Personas trans y deporte, algunas verdades que rompen mitos
La boxeadora Imane Khelif ganó el oro en las olimpiadas de parís, a pesar del escrutinio y abuso del que fue víctima por la extrema derecha, los políticos transfóbicos, billonarios y sus nuevos simpatizantes. Khelif probó que las mujeres cis tampoco están a salvo de la policía de la feminidad, típicamente apuntada a las personas transgénero y a los atletas intersexuales.
Escrito por Aoife Coppinger, Socialist Party (Irlanda).
De hecho, varias atletas mujeres cis y desproporcionadamente mujeres negras y cafés han demostrado que tanto el racismo como la misoginia las intersecta, han sido objeto de testeos de género y han enfrentado acusaciones falsas respecto de su género, desde las hermanas Williams hasta Caster Semenya y ahora más recientemente Khelif y Lin Yu Ting de Taiwan en los juegos Olímpicos de París.
Transfobia fanática en el deporte, la exclusión y la discriminación no están bien
Los deportes han sido significativamente objeto de transfobia, con 25 estados de Estados Unidos ahora prohibiendo a estudiantes transgénero jugar en equipos que se alineen con la identidad de género. En Irlanda, esto ha dado como resultado que en varias organizaciones deportivas adopten políticas exclusivistas crueles que le niegan a las personas trans el derecho de jugar. Una política como tal es la del básquetbol en Irlanda, en donde no solo se requiere que un jugador tenga un reconocimiento legal de su género y que esté bajo un tratamiento de terapia hormonal en una “manera verificable”, pero también sorpresivamente que la persona haya pasado por “cambios quirúrgicos anatómicos, incluyendo el cambio de los genitales externos”. Ellos añaden que cualquier “transexual […] que haya pasado por una cirugía de reasignación de sexo antes de la pubertad sería aprobado”.
Encima del lenguaje ofensivo y de las políticas intrusivas de género contenidas en todo esto, es irrisorio que en un tiempo donde las personas jóvenes trans luchan por conseguir, aunque sea bloqueadores de pubertad, los cuales han sido prohibidos en el Reino Unido y en el Norte de Irlanda. Los bloqueadores de pubertad son formas salvavidas como asistencia médica trans, cuyos efectos cuentan con reversibilidad si el individuo elige dejar de tomarlos. Ningún menor está pasando por una cirugía de reasignación de sexo, con excepción de las personas intersexuales, quienes están forzadas, sin su consentimiento, a someterse a dichas cirugías, las cuales les someten dentro de una definición estricta de un binarismo genérico impuesto por las sociedades para que les considere con propiedad a las mismas. Estas políticas de ‘inclusión’ transgénero de hecho excluyen efectivamente a todas las personas trans, y proveen un esbozo de lo que las personas trans tienen que enfrentar cuando están tratando de participar en los deportes en Irlanda.
Bruma y mitos sobre las hormonas
Las hormonas por lo general ocupan un lugar central en el debate de la inclusión de las personas trans en los deportes, particularmente la testosterona, la cual es percibida con efectos que hace a los individuos aumentar su fuerza. Esta idea viene de un tiempo cuando los científicos pensaban que solo los hombres producen testosterona y que las mujeres solo producen estrógenos. Ahora es sabido que las personas de todos los sexos tienen cantidades variables de hormonas independientemente de su sexo y que frecuentemente, las personas caen por fuera de lo que es percibido como normal. Por ejemplo, un estudio muestra que el 16.5% de las personas identificadas como hombres cisgénero exhiben porcentajes “femeninos” de testosterona, y que el 13.7% de las personas identificadas como mujeres cisgénero tienen porcentajes “masculinos”. No hay estudios que nos indiquen que los porcentajes de testosterona de las mujeres trans, que varían independientemente, les provea una ventaja en los deportes.
Estos alaridos transfóbicos nos distraen de los aspectos importantes de la participación de las mujeres trans en los deportes -incluyendo el acoso sexual del que son víctimas-, siendo estos: la diferencia de pago de género, la falta de instalaciones, entrenadores, cobertura médica, y demás necesidades adecuadas. Históricamente, varias de las mismas organizaciones que ahora alardean sus políticas exclusivistas para las personas trans mientras pretenden defender las atletas cis, son las mismas organizaciones que han batallado para dejar a las mujeres fuera de las competencias. Por ejemplo, el éxito del fútbol femenil durante la Primera Guerra Mundial llevó a que la FA prohibiera la liga en 1922, debido al miedo a la falta de control que se tenía sobre los juegos de las mujeres y al dinero que estaba generando. Esparcieron el mito de que el fútbol era malo para la salud de las mujeres para justificar esta decisión. Esta prohibición duró 51 años.
El binarismo de género rígido es retrógrado y los deportes deberían de ser para todes
Los deportes ayudan a la salud física y mental, además de ayudar a la autoestima, algo que, a las personas trans, especialmente las jóvenes, se les ha negado en todo el mundo. En un tiempo en el que las personas trans están en un mayor riesgo de sufrir de problemas de salud mental, debido a la extenuante discriminación que enfrentan todos los días, el acceso a un deporte puede significar un salvavidas. La manera en que la sociedad ve el deporte necesita cambiar. Fundamentalmente para esta cuestión es la manera rígida en la que es impuesto el binarismo de género que los deportes reafirman, en contraste con la existencia de las personas intersexuales, trans y no binarias, y la estricta división masculino-femenino que no lleva en sí ningún propósito.
El capitalismo necesita el sexismo y el binarismo de género para funcionar, lucrando significativamente con el trabajo de mujeres y niñas, mal pagado o no retribuido. Por lo tanto, para realmente tomar en serio la cuestión del sexismo, el racismo y la transfobia, desde sus raíces en los deportes y para luchar por un futuro donde todos tengan la oportunidad de participar en los deportes de manera igualitaria, todo el sistema debe de ser cambiado.