el camino de la recuperación. Esto no se ve ayudado en absoluto por una campaña fallida de adquisición y despliegue de vacunas que ha llevado a que solo el 2,3% del país esté completamente vacunado, entre los más bajos del mundo en este momento.

Facciones del ANC: dos lados de la misma moneda capitalista

El faccionalismo ha abierto una brecha profunda dentro del ANC durante décadas. Ramaphosa asumió el cargo con una tarea imposible de librar al ANC de la corrupción, una que predijimos conduciría a la destrucción completa del partido. La profundidad de la corrupción en el ANC se ha ejemplificado en los escándalos de corrupción de covid que continúan surgiendo desde el año pasado: en lugar de librar al ANC de la corrupción, el mal manejo de la pandemia por parte de Ramaphosa ha creado más vías para ello. ¡Las contradicciones en las que existe el ANC son quizás más claras con los saqueadores más grandes de la sociedad pidiendo a los desesperados y pobres que no saqueen!

Ni la facción de Zuma ni la de Ramaphosa cuentan con el apoyo de las masas. Y muchos manifestantes han expresado su enojo con el ANC en su conjunto. Existe una clara desconfianza entre la clase trabajadora y el ANC. El hambre, la desesperación y la desigualdad continúan erosionando la credibilidad del ANC, ya que continúan poniendo el costo de la pandemia y las recesiones anteriores en las espaldas de la clase trabajadora con brutales medidas de austeridad. En 2019, por primera vez desde 1994, menos de la mitad de la población votante emitió su voto, y el ANC luchó incluso para asegurar una mayoría. Lo anterior revela una seria desilusión en el establishment político.

Mientras que la brigada RET (Transformación Económica Radical, “RET” por sus siglas en inglés) encabezada por Jacob Zuma usa este momento para promover su agenda de desacreditar a Ramaphosa sembrando anarquía y confusión, el presidente hará todo lo posible para apaciguar los intereses del sector privado. El asesinato a tiros de los mineros de Marikana en 2012 nos da un simple vistazo de las medidas que Ramaphosa podría tomar para asegurarse de que la clase inversora confíe en él. Ninguna de estas facciones abordará la raíz de los trastornos actuales: los fracasos del sistema capitalista y el proyecto de austeridad compartido del ANC. Ambas facciones están casadas con el sistema capitalista que les da acceso al poder. La pandemia nos ha empujado a una nueva era política y la confianza en el ANC para capear las continuas tormentas se está erosionando más rápidamente que nunca.

Una fórmula de una clase trabajadora cada vez más angustiada junto con una completa traición de los partidos gobernantes en el manejo de la pandemia haría que cualquiera se preguntara por qué tales eventos explosivos aún no se habían producido durante el año pasado. Pero como marxistas reconocemos que primero debe haber una chispa. Estos eventos han demostrado que no hay forma de detener a la clase trabajadora una vez que se han dejado de lado todos los temores. Las acusaciones del ministro de policía, Bheki Cele, de que son “instigadores” aquellos que provocaron los disturbios no tienen sentido en absoluto.

Caos y anarquía no son la respuesta

La economía capitalista es un crimen sangriento contra la clase trabajadora y necesita ser revertida. Sin embargo, la naturaleza destructiva y desorganizada de los disturbios continúa alienando a las masas. Esto es a pesar de que la mayoría de la clase trabajadora comparte las mismas frustraciones con aquellos que han recurrido a estas tácticas.

Las comunidades de la clase trabajadora están expresando serias preocupaciones sobre la seguridad alimentaria y nuevas pérdidas de puestos de trabajo debido a la destrucción de propiedades. La obstrucción de las líneas de suministro y el incendio de las instalaciones relacionadas con la atención médica plantean un problema aún más grave mientras Sudáfrica enfrenta su tercera y peor ola de COVID-19 hasta ahora. Las tiendas y centros comerciales de todo el país están vaciando existencias y cerrando como medidas preventivas, diciéndoles a los trabajadores que se queden en casa, sin pagar. Las grandes cadenas sufrirán daños y pérdidas de stock a cargo de sus seguros, mientras que las pequeñas empresas sufrirán los peores efectos. Esto no solo acelerará la transferencia de riqueza y capital a las grandes corporaciones, sino que presenta un grave riesgo de dividir aún más a las comunidades.

Aunque estos disturbios podrían ser efectivos para asegurar las necesidades básicas en el plazo inmediato, la única forma de garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de todas las personas es reformar la economía capitalista parasitaria en una que esté planificada democráticamente. Para ello, la clase trabajadora debe tomar bajo su control las directrices dominantes de la economía. ¡En lugar de robar el pan de los estantes, debemos apoderarnos de las panaderías, los molinos y las granjas comerciales! ¡En lugar de la destrucción de lugares de trabajo y servicios, necesitamos una lucha masiva organizada y disciplinada para asegurar las fábricas, las líneas de distribución y la infraestructura esencial bajo el control democrático de los trabajadores y la comunidad! Solo eliminando a los jefes de estas industrias vitales podemos garantizar que los alimentos y las necesidades básicas sean accesibles para todos y no se vendan con fines de lucro. En lugar de pan robado por un día, podemos garantizar que ese pan siga llegando y acabar con el hambre por completo.

¡Construir una lucha de masas organizada, disciplinada y democrática por el socialismo!

Los estratos organizados de la clase trabajadora deben asumir un papel de liderazgo al brindar orientación política que pueda conducir a soluciones tangibles, como exigir una inversión masiva en infraestructura pública, empleos y servicios, y una subvención de ingresos básicos para aliviar la miseria que cada vez más impregna todas las capas de la clase trabajadora.

La clase dominante ha demostrado ser incapaz de poner fin al sufrimiento. La necesidad de construir una alternativa política, un partido de masas de la clase trabajadora que sea para y por la clase trabajadora y los pobres, es más urgente que nunca. Hacemos un llamado a la SAFTU (Federación Sudafricana de Sindicatos) y a la Cumbre de la clase trabajadora para convocar inmediatamente a las formaciones de la clase trabajadora, la juventud organizada, la educación cívica y los sindicatos en una Asamblea Nacional de la Clase Trabajadora para discutir el camino a seguir. Las frustraciones legítimas y la ira de la clase trabajadora y los pobres deben canalizarse en acciones constructivas que desafíen este sistema capitalista y sus facilitadores: los partidos gobernantes. A medida que los medios de comunicación y el ANC impulsan narrativas de divisiones en la clase trabajadora, entre saqueadores y trabajadores, tribus, nacionalidades y razas, depende de las capas organizadas de la clase trabajadora forjar un frente unido que pueda canalizar la ira de las masas en acciones que puede asegurar serias ganancias para la clase trabajadora. No podemos exagerar el peligro que representan las divisiones raciales, tribales y nacionales para la liberación de la clase trabajadora.

También debemos vincular nuestras luchas con las capas militantes en eSwatini que se rebelan contra el último monarca absoluto en África, impulsado por una desigualdad similar a la que vemos en Sudáfrica. Podemos inspirarnos en los levantamientos que tienen lugar en América Latina, como en Colombia, donde una huelga general de un día convocada por la dirección sindical encendió un movimiento antigubernamental masivo con consignas prominentes como “Estamos hartos de sobrevivir, queremos vivir”. Las protestas en curso han forzado el retiro de las reformas fiscales contra la clase trabajadora y la dimisión del ministro de Finanzas. Además, han mostrado al mundo que incluso en condiciones desesperadas y pandémicas, la clase trabajadora puede y debe luchar. Sobre todo, debemos construir un movimiento de masas de la clase trabajadora que garantice que estos inevitables levantamientos sean organizados democráticamente, dirigidos por la clase trabajadora y comprometidos con la lucha por un programa socialista internacional.